Un grupo de amigos adquieren en común una
propiedad en la localidad de Amytiville a un muy buen precio con la finalidad
de reacondicionarla y obtener pingues beneficios una vez remodelada. Lo que
ignoran es que la casa oculta entre sus paredes un oscuro secreto y una muerte
en misteriosas circunstancias.
Si la cuarta entrega de la saga se rodó para
su estreno directo en televisión, en esta ocasión nos encontramos con un
producto lanzado directo a video, con lo que queda de manifiesto que la
franquicia había dejado atrás unas primeras entregas más cuidadas a todos los
niveles y consecuentemente estrenadas en pantalla grande. Dirigida por el
desconocido Tom Berry, nuevamente el guion se inspira en un relato escrito de
Hans Holzer, autor de la novela en la que también se basarían para filmar la
segunda entrega de la serie.
La película, como no podía ser de otra manera
en un título de su estilo, está protagonizada por un grupo de actores semi desconocidos
entre los que destaca Kim Coates, visto en infinidad de series televisivas y en
títulos como Silent Hill o Resident Evil ultratumba, ambos basados en los
videojuegos del mismo nombre. Como curiosidad citar a Cassandra Gava, quien en
el clásico de 1982 Conan el bárbaro diera vida a la bruja con la que el
Cimmerio se encuentra una vez alcanza la libertad para acabar arrodajándola a
una hoguera mientras practican sexo. El grupo de intérpretes principales
encarna a un variopinto grupo de amigos, con sus miserias, las más, y virtudes,
las menos, que al menos de inicio, logran captar nuestra atención ante lo que
les acontece una vez se trasladan a la casa que acaban de comprar en su intento
por hacer negocio de una oportunidad económico. Pero como bien apunta uno de
los personajes, lo barato al final sale caro.
Si en la cuarta entrega el recurso utilizado
era sacar uno de los objetos de la casa de Amytiville para que sirviera de nexo
de unión con la maldición del lugar, en esta ocasión la historia se desarrolla
en una propiedad que nada tiene que ver con la icónica mansión de las ventanas
con forma de ojos, más allá de estar igualmente ubicada en la localidad de
Amytiville, sacándose sus responsables de la manga una historia totalmente
independiente y ajena a los acontecimientos acaecidos tanto a los DeFeo como a
los Lutz, aunque se deje caer de soslayo el múltiple asesinato ocurrido en 1974
en esa misma localidad.
A pesar de evidenciarse un estilo visual
mucho más pobre que en títulos pretéritos, en especial que en las tres primeras
películas, esta entrega se beneficia de una fotografía y unos movimientos de
cámara más elaborados que los vistos en la hasta entonces última aportación a
la saga, donde pesaba demasiado su formato televisivo. De esta manera podemos
al menos disfrutar de varios momentos en los que se logra generar unas
secuencias que, dentro de las limitaciones impuestas por el medio y el
presupuesto manejado, son de alabar. Hay un interés por parte de su director de
crear cierta tensión, con lo que el desarrollo dramático de los acontecimientos
va de menos a más. Lástima que ese tino en lo que respecta al
look visual de la película no vaya acompañado de una historia con un armazón
más elaborado, ya que tras arrancar con un misterio por desvelar que de inicio
despierta la atención del espectador, no se tarda en dar vueltas al mismo
escenario y situaciones, lo que acaba por pasar factura a la película. Otro de
sus peros es el hecho que la historia plantee numerosos elementos de tinte
sobrenatural pero sin incidir en ninguno de ellos, encontrándonos de esta
manera con la propia presencial fantasmal que habita en la casa, las
capacidades extrasensoriales de uno de los personajes centrales y un emulo de
posesión para finalmente acabar convertida en un slasher al uso con pretendido
asesino misterioso incluido.
Un maremagno de ideas y géneros que acaban por
hacer de esta quinta entrega un compendio con aire de batiburrillo que además apenas
tienen sentido dentro de una saga que se centraliza en una casa y las terribles
vivencias que sufren quienes en ella viven, lo que sugiere que se trataba de
inicio de una historia totalmente independiente de la franquicia a la que se
anexaron de manera artificial un par de elementos que permitieran venderla al
público como una continuación más. Así, en su afán por abrir nuevos espacios a
la franquicia nos encontramos que en esta Amytiville 5 falta, al igual que
sucediera en la entrega anterior, el elemento central, la mansión donde Ronald
DeFeo cometiera uno de los actos más abyectos inimaginables, acabar con tu
propia familia.
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