Una mujer que trabaja para el millonario y
excéntrico Roland Voight se cita en mitad de Belgrado con un extraño hombre con
quien lleva a cabo un intercambio en mitad de la calle, y así, mientras ella abona
al hombre una importante suma de dinero, él le entrega un extraño y bello
rompecabezas con forma de caja.
Tras numerosas especulaciones que
abordaban la idea que existía sobre la mesa para llevar a cabo un remake de la
película de 1987 Hellraiser, los que traen el infierno, y que de hecho se
iniciaron antes de llegar a estrenarse otras dos secuelas de esta franquicia
como son Hellraiser Revelations y Hellraiser Judgment, finalmente se estrenaría
el título que de alguna manera quería acabar con toda una recua de
continuaciones que salvo honrosas excepciones y especialmente a partir de la
cuarta entrega estaban caracterizadas por tratarse de títulos muy irregulares y
mediocres, muy por debajo de lo estrenado por Clive Barker hace ya treinta y
seis años. Y si que es cierto que por fin podemos hablar de un título que al
menos ha contado con un respaldo
económico y artístico notable de cara a poder llevarse a cabo este proyecto con
las mínimas garantías que llevaran a entregar una película destacable, pero si
algo queda patente tras ver este Hellraiser 2022 es que no se trata de un
remake ni de ningún reinicio, sino que es un título más dentro del universo
creado en su día por el escritor, director y pintor Clive Barker.
Así, la historia no repite lo ya narrado
por Barker en su opera prima, sino que parte de una historia totalmente
original y que vuelve a pivotar sobre esa Caja de Lemarchand o Configuración de
los Lamentos constituida como parte icónica de la saga a pesar que en algunas
películas ostente más importancia que en otras, y que nos lleva a un tercer
acto en una mansión construida en cierta forma a imagen y semejanza de este
artilugio, siendo este escenario plagado de trampas, puertas automáticas y
pasadizos uno de los puntales de la película. Lo mismo sucede con la aparición
de unos cenobitas que si bien mantienen los diseños originales vistos ya en la
primera película en la que hicieran acto de presencia han sido debidamente
actualizados en su concepción visual acentuando la presencia de escarificaciones
o mutilaciones corporales. Más allá de lo obvio, el cambio de sexo para con el
personaje de ese icónico Pinhead que en esta ocasión adquiere formas de mujer y
cambia su nombre, lo más destacable dentro de estos personajes demoniacos es
que acaban resultando demasiado elegantes, les falta esa decadencia,
visceralidad y repulsión que les acompañara en cada nueva aparición en el
Hellraiser original, a lo que hay que sumar que aumentar su presencia en
pantalla acaba igualmente restándoles parte de ese potencial terrorífico que
tan bien supo explotar Barker en su película. Menos es más. Esta pérdida de
capacidad para manifestar terror de estos personajes no es óbice para no
reconocer la gran labor de maquillaje y caracterización llevada a cabo con
estos seres, donde una vez más volvemos a poder ver en pantalla el mayor
presupuesto manejado en esta ocasión frente a entregas anteriores con hechuras
en ocasiones de serie Z.
La película ha contado con la dirección de
un David Bruckner que no es ningún recién llegado a esto del terror, ya que
previamente a esta, su película más importante hasta el momento, ya había
presentado títulos tan curiosos como La señal, V/H/S, dirigiendo uno de sus
segmentos, o participando en varios episodios de la serie para televisión basado
en los icónicos comics Creepshow y cuyo formato de mini historias de terror ya
había sido trasladado al celuloide en tres ocasiones, la primera de ellas
orquestada por el tándem Stephen King-George A. Romero. Bruckner ofrece un
trabajo muy bien filmado y tremendamente elegante en lo visual, dejando de
lado, y siendo ese uno de los elementos que más lastran la película, la
sordidez propia de la historia original, y de alguna manera marca de la casa de
un universo cenobita caracterizado por destilar un ambiente malsano, grotesco,
casi irrespirable. Destacar entre los guionistas la presencia de David S.
Goyer, todo un nombre propio si hablamos de los superhéroes en el cine, ya que
ha escrito los guiones de la saga Blade, del Batman de Nolan y del Superman de
Snyder. En ese sentido la película está muy bien escrita, centrando buena parte
de su interés en ese rompecabezas capaz de abrir el portal que trae a nuestro
mundo a los cenobitas y con ello la muerte y el dolor de quien ose convocar a los
mismos. Hay que reconocer asimismo que
la película nos muestra a unos personajes que en líneas generales han
sido bien desarrollados, destacando la presencia de una protagonista con
hechuras, bien construida y con un fondo en su psique y su historia que la hace
creíble.
Odessa A´zion es quien da vida a esta
protagonista, una actriz que prácticamente todo el grueso de su carrera lo ha
llevado a cabo en la televisión y que nos ofrece un personaje muy potente, al
que ayuda además la característica fisonomía de la intérprete que hibrida entre
momentos en los que resulta tremendamente atractiva y llamativa y otros en los
que nos ofrece a ese personaje que ha tocado fondo y que entra por momentos en
cierta espiral de autodestrucción. Este personaje, y frente a las evidentes
diferencias de comportamiento e incluso de físico existentes, no ha evitado nos llevará en
ocasiones a pensar en la Kirsty protagonista de las dos primeras entregas de
Hellraiser. Igual de desconocidos para
el gran público que A´zion son el resto de actores vistos en pantalla,
quienes como en el caso de la joven protagonista se han fogueado en la pequeña pantalla, siendo el nombre más
llamativo el de ese villano al que da vida Goran Visjnic, especialmente
conocido por su paso por la serie Urgencias. Destacar por último dentro del
apartado interpretativo como la mayoría de cenobitas están interpretados por
mujeres, buscando de esta forma potenciar en estos seres cierto aire de
androginia en su presencia.
Tras ver este revival de Hellraiser uno llega a la conclusión de que acaba de ver una buena película de género que además logra sacar a la franquicia Hellraiser de ese pozo de cierta desidia en el que se encontraba y que pivotaba entre títulos de pobre factura en los cuales en ocasiones apenas había pasión por ofrecer al fan un título digno dentro de una saga tan valorada por el aficionado al terror más extremo. En esta ocasión si vemos esas ganas de hacer las cosas bien, una historia bien armada y que en ningún momento a lo largo de las dos horas de metraje llega a aburrir, y con los toques de gore necesarios para deleite del personal, aunque lejos de la sordidez de otros títulos de la saga. ¿Es la película definitiva de Hellraiser? Creo sinceramente que no. ¿Es un buen inicio de cara a empezar a hacer mejor las cosas con esta franquicia? Ojalá. El universo cenobita se lo merece.
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