Ha pasado un año desde los terribles
acontecimientos vividos por Jamie y Rachel, permaneciendo desde entonces la
pequeña ingresada en una institución mental para niños donde lleva todo este
tiempo con pérdida del habla. Pero llega nuevamente la noche de Halloween, y la
figura de Myers regresará a Haddonfield, estableciéndose entre él y Jamie una
fuerte conexión mental.
Inmediata continuación estrenada solo un año
después de la cuarta entrega y que supone una decepción importante tras haber
podido disfrutar de unas entregas, que si bien disminuían en calidad
progresivamente, si que tenían siempre elementos que las hacían lo
suficientemente atractivas para ese público ansioso por seguir disfrutando de
las andanzas de Myers y familia. No sucede lo mismo en esta ocasión, donde
contamos con una dirección de Dominique Othenin-Girard totalmente plana y
lineal, y sin un solo elemento destacable, siendo este un elocuente síntoma de
lo que es esta quinta entrega, simplemente un enlace, un nexo de unión entre la
cuarta y sexta películas, algo que queda patente en un final totalmente abierto,
algo que descoloca aún más al espectador, quien acaba por encontrarse con un
título filmado a medias.
Donald
Pleasance se mantiene al frente del reparto, dando vida a un Dr Loomis que
continua en su espiral de absoluta obsesión por el personaje de Myers, algo que
le lleva a una autodestrucción progresiva, convirtiéndose ambos, con el paso de
cada una nueva entrega, en unos excelentes antagonistas. La pequeña Danielle
Harris sigue resultando realmente convincente en el papel de Jamie, siendo de
hecho de lo mejor a nivel interpretativo de la saga. También la actriz Ellie
Cornell retoma su personaje de Rachel, siendo su eliminación en el primer
tercio de la película uno de los muchos errores de esta quinta entrega,
tratándose como era de uno de los pocos personajes con los que el espectador
había llegado a empatizar de una manera importante, frente a una mayoría de
personajes de relleno y sin peso en la película. Siguiendo con la tendencia de
cambiar de actor con cada nueva entrega, en esta ocasión el papel de Michael
Myers recae en un desconocido Don Shanks, limitándose a servir de presencia
corporal de este icónico asesino.
La
película es una suma de errores que se inicia con un escena de transición entre
la cuarta y quinta entrega y que presenta al personaje de Michael Myers siendo
recogido y cuidado por un vagabundo, al más puro estilo Frankestein, tan
innecesaria como ridícula, con una resolución igualmente absurda, y que resta
empaque al propio personaje de Myers. De esta forma nos encontramos con un
guion totalmente deslavazado, lleno de incongruencias, tramas no justificadas,
con la aparición de un misterioso personaje que en ningún momento se explica,
una Jamie que tras un año de mutismo recupera inesperadamente el habla, una
conexión mental entre este personaje y Michael Myers que acaba por no tener
peso en la resolución de la historia y unos insertos cómicos ridículamente innecesarios
y que te sacan totalmente de ese intento de atmósfera de terror tan poco
conseguida.
Por
todo ello concluimos que esta continuación acaba por quedar enclavada en
nuestro recuerdo como la peor de las diferentes entregas de esta larga saga, ya
que no presenta elementos a destacar tampoco en lo que respecta a la
ambientación, actuaciones, en su mayoría forzadas y sobreactuadas, ni siquiera
en la forma de filmar los ataques de un Myers totalmente asépticos y que ni
siquiera llegan a impactar en su vertiente más sanguinolenta, algo que nos
escama teniendo en cuenta la presencia en el apartado de efectos de maquillaje
de tres talentos en esto del gore como son Robert Kurtzman, Greg Nicotero y
Howard Berger. Únicamente la muerte de un personaje como el de Rachel, con
quien habíamos sufrido en la entrega anterior, nos impacta, pero únicamente por
tratarse del personaje que es. Una continuación totalmente prescindible si no
fuera porque se hace necesaria para llegar a entender la posterior entrega de
esta franquicia, la cual se demoraría por seis años dado el fracaso que la
película de Othenin-Girar supuso para
esta serie de películas, siendo de hecho la menos rentable de cuántas películas
sobre el personaje se han llegado a estrenar. Michael Myers había tocado fondo.
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