miércoles, 26 de julio de 2023

CRUDO (RAW, 2016) 98´

 

La joven y brillante Justine ingresa en la facultad de veterinaria para seguir con la tradición familiar. Allí despertará a todo un nuevo mundo muy alejado de los cánones de comportamiento inculcados por sus padres hasta ese momento, descubriéndose a una nueva e incontrolable Justine cuándo decida por vez primera probar la carne.

 

El título que nos descubriría a la directora gala Julia Ducornau, todo un soplo de aire fresco dentro del panorama cinematográfico actual y que va más allá del género de terror, destacando la frescura, vitalidad, personalidad, descaro y arrestos de su cine, y que con tan solo dos películas a sus espaldas la ha convertido en la heredera natural de un David Cronenberg que apadrinara allá a finales de los setenta y primeros ochenta y a raíz de su personalísima filmografía el apelativo de cineasta de la nueva carne, y es que Ducornau juega igualmente a través de sus historias con la metamorfosis de los cuerpos, pero también de las mentes, como medio de adaptarse a una sociedad cambiante y con propensión a engullir al diferente, como quedaría perfectamente atestiguado ya en su opera prima.

No nos encontramos en Crudo con una película de terror al uso, sino que lo que presenciamos es un drama con ecos de horror por la manera en la que la directora plasma el viaje vital de su personaje principal en una historia que nos permite muy variadas lecturas. Podemos estar hablando del paso de la adolescencia a la madurez de su protagonista, del descubrimiento una vez desligada de las ataduras familiares de su propia personalidad, de cómo la sociedad una vez entras en su rueda de autodestrucción ya no te suelta para llevarte a una vorágine de la  que es imposible desligarse, de unas relaciones familiares que se mueven en el amor más irracional y el odio más visceral... Ducornau trata estos y muchos temas más implícitos en la historia de una chica apocada, estudiante brillante y vegetariana por tradición familiar a la que vemos de inicio sustentada por unos padres que se intuye no la han dejado volar en libertad. Es con su entrada en esa facultad de veterinaria en la que se desarrolla todo el grueso de la película donde la joven descubre un mundo totalmente nuevo y opuesto al que había vivido hasta ese momento, ejemplificado este en unas novatadas donde la violencia física, verbal y el éxtasis y desenfreno de las fiestas universitarias donde la desinhibición a todos los niveles, el sexual también, descubrirán a una nueva persona en la figura de la protagonista. Toda esta idea se ejemplifica utilizando la carne que da título a la película como metáfora de esta disrupción entre la Justine del pasado y la del presente, siendo igualmente este punto el que convertiría a Crudo en uno de los títulos más polémicos y celebrados del año 2016, convirtiéndose casi desde el momento de su estreno en título de culto.

Y es que Ducornau, autora igualmente del guion de la película, se parapeta tras un tipo de cine directo y sin manierismos, aunque no por ello presente ciertos ecos oníricos en sus películas, siendo una directora a la que no le tiembla el pulso a la hora de utilizar la explicitud a la hora de contar lo que tiene en mente. Es por ello que Crudo daría mucho que hablar entre el aficionado al terror, y es que si bien su visceralidad está muy por debajo de títulos más enclavados dentro del gore más salvaje, se muestra de una forma tan cruda, nunca mejor dicho, y directa que hace que en no pocos momentos el espectador acabe siendo incomodado en la butaca ante secuencias como la del vomito de cabello o en la escena en la que la protagonista saborea el dedo recién amputado de su hermana. Y es ahí donde el trabajo de los responsables de efectos de maquillaje cobra enorme importancia, así como la manera en la que la realizadora presenta y monta estos momentos, ayudando la desazón que los mismos generan a hacer más patente el mensaje de la película.

Pero no podemos hablar de Crudo y no mencionar la brutal interpretación de la debutante Garance Marillier, ya que su actuación es la principal responsable de que la película funcione sin caer en la parodia o en la astracanada, algo a lo que películas que apuestan fuerte, y Crudo lo hace, se exponen con relativa facilidad. No es el caso gracias a una protagonista que nos lleva de la mano desde esa Justine virginal, angelical y algo pacata que vemos al comienzo de la película hasta una Justine que una vez deja fuera todas las máscaras que la oprimían nos descubre su lado más salvaje y desprejuiciado. Lo mismo podemos decir de Ella Rumpf, quien interpreta a la hermana de la protagonista, y a quien lleva de la mano en un camino de autodescubrimiento que acaba con la revelación de que en realidad nada es como le habían enseñado sus padres durante esos primeros años de vida.

Hay que volver sobre esa idea de que Crudo es la primera película de su realizadora, una Julia Ducornau que sin embargo no presenta atisbos de novata en esta, su opera prima. Nos encontramos por el contrario con una película que en ningún momento balbucea, con un ritmo perfectamente medido y que visualmente está plagada de movimientos de cámara y encuadres nada timoratos, como así queda patente en los momentos en los que se filman las fiestas universitarias en las que participa la protagonista. Todo ello denota una confianza y saber hacer por parte de su directora que se traslada a un espectador que en ningún momento es capaz de descubrir durante el visionado de la película fallos de recién llegado al mundo del cine. Es por todo ello, su arrojo, los temas tratados en su cine y su particular estilo visual, que Ducornau se convertiría prácticamente de la noche a la mañana en una realizadora a la que seguir muy de cerca. 

Crudo se constituye de esta forma como una película que se puede englobar sin problema alguna entre ese cine de terror surgido a comienzos de los dos mil en Francia y denominado de inicio de manera despectiva como nuevo extremismo francés. Y es cierto que Crudo puede resultar durante algunos pasajes repulsiva, provocadora o hiriente, pero les invito a rascar esa superficie de buscada transgresión y provocación para dar con una película que contiene entre multitud de capas un tratamiento de temas que al fin y al cabo no son otra cosa que nuestro día a día tratando de sobrevivir en sociedad. Buen provecho.

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