sábado, 2 de febrero de 2019

AMITYVILLE 2, LA POSESIÓN (AMITYVILLE 2, THE POSSESION, 1982) 88´



La familia Montelli acaba de adquirir una bella casona en Amityville, pero en el instante en que se mudan al lugar comienzan a suceder extraños fenómenos de índole paranormal que generan tal desazón que les obliga a solicitar la presencia de un sacerdote para que bendiga la casa. Sonny, el hijo mayor, parece estar especialmente afectado por esta fenomenología, hasta el punto de cambiar bruscamente su carácter hasta llevarlo a un punto de locura homicida absoluta.



Tras el incontestable éxito en la taquilla de Terror en Amityville era innegable que la secuela no tardaría en llegar. Y así fue tres años más tarde, y bajo el auspicio de la productora de Dino De Laurentis, quien tuvo que lidiar con George Lutz en cuanto a derechos se refiere, y tomándose en este caso como base para escribir el libreto de la película la auténtica tragedia acontecida a la familia DeFeo, convenientemente dramatizada e hiperbolizada para encajarla en los parámetros de terror del momento. Sería Tommy Lee Wallace, uno de los hombres de confianza de John Carpenter y director de títulos como Halloween 3, Noche de miedo 2 o la miniserie basada en el best seller de Stephen King, It, el responsable de escribir el guion, el cual sería trasladado a la pantalla por el italiano Damiano Damiani, todo un experto en el género poliziesco, en su única incursión en el cine norteamericano y en el género de terror, ofreciendo sin embargo un título a tener en cuenta y que en líneas generales supera incluso por momentos a la cinta de 1979.





La película está protagonizada por unos magníficos Burt Young (Rocky, Erase una vez en América) y Rutanya Alda (El cazador, La mitad oscura) como progenitores de la familia Montelli, siendo su desestructuración familiar una de las bazas de la película, que aleja de esta manera al clan protagonista de esa visión edulcorada de prole netamente americana, propia de títulos coetáneos como Poltergeist, o incluso la primera entrega de Amityville. Los hijos del matrimonio están igualmente acertados, máxime teniendo en cuenta la dureza de la historia contada (atreviéndose inclusive con escenas de incesto entre hermanos), recayendo los papeles de los dos hijos mayores en Jack Magner en la que sería su única película en su haber además de otro título de terror como fue Ojos de fuego y en Diane Franklin (El último americano virgen, Las alucinantes aventuras de Bill y Ted). El padre Adamsky, que pasa de secundario a protagonista absoluto con el discurrir de la película, está interpretado por James Olson, actor de prolífica carrera televisiva y conocido entre otros personajes por encarnar al General Kirby en Commando.



Si en el caso de Terror en Amityville hablábamos de la influencia del clásico de 1973 El exorcista, en esta segunda entrega este legado es aún más evidente, hasta el punto de encontrarnos con una película fragmentada en dos partes bien diferenciadas, siendo la primera de ellas la que nos acerca a un título de casas encantadas aprovechando el relato del asesinato múltiple de los DeFeo a manos del hijo mayor, mientras que nos encontramos una segunda subtrama con la justificación de los asesinatos por la posesión demoniaca sufrida por el asesino, y que nos lleva a un cambio de registro donde la película de William Friedkin es referente de cabecera, llegándose a cuasi plagiar varios elementos de la cinta más famosa de exorcismos de la historia del cine.



Mientras que la película de 1979 jugaba con elementos dramáticos y de horror, la presente película subraya el terror por encima del resto de elementos, y así lo deja patente desde el mismo inicio de la historia, apoyándose en sencillos pero muy efectivos efectos visuales para lograr crear la fenomenología que invade las estancias de la casa. Destacar asimismo el manejo de la cámara, principalmente vía travellings, para dotar al plano de entidad propia, y, en la línea de lo que hiciera Sam Raimi en Posesión infernal un año atrás pero sin su nivel de locura y velocidad, presentar la presencia demoniaca de la propiedad a través de planos subjetivos que recorren cada recoveco de la casa. Punto y aparte para los extraordinarios maquillajes y prótesis utilizados para caracterizar  y representar las diferentes fases de posesión sufridas por el personaje del hijo mayor, y que son llevados a la excentricidad más absoluta durante la secuencia del exorcismo ilegal practicado por el Padre Adamsky a Sonny Montelli.



Una película que, al partir de unos hechos ya presentados y desarrollados en la primera entrega, puede ir directa al grano, lo que la convierte en una gran secuela plagada de momentos de auténtico terror y a la que se le perdonan las evidentes licencias tomadas a la hora de contar la historia de los DeFeo, inclusive dejando en algunos momentos de lado la propia leyenda de la casa de Amityville. El estilo netamente italiano conferido a la película lo aleja de la elegancia formal vista en la película de 1979 presentando una obra más abrupta, visceral y directa, lo que hace que para muchos sea esta la mejor entrega de la franquicia. Desde luego de las más terroríficas
lo es.  

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