Un grupo de GEOS, cuerpo de élite de la
policía nacional, se dirige a un
edificio en una céntrica calle de la ciudad. Han sido requeridos para, en
apariencia, una sencilla intervención, entrar y salir, aunque sin embargo
todavía no se les ha informado con detalle de la misma. Antes de llegar a su
destino comprueban las diferentes cámaras con las que van a filmar la misión,
ya que una de las directrices que han recibido es la de grabar toda la
operación.
Tras el incontestable éxito de Rec apenas un
par de años atrás, y que con un presupuesto inferior a los dos millones de
euros llegaría a recaudar más de treinta, era innegable la preparación de una
secuela que siguiera explotando el filón. Esta segunda parte fue nuevamente
escrita por los propios Paco Plaza y Jaume Balagueró, contando en esta ocasión
con la ayuda de Manu Diez como tercer guionista en discordia, y nuevamente sería
dirigida al alimón por una dupla de directores que habían dejado patente su
entendimiento y talento trabajando juntos. Aunque con un presupuesto algo
superior a la primera película, Rec 2 sigue moviéndose entre costes ajustados,
ofreciendo nuevamente un resultado muy meritorio en cuenta a estilo e historia,
aunque sin llegar a las cotas de excelencia de la película primigenia.
Como ya sucediera en la primera entrega
volvemos a contar con un puñado de solventes intérpretes de rostros poco
conocidos para volver a tratar de dotar a la historia de la mayor credibilidad
posible. Aunque las actuaciones son notables y no hay peros por esta parte, sí
que es cierto que por el camino se ha perdido parte de esa frescura y
naturalidad que atisbábamos en la Rec original, propiciado porque en esta
ocasión desaparece el elemento sorpresa, no solo en el espectador, sino en unos
protagonistas que de alguna manera ya no se encuentran de bruces con el terror
partiendo de una situación totalmente anodina, tal y como sucedía en la primera
Rec, sino que en esta ocasión van en su búsqueda, lo que propicia actuaciones
más cercanas al cine convencional frente a esa frescura vista un par de años
atrás entre los vecinos del inmueble. Si se trata de hacer una comparación
entre ambos títulos en lo que se refiere al área de las interpretaciones, esta
segunda entrega pierde. Dentro del apartado interpretativo la historia se guarda un interesante as en la maga que además es explotado de la mejor manera posible, y solo como una saga como Rec, no supeditada al esperado happy end, podía hacer.
Los directores y autores del guion han sabido
crear una continuación que mantuviera el espíritu de película grabada cámara en
mano y de manera subjetiva, utilizando en esta ocasión dos perspectivas
diferentes, el de los GEOS por un lado y el grupo de niños por otro, tratando
con esta doble historia de no agotar al espectador, cambiando de alguna manera
la trama y el punto de vista de la historia a mitad de metraje. Si bien si que
sirve de refresco visual, la inserción de los niños en la historia es
excesivamente forzada y poco creíble, lo que resta algo de fuerza a la idea
central. A este hecho hay que sumar que en esta secuela hay bastantes más
vacios en la historia, así como elementos difíciles de explicar, algo contrario
a una primera parte mucho mejor armada a nivel de detalles. ¿Cómo entra
únicamente en el edificio un equipo de cuatro agentes? ¿Por qué hay momentos en
los que se dispara a los personajes desde el exterior al acercarse a las
ventanas y otros en los que no? ¿Por qué apenas hay contagiados a pesar de las
salpicaduras de sangre propias de las ráfagas de disparos sabiendo que la
“enfermedad” se transmite a través del contacto con los fluidos? No son trabas
determinantes a la hora de narrar la historia, aunque si flecos por pulir
frente a una primera parte donde era evidente que la historia se había
construido con mucho más detalle, inclusive en lo que se refiere a temas
menores o anecdóticos.
Plaza y Balagueró, conscientes de la buena
idea que era el dotar de un trasfondo demoniaco a la trama, ahondan en esta
ocasión en esta idea, profundizando en la historia de la niña Medeiros y del
peso de la Iglesia Católica en la historia. Un plus que además crea un elemento
diferenciador en Rec frente a otras historias con infectados de por medio, y
que permite nuevamente la recreación de un ático con un mayor protagonismo en
esta ocasión y que permite el lucimiento de los responsables de dotar de
entidad a esta estancia del edificio. Nuevamente hay que alabar tanto el
trabajo de departamentos de corte técnico como maquillaje, efectos especiales o
caracterización, pero también el de los
especialistas. Todo ello en aras de poder afirmar el excelente nivel del cine
en todos sus aspectos y áreas, algo que permite despojarnos de ese San Benito de
cine de segunda y que sagas como Rec dejan patente se basan en estereotipos y
prejuicios sin base alguna.
Esta segunda película, como buena secuela que
se precie, multiplica las secuencias más efectivas y efectistas frente a una
primera parte que jugaba más con el suspense, apostando por las sensaciones de
índole terrorífico en el espectador. Ahora quien se acerca a la película está
al corriente de que va todo y es por ello que hay que apostar por la
espectacularidad frente a la contención, multiplicándose los ataques de los
endemoniados y por ende aumentando de manera exponencial la presencia de
efectos visuales frente a la cámara en forma de ráfagas de disparos,
explosiones y demás efectos visuales. Esto no quiere decir que se haya dejado
de lado la esencia bajo la cual se construyó Rec, ya que esta segunda entrega
sigue ofreciendo grandes momentos de tensión, con uno de los agentes reptando
por el sobre techo del ático en busca de la sangre de la niña Medeiros, o la
escena con el sonido de fondo de la canción Suspiros de España, momentos en los
que se mantiene la tensión en todo momento ante el temor a un inesperado ataque
por parte de cualquiera de las criaturas que se ocultan entre las sombras y
oscuridad del lugar.
Secuela perpetrada por el mismo equipo
responsable de la primera entrega que apuesta en todo momento por la
continuidad de la historia pero también del estilo que hizo de Rec una obra de
culto casi inmediata, y que si bien atestigua un ligero resbalón en cuánto al
resultado final, algo por otra parte inevitable partiendo del hecho que Rec es
de sobresaliente, mantiene con dignidad y buen rendimiento aquellos elementos
principales que serían los responsables de crear una obra para el recuerdo y
una saga que, aunque con altibajos, mantendría el listón del cine de terror
alto, muy alto, endemoniadamente alto.
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