viernes, 17 de mayo de 2019

BEYOND REANIMATOR (BEYOND REANIMATOR, 2003) 96´



Tras la muerte de una joven a manos de una de la criaturas resucitadas por el doctor Herbert West, este es finalmente recluido en prisión. Más de diez años más tarde el científico continúa con sus investigaciones dentro de la cárcel, hasta donde llega un joven y vitalista doctor muy interesado por la figura  y trabajo de su homólogo profesional. Lo que West no sabe es que se trata del hermano de la joven fallecida trágicamente trece años atrás. 



Con Brian Yuzna detrás de la Fantastic Factory era absurdo creer que no intentaría llevar a cabo una tercera entrega de la saga iniciada casi veinte años antes con esa joya de los ochenta y estandarte de la productora Empire, Reanimator, dirigida por su colega Stuart Gordon y producida por el propio Yuzna, quien se pasaría a la dirección con la estimable secuela de 1990 La novia de Reanimator. Es por ello que con el respaldo económico del sello catalán el propio director de origen filipino se embarcaría en un cierre de trilogía que queda lejos de lo conseguido en las dos películas pretéritas, no logrando el brillante equilibrio entre terror, humor y exceso visual de estas, y acabando por resultar una parodia sin demasiada gracia con un acto final descafeinado y donde más no significa mejor.



La cinta siguió contando con el protagonismo de un Jeffrey Combs que vuelve a ejercer su sempiterno rol en la saga, el de mad doctor al uso, aunque en esta ocasión podemos atisbar que ha puesto el piloto automático en su interpretación, que, eso sí, es lo más salvable de un grupo de intérpretes donde queda manifiestamente patente hay un problema de dirección de actores. El irlandés Jason Barry da la réplica al bueno de Combs, haciendo las veces de ese personaje que bascula entre lo racional y lo visceral en base a la irracional atracción por las investigaciones llevadas a cabo por el doctor West, papel que en las dos anteriores cintas protagonizara Bruce Abbott, no logrando en este caso la conexión que si existía entre los dos protagonistas tanto de Reanimator como de su primera secuela. Tras Romasanta, Elsa Pataky volvía a ser requerida por la Fantastic Factory, en este caso para interpretar al personaje femenino de la historia, haciendo las veces de la Barbara Crampton de Reanimator y muy especialmente de Kathleen Kinmont en La novia de Reanimator, ya que  los responsables de la historia de este Beyond Reanimator no se cortan a la hora de fusilar buena parte de la historia ya contada en la película de 1990 con esa novia muerta trágicamente y vuelta a la vida con funestas consecuencias. Y si Jason Barry era el sustituto natural del papel de Bruce Abbott en las dos primeras entregas de la trilogía, Simón Andreu hace lo propio con el rol del villano, sustituyendo a ese genial Doctor Carl Hill interpretado por David Gale. Andreu, a quien vimos en la brillante epopeya medieval de Paul Verhoeven Los señores del acero, ofrece la interpretación más interesante y a tener en cuenta, y eso a pesar de una tendencia al exceso que acaba por resultar letal para su personaje. Santiago Segura, en la cima de su fama por aquel entonces, interpreta un papel secundario construido ex profeso a su medida y que acabará resultando totalmente prescindible. 


Tras un prometedor prólogo que termina con la detención del doctor West por parte de la policía, la cinta presenta unos títulos de crédito marca de la casa donde volvemos a disfrutar de unos grafismos visualmente muy potentes acompañados del conocido score musical creado por Richard Band casi veinte años atrás para Reanimator. Y es en estos primeros diez minutos donde se concentra lo mejor de la película, ya que una vez comienza la trama nos encontramos con una historia sin enjundia ubicada por completo en la prisión donde West se encuentra recluido y hasta donde llega para trabajar en la misma el doctor Phillips. Si bien ambientar la historia en una penitenciaria pudiera resultar a priori interesante tanto por la propia escenografía que este escenario aporta así como por la idea de mezclar el terror con el género carcelario, toda una institución cinematográfica por sí misma, esta idea únicamente obedece a razones presupuestarias, y no hay el más mínimo interés en sacar algo de rédito a esta idea. Además, según avanza la trama podemos ver que la dirección de Yuzna se vuelve descafeinada, desinteresada y desganada, rematando con un acto final totalmente pasado de vueltas y cuyo exceso en este caso le acaba por pasar factura.


Otro problema a tener en cuenta y que ya se apuntaba anteriormente es la pésima dirección de actores que nos encontramos en la película. Actores de solvencia contrastada como Jeffrey Combs y Simon Andreu acaban resultando artificiales y paródicos en sus respectivos papeles. Lo mismo sucede con Elsa Pataky, quien tras demostrar en Romasanta, la anterior propuesta de la Fantastic Factory, que bien dirigida podía ser al menos solvente, aquí tira de clichés y excesos para dar vida a la novia del protagonista y que acabara convertida en una zombie emula del personaje de Melinda Clarke en la película del propio Yuzna Mortal zombie. Se trata este de un deje habitual en el cine de Yuzna, pero que resulta especialmente molesto en este caso por las expectativas puestas en un título cuyas antecesoras habían dejado el listón demasiado alto.


Inclusive en el apartado de los efectos especiales y de maquillaje, donde el trabajo es realmente convincente y notable, en parte porque Yuzna volvería a contar con su adorado Screaming Mad George (Pesadilla en Elm Street 2, Depredador, Society, La novia de Reanimator) nuevamente el exceso no se disfruta de la misma manera que si se hacía en las dos películas anteriores de la trilogía, algo que se confirma con ese colofón representado en el miembro viril amputado que cobra vida al cierre de la cinta, y cuya lucha con una rata enmarcada entre los títulos de crédito finales es perfectamente representativa de lo que Beyond Reanimator acaba en muchos momentos por resultar, un absurdo. 


Fin de saga que si bien puede ser al menos un título entretenido y gamberramente disfrutable, queda muy por debajo de dos películas anteriores que habían logrado conjugar comedia y terror de una manera mágica, convirtiéndose en iconos del género y haciendo además del exceso su marca de la casa pero sin caer en el ridículo, cosa que en esta ocasión si sucede. Y no me vale hablar de ajustes de presupuesto, Reanimator, estrenada en 1985 costó novecientos mil dólares, se trata de talento y ganas, y en este caso faltaban de ambas cualidades.

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