Los agentes Mortis y
Bigelow llegan hasta un atraco en una joyería instantes antes de iniciarse un
brutal tiroteo entre policías y atracadores, quedando sorprendidos de que a
pesar de recibir decenas de impactos de bala, los dos asaltantes parecen ser
inmunes a estos. Sin embargo todo tomará un cariz aún más extraño cuando al
llegar finalmente a la mesa de la forense esta descubra que los dos
delincuentes ya habían estado antes frente a ella…muertos.
Una
de esas películas de la década de los ochenta que ha quedado en el imaginario colectivo
de los aficionados al fantástico como una simpática opción de visionado, sin
peso suficiente como para convertirse en título referencial pero si con cierto
halo que la ha mitificado como una simpática propuesta si lo que quieres es
pasar un rato muy entretenido disfrutando de sus aciertos y a pesar de sus
limitaciones.
Su
director es Mark Goldblatt, responsable también de la primera adaptación al cine
del conocido antihéroe de Marvel El castigador, aquella protagonizada por un Dolph
Lundgren teñido de moreno para la ocasión. Goldblatt, quien únicamente ha
dirigido estos dos largometrajes, es sin embargo un experimentado editor,
responsable del montaje de títulos como Aullidos, Halloween 2, Terminator,
Rambo 2, Depredador, Razas de noche, El último boy scout, Terminator 2,
Starship troopers, Showgirls, Armageddon, Peral Harbour, El exorcista, el
comienzo o El origen del planeta de los simios, esto es, una filmografía brutal
donde ha dado buena muestra de su talento. La película en ese aspecto es
tremendamente dinámica, y ya desde su secuencia de apertura se deja de rodeos y
va directa a la trama, no dejando un solo segundo de respiro al espectador, sin
tiempos muertos, nunca mejor dicho, y ofreciendo en su escueto metraje de hora
y veinte un atinado híbrido de buddy movie, comedia fantástica y cine de terror
que, curiosamente y, pese a lo que pudiera parecer, funciona en todos y cada
uno de sus apartados.
La
pareja protagonista de policías está formada por Treat Williams y Joe Piscopo.
Hemos de recordar que apenas un año antes se había estrenado Arma letal, y que
el género de las buddy movies había tocado el cielo de la taquilla, generando
multitud de títulos dispuestos a imitar este éxito dirigido por Richard Donner.
No podemos negar la influencia de la película protagonizada por Mel Gibson y
Danny Glover, en este caso sobre cómo están definidos los personajes centrales,
quienes difieren en su estilo a la hora de abordar la investigación, siendo el
personaje de Roger Mortis (indisimulado juego de palabras con rigor mortis) el
serio y meticuloso, mientras que su compañero Doug Bigelow es el chistoso de la
pareja y quien se toma todo a broma, diferencia matizada visualmente además en
la forma de vestir de ambos, en el caso del primera marcando su seriedad mediante
el traje y en el caso del segundo de a bordo, reforzando su carácter más jovial
con camisetas e informales cazadoras. Treat Williams es un actor con un interesante
bagaje profesional y que sin embargo nunca ha logrado despuntar, a pesar de siempre
lograr unas convincentes interpretaciones. De esta forma hemos podido verle en
películas como Hair, 1941, Erase una vez en América, Cosas que hacer en Denver
cuándo estás muerto, La brigada del sombrero, Deep rising, el misterio de las
profundidades o 127 horas. Por su parte, Joe Piscopo es un comediante con
físico de fisioculturista bregado en el Saturday night live (siendo compañero de
sketches de Eddie Murphy), y que en cine casi siempre ha estado ligado a la
comedia en títulos como Johnny peligroso, Dos tipos peligrosos o Juntos para
vencer. Junto a esta omnipresente pareja de protagonistas tenemos a las bellas
Lindsay Frost, quien prácticamente debutaría con esta película y quien se
bregaría en colaboraciones episódicas en series para televisión como Perdidos,
CSI o Sin rastro, y a Clare Kirkconnel, con una carrera profesional aún más
discreta que la de su compañera. Curiosamente estos personajes femeninos cargan
con los momentos más dramáticos de la película, especialmente en el caso del
personaje interpretado por Frost, protagonista de una de las secuencias más
icónicas de la cinta. Hemos de agradecer además la presencia de actores como
Keye Luke, el maestro de David Carradine en la afamada serie Kung Fu y visto en
Gremlins y su secuela, el cameo en lo que parece todo un guiño al espectador de
Shane Black, reputado guionista y director, y autor precisamente del guion de
Arma letal, aunque hayamos de lamentar la no aparición de una de las scream queens
más representativas de la década de los ochenta, una Linnea Quigley caracterizada
como una zombie gogo, cuya secuencia fue descartada del montaje final. Pero el
reclamo principal del aficionado más nostálgico es poder ver a un mito del
género como Vincent Price en una de sus últimas apariciones en la pantalla
grande.
Como
comentábamos con anterioridad, la película es una coctelera donde se conjugan
con atinado equilibrio géneros como la comedia, con una dupla de protagonistas
que son incapaces siquiera de tomarse en serio su propia muerte, o la acción,
con varias secuencias de tiroteos que permiten además, dado que los
participantes de estas refriegas ya están muertos, deleitarnos con innumerables
impactos de bala sobre los cuerpos de los personajes sin que a estos parezcan
afectarles apenas. Y por supuesto sin dejar de lado el género fantástico, con
la aparición en escena de una máquina capaz de regenerar los tejidos para
devolver a la vida a los seres ya fallecidos, e incorporando en la ecuación además
la figura del mad doctor, y no pudiendo olvidarnos del terror en su vertiente
más desprejuiciada y goremaniaca. Todo ello en un simpático batiburrillo de
metraje ajustado y que pese a lo que de inicio pudiera parecer funciona a las
mil maravillas desde la base de que nos encontramos ante un proyecto sin
ninguna ínfula de grandeza y que parte de una humildad de objetivos palpable en
el resultado final.
Sí
que hemos de marcar el libreto del desconocido Terry Black como el aspecto menos
trabajado de la película. Si bien nos encontramos con unos personajes definidos
de una manera muy generalista y simplista y sin apenas desarrollo dramático, es
ese un peaje que aceptamos e incluso de agrado en un título de evasión como el
presente, y pesa más el ver como la trama central apenas se esboza de una forma
demasiado simplona, sin molestarse en tratar de armar la misma con algo más de
base, encontrándonos saltando de escena a escena sin vislumbrar demasiado
engrase en la forma en la que evoluciona la investigación de los dos
protagonistas. Se puede intuir además ciertos tijeretazos en el montaje final,
y eso que gracias al montaje de la película estas lagunas en el guion quedan
menos marcadas al desviarse la atención del espectador hacía otros aspectos de
la película.
Y
si lo peor lo teníamos en un guion sin pulir, el apartado más meritorio de la
película se encuentra en su vertiente de maquillajes y efectos visuales.
Sorprende además que un título con este aire de serie B posea un trabajo tan
atinado en ese aspecto, y que además siga funcionando a la perfección a pesar
de las más de tres décadas transcurridas
desde su estreno. El principal “culpable” de este hecho es Steve Johnson, quien
ha participado bien en áreas de maquillaje o de efectos visuales en títulos
como Greystoke, Videodrome, Golpe en la pequeña China, Pesadilla en Elm Street
4, Mortal zombie, El señor de las ilusiones, Species, Blade 2 o La guerra de
los mundos. Con ese bagaje no es de extrañar el resultado final en los
maquillajes y uso de animatronics, con secuencias tan icónicas como el zombie motero
de doble rostro, la lucha en la carnicería china con trozos de animales muertos
o el final del personaje de Randi, no pudiendo obviar el proceso de degradación
del protagonista durante su putrefacción en vida y que además nos brinda otro
de esos momentos que suenan a guiño, con un detective Mortis saliendo de una
ambulancia en llamas con el rostro medio desfigurado y que nos retrotrae visualmente
y en forma al Terminator de la película de James Cameron, que como comentábamos
al comienzo de la reseña se encargó de montar el propio director.
Una
entretenida recomendación totalmente ochentera en su esqueleto, por metraje y
desarrollo de la trama, así como por su desenfado y que, a pesar de lo
desastroso de su título en castellano, ofrece todo lo que promete y un poquito
más, a saber, acción, zombies, policías de los de chiste en mitad del tiroteo y
villanos casi de comic, esto es, todo un deleite para el aficionado al género
fantástico y de terror sin prejuicios.
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