Barbara y su hermano Johnnie son atacados en
el cementerio mientras visitan la tumba de su madre por un hombre de aspecto
demacrado. Barbara logra huir y se refugia en una casa cercana donde descubre
que hay más seres violentos acechándola. No tarda en llegar al mismo lugar una
furgoneta de la cual se baja Ben, un hombre que cuenta a Barbara que ha sido
testigo de cómo los muertos se han levantado de sus tumbas para atacar a los
seres vivos, y que únicamente disparándoles a la cabeza se puede
detenerlos.
Poco más de veinte años después de estrenada
su obra más conocida, George A. Romero consideró que era el momento de abordar
un remake de la misma, contando para la ocasión con más presupuesto, medios y
experiencia a la hora de llevarlo a cabo. Con guion del propio Romero, el cual
repetía de manera prácticamente lineal lo ya narrado en la película de 1968,
sería Tom Savini la persona escogida para dirigir la historia. Savini, uno de
los grandes nombres dentro del campo de los efectos especiales y de maquillaje
ligados al cine de horror contemporáneo, era un viejo conocido de Romero, con
quien ya había colaborado en varias de sus aproximaciones al género de los muertos
vivientes, siendo este su primer y único trabajo hasta la fecha como realizador
de largometrajes, habiendo ejercido esta misma función en varias ocasiones más
como director de episodios para televisión. Savini se ha convertido además con
el paso del tiempo en uno de esos tótems indisolubles del género, donde además
de su labor como técnico de maquillaje y efectos, ha cobrado gran protagonismo
a raíz de participar como actor en infinidad de títulos, bien en papeles
secundarios, episódicos o con meros cameos, destacando su aparición como Sex
Machine en Abierto hasta el amanecer, habiéndolo visto igualmente delante de
las cámaras en el Zombie de Romero como uno de los miembros de la banda de
moteros que asola el centro comercial donde se desarrolla la trama.
El resultado de esta revisión de todo un
clásico como es La noche de los muertos vivientes no puede ser más
satisfactorio, y es que, no solo está a la altura de su antecesora, sino que mejora
algunos elementos respecto a la versión de Romero, dando todo el sentido a la
idea de un remake, ya que actualiza a toda una nueva generación de espectadores
una cinta tan acertada como La noche de los muertos vivientes, pero la cual
había perdido empaque con el paso de los años en base a la propia gestación y
desarrollo amateur de esta obra. De esta manera Savini acaba manejando
con gran soltura el material con el que cuenta, con el condicionante añadido de
que estuvo muy presionado durante el rodaje, dado lo icónico de la película
objeto de la revisión. Igualmente sufrió imposiciones en relación a la carga de
gore de la película, y aunque el resultado final es satisfactorio a este
respecto, acabo estando muy por debajo de lo previsto inicialmente en cuanto a
sangre y casquería se refiere. Savini demuestra además ser un gran conocedor
del lenguaje cinematográfico, fruto de los más quince años de carrera ligada al
cine que por aquel entonces tenía, y ofrece una película ágil y dinámica,
siendo en este sentido más entretenida que la versión de 1968, la cual tenía
más tiempos muertos en la trama, y eso a pesar que la duración de ambas es muy
similar, con buenos momentos de terror y que no desfallece en ningún momento,
manteniendo además ese epílogo tan negativista de la obra en la que se basa,
impactando el estilo visual escogido, con esos fotogramas granulados que
muestran la degradación que el ser humano a alcanzado en apenas unas horas en
su forma de enfrentarse a esa resurrección de sus fallecidos. La película,
obviamente, presenta mejores efectos de maquillaje y trucajes gore que la
película de Romero, lo que la hace más efectiva en su intención de impactar,
pero por el contario carece del elemento sorpresa de esta, todos sabemos que es
lo que se nos va a ofrecer desde el primer fotograma. Tampoco hace falta,
menos a estas alturas, en donde todo el mundo es conocedor del género zombie,
de sus constantes y marcas de la casa.
Respecto al elenco de intérpretes de esta
nueva versión, Savini tuvo la fortuna de contar con varios nombres que
acabarían por convertirse en indisolubles dentro del cine de terror, lo que
acaba por dar a la cinta un caché no buscado que la hace aún más especial para
el aficionado. Patricia Tallman, actriz y doble de acción, hace el papel de
Barbara, quien, si bien de inicio toma las maneras y actitud del mismo
personaje visto en la película de 1968, acaba por virar de rol y, en pleno
germen de los personajes femeninos con fuerza (Ripley ya había protagonizado
dos películas de Alien y Terminator 2 con una vigoréxica Linda Hamilton estaba
próxima en llegar), acaba por convertirse en una aguerrida mujer dispuesta a
todo por sobrevivir, siendo de hecho el desarrollo de su personaje una de las
variantes más interesantes frente a la primera versión de la historia, donde
Barbra era poco menos que una espectadora en estado catatónico ante los hechos
que están aconteciendo y con un final dramático ante su apática actuación. Por
su parte Tony Todd (Candyman, Hatchet, Destino final) encarna a Ben con la
misma fuerza e intensidad que en el pasado lo hiciera Duane Jones, siendo
también su destino el mismo, aunque con una variante que suena a guiño. Otro de
los papeles destacados, el del villano Harry Cooper recaería en esta ocasión en
Tom Towles (Henry, retrato de un asesino, La casa de los 1000 cadáveres,
Halloween, el origen), aportando toda su fuerza a un personaje que tanto en la
cinta de finales de los sesenta como en esta de principios de los noventa acaba
por resultar odioso, tal y como se encarga de recalcar la propia Barbara en un
final que nuevamente da una ligera vuelta de tuerca a lo ya contado veinte años
atrás. No podemos obviar el papel secundario de Bill Moseley como Johnnie,
hermano de Barbara, otro de esas estrellas del cine de terror con apariciones
en películas tan icónicas como La matanza de Texas 2, El ejército de las
tinieblas o Los renegados del diablo entre una extensa filmografía de más de
cien títulos.
Si bien en lo que respecta a la historia este
remake, que llena de color la versión en
blanco y negro de la obra primigenia, no va a sorprender para nada más allá de
pequeños, y acertados, cambios en el devenir de algunos personajes, si que se
trata de una recomendada revisión que gustará tanto a quienes consideran La
noche de los muertos vivientes de 1968 una obra de culto, ya que como tal es
respetada y abordada en esta nueva versión, como a quienes consideran la
película de Romero algo lenta y tediosa, pero que igualmente disfrutan del
género que esta primera película creó. Con un final que deja patente ese aire
fatalista aportado por Romero en su opera prima, no podemos dejar de apreciar
el trabajo de un Savini, quien bajo el mecenazgo del mismo Romero, creó una
obra con una potencia visual y conceptual no solo a la altura del título
homenajeado, sino que por momentos llega a superar.
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