Un grupo de amigos participa en un ritual espiritista consistente en ser
poseídos temporalmente por entes fallecidos siendo la mano embalsamada de un
médium el vehículo que sirva de enlace entre este mundo y el del más allá. Todo
parece ir bien hasta que se saltan una de las normas, no permanecer más de
noventa segundos bajo el influjo de la posesión.
El cine australiano ha sido fuente de potentes
historias dentro del cine de terror como así lo atestiguan esa maravilla dentro
del gore orquestada por Peter Jackson que es Braindead, Wolf Creek, un slasher
basado en hechos reales que generaría varias secuelas, la más sugerente pero no
por ello menos inquietante Picnic en Hanging Rock del posteriormente aclamado
Peter Weir o ese cuento protagonizado por monstruos que se ocultan en el
armario que es Babadook. A estos títulos se une Háblame, un potente thriller
sobrenatural escrito y dirigido por los hermanos Danny y Michael Philippou, una
pareja de youtubers que tras foguearse con varios cortometrajes a sus espaldas
se lanzarían a la dirección con uno de los títulos más destacados de su año
dentro del género al que representa.
Lo primero que llama la atención de Háblame es
que para nada presenta maneras de opera prima. Y es que sus responsables
demuestran tener un total conocimiento de que es lo que quieren a cada momento,
iniciando de hecho la película con un plano secuencia con el que enganchan al
espectador por la solapa para así obligarle a no despegar la vista de la
pantalla durante la siguiente hora y media. El trabajo de cámara es fluido, lo
mismo que el resto de aspectos más puramente técnicos como pueden ser la
iluminación o el montaje, todo ello con un atinado ritmo narrativo que se
sustenta en una tensión mantenida que logra sacudir al espectador en secuencias
más impactantes a nivel visual ligadas en su mayoría al joven poseído pero que
dejan sin embargo que la impronta que consigue este título se base principalmente
en un estupendo manejo del suspense.
Pero además Háblame resulta una propuesta fresca
e inteligente por la manera en que utiliza arquetipos manidos dentro del cine
de terror como son la comunicación con el más allá y los espíritus que lo
pueblan así como sucede con el tema de las posesiones, resultando un título
tremendamente vanguardista gracias a una historia que sabe desarrollar su
propio camino. Lo más icónico a este respecto es como se ha sustituido la
habitual ouija vista en títulos como El exorcista, Witchboard, Paranormal
activity, Ouija o la más patria Verónica por esa mano de escayola como medio
para poder comunicarse con los entes que pueblan el otro lado, y como el hecho
de ser poseído temporalmente se constituye por parte de los jóvenes
protagonistas como un divertimento a través del cual pasar unos momentos de
risas y cachondeo entre amigos. Es cuándo dicho juego trata de ser utilizado
para propósitos más personales y serios, en este caso con la protagonista tratando
de comunicarse con su madre fallecida, cuándo la historia se tuerce para los
participantes del mismo, iniciándose solo a partir de ese momento un angustioso
periplo dentro de unos cánones del terror que llevan a tratar de salvar la vida
y el alma de la persona poseída en una carrera a contrarreloj. Y si como
apuntábamos el guion maneja elementos propios de los subgéneros de las
posesiones y los fantasmas, es lo suficientemente inteligente como para no
resultar manido o reiterativo a ideas ya expuestas en títulos anteriores,
formando parte en este caso de esa colección de películas de estreno reciente
que parece tratan de abrir nuevos caminos en un género que siempre parece
agotado pero que siempre logra resucitar, siendo en este sentido un estupendo
programa cinematográfico a disfrutar junto a .títulos como Déjame salir,
Midsommar, La bruja, Smile o It follows.
Lo mismo que con las ideas expuestas y desarrolladas
en la película sucede con una protagonista que repite constantes dentro de los
arquetipos del cine de terror más reciente, con ese pasado marcado por la
tragedia y que de alguna manera sirve como justificación de todos los macabros
acontecimientos que se narraran en Háblame, así como una relación difícil con
su padre, todo ello como fuente y origen de la trama que desarrolla la película
y que llevará a este personaje principal al mayor de los sacrificios en pos de
un bien común. Asimismo cabe rescatar la idea de unos jóvenes protagonistas
frescos y cercanos, cuyos comportamientos resultan creíbles dejándose atrás otro
tipo de reacciones más inverosímiles cercanas a lo habitualmente visto en el
slasher. Buenas actuaciones de unos desconocidos y bastante neófitos intérpretes que ayudan a dar credibilidad a
una película donde el nombre más conocido a nivel actoral es el de una Miranda
Otto vista en La delgada línea roja, El señor de los anillos o La guerra de los
mundos, siendo su relación con el género abordada en títulos como Lo que la
verdad esconde, Yo, Frankestein, Annabelle creation o la televisiva Las
escalofriantes aventuras de Sabrina.
De esta forma Háblame se constituye como un más que interesante ejercicio de cine de terror dentro de esa ola de nuevos realizadores que están ofreciendo en los últimos años interesantes cartas de presentación dentro del género abordando este desde diferentes puntos de vista aunque con una especial predisposición por el terror psicológico, pero no por ello rehuyendo de escenas inquietantes e impactantes a un nivel más visual. El título que nos ocupa es un perfecto ejemplo de esta idea, logrando fluctuar entre ambos estilos sin perder en ningún momento ni su esencia propia ni ese alma que le acerca a ese tipo de cine protagonizado por fantasmas y espíritus del más allá. O lo que es lo mismo, una película a la que es conveniente “dejarla entrar”.
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