Un heterogéneo grupo de militares y
científicos conviven en un refugio subterráneo tratando de resguardarse y
protegerse de una situación de apocalipsis total, con un planeta tomado por los
muertos vivientes y donde los supervivientes cada vez son menos. Ambos
estamentos chocaran frontalmente por la manera opuesta en la que tratan de
abordar la situación, ya que mientras los soldados únicamente conciben la aniquilación
de los zombies, los investigadores tratan de hallar una solución al problema
mediante la domesticación de los muertos vivientes.
Corría el año 1985 cuando se presentó la
tercera aproximación al mito de los muertos vivientes por parte de Romero. Su titulo,
El día de los muertos, conformando de esta forma una pretendida continuidad en
la forma de titular cada nueva entrega que finalizaría con esta secuela,
pasando de la noche en la cinta de 1968 al amanecer en la primera continuación
estrenada en 1978 y finalmente al día, tal como reza el presente título.
Un grupo de supervivientes de lo que es ya
claramente una situación apocalíptica, y que queda perfectamente representado
en una escena inicial que muestra ciudades desiertas, millones de víctimas
potenciales, y en definitiva, un mundo poblado y ocupado por los zombies, permanece
oculto y atrapado a la vez (una constante de la franquicia) en un refugio
subterráneo, acosados por cientos de zombies que se encuentran apostados tras
las verjas que dan acceso al complejo. Las tensiones que se viven entre los
habitantes del refugio, quienes se dividen en civiles y militares, son cada vez
mayores, fruto de una situación caótica y terrorífica alargada en el tiempo.
Esta tensión devendrá en una ruptura dentro del grupo convirtiéndose el
fanatismo de los militares, y muy especialmente el de su jefe, en el desencadenante
de la tragedia cuando se permita el acceso de los zombies al refugio. Como
vemos, Romero vuelve a tratar nuevamente, al igual que ya había hecho en las
entregas anteriores, el tema de la claustrofobia y la angustia. Los
protagonistas se encuentran prisioneros en su propia casa, modificando esta
situación sus conductas y llegando a convertirse los humanos en sus peores
enemigos, muy por encima de los propios zombies, a los que Romero trata con más
cariño que a los personajes vivos, siendo el papel de Bub un ejemplo claro de
esto. La película supone pues una feroz critica contra el ser humano, siendo
esta crueldad humana representada especialmente en la figura del líder de los
militares, extraordinariamente interpretado por el actor Joseph Pilato, actor
ya ligado a la saga desde Zombi, donde participaría como actor de reparto
además de colaborar en labores de maquillaje.
Es esta labor interpretativa la que destaca
en El día de los muertos por encima de los dos títulos anteriores estrenados
por Romero sobre el tema, encontrándonos en esta tercera entrega los mejores
personajes y actuaciones de entre las tres cintas. Y es que además de la
salvaje interpretación de Pilato como villano de la función, no podemos obviar
a una Lori Cardille que dejaba atrás visiones más timoratas del papel de la
mujer tanto en La noche de los muertos vivientes como, aunque algo menos, en
Zombie, para mostrarnos a una de esas heroínas de acción que empezaron a
despuntar en el cine tras el papel de Sigourney Weaver en Alien. Cardille de
hecho llegaría a recibir el premio de interpretación en el prestigioso festival
de Sitges. Pero si hay un papel que ha quedado grabado a fuego en la retina del
espectador ese es el de Bub, un zombie al que el equipo de científicos se
afanan por domesticar tratando de buscar una salida no violenta a la situación
de guerra abierta existente entre los muertos y los vivos. Sherman Howard,
actor que diera vida a tan singular personaje, se basaría en la forma de actuar
de los mimos para hallar el punto de partida a la hora de interpretar un papel
tan aparentemente sencillo pero que realmente es harto complicado.
El día de los muertos ha sido tachada en
numerosas ocasiones de un título menor dentro de la inicial trilogía presentada
por Romero sobre el tema de los muertos vivientes. Nada más lejos de la
realidad, ya que esta tercera entrega presenta una madurez y un negativismo que
encaja y complementa el clasicismo de la primera película sobre el tema y la
más alocada y colorista, tanto visual como conceptualmente, segunda parte. De
inicio el propio director había escrito un ambicioso guion tratando de llevar a
cabo el rodaje de la película definitiva sobre el género, ahora que el tema de
los muertos vivientes, recordemos mediados de los ochenta, estaba en uno de sus
momentos de mayor apogeo copando las pantallas de cine y muy especialmente las
estanterías de los videoclubs de cintas, en la mayoría de los casos de dudosa
calidad. Pero para poder rodar el extenso y complejo libreto inicial ideado por
Romero se hacía necesario un holgado presupuesto, montante económico que la
productora únicamente aprobaría estrenando
una película más comercial, esto es, lejos de una violencia que mermara su
recorrido en la taquilla. Afortunadamente para el fan, Romero no transigió, lo
que provocaría contar con un presupuesto menor y debiendo rehacer el guion
original, de manera que la sinopsis final de la película desarrollada en la
base subterránea y en las minas era solo una parte de esa historia original.
Destaca asimismo frente a los que se refieren a ella como la peor película de
las tres iniciales una banda sonora más certera, desasosegante y angustiosa que
en los dos films anteriores, y que encaja a la perfección con esa ubicación de
la historia, lóbrega, oscura y claustrofóbica. Un score musical que parece
querer imitar el estilo lento y desacompasado de los movimientos de los muertos
vivientes.
La película volvió a contar para su apartado
de efectos especiales con la inestimable colaboración de Savini, quien una vez
mas aporto muestras de su buen hacer, pudiendo considerarse sin apenas género
de duda a El día de los muertos como su mejor
trabajo. Parte de culpa de que esta película sea recordada con tanto
cariño por todos los amantes de la casquería y el buen gore se debe también a
que junto al propio Savini, y como su asistente, trabajaría dentro del apartado
de efectos especiales y de maquillaje un joven y neófito Greg Nicotero, toda
una institución en el campo de los efectos, recordado especialmente en
películas donde la sangre y la explicitud es parte esencial del resultado
final. Destacan en este apartado los momentos de intestinos desparramados o las
amputaciones de miembros, produciéndose todo un festín de sangre y carnaza una
vez los zombies irrumpen en el recinto subterráneo y se cobran cumplida
venganza sobre esos militares que han representado durante la película la peor
cara del ser humano. Pero especialmente destacable es la secuencia en la que
los zombies logran dar caza al líder militar partiéndolo literalmente en dos y
esparciendo sus tripas por el suelo para a continuación darse un delicioso
festín, toda una demostración de la portentosa capacidad de Savini y Nicotero para
crear escenas truculentas y repelentes. Como anécdota adicional, para el rodaje
de esta escena se usó casquería en mal estado, ya que la cámara frigorífica en
la que debía mantenerse refrigerada se averió, dando como resultado un hedor
insoportable en el momento de la filmación, de ahí que la cara de asco de
Pilato sea totalmente verídica.
Como venía siendo habitual en toda la saga,
la cinta tiene un aire pesimista y
desalentador, no hay posibilidad de escapar de un destino dramático y aterrador,
y ello a pesar que tanto en Zombi como en el título que nos ocupa Romero
finaliza la historia con un guiño a la esperanza, a la huida. Nada más lejos de
la realidad, ya que el director deja claro el destino de sus protagonistas
desde una secuencia de arranque de ensoñación para el recuerdo. Además, y
contrariamente a lo que debiera ser por la propia naturaleza de las
circunstancias presentadas, es siempre el propio hombre y su falta para
entenderse, trabajar juntos y ponerse de acuerdo, el responsable de dicha
desgracia. El día de los muertos se erige de esta forma, y frente al sentir
de parte de la crítica, como la obra culmen de la saga zombie firmada por
George A. Romero, su visión más personal y particular que además es la que
mejor rodada está y la que recoge además muchos de los mejores momentos
enclavados en el gore no solamente de la franquicia, sino de la hsitoria. Habrá
quien se quede con La noche de los muertos vivientes y su mito como origen de
todo, quien prefiera Zombi, su ritmo más dinámico y su crítica al consumismo
regada de escenas míticas en el género. Personalmente elijo este El día de los
muertos.
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