Un grupo de sacerdotes irrumpe en una casa
ubicada en Amityville y que según todos los indicios se encuentra poseída por
espíritus malignos. En el lugar se libra una batalla entre oraciones y
fenómenos extraños y violentos que acaba con la casa limpia de toda
fenomenología maligna, o eso es lo que creen los propios participantes del
exorcismo. Poco después varios objetos de la casa son subastados, entre ellos
una excéntrica lámpara que porta en su interior parte de la maldad de la casa
de Amityville.
Tras dos secuelas inmediatas y dado el
fracaso que supuso la tercera entrega de la saga, se produjo un impas de siete
años hasta ver estrenada la cuarta entrega de la serie, una película para
televisión que adolece de todas y cada uno de las limitaciones de un medio como
el televisivo en cuanto a presupuesto, reparto, recursos cinematográficos y uso
del gore en cuanto a escenas terroríficas se refiere. El guion se basa en una
novela de John G. Jones, autor de varios relatos basados en la leyenda de
Amytiville, y está escrito por Sandor Stern, autor igualmente del libreto de la
película de 1979 y que acabó en esta ocasión como director de la película,
ofreciendo un estilo tosco y netamente, tal y como apuntábamos, televisivo en
su acepción más negativa de la palabra.
La película sabe nutrirse de varios actores a
destacar, caso de Patty Duke, vista en El milagro de Ana Sullivan o El Valle de
las muñecas y conocida además por ser la madre de Sean Astin, famoso por sus
papeles en Los Goonies o más recientemente en la trilogía sobre El señor de los
anillos, además de la veterana Jane Wyatt en uno de sus últimos papeles. Merece
asimismo la pena rescatar a los dos actores que dan vida a los hijos mayores de
la protagonista, ya que están interpretados por Aron Eisenberg, quien ese mismo
año aparecería en otra gran saga sobre casas encantadas de los ochenta, la
falsa secuela de House en su tercera entrega, y por Zoe Trilling, actriz
acostumbrada a papeles en títulos del género como Dr Giggles, Terror sin fin,
La noche de los demonios 2 o Leprechaun 3, e igualmente es habitual su
presencia en cintas de cierto corte softcore donde la voluptuosa actriz no duda
en mostrar sus encantos.
La película es francamente la primera entrega
de la serie que podemos catalogar como abiertamente aburrida, siendo
posiblemente su mejor escena ese arranque con el grupo de sacerdotes
irrumpiendo en la icónica mansión de Amityville para enfrentarse aterrados con
el mal. La idea presentada en esta película, y que sería utilizada con
posterioridad en más ocasiones, de alejar la trama principal de esta casa,
utilizando el recurso de trasladar la presencia maligna a uno de los objetos de
la vivienda de Amytiville, elimina la posibilidad de volver a disfrutar de la
inquietante arquitectura de la villa ubicada en el 112 de Ocean´s avenue, y eso
a pesar de los intentos a la hora de dotar a la fachada de la nueva vivienda de
cierto empaque visual, con vistas a un acantilado incluidas, de manera que
sirva de imponente escenario ante los fenómenos extraños que van a presentarse.
Con una dirección absolutamente pobre, unas
interpretaciones en la mayoría de los momentos excesivas y una vez más con la
vista puesta en el mega éxito que había sido Poltergeist, ejemplificado
especialmente en el personaje de la hija menor de la protagonista y que nos
devuelve ciertos ecos de la Carol Anne de la película de Tobe Hooper, y unas
secuencias de terror inconexas, mal justificadas y peor ejecutadas, esta cuarta
entrega iniciaba una cuesta abajo de la franquicia que, si bien posee
entretenidos episodios, no ofrecería una película a destacar hasta el remake de
2005, perdiendo por el camino, la impresionante presencia de una casa marcada a
fuego en el recuerdo de todo aficionado al terror y lo paranormal que se
precie.
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