Tras una epidemia zombie en Las Vegas que ha obligado a sellar la ciudad y aislarla del resto del mundo, un grupo de mercenarios son requeridos por un millonario para hacerse con el dinero que este guarda en una cámara acorazada en uno de los casinos de la ciudad.
Cerca de dos décadas después de su primera película, la celebrada Amanecer de los muertos, por cierto uno de los títulos de referencia, junto a 28 días después, a la hora de citar las responsables del boom zombie a todos los niveles de entretenimiento (comics, libros, series, películas, videojuegos…) iniciado a comienzos de los dos mil, Zack Snyder regresaba al género que le vio nacer como cineasta con un título que conviene analizar de manera pausada y sin dejarnos llevar ni por fanatismos ciegos ni por enconados odios tanto hacía el género como al propio director, y que invalide el señalamiento tanto de los defectos de la película, así como del reconocimiento de sus virtudes.
Lo primero que conviene señalar es que se trata de la primera película de Zack Snyder tras un tiempo de convulsión y retiro de este director tanto por motivos personales, el fallecimiento de una de sus hijas, como profesionales, con ese traumático remontaje y con ello la pérdida total de la identidad otorgada por Snyder a su anterior estreno, La liga de la justicia, y que el propio cineasta pudo resarcir con la nueva versión recientemente estrenada en HBO. Es por ello que El ejército de los muertos denota la necesidad de su máximo responsable, ya que además de director Snyder es el autor de de la historia, coguionista de la película, productor y director de fotografía, de disfrutar de nuevo con su trabajo, dejando de lado grandes y complejas historias y rodajes tortuosos para enfrentarse a una filmación donde ha podido disfrutar de un control creativo absoluto (una de las ventajas de trabajar con las nuevas plataformas de entretenimiento, en este caso Netflix, frente al mayor control de las major tradicionales), lo que se ha transmitido, y la película así lo hace, en un trabajo dinámico, cómodo y divertido (todo lo cómodo y divertido que suelen ser los rodajes de producciones de unos ochenta millones de presupuesto), donde el disfrute de sus responsables traspasa la pantalla ofreciendo un entretenimiento honesto y totalmente disfrutable, donde ni siquiera una duración cercana a las dos horas y media hace mella en el resultado final, no habiendo lugar en ningún momento para el aburrimiento y de hecho, dando la sensación de que la película es más corta de lo que marca en metraje.
Frente a una de arena una de cal, y es que la historia como tal acaba resultando vacua y sin apenas un desarrollo más allá de la creación de una trama mínima para poder contar con una película que abarque los diferentes elementos que de inicio parece querer abordar. Al final la trama puede resumirse como un gran asalto a una, en principio irreductible cámara acorazada, en medio de una amenaza zombie, sin ni siquiera contar con los engranajes narrativos que traten de armar de manera consistente lo que sucede en pantalla, lo que como espectador nos lleva a sorprendernos por la manera en que actúan los protagonistas, hallándose además por el camino evidentes agujeros de guion, o cuando menos, resoluciones de situaciones poco esmeradas y trabajadas. Ese es otro elemento donde Snyder no ha afinado su trabajo como guionista y autor de la historia original, y es que los personajes, a pesar de resultar tremendamente atractivos como mercenarios al uso, carecen de interés dramático, pesando más en la película su estética y fisicidad que sus intereses personales o desarrollo dramático. Son, ese sentido, personajes secundarios de un videojuego de acción, con una potente presencia en pantalla pero sin alma suficiente como alguien con quien empatizar. Ni siquiera el intento de introducir una sub trama dramática entre padre e hija resulta mínimamente interesante como espectador, ya que por otra parte la propia película se encarga de manera insistente en hacerte ver que los tiros, nunca mejor dicho, van por otro lado.
Y es que, y volvemos nuevamente a loar la capacidad de Snyder como cineasta, la película es un soberbio espectáculo de acción que además sabe manejar con solvencia contrastada los momentos de mayor tensión, como ese pasillo de zombies adormilados. No es nueva la capacidad de su director a la hora de dirigir cine de acción, pero en este caso se une el hecho de haber prescindido en mayor medida que en títulos anteriores del uso del chroma key, aumentando exponencialmente la utilización de decorados y elementos físicos presentes en el set a la hora de filmar. Y sin embargo no se nota el cambio, ya que Snyder es buen director con o sin pantalla verde, siendo un virtuoso en el uso de la cámara, eso es algo que no se le puede negar, y en la forma en que filma y monta las secuencias de acción en sus películas, no faltando tampoco en esta ocasión el uso de la cámara lenta, una de sus marcas de la casa. Y si hablamos de constantes en el cine de Snyder tampoco fallan unos títulos de crédito introductorios que son de lo mejor de la película, como ya hiciera desde su opera prima, la citada Amanecer de los muertos, y llevara a su máxima expresión con unos títulos de crédito de arranque en Watchmen que son directamente magistrales. En esta ocasión el director utiliza unos tonos saturados, una cámara súper lenta y el tema mundialmente popularizado por Elvis Presley (no podía ser otro) Viva Las Vegas, debidamente adaptado para la ocasión, para narrar en seis minutos pletóricos todo el desarrollo que tiene lugar en la ciudad donde tiene lugar la película (otra elección totalmente acertada el contar con “la ciudad del pecado” como escenario), desde que irrumpen los primeros zombies hasta que se logra contener a lo que ya es una horda irreductible dentro de una ciudad sellada, aprovechando además la ocasión el director para presentar a varios de los protagonistas de la película.
En cuanto a los actores principales, la película cuenta con un puñado de intérpretes poco conocidos para dar vida a los mercenarios protagonistas, aunque como apuntábamos con anterioridad su mayor interés es el aspecto visual que estos aportan a sus personajes, más allá de cualquier desarrollo dramático que, aunque en algún caso se plantea de soslayo, apenas es un elemento que se haya trabajado. El antiguo luchador profesional dentro del circuito de la WWF y actor en películas como Guardianes de la galaxia, Spectre o Blade runner 2049, Dave Bautista, es quien comanda al grupo de mercenarios y la propia película, que sin embargo se erige como un título bastante coral y donde todos los personajes tienen su momento para el lucimiento. Así podemos encontrarnos entre otros con una aparentemente cándida pero decidida Ella Purnell (El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares), un imponente Omari Hardwick (Kick ass), una Ana de la Reguera vista en Narcos y que dobla su papel tanto en ingles como en castellano, un Garret Dillahunt visto en las películas No es país para viejos o 12 años de esclavitud como un villano sin pegada y al que se ve venir de lejos, o al alemán Matthias Schweighöfer, quien se hace con uno de los papeles más celebrados y disfrutables. No podemos olvidar a Richard Cetrone y su más de metro noventa, quien interpreta al líder de los zombies y que es uno de esos especialistas de acción imprescindibles hoy en día y con un curriculum como tal donde figuran películas como El club de la lucha, Amanecer de los muertos, Constantine, Sr y Sra Smith, 300, Iron man, Watchmen, La cabaña en el bosque, Batman y Superman o La liga de la justicia por citar solo unos ejemplos. Además ha dado el paso natural a trabajar como actor en títulos como Sucker Punch, Underworld, El hombre de acero o Fantasmas de Marte, repitiendo en cierta manera en El ejército de los muertos el personaje al que diera vida en la película de John Carpenter. Por último, y pese a que, tal como indicábamos anteriormente la película había servido como terapia para su director a la hora de dejar de lado las malas experiencias tras el rodaje de su anterior película, en esta ocasión también tuvo que trabajar de manera forzosa una vez filmada completamente la película, en este caso para integrar en lo ya rodado al personaje de Tig Notaro, la piloto del helicóptero. Y todo para sustituir al actor Chris D´Elia, que es quien inicialmente grabó toda la película junto al resto de intérpretes, y a quien se decidió fusilar de la cinta tras las denuncias por acoso sexual a menores recibidas por este intérprete y comediante.
Respecto al género en el que se ubica la película, ese puede ser otro punto en contra que los aficionados al terror pueden esgrimir para tratar de defenestrar la propuesta de Snyder, y es que, frente a un Amanecer de los muertos que siempre se movía dentro del género de terror, en esta ocasión el director, dentro de esa idea de locura controlada que es El ejército de los muertos, no duda en combinar la acción adrenalítica con pequeñas notas de comedia negra y por supuesto el terror, en un coctel disfrutable una vez uno es consciente de por dónde ha llevado Snyder su propuesta. La película además, dentro de que aborda el subgénero zombie, lo hace con unas particularidades propias a la hora de sugerir el inicio de la plaga de muertos vivientes, incluyendo además en la ecuación unas categorías de zombies que desarrollan la idea que el padre del género Romero ya diera a entender en su última gran película sobre el tema, La tierra de los muertos vivientes, con unos seres capaces de actuar como grupo organizado, añadiendo en este caso la figura de unos émulos de rey y reina zombies. Snyder aborda la película desde la sobredosis de acción y brutalidad, no habiendo ningún tipo de recato a la hora de mostrar de manera explícita la capacidad de destrucción de los propios zombies pero también de los humanos protagonistas. Y ahí es donde hace su entrada el departamento de efectos especiales, echándose en falta el uso de efectos protésicos y físicos, algo que si hiciera el director, y además de manera consciente, en su primer acercamiento al mundo zombie con Amanecer de los muertos, siendo en esta ocasión predominante la utilización de los efectos visuales en postproducción para la simulación de los impactos de bala y detonaciones corporales de todo tipo.
Por
último no podemos dejar de abordar El ejército de los muertos como una enorme
caja de sorpresas plagada de huevos de Pascua y homenajes que el director ha
ido depositando a lo largo de la película, idea que va en consonancia con el
hecho de tratar este trabajo como la válvula de escape a través de la cual Zack
Snyder ha combatido todos sus fantasmas del pasado reciente, tratando de
recuperar no solo la pasión por su trabajo, sino la confianza en la propia
industria. Esta idea apuntala la necesidad de revisionados que permitan abordar
toda la recua de guiños, puyas y homenajes incluidos a lo largo de la película,
y que tienen por ejemplo sus miras en películas como Aliens el regreso,
Fantasmas de Marte, El ejército de las tinieblas, Amanecer de los muertos, El señor de las bestias o la propia Liga de la
justicia entre otros. La idea además de que esta película se constituya como el
punto de partida para una serie de animación que está por venir o algún spin
off que aborde y aumente las explicaciones sobre el origen de unos zombies que,
según algunas teorías, ya se visualizan como cyborgs o alienígenas, da buena
idea de la enorme broma que su director y principal responsable ha postulado
con su vuelta a la primera línea de fuego de la industria del cine. Algo que
siempre se agradece tratándose de directores tan particulares, para bien o para
mal, como es el caso de Zack Snyder. Es por ello que lo mejor, al menos de
inicio, es disfrutar de un primer visionado de El ejército de los muertos dejando
de lado teorías que abordan la película como una alegoría sobre la relación
entre el director y la productora Warner o la polémica con los pixeles muertos,
y dejar estas polémicas para posteriores ocasiones. Disfruten de la orgia de
muertos vivientes y acción adrenalítica y dejen de lado los razonamientos lógicos
para más adelante, les merecerá la pena.
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