El cuento de Haeckel (Haeckel´s tale, 2006) 57´
Dirección -John McNaughton
Guión -Mick Garris
Fotografía -Attila Szalay
Música - Nicholas Pike
Producción -Ben Browning/Adam Goldworm/Pascal Verschooris
Gerard Plunkett
Steve Bacic
Derek Cecil
Un joven caballero acude a ver a una nigromante con la capacidad de volver a la vida a los muertos para que haga lo propio con su amada, recién fallecida. La mujer antes de acceder a sus plegarias le narra la historia del estudiante de medicina Haeckel, para que pueda comprender lo que supone resucitar a los muertos.
McNaughton, director para nada afincado en el género de terror (aunque dirigió el clásico Henry, retrato de un asesino) realiza un episodio con varias lecturas, el cual se basa en un relato de Clive Baker.
Así, la historia, con una acertada ambientación en la época del romanticismo (influencia de Poe en el episodio), lo que ayuda a ubicar el relato en un contexto concreto, parte de las premisas planteadas en la novela Frankestein para un primer discurrir de cuarenta minutos pausado y lento, basado en diálogos muy de la época, aunque sin abandonar escenas más truculentas (el cadáver ardiendo o el peredasta ahorcado, por ejemplo). Podíamos definirla en este tramo como una cinta propia de la etapa de la productora Universal (elegancia formal y de fondo) pertinentemente pasada por el tapiz de los gustos modernos. En esta primera parte que ocupa la mayor parte de metraje hay una apuesta por la intriga, el misterio de que es lo que va a suceder.
Todo cambia con los quince minutos finales, donde el director descubre el pastel (si es que todavía hay alguien que no haya intuido lo que está sucediendo) y se lanza a una vorágine de sexo, sangre y vísceras, todo ello aderezado por unos zombies que homenajean directamente a George Romero (iba a ser el director que inicialmente rodada el capítulo).
Al capítulo le sobra la escena final, una vez acabado de narrar el cuento por la nigromante, ya que añade un toque de humor que chirría con el resto del conjunto, a pesar de lo cual, el resultado es una historia con tintes clásicos, escenas de terror más formal y sangre. Un cóctel bien hilvanado y con una ambientación que redondea el conjunto.
Escena: La tórrida secuencia de sexo entre Elise y los zombies, todo un canto a la necrofilia.
Valoración: 8/10
Dirección -John McNaughton
Guión -Mick Garris
Fotografía -Attila Szalay
Música - Nicholas Pike
Producción -Ben Browning/Adam Goldworm/Pascal Verschooris
Gerard Plunkett
Steve Bacic
Derek Cecil
Un joven caballero acude a ver a una nigromante con la capacidad de volver a la vida a los muertos para que haga lo propio con su amada, recién fallecida. La mujer antes de acceder a sus plegarias le narra la historia del estudiante de medicina Haeckel, para que pueda comprender lo que supone resucitar a los muertos.
McNaughton, director para nada afincado en el género de terror (aunque dirigió el clásico Henry, retrato de un asesino) realiza un episodio con varias lecturas, el cual se basa en un relato de Clive Baker.
Así, la historia, con una acertada ambientación en la época del romanticismo (influencia de Poe en el episodio), lo que ayuda a ubicar el relato en un contexto concreto, parte de las premisas planteadas en la novela Frankestein para un primer discurrir de cuarenta minutos pausado y lento, basado en diálogos muy de la época, aunque sin abandonar escenas más truculentas (el cadáver ardiendo o el peredasta ahorcado, por ejemplo). Podíamos definirla en este tramo como una cinta propia de la etapa de la productora Universal (elegancia formal y de fondo) pertinentemente pasada por el tapiz de los gustos modernos. En esta primera parte que ocupa la mayor parte de metraje hay una apuesta por la intriga, el misterio de que es lo que va a suceder.
Todo cambia con los quince minutos finales, donde el director descubre el pastel (si es que todavía hay alguien que no haya intuido lo que está sucediendo) y se lanza a una vorágine de sexo, sangre y vísceras, todo ello aderezado por unos zombies que homenajean directamente a George Romero (iba a ser el director que inicialmente rodada el capítulo).
Al capítulo le sobra la escena final, una vez acabado de narrar el cuento por la nigromante, ya que añade un toque de humor que chirría con el resto del conjunto, a pesar de lo cual, el resultado es una historia con tintes clásicos, escenas de terror más formal y sangre. Un cóctel bien hilvanado y con una ambientación que redondea el conjunto.
Escena: La tórrida secuencia de sexo entre Elise y los zombies, todo un canto a la necrofilia.
Valoración: 8/10
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