lunes, 6 de mayo de 2019

ARACHNID (ARACHNID, 2001) 95´




Un grupo de expertos formado por un entomólogo, un médico y su enfermera, unos mercenarios y una piloto, se dirigen a una isla en medio del Pacífico Sur para llevar a cabo una investigación sobre un virus mortal que está asolando a la población local. Obligados a realizar un aterrizaje de emergencia, quedarán aislados en mitad del atolón, donde además se encuentra un enorme ser arácnido de origen extraterrestre que no tardará en empezar a diezmar al grupo.



Segundo estreno de la Fantastic Factory, y que en esta ocasión sería dirigido por Jack Sholder, otro director con cierta fama en el género gracias a películas como Pesadilla en Elm Street 2 o muy especialmente gracias al título de culto Hidden lo oculto, pero que tras unos prometedores comienzos andaba perdido en mediocres trabajos para la televisión. La película, basada de alguna manera en las monster movies que surgieron en la década de los cincuenta bajo el auspicio del terror atómico y que presentaban a enormes y amenazadoras criaturas como las grandes protagonistas de la función, está escrita con bastante desgana por Mark Sevi, guionista de pobre recorrido y autor entre otras lindezas de los libretos de la cuarta entrega de los Ghoulies o de Pterodactyl, y que en esta ocasión se limita a realizar un recorrido por todo tipo de clichés y estereotipos en este tipo de películas que mezclan la aventura con la ciencia ficción y el terror.





En el caso de Arachnid y dentro de una las características que definían el proyecto de Fantastic Factory, el elenco de intérpretes hibrida entre los nombres internacionales y los actores españoles. Entre los primeros destacar a una primeriza Alex Reid cuatro años antes de enfrentarse a las criaturas de The descent, película que la daría a conocer entre el fandom, y que frente a unos intérpretes bastante desfasados y de vuelta de todo, se esfuerza por, al menos, tomarse en serio su actuación. Por parte del cine patrio destacar los nombres de Pepe Sancho y Neus Asensi, el primero en modo piloto automático mientras que la actriz se esfuerza, sin conseguirlo, por dotar de dramatismo a un personaje totalmente unidimensional. Cabe destacar como los personajes principales parecen copias de saldo de otros más icónicos dentro del género de aventuras y ciencia ficción. Así, el personaje de la piloto Loren Mercer nos recuerda a una émula de Tomb Raider, mientras que el mercenario Lev Valentine nos retrotrae a una versión low cost del Rick O´Connell visto en la saga iniciada en La momia, dirigida por Stephen Sommers. Lo mismo sucede con el personaje del aracnólogo, que bebe en su construcción y comportamiento del personaje al que diera vida Julian Sands en la película dirigida en 1990 por Frank Marshall, Aracnofobia, título por otra muy presente durante el visionado de esta Arachnid. Incluso el personaje de Bear nos lleva en el pensamiento hasta el actor Bill Duke en el papel que este desempeñaba en la excelente Depredador.





La película se entronca sin rubor dentro de una serie B sin complejos y consciente de sus limitaciones, pero aún y con todo acaba resultando en algunos momentos reiterativa una vez presenta la situación de partida. De esta forma, mientras el primer acto, durante el cual se presentan los personajes y la historia, podemos afirmar entretiene y al menos interesa mínimamente, es una vez se inicia la lucha por sobrevivir que la historia llega en algunos momentos a cansar por la forma en la que el director construye de manera repetitiva las secuencias. Resulta además fallida esa idea de presentar al monstruo protagonista como un ser de otro planeta pero con una morfología totalmente arácnida, siendo mucho más interesante y misterioso el haber tratado a este ente como una mutación terrestre, principalmente porque la idea de ubicar su origen en el espacio exterior parece un recurso fácil de cara a no dar demasiadas explicaciones más sobre una criatura que dista mucho de la especie natural en la que se le presenta.





Sin embargo sí que hay que alabar la decisión de los responsables de la película de utilizar prácticamente en casi todos los planos efectos mecánicos y físicos a la hora de presentar a la araña protagonista, reduciendo los efectos visuales de origen infográfico a su mínima expresión. Esta decisión no solo es la más lógica dentro del subgénero al que pertenece y a la vez homenajea la película, sino que hace que las secuencias de interacción entre monstruo y actores sean más creíbles, independientemente de lo acartonado de algunos efectos, aunque en líneas generales tanto el diseño de la araña gigante como los efectos animatrónicos de la misma estén resueltos de manera satisfactoria, máxime teniendo en cuenta que nos estamos moviendo en producciones de presupuestos muy modestos para lo que quiere mostrarse en pantalla.



Historia simple, personajes al menos medianamente interesantes en algunos casos y que no resultan extremadamente histriónicos (exceptuando las nefastas intervenciones tanto de la anteriormente citada Neus Asensi como de un nada creíble mercenario interpretado por el galán de telenovela español Luis Lorenzo Crespo), unos escenarios interesantes con una creíble ambientación y unos efectos aceptables son el compendio de una película que nuevamente trataba de internacionalizar la segunda propuesta de la Fantastic Factory en un nuevo error de cálculo, ya que el público español que degusta este tipo de cine lo hace en la mayoría de los casos en formato doméstico y en producciones norteamericanas, no en cine español que imita en formas y fondo a un tipo de películas de marcado aroma norteamericano, lo que se traduce en unos pobres resultados en la taquilla. El sello de Filmax seguía sin despegar ni ofrecer un producto mínimamente interesante que justificara el leit motive de la Fantastic Factory, pero como dicen por ahí, a la tercera vendría la vencida.   

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