Han
transcurrido veinte años desde la fatídica noche del 31 de Octubre de 1978.
Ahora, Laurie Strode vive como Keri Tate junto a su hijo en el norte de
California, donde imparte clases en un elitista instituto, pero a pesar del
largo periodo de tiempo transcurrido, aún vive con el miedo de que su hermano,
Michael Myers, regrese a terminar lo que un día comenzó.
El
éxito de Scream en 1996 y el consiguiente resurgir que devino del género
slasher para adolescentes, unido al hecho de celebrar en 1998 el vigésimo
aniversario de La noche de Halloween, animó a Dimension Films a llevar a cabo
la producción más ambiciosa a nivel presupuestaria de la franquicia. El éxito
que la película tuvo a nivel de taquilla da buena prueba que no se equivocaron.
La película contó con la colaboración de Kevin Williamson, excelente reclamo y
todo un nombre dentro del cine de terror de la segunda mitad de la década de
los noventa como responsable de los guiones de la propia Scream, The faculty o
Se lo que hicisteis el último verano. Steve Miner, otro grande dentro del
horror y responsable de dirigir la segunda y tercera entregas de Viernes 13,
House, una casa alucinante o Warlock, el brujo, fue quien se puso detrás de las
cámaras.
Si
la película no racaneo a la hora de contar con grandes nombres dentro del
género que dieran empaque y calidad a esta séptima entrega, así fue también en
el apartado interpretativo, lográndose recuperar para la saga a Jamie Lee
Curtis, quien deja de lado su papel de víctima indefensa y acosada en constante
huida para adoptar el rol de mujer fuerte, segura y decidida, dando además una
vuelta de tuerca entre Laurie y Myers en las secuencias finales que es uno de
los alicientes de la película. La cinta tuvo lo fortuna de contar con un puñado
de jóvenes actores que con el tiempo alcanzarían cierto renombre en Hollywood,
como es el caso de Josh Hartnett (Pearl Harbour), Michelle Williams (nominada
al Oscar en varias ocasiones) o Joseph Gordon-Levitt (Origen, El regreso del
caballero oscuro), quien se convertirá en la primera víctima de la cinta. No
podemos obviar la presencia de Ll Cool J, quien iniciaría en Halloween H20 una
sana costumbre, y es la de convertirse en superviviente en películas de terror,
haciendo lo propio en Deep blue sea, así como el guiño de los responsables de
la película a la propia Jamie Lee Curtis dando un breve papel a su madre,
Janeth Leigh, con soniquete de Psicosis en su presencia incluido. Nuevamente un
especialista de acción sería el encargado de ponerse la máscara blanca de
asesino, en esta ocasión Chris Durand.
Halloween
H20 omite de manera consciente toda la saga desde su segunda entrega, siendo
una continuación de esta y obviando todo lo presentado en el resto de títulos
pretéritos respecto a Jamie, la hija de Laurie, y protagonista de la cuarta y
quinta película, con aparición también en la sexta parte. No olvida sin embargo
la importancia del doctor Loomis en la serie, rindiendo a su manera su
correspondiente homenaje a este personaje y de manera implícita al actor que le
dio vida.
La
película se comporta durante buena parte de su exiguo metraje en un slasher
noventero al uso y bastante light en cuanto a la utilización de la sangre se
refiere. Apenas hay un puñado de asesinatos y estos se muestran en pantalla sin
demasiados efectismos. Parece que todo está supeditado al citado enfrentamiento
final entre Laurie y Michael, sin duda lo mejor de la película, que además logra
levantar una trama bastante insulsa e insustancial. El resto de personajes,
incluido el propio hijo de Laurie, no son sino meras comparsas sin peso de los
verdaderos protagonistas, unos hermanos que trataran de dar por finiquitadas
sus diferencias a golpe de cuchillo y hacha.
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