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sábado, 12 de octubre de 2019

EL DÍA DE LOS MUERTOS (DAY OF THE DEAD, 1985) 96´



Un heterogéneo grupo de militares y científicos conviven en un refugio subterráneo tratando de resguardarse y protegerse de una situación de apocalipsis total, con un planeta tomado por los muertos vivientes y donde los supervivientes cada vez son menos. Ambos estamentos chocaran frontalmente por la manera opuesta en la que tratan de abordar la situación, ya que mientras los soldados únicamente conciben la aniquilación de los zombies, los investigadores tratan de hallar una solución al problema mediante la domesticación de los muertos vivientes.





Corría el año 1985 cuando se presentó la tercera aproximación al mito de los muertos vivientes por parte de Romero. Su titulo, El día de los muertos, conformando de esta forma una pretendida continuidad en la forma de titular cada nueva entrega que finalizaría con esta secuela, pasando de la noche en la cinta de 1968 al amanecer en la primera continuación estrenada en 1978 y finalmente al día, tal como reza el presente título. 



Un grupo de supervivientes de lo que es ya claramente una situación apocalíptica, y que queda perfectamente representado en una escena inicial que muestra ciudades desiertas, millones de víctimas potenciales, y en definitiva, un mundo poblado y ocupado por los zombies, permanece oculto y atrapado a la vez (una constante de la franquicia) en un refugio subterráneo, acosados por cientos de zombies que se encuentran apostados tras las verjas que dan acceso al complejo. Las tensiones que se viven entre los habitantes del refugio, quienes se dividen en civiles y militares, son cada vez mayores, fruto de una situación caótica y terrorífica alargada en el tiempo. Esta tensión devendrá en una ruptura dentro del grupo convirtiéndose el fanatismo de los militares, y muy especialmente el de su jefe, en el desencadenante de la tragedia cuando se permita el acceso de los zombies al refugio. Como vemos, Romero vuelve a tratar nuevamente, al igual que ya había hecho en las entregas anteriores, el tema de la claustrofobia y la angustia. Los protagonistas se encuentran prisioneros en su propia casa, modificando esta situación sus conductas y llegando a convertirse los humanos en sus peores enemigos, muy por encima de los propios zombies, a los que Romero trata con más cariño que a los personajes vivos, siendo el papel de Bub un ejemplo claro de esto. La película supone pues una feroz critica contra el ser humano, siendo esta crueldad humana representada especialmente en la figura del líder de los militares, extraordinariamente interpretado por el actor Joseph Pilato, actor ya ligado a la saga desde Zombi, donde participaría como actor de reparto además de colaborar en labores de maquillaje. 



Es esta labor interpretativa la que destaca en El día de los muertos por encima de los dos títulos anteriores estrenados por Romero sobre el tema, encontrándonos en esta tercera entrega los mejores personajes y actuaciones de entre las tres cintas. Y es que además de la salvaje interpretación de Pilato como villano de la función, no podemos obviar a una Lori Cardille que dejaba atrás visiones más timoratas del papel de la mujer tanto en La noche de los muertos vivientes como, aunque algo menos, en Zombie, para mostrarnos a una de esas heroínas de acción que empezaron a despuntar en el cine tras el papel de Sigourney Weaver en Alien. Cardille de hecho llegaría a recibir el premio de interpretación en el prestigioso festival de Sitges. Pero si hay un papel que ha quedado grabado a fuego en la retina del espectador ese es el de Bub, un zombie al que el equipo de científicos se afanan por domesticar tratando de buscar una salida no violenta a la situación de guerra abierta existente entre los muertos y los vivos. Sherman Howard, actor que diera vida a tan singular personaje, se basaría en la forma de actuar de los mimos para hallar el punto de partida a la hora de interpretar un papel tan aparentemente sencillo pero que realmente es harto complicado.



El día de los muertos ha sido tachada en numerosas ocasiones de un título menor dentro de la inicial trilogía presentada por Romero sobre el tema de los muertos vivientes. Nada más lejos de la realidad, ya que esta tercera entrega presenta una madurez y un negativismo que encaja y complementa el clasicismo de la primera película sobre el tema y la más alocada y colorista, tanto visual como conceptualmente, segunda parte. De inicio el propio director había escrito un ambicioso guion tratando de llevar a cabo el rodaje de la película definitiva sobre el género, ahora que el tema de los muertos vivientes, recordemos mediados de los ochenta, estaba en uno de sus momentos de mayor apogeo copando las pantallas de cine y muy especialmente las estanterías de los videoclubs de cintas, en la mayoría de los casos de dudosa calidad. Pero para poder rodar el extenso y complejo libreto inicial ideado por Romero se hacía necesario un holgado presupuesto, montante económico que la productora únicamente aprobaría estrenando una película más comercial, esto es, lejos de una violencia que mermara su recorrido en la taquilla. Afortunadamente para el fan, Romero no transigió, lo que provocaría contar con un presupuesto menor y debiendo rehacer el guion original, de manera que la sinopsis final de la película desarrollada en la base subterránea y en las minas era solo una parte de esa historia original. Destaca asimismo frente a los que se refieren a ella como la peor película de las tres iniciales una banda sonora más certera, desasosegante y angustiosa que en los dos films anteriores, y que encaja a la perfección con esa ubicación de la historia, lóbrega, oscura y claustrofóbica. Un score musical que parece querer imitar el estilo lento y desacompasado de los movimientos de los muertos vivientes.



La película volvió a contar para su apartado de efectos especiales con la inestimable colaboración de Savini, quien una vez mas aporto muestras de su buen hacer, pudiendo considerarse sin apenas género de duda a El día de los muertos como su mejor  trabajo. Parte de culpa de que esta película sea recordada con tanto cariño por todos los amantes de la casquería y el buen gore se debe también a que junto al propio Savini, y como su asistente, trabajaría dentro del apartado de efectos especiales y de maquillaje un joven y neófito Greg Nicotero, toda una institución en el campo de los efectos, recordado especialmente en películas donde la sangre y la explicitud es parte esencial del resultado final. Destacan en este apartado los momentos de intestinos desparramados o las amputaciones de miembros, produciéndose todo un festín de sangre y carnaza una vez los zombies irrumpen en el recinto subterráneo y se cobran cumplida venganza sobre esos militares que han representado durante la película la peor cara del ser humano. Pero especialmente destacable es la secuencia en la que los zombies logran dar caza al líder militar partiéndolo literalmente en dos y esparciendo sus tripas por el suelo para a continuación darse un delicioso festín, toda una demostración de la portentosa capacidad de Savini y Nicotero para crear escenas truculentas y repelentes. Como anécdota adicional, para el rodaje de esta escena se usó casquería en mal estado, ya que la cámara frigorífica en la que debía mantenerse refrigerada se averió, dando como resultado un hedor insoportable en el momento de la filmación, de ahí que la cara de asco de Pilato sea totalmente verídica.  



Como venía siendo habitual en toda la saga, la  cinta tiene un aire pesimista y desalentador, no hay posibilidad de escapar de un destino dramático y aterrador, y ello a pesar que tanto en Zombi como en el título que nos ocupa Romero finaliza la historia con un guiño a la esperanza, a la huida. Nada más lejos de la realidad, ya que el director deja claro el destino de sus protagonistas desde una secuencia de arranque de ensoñación para el recuerdo. Además, y contrariamente a lo que debiera ser por la propia naturaleza de las circunstancias presentadas, es siempre el propio hombre y su falta para entenderse, trabajar juntos y ponerse de acuerdo, el responsable de dicha desgracia. El día de los muertos se erige de esta forma, y frente al sentir de parte de la crítica, como la obra culmen de la saga zombie firmada por George A. Romero, su visión más personal y particular que además es la que mejor rodada está y la que recoge además muchos de los mejores momentos enclavados en el gore no solamente de la franquicia, sino de la hsitoria. Habrá quien se quede con La noche de los muertos vivientes y su mito como origen de todo, quien prefiera Zombi, su ritmo más dinámico y su crítica al consumismo regada de escenas míticas en el género. Personalmente elijo este El día de los muertos.

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