Michael
Myers es un niño de diez años miembro de una familia disfuncial, lo que le ha
llevado a presentar una atracción patológica por la muerte, algo que le llevará
a comenzar a matar. Internado en un psiquiátrico tras asesinar a casi toda su
familia, allí entablará una relación paterno-filial con el Dr Loomis, quien
mejor conoce toda la maldad que esconde la mirada de Myers.
Tras
el irregular resultado de Halloween Resurrection, que evidenciaba la necesidad
de un descanso para la franquicia, se optó por reiniciarla mediante un remake
que además se antojaba necesario teniendo en cuenta los casi treinta años
transcurridos desde el estreno del Halloween de John Carpenter. El director
escogido para este menester sería Rob Zombie, muy en boga en el circuito del
terror más underground tras sus acertadas incursiones en el género con La casa
de los 1000 cadáveres y Los renegados del diablo. Zombie, se encargaría
igualmente de redactar el guion de la historia, que por una parte bebía de la
película homónima escrita por John Carpenter y Debra Hill en 1978 presentando
asimismo un primer y segundo acto que tratan de indagar en la personalidad de
Myers y en su relación con el personaje de Loomis.
Zombie
logró reunir en torno a este esperado remake a todo un elenco artístico de
primer nivel, repleto de nombres claves dentro del género de terror así como de
la serie B. Malcolm McDowell, todo un especialista en dar vida a personajes
torturados como ya demostraa en La naranja mecánica o Calígula, da vida en esta
ocasión al Dr Loomis, llegando a lograr que no echemos en falta a Donald
Pleasance, consiguiendo además hacer suyo al personaje dotándole de una
personalidad propia diferente a la marcada por Pleasance en sus cinco
intervenciones anteriores. Jamie Lee Curtis sería sustituida por Scout
Taylor-Compton, aunque en este caso no olvidaremos el trabajo de Curtis en
detrimento del de la joven intérprete que se limita a brindarnos una scream
queen al uso. La extraña presencia del joven Daeg Faerch le sienta realmente
bien al personaje de un Myers de diez años con un peso muy importante en el
devenir de la trama, siendo reemplazado por el colosal Tyler Mane (Dientes de
Sable en X Men), quien con sus más de dos metros y ciento treinta kilos de peso
nos ofrecerá al Michael Myers más imponente de todos cuántos han pasado por la
franquicia. Como no podía ser de otra manera en una película dirigida por Rob
Zombie, su esposa y musa, Sheri Moon Zombie, tiene un papel destacado como
madre de Myers, siendo además una de las mejores interpretaciones de esta
actriz, presente en toda la filmografía de Zombie. Respecto al resto del
inabarcable elenco, supone todo un reto para el aficionado disfrutar con las
apariciones de nombres como los de Sid Haig (La casa de los mil cadáveres),
Sybil Danning (Aullidos 2), Ken Foree (Zombie), Daryl Sabara (Spy Kids), Dee
Wallace (Aullidos, Critters), Leslie Easterbrook (Loca academia de policía),
Bill Moseley (La matanza de Texas 2), Tom Towles (Henry, retrato de un asesino,
el remake de La noche de los muertos vivientes), Danny Trejo (Machete), Clint
Howard (El vendedor de helados), Udo Kier (Carne para Frankestein, Blade), Richard
Lynch (Los bárbaros), William Forsythe (Erase una vez en América) o Brad Dourif
(Muñeco diabólico), contando además con el guiño de ver a Danielle Harris
(protagonista de la cuarta y quinta entrega), interpretando el papel de una de
las amigas de Laurie.
Zombie
nos ofrece con este Halloween un perfecto ejemplo de remake de libro, y es que,
tomando como base y con un respeto absoluto la obra de Carpenter, el director
ofrece una obra propia, con su característico sello visual comandado por una
fotografía sórdida, una ambientación malsana y una mayor degradación en el
tratamiento de las secuencias, existiendo en las casi dos horas de metraje de
la película dos parte muy claramente diferenciadas.
Y
es que los primeros sesenta minutos son una aportación absoluta de Zombie a la
psique de Myers, abordando la niñez de este personaje donde el maltrato, el
abandono y la violencia son parte inherente en su día a día, construyendo de
esta forma a un ser aislado socialmente, algo perfectamente apuntado en su
constante utilización de caretas como forma de evadirse de una autoconsciente
tendencia al mal, y es que como bien apunta el propio personaje a su madre sobre
su obsesivo uso de máscaras, “Esconden mi fealdad”. Precisamente la relación de
absoluta ternura y cariño entre madre e hijo es otro interesante apunte puesto
por Zombie sobre el tablero, siendo el trágico final de ella el catalizador
para que Myers inicie una nueva vorágine de muerte y destrucción. Lo mismo
sucede con la interacción entre los personajes de Myers y Loomis, construida a
lo largo de este tramo inicial y que sirve para justificar la posterior
obsesión del personaje al que da vida McDowell por Myers.
Tras
esta aportación de Zombie a un personaje que, contrariamente a lo que hizo Carpenter eludiendo cualquier
tipo de explicación que tratara de justificar o racionalizar el posterior
comportamiento de este asesino, es analizado creando una sólida base que
servirá de fuente de cultivo de toda la maldad que posteriormente eclosionará,
llega el momento de replicar lo narrado en la película de 1978, sabiendo el director
refilmar las escenas más icónicas aportando su particular estilo. Es en el excesivamente
alargado clímax final donde Zombie deja patente que Carpenter fue mucho mejor a
la hora de generar suspense con un enfrentamiento final entre Laurie y Myers
más conciso y no por ello menos aterrador. La principal diferencia entre la
obra de Carpenter y Zombie llegados a este punto es, no solo el diferente
tratamiento psíquico del personaje de Myers, sino el diferente concepto que de
este hacen ambos. Así, mientras en la película de 1978 era presentado como una
figura oculta entre sombras, casi un ente espiritual que da más miedo por su
aparente capacidad para la omnipresencia, en el remake de 2007 Myers es una
máquina de matar amparada en un físico de titán con una fuerza brutal que le
convierte casi en imparable.
Un
interesante reinicio de la saga que sabe respetar al clásico pero imbuyendo a
Halloween en una nueva forma de hacer y ver el cine de terror, y concretando
aún más, que personaliza en la película las fobias, filias y manías de un
director tan personal a la hora de rodar como es Zombie. Myers había resurgido
de sus propias cenizas.
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