domingo, 4 de septiembre de 2022

TURNO DE DÍA (DAY SHIFT, 2022) 116´

 

Bub Jablonski oculta, tras su fachada de humilde limpiador de piscinas, una ocupación bastante menos tediosa y más emocionante, la de cazador de vampiros en plena ciudad de Los Ángeles.

Una producción auspiciada por Netflix y que mantiene en su ADN buena parte de los aciertos y carencias presentes en muchos de los estrenos de esta plataforma, ofreciendo un producto bien presentado, entretenido y dinámico pero con cierto aura de precipitación y prisas en su gestación dada la necesidad por parte de la compañía de estrenar nuevos y llamativos títulos de manera constante, lo que se manifiesta principalmente en un guion con varias buenas ideas de inicio que acaban sin desarrollarse convenientemente, más preocupada la película por funcionar como un producto de consumo rápido y disfrutable.

Dirige el debutante J.J.Perry, quien hasta ahora se había centrado en su carrera como especialista o doble de acción, profesión que le había llevado a su vez a convertirse en director de segunda unidad de títulos donde la acción y por ende las acciones de riesgo están muy presentes como Warrior, Una bala en la cabeza, El rascacielos o las dos últimas entregas de la longeva saga Fast & furious. No es de extrañar por ello que este Turno de día se centré más en la acción que en el terror propio de un título protagonizado por un cazador de vampiros, quedando esta idea perfectamente refrendada por una escena introductoria con una estupendamente planificada y original secuencia de lucha entre el protagonista y una anciana vampiro, aprovechando igualmente este momento para mostrar al espectador que reglas se van a seguir dentro del amplio espectro de la mitología vampírica, a saber. La luz del sol continúa siendo letal y las estacas de madera y la decapitación como principal medio para acabar con estos seres nos permite disfrutar de las consabidas escenas plagadas de hemoglobina. Pero la película igualmente introduce interesantes ideas que, como apuntábamos inicialmente, quedan en nada por el poco interés que se toma la historia en abordarlas con mayor profundidad, como sucede por ejemplo con ese sindicato que nos recuerda a la agencia gubernamental de Men in Black y por extensión al departamento de policía presentado en RIPD, la película protagonizada por Ryan Reynolds y Jeff Bridges.

Es evidente como el guion, escrito por el debutante Tyler Tice y un Shay Hatten cuya participación en sagas como la de John Wick o El ejército de los muertos es patente en varias de las ideas presentadas en la historia, plantea numerosos e interesantes arcos argumentales, con esa red de cazadores de vampiros y el paralelo tráfico de colmillos que se lleva a cabo, una villana tratando de dar con un medio para poder los vampiros desenvolverse por el día, la presentación de una tipología de criaturas variada e interesante cuándo es explicada en pantalla, e incluso el momento en el que se cita a un vampiro de más de setecientos años de antigüedad y que es quien controla el tráfico de drogas de Los Ángeles (¿una posible idea para una hipotética secuela?). Todo ello queda en nada, dejándonos con una trama prototípica y muy lineal plagada de momentos y personajes ya vistos en demasiadas ocasiones dentro del género de acción palomitera y que, si bien se disfruta sin problema, se olvida con la misma facilidad una vez concluida.

La película está protagoniza por un Jamie Foxx  visto entre otras en Un domingo cualquiera, Ray, Corrupción en Miami, Collateral o Django desencadenado, y que actúa como estrella gancho para el gran público, limitándose a tirar de carisma y músculo para dar vida a este tipo tan caótico en su vida personal y profesional como bueno en su trabajo eliminado vampiros. Le acompaña un Dave Franco acostumbrado a la comedia gracias a películas como Infiltrados en clase o Malditos vecinos quien de hecho funciona como contrapunto involuntariamente humorístico, y que a partir de cierto suceso que tiene lugar en la película homenajea de alguna manera al personaje interpretado por Griffin Dune en la imprescindible Un hombre lobo americano en Londres. La mexicana Karla Souza, a quien podemos ver en ese musical español basado en las canciones de Hombres G y también estrenado en 2022 Voy a pasármelo bien, da vida al personaje más fallido de la película, una villana sin carisma, sin motivaciones y que aparece planteando un plan inicial que luego no vemos desarrollarse para nada en la cinta, no suponiendo en ningún momento un rival de altura para el avezado protagonista. Lo mejor, por el contrario, lo encontramos en dos secundarios, un Peter Stormare con una filmografía de infarto gracias a títulos como Minority report, El gran Lebowski, El mundo perdido o Fargo y que en su día diera vida al mismo Satán en Constantine que, aunque apenas aparece en pantalla más que en dos escenas, logra llenar ambos momentos a base de su enorme talento y carisma. Lo mismo sucede con un Snoop Dogg como veterano compañero del protagonista y su manera tan taxativa de eliminar vampiros.

Visualmente la película no plantea ningún problema, está bien rodada y se saca bastante buen partido al hecho de estar ambientada en unos Los Ángeles de los que se extrae toda su luminosidad y calor sofocante, quedando perfectamente representados en pantalla los nada desdeñables cien millones de presupuesto, que permiten unas secuencias de acción perfectamente resueltas aunque no destaquen sobre títulos sobre los cuales podemos emparentar a Turno de día, con la saga de John Wick como referente principal y que no podemos dejar de tener en mente una vez estamos viendo la película, en especial por las trabajadas y coreografiadas escenas de lucha presentes a lo largo de la historia y rematadas con un espectacular encuentro en una casona entre el protagonista, apoyado por un par de compañeros de profesión, contra todo un nido de vampiros.

Una película, que, aunque obviamente podemos enclavar dentro del género de vampiros, es más afín a un género de acción desmadrado plagado de violentos y destructivos tiroteos, adrenalíticas y aceleradas persecuciones en coche y coreografiadas secuencias de lucha para las cuales se ha tenido el acierto de fichar a Scott Adkins, uno de esos intérpretes especialista en numerosas artes marciales y toda una estrella de primer nivel para los aficionados de este género en el cine a quien hemos podido ver en películas como El ultimátum de Bourne, X-Men orígenes: Lobezno, donde se encargaría de doblar a Ryan Reynolds en las secuencias de lucha de su personaje Deadpool, Los mercenarios 2 o Doctor extraño. Finalmente reincidir en la idea que indica que este Turno de día da cierta sensación que ha tratado de condensar en sus casi dos horas toda una caterva de ideas y universo propio que poder expandir en las consabidas secuelas. Aunque ya se sabe que estas solo vienen si la película primigenia obtiene el éxito buscado. De darse el caso no nos importaría hincarle el diente a un Turno de día 2 deseosos de ver se han potenciados los elementos más atinados y corregido los más fallidos.    

viernes, 2 de septiembre de 2022

X (X, 2022) 106´

 

Un grupo de jóvenes cineastas busca una aislada granja para poder filmar una película pornográfica, habiendo acordado con una pareja de ancianos utilizar su propiedad aunque sin darles a conocer a sus dueños sus verdaderas intenciones artísticas. 

Título escrito y dirigido por Ti West, un director dado a conocer con La casa del diablo, una película que, al menos en el hecho de ambientarla en la década de los setenta, se empareja con este X, y a la que seguirían la secuela Cabin fever 2 o su participación en películas episódicas del género como VHS o El ABC de la muerte. Con el título que abordamos a continuación West sigue inmerso, como ya apuntábamos con la película que le diera a conocer, en  ese género de terror con ínfulas del cine que se filmaba en los años setenta y del cual copia no solo la ambientación y la estética sino incluso cierto alma que nos retrotrae a clásicos seminales de aquellos años como Las colinas tienen ojos o La matanza de Texas. Destacar como la cinta está producida por A24, interesante compañía dedicada a la producción y distribución de películas que en su periplo de una década está detrás de títulos tan interesantes como Locke, Moonlight, Lady Bird, The disaster artist, o La tragedia de Macbeth, y que dentro del género de terror ha apostado por rarezas tan agradecidas como La bruja, Hereditary, Misommar o El faro. Todos estos títulos están caracterizados por el cuidado y mimo puesto en su gestación y desarrollo, al igual que sucede en este caso con un título que, dentro de su humilde presupuesto de un millón de dólares, presenta una estupenda y cuidada factura visual así como un montaje que se presume trabajado y nada precipitado.

X se parapeta detrás de la prototípica historia de un grupo de jóvenes de ciudad que aterrizan en el mundo rural para pervertir y dar la vuelta a toda esa paz propia de un lugar  como en el que se desarrolla la trama, una solitaria granja en mitad de ninguna parte, siendo debidamente castigados uno a uno por esos mismos paletos sobre los que en principio los desafortunados protagonistas creen sentirse superiores. Misma sinopsis vista en infinidad de propuestas anteriores y uno de los recursos más socorridos dentro del slasher que West sabe manejar integrando interesantes elementos adicionales. De inicio el director se preocupa por sus personajes, dando tiempo de metraje (la primera de las muertes no llegará hasta la hora de película) a la hora de profundizar en los mismos y dotarles de una psique propia más allá de posicionarlos como meras víctimas de la pareja de ancianos asesinos, otorgándoles una profundidad, en algunos casos mayor que en otros, que provocan en el espectador cierta empatía por quienes en el acto final de la película se convertirán en mártires de una violencia desaforada. Esa misma profundidad se utiliza igualmente sobre quienes ejercen de psicópatas de la función, humanizándolos y justificando mediante el desarrollo de estos personajes y su drama personal las atrocidades que más adelante les veremos cometer.

En ese sentido X reúne las dos principales constantes dentro del género, la violencia y el sexo. Respecto a la violencia decir que la película no se amilana, recurriendo a un estilo seco y abrupto lejos de florituras visuales y de la presentación de muertes originales, ello a pesar de la licencia en la escena del caimán. Los asesinatos son de oportunidad y no hay un perfectamente maquiavélico plan trazado para ir conduciendo a nuestras víctimas hasta su destino, sino que todo este tour de forcé final plagado de sangre y muerte se gesta desde la improvisación y una locura desatada entre los dos causantes de la desgracia. Referente al sexo, en la película es interesante todo el apartado que trata el proyecto por parte de los protagonistas de filmar una película pornográfica como medio para alcanzar la fama en algunos casos, el dinero en otros o incluso el reconocimiento artístico. Ubicar por ello la película en un momento en el que el género empezaba a explotar tras el brutal éxito en salas de Garganta profunda es todo un acierto porque nos traslada hasta aquellos años de la década de los setenta que no solo fueron caldo de cultivo del cine X, sino que hicieron lo propio con el terror moderno, ofreciendo la película un híbrido notablemente interesante entre ambos géneros. Pero el uso del sexo en la película no se limita a ser parte de la sinopsis en tanto el grupo de protagonistas buscan triunfar en el mundo del cine pornográfico, sino que es utilizado como desencadenante de toda la caterva de muertes que tendrán lugar en el tramo final. Así, la pareja de ancianos que alojan a los jóvenes sirven como perfecto contrapunto entre la juventud y dinamismo, también sexualmente hablando, del grupo de protagonistas frente a unos antagonistas derrotados por la vida en su última etapa vital, y que son perfectamente conscientes de una decrepitud que hacen extensible a su propia sexualidad, siendo de hecho el descubrimiento de la actividad de sus huéspedes durante la filmación de una de las escenas de sexo el detonante de una locura que lleve a la pareja a una espiral de muerte que de alguna manera les devuelve el vigor perdido hasta el punto de provocar la vuelta entre ambos del deseo sexual, lo que posibilita la inclusión de una bizarra pero interesante escena que rompe con los tópicos habituales en este tipo de cine donde la patente de las secuencias de sexo es exclusiva aquellos personajes más jóvenes y hermosos.

Respecto al elenco de actores y actrices destacar, a pesar de la presencia de la final girl de rigor, un protagonismo colectivo que hace algo más que poner personajes sobre el papel para poder ser eliminados posteriormente, dotando de su parcela de importancia a lo largo de la película a todos y cada uno de los personajes que son presentados en pantalla. Es interesante como en este caso la citada superviviente final no es una muchacha de carácter retraído, cándido y virginal, como así se encargaron de definir de manera general dentro de los parámetros del slasher de las décadas de los  setenta, ochenta y noventa. En esta ocasión la actriz Mia Goth, poseedora de un rostro muy particular y característico y el cual veríamos en títulos como  Nymphomaniac volumen 2, La cura del bienestar, El secreto de Marrowbone o como uno de los personajes del remake de Suspiria estrenado en 2018, da vida a una aspirante a actriz de cine X que busca alcanzar el éxito y el reconocimiento por encima de todas las cosas. Es esa idea, y a pesar de tratarse de un personaje con un componente positivo, lo que sirve de opuesto en cuánto a forma de comportarse y pensar de la Laurie Strode que protagonizara La noche de Halloween en 1978 y todos los personajes similares que vendrían después. Pero Mia Goth no solo interpreta a la protagonista principal, sino que en una enrevesada y perversa propuesta interpreta también bajo ingentes capas de maquillaje a la anciana propietaria de la granja en la cual se aloja el equipo de rodaje, llegando la intérprete a participar en una larga secuencia en la que ambos personajes mantienen una incómoda conversación. Destacar asimismo y en línea con esta idea que habla de los cánones de personaje dentro del terror slasher la presencia de una Jenna Ortega tremendamente activa dentro del género tras aparecer en títulos como Insidious 2, The babysitter: Killer queen o la última entrega de Scream, siendo asimismo la encargada de dar vida a Miércoles Addams en la serie sobre esta  particular familia de estreno en este 2022. Ortega da vida a un personaje en las antípodas del de Mia Goth y el resto de compañeros de rodaje, ya que es la encargada de sonido de la película, una joven mojigata y recatada que, rompiendo una vez más todas las normas del género, se desembaraza de su rol proponiendo participar en la película y protagonizando personalmente de hecho una de las escenas de sexo. El más veterano Martin Henderson es el rostro más conocido por el espectador dada su participación en un título tan conocido dentro del género como The ring, remake norteamericano de la afamada película japonesa protagonizada por Naomi Watts.

El estilo visual de la película contrapone su interés por el tipo de cine filmado en los setenta, presentándonos la propia historia una filmación en modo guerrilla sin apenas medios y llegándonos a introducir en el interior del propio celuloide incluso con planos de la película pornográfica filmada, donde se homenajea el grano y la textura propia de este tipo de celuloide de calidad dudosa. Y sin embargo West cuida la planificación de las secuencias desmarcándose de alguna manera de ese método de rodaje auspiciado por la exigüidad de medios con los que se disponía. La cámara no escatima en planos picados, contrapicados o aéreos, demostrando su director su pericia como planificador de elaboradas secuencias. Y sin embargo sí que es cierto que X destila aires de puro cine de los setenta perfectamente rematados por unos títulos de crédito finales que continúan con ese juego de inmersión en un tipo de películas de medios ajustados, pasión por el cine y una pátina final entre amateur y documental que engrandecía aún más las películas de aquellos años dentro del género de terror tocadas por la varita del éxito, haciéndolas más veraces, y por lo tanto, más desasosegantes. X es perfecto exponente de este estilo.