Lucía, una gogo de discoteca, roba un
alijo de pastillas del local en el que trabaja. Asediada por los dueños de la
droga, no tiene más remedio que ocultarse en el bloque de edificios donde vive
su hermana y su sobrina y a quienes no ha visto en años, aplicándose aquello de
acabar siendo peor el remedio que la enfermedad.
Jaume Balagueró es uno de los nombres
propios dentro del cine de terror de nuestro país gracias a títulos como Los
sin nombre, Darkness, Rec o Mientras duermes, demostrando con su filmografía no
solo su pericia técnica a la hora de formular sus rodajes y posterior montaje
de sus películas, sino sobre todo como un perfecto conocedor de los resortes
del género. En esta ocasión se inspira en el personalísimo universo literario
de Lovecraft, con la presencia de soslayo de ese émulo de Cthulhu sobrevolando
la película, para orquestar una historia eminentemente femenina y de tintes
matriarcales donde confluyen diferentes géneros e ideas de resultado desigual
pero tremendamente funcional.
Así, a lo largo de la trama hay un
pastiche de estilos cinematográficos que se entremezclan, como sucede por
ejemplo con el thriller, sustentado en esa huida hacia adelante de la
protagonista tratando así de escapar de unos mafiosos con una presencia y
comportamiento de manual pero que no por ello deja de resultar atinada, presentándose
igualmente una historia con ecos de drama y que asoma básicamente en el momento
en que se narra la relación del personaje principal con su familia,
especialmente con su hermana, siendo el otro género en discordia presente en la
película, y como no podía ser de otra manera, el terror, funcionando este como
elemento cohesionador dentro de la trama, para lo cual Balaguero ha jugado con
ideas ya vistas en títulos como La semilla del diablo o The lords os Salem, películas
que indefectiblemente vienen a nuestra cabeza durante el visionado de Venus, un
título muy apropiado ya que esta palabra está totalmente presente a lo largo de
toda la película, tanto a la hora de denominar el planeta del Sistema Solar como
dando nombre al edificio donde se desarrolla la mayor parte de la historia.
Balaguero maneja mucho mejor aquellos momentos en los que el foco de la trama
se posa precisamente sobre este edificio, escenario donde tiene lugar buena
parte de la acción sabiéndose sacar todo el partido del mundo al mismo,
conteniendo este lugar ecos de aquellas casas con estética del pasado y que
veíamos perfectamente reflejado en la celebrada Rec, siendo un escenario que
resulta enormemente desasosegante, máxime cuando el director juega con el mundo
de lo paranormal entre sus paredes. Por el contrario, es cuándo el terror mira hacia
otro lado, con un final abiertamente desmadrado y virado al exceso visual. que
la película pierde parte de ese carácter perturbador que está presente durante
buena parte del metraje y que se potencia gracias a la incursión de personajes
como el de Tía Galga, con una única escena en pantalla pero resultando esta notablemente
perturbadora.
Precisamente uno de los elementos más
destacados de la película es una dirección de actores que saca un enorme
partido a todos y cada uno de los personajes que pululan en pantalla,
encabezados por una Ester Expósito que muestra su solvencia como actriz más
allá de una carnalidad en pantalla fuera de toda duda y que sienta francamente
bien al personaje de Lucía. Pero es que todos los actores y actrices resultan
tremendamente creíbles en roles que en ocasiones coquetean con el exceso, casi
lo paródico, lo que supone un reconocimiento aún mayor de su trabajo delante de
las cámaras. No podemos obviar en este sentido la presencia llena de
naturalidad y verdad de la niña Inés Fernández, otro de los puntales junto al
protagonismo de Expósito y el buen hacer de todos y cada uno de los secundarios
para que la propuesta de Balagueró, en ocasiones bordeando lo esperpéntico,
funcione y nos de cómo resultado un título solvente en su género.
Como ya apuntábamos con anterioridad la
película funciona mucho mejor cuando juega a insinuar y a sugestionar,
Balagueró siempre ha sido mucho mejor director cuándo se ha movido en registros
cercanos al suspense, que cuándo muestra
todas sus cartas sobre el tapete en un acto final que tanto en la vertiente que
tiene Venus de thriller como en la abiertamente terrorífica peca por momentos
de resultar pirotécnica en exceso. Otro hecho que lastra determinados momentos
de la cinta es la manera en que ha sido utilizado el CGI en la película,
secuencias que resultan muy artificiales por lo acartonado que este tipo de
efectos visuales lucen en pantalla, siendo estas carencias suplidas por ese
exceso de hemoglobina final que llevan a la protagonista a mutar en una salvaje
final girl en su vertiente más descarnada.
De esta forma Venus se manifiesta como un mejunje bien pertrechado por un Jaume Balagueró que sabe perfectamente cómo hacer que su propuesta funcione, y es llevándola a su terreno, el de un terror sobrenatural plagado de fantasmas, casas encantadas y criaturas con aura demoniaca. Unos intérpretes creíbles y muy disfrutables hacen el resto para orquestar un título que sin sobresalir entre el vasto catálogo de cine dentro de este tipo estrenado en la actualidad sí que deja patente que en nuestro país el terror ha sido y es un género al que siempre se le ha sabido sacar muy buen partido, algo que queda de manifiesto en un título que sin ser redondo del todo si que es un ejercicio de género bien planteado y resuelto en pantalla.
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