Durante un extraño ritual pagano una joven da
a un luz a un bebe el cual es separado de su madre y marcado con sangre.
Ayudada por una de las enfermeras presentes en la ceremonia, consigue escapar,
siendo la matrona asesinada instantes después por Michael Myers.
Tras hacerse con los
derechos de la franquicia, Miramax se aventuró a producir una nueva entrega de
la saga protagonizada por Michael Myers tras varios años de ausencia motivada
por el decreciente interés por parte de los espectadores de las últimas
entregas estrenadas. Su guionista sería Daniel Farrands, un ferviente admirador
de la franquicia que se propuso devolverle su status dentro del cine de terror
mediante una historia que entroncara directamente con la primera entrega
dirigida por John Carpenter, tratando además de dar sentido a las incoherencias
presentadas en la película anterior. Hay que decir que logra su objetivo solo a
medias, aunque posiblemente más por los remontajes impuestos y cierto caos
durante la filmación de la película, y que llevarían a presentar posteriormente
un producer´s cut con ciertas diferencias respecto a la versión estrenada en su
día. Dirige Joe Chappelle, responsable también de la simpática Phantoms, y
quien realiza un trabajo eficiente apoyado en un solvente equipo técnico.
Donald Pleasance da vida por
última vez al doctor Loomis, quien vive retirado y disfruta de una jubilación
autoimpuesta, cuándo es solicitado su regreso al hospital psiquiátrico de
Smith´s Grove. Pleasance, quien contaba por aquel entonces con setenta y seis
años, da vida a un Loomis cansado, apagado, en un perfecto reflejo de cómo se
encontraba el propio actor, quien moriría el mismo año de estrenarse la
película, la cual está dedicada a su memoria. Ante la imposibilidad de contar nuevamente
con Danielle Harris para dar vida a Jamie, personaje que aparece únicamente en
el primer acto de la película, se contó con J. C. Brandy, lo cual es una
lástima, porque nos hubiera gustado volver a disfrutar de la actuación de la
joven actriz. Lo mismo sucedió en el caso de Brian Andrews, que en la película
de 1978 diera vida a Tommy, el niño del que cuida el personaje de Jamie Lee
Curtis, siendo sustituido por el hoy famoso Paul Rudd (Ant Man). La bella
Marianne Hagan es otra de las protagonistas, junto al niño Devin Gardner,
anodina interpretación que pone todavía en mayor valor lo hecho por Danielle
Harris en los títulos anteriores. La película recuperaba para la ocasión a
George P. Wilbur a la hora de dar vida a Myers, quien ya había interpretado al
serial killer en la cuarta entrega, participando además como especialista en la
quinta.
Como decíamos antes el guion
de Daniel Farrands rinde pleitesía al trabajo inicial de Carpenter y Hill
recuperando personajes y escenarios de la primera entrega, pero por el camino,
y en su interés por explicar demasiado en relación a la figura de Myers, acaba
por restarle enteros a un personaje que resulta más amenazador cuánto menos se
sepa de él. Es relevante además como vuelve su mirada sobre antiguos rituales y
ceremoniales paganos, un poco en la misma línea ya utilizada en Halloween 3, el
día de la bruja, que curiosamente era la única entrega desligada abiertamente
del personaje de Michael Myers. Si bien por momentos este personaje pierde
muchos enteros, concretamente mientras lo vemos convertido en una especie de
siervo de este culto maligno, vuelve a ganar posiciones en el momento en que
rompe, como solo Myers sabe, con este grupo de ocultistas, esto es, a sangre y
cuchillo.
La película presenta unas
muertes convincentes aunque sin pegada, y un manejo del suspense que si bien en
algún momento se presenta algo forzado, principalmente por alargar las escenas
más de lo necesario, devuelve parte de la dignidad perdida a la saga en la
entrega anterior. Nuevamente hay que
recalcar como elemento negativo un final abrupto, en esta ocasión con el plano
de la máscara de Michael Myers, un grito de Loomis y una calabaza encendida. Si
tenemos en cuenta además se trataba de la última aparición de un personaje tan
importante en la saga como era el doctor Loomis se merecía un epílogo a la
altura. Y es que Pleasance es parte importante de Halloween, concretamente uno
de sus tres pilares fundamentales.
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