miércoles, 20 de febrero de 2019

...Y EN MARZO

Para el próximo mes os proponemos un terrorífico viaje a los infiernos de la mano de un maestro de ceremonias inigualable, Rob Zombie.

domingo, 17 de febrero de 2019

BONUS: AMITYVILE, SAGA EXTRAOFICIAL


Si bien podemos considerar que la saga de películas oficiales sobre Amityville la componen los diez títulos desgranados a lo largo de otras tantas entradas anteriores publicadas, en los últimos años han surgido otro buen puñado de películas que de manera extra oficial se han apropiado de la marca Amityville para dar empaque y visibilidad a un conjunto de trabajos, en algunos casos de corte amateur, en otros ejemplos más profesionales, pero que en líneas generales son tremendamente decepcionantes, máxime teniendo en cuenta que precisamente esta franquicia es bastante irregular en cuanto a calidad cinematográfica, lo que hace todavía más desalentador el acercarse a los siguientes títulos, a los que únicamente en un afán excesivamente completista recomendamos su visionado, dado lo tedioso, aburrido e infructífero de esta labor.



Amityville haunting (2011)



Una película casera documenta de manera accidental las extrañas y terroríficas vivencias que una familia sufrió tras mudarse a una casa con una terrible leyenda a sus espaldas.



Único título como director del actor secundario Geoff Meed y que se sirve de la premisa del found footage o metraje encontrado, vuelto a poner de moda con el éxito de Paranormal activity, para ofrecer un título que, como sucede en muchas de estas películas filmadas cámara en mano, acaba resultando tremendamente monótono y alargado en exceso para acabar mostrando únicamente un par de momentos mínimamente interesantes.



Amityville asylum (2013)



Lisa comienza un nuevo trabajo como limpiadora en una institución mental en Amityville, Long Island. Pronto, las historias que circulan sobre el lugar despiertan la curiosidad de la mujer, quien se dará de bruces con una realidad mucho más aterradora de lo que pudiera imaginar.



Tratando de sacar partido a la historia ambientándola en un manicomio, la película es un nuevo ejercicio de aburrido cine de terror donde apenas sucede nada y que ni siquiera los denodados esfuerzos de su protagonista central, Sophia Del Pizzo, logra salvar de la quema.




Amityville death house (2015)



Un grupo de jóvenes se encuentra en Amityville para visitar a un familiar de uno de ellos, siendo acosados por una antigua maldición de una bruja.



Título que cuenta con la aparición especial de Eric Roberts como forma de captar la atención de incautos espectadores que piensen que la participación, muy testimonial, del hermano de Julia Roberts y auténtico ícono de la serie B pueda justificar el visionado de este título filmado en formato de video. Con ínfulas de Posesión infernal y con una mujer araña entre el decálogo de atrocidades de la película 




Amityville play house (2015)



Una joven que acaba de perder a sus padres descubre que es la dueña de un antiguo teatro en la localidad de Amityville.




Una nueva forma de estirar la leyenda de Amityville, trasladando la misma a todos los espacios posibles dentro de esta, trágicamente, conocida localidad, en esta caso un desvencijado teatro, y que como en el caso de títulos anteriores, presenta un corte totalmente amateur que la hace totalmente desaconsejable.






Amityville legacy (2016)



Un antiguo mono de juguete perteneciente a uno de los hijos de los De Feo acaba como regalo durante un evento familiar, generando el terror entre los miembros de la familia.




Si ya habíamos sido testigos de cómo lámparas, espejos o relojes de Amityville causaban estragos aunque se encontraran lejos de la mansión, ahora es el turno de un mono de juguete en este mediometraje de apenas una hora de duración, que por otra parte es lo mejor que tiene. En su defensa, que intenta volver a tirar de la leyenda inicial en su vuelta a la historia de los DeFeo.




Amityville, sin salida (2016)



Un grupo de estudiantes decide hacer una excursión en los bosques de Amityville en busca de sensaciones fuertes, pero lo que encontrarán es todavía peor, mucho peor.




Otra película con estructura de found footage, y equipo artístico y técnico totalmente amateur para una cinta de amigos sin el más mínimo interés cinematográfico. De hecho el estilo escogido para presentar la película es sintomático de una ausencia total de medios, una forma de disimular las enormes carencias de la propuesta.





Amityville terror (2016)



Una nueva familia se traslada a la vivienda ubicada en el 112 de Oceans Avenue en Amityville, siendo testigos de una serie de fenómenos paranormales que amenazan con acabar con sus propias vidas.




Una nueva aproximación a la casa original y que al menos presenta una factura más profesional a nivel técnico, aunque como película siga estando lejos de poder justificar su visionado, a pesar de ser una de las más interesantes de este infausto repaso.







Exorcismo en Amityville (2017)



Un padre alcohólico se verá obligado a depositar todas sus esperanzas en un misterioso sacerdote cuándo su hija es poseída por una entidad maligna que habita en la casa en que ambos viven.



Mark Polonia, todo un experto en la serie Z más casposa, dirige este desangelado híbrido de títulos pretéritos con una calidad fílmica más que cuestionable, unas actuaciones pésimas y una dirección desganada, en lo que viene siendo el leit motive unificador de todas las películas agrupadas en la presente entrada.






Amityville, evil never dies (2017)



La mudanza de una familia a un nuevo hogar traerá consigo una serie de extraños fenómenos, los cuales parecen tener su origen en un antiguo juguete.




Una especie de secuela de Amityville legacy con una factura tan amateur que hace buena la película pretérita de 2016. Sobreactuaciones forzadas y unos efectos caseros totalmente ridículos son las principales, aunque no únicas, fuentes de crítica del, por ahora, último título de esta saga paralela de cintas de difícil catalogación.

sábado, 16 de febrero de 2019

AMITYVILLE, EL DESPERTAR (AMITYVILLE, THE AWAKENING, 2017) 85´



La joven Belle, junto a su madre, hermana pequeña y hermano mellizo, quien se encuentra en coma desde hace dos años tras una caída desde varios metros de altura, se traslada a una bella casona en el 112 de Ocenan Avenue, en Amityville, desconociendo la muchacha los trágicos acontecimientos que esconde la vivienda. Al poco de llegar, James, quien lleva postrado en una cama sin ningún tipo de reacción desde hace meses, comienza a experimentar una alentadora, aunque siniestra mejoría.



Un proyecto que sufrió numerosas eventualidades para poder ser llevado adelante, con reescrituras de guion, cambios de director y remontajes incluidos, lo que provocaría que se demorarse su filmación y estreno por cerca de cinco años. Amparada por la hoy omnipresente Blumhouse, junto al apoyo de Dimension films, esta décima entrega de la longeva saga sobre Amityville está dirigida por Franck Khalfoun, responsable de las estimables Parking 2 y el remake de Maniac protagonizado por Elijah Wood, y quien vuelve a hacer gala de su talento detrás de las cámaras, a pesar de evidenciarse se trata de una producción de presupuesto modesto.





Los personajes centrales están interpretados por Jennifer Jason Leigh, quien da vida a la matriarca de una familia tocada por la fatalidad y que se resiste a reconocer el trágico desenlace de su hijo, algo que la lleva a un punto de estado de paranoia sin retorno en la búsqueda de la recuperación de este. Jason Leigh comenzó su carrera muy joven en títulos como Aquel excitante curso, Los señores del acero o Carretera al infierno, logrando encauzar una interesante filmografía donde podemos encontrar películas como Llamaradas, Mujer blanca soltera busca, Vidas cruzadas…siendo recientemente redescubierta gracias a Los odiosos ocho de Quentin Tarantino. Si Jennifer Jason Leigh ofrece un papel interesante, con un componente dramático evidente y un peso importante en la película, no podemos decir lo mismo de la aparición de Jennifer Morrison, famosa por participar en las series de televisión House y Erase una vez, y que interpreta un papel a todas luces innecesario y sin ningún tipo de justificación en la trama, el de tía de la protagonista y ayuda necesaria para el cuidado de James. La ex chica Disney Bella Thorne luce palmito, con recreación indisimulada del mismo incluido en un par de secuencias, logrando componer un personaje estereotipado, el de chica incomprendida y enfrentada a su madre, pero que al menos defiende con dignidad. El joven Cameron Monaghan, quien ha logrado un gran reconocimiento a raíz de su aparición en la serie televisiva Gotham, se convierte en lo mejor de la película a nivel interpretativo, ya que en buena parte de la historia se ve limitado a actuar con micro gestos o movimientos de los ojos, ya que da vida al hermano de la protagonista, quien se encuentra postrado en una cama en estado catatónico, mutando en el tramo final en una versión actualizada de Ronald De Feo. Destacar la aparición, breve pero gratificante para el fan, de Kurtwood Smith, para toda una generación, el psicópata Clarence J. Boddicker en Robocop.



La película vuelve sus pasos sobre la historia original y sobre la mansión de Amityville, dejando de lado historias paralelas a la casa y volviendo a introducir a los protagonistas entre las conocidas paredes y habitaciones vistas por vez primera en la película de 1979. Con una premisa argumental sencilla pero bien montada, lo más destacado en este aspecto es la idea de que en esta ocasión el ente maligno presente en la morada vuelva su mirada sobre el elemento más vulnerable de la familia, el joven James. Esto además propicia secuencias tan bien ejecutadas como el momento en que los dos hermanos mellizos “conversan” pidiéndole un indefenso James a su hermana, consciente de lo que le está sucediendo, que acabe con él. Como comentábamos con anterioridad, es especialmente gracias a la actuación del joven Cameron Monaghan que tanto esta como otras escenas en las que este personaje es el eje central acaban resultando de lo mejor de la película.



Si bien la película acaba abusando de los denominados jumps cares para conseguir alterar al espectador a través del susto inesperado, por cierto, algo que logra en varias ocasiones, no hay que desdeñar las intenciones de su director a la hora de lograr generar cierto ambiente malsano y angustioso, en la mejor tradición de los títulos más significativos de la saga, con un acto final que recrea de alguna manera los asesinatos de DeFeo sin recurrir al gore ni al impacto fácil y apoyándose en el suspense, como ese momento en el que un poseído James le pide a su hermana pequeña que se meta en la cama y se dé la vuelta para poder dispararla a bocajarro. Hay que reseñar asimismo esos insertos de metacine dentro de la cinta, jugando de esta manera con la premisa de que todo es real, y que tiene su máximo exponente en el momento en que Belle y sus dos amigos se disponen a visualizar la película de 1979 Horror en Amityville, después de desechar la segunda entrega y el remake de 2005, en la misma casa del 112 de Ocean Avenue y siendo la hora escogida las tres quince de la madrugada, como no podía ser de otra manera. Asimismo en otro momento el personaje de  Terrence, y que es algo así como un émulo del Randy de la saga Scream, perfecto conocedor de los resortes del cine de terror, le entrega a la protagonista la novela de Jay Anson escrita en 1977 sobre las vivencias de los Lutz en los veintiocho días transcurridos desde su entrada en su nueva casa hasta su precipitado abandono para no volver jamás.



Una secuela con ciertos puntos de interés, bien filmada y con actuaciones solventes, cuándo no destacables, y, lo más importante, se deja de intentar abrir nuevas vías para justificar los sucesos paranormales protagonistas y vuelve a la fuente del mal, componiendo conjuntamente al remake estrenado en 2005 un interesante díptico sobre la casa del 112 de Ocean´s avenue.

jueves, 14 de febrero de 2019

LA MORADA DEL MIEDO (THE AMITYVILLE HORROR, 2005) 85´



En la madrugada del 13 de Noviembre de 1974 el joven Ronald DeFeo asesina a sangre fría a sus cuatro hermanos pequeños y a sus padres, alegando que unas voces en su cabeza le han obligado a cometer dichos crímenes. Una año más tarde la familia Lutz compra la propiedad en la que tuvo lugar la masacre, dispuestos a convertir una bella casa de estilo victoriano con enormes terrenos y coronada por un embarcadero, en su hogar.


Tuvieron que transcurrir más de veinticinco años para poder verse estrenada, y esta vez nuevamente en cines,  la mejor de todas las cintas filmadas hasta el momento dentro de la longeva franquicia cinematográfica de Amityville. Esto sería posible gracias a la aportación de la productora Platinum Dunes, cuyo mecenas más destacado sería Michael Bay, y la cual se centraría durante los primeros años del nuevo milenio en recuperar clásicos del terror de los años setenta y ochenta, filmando de esta manera actualizados remakes de títulos como La matanza de Texas, Viernes 13, Pesadilla en Elm street o Carretera al infierno. El desconocido Andrew Douglas fue el director escogido para llevar a buen puerto el proyecto, quién se apoyaría en el libreto de un por aquel entonces celebrado Scott Kosar, responsable de los guiones de La matanza de Texas 2004 o El maquinista y que años más tarde ofrecería otro remake de altura con la cinta The crazies, siendo Kosar en su escritura bastante fiel al guion de la cinta de 1979. Douglas ofrece un título que toma lo mejor de la película de Stuart Rosenberg en forma de suspense a lo largo de la trama, a lo que suma una estética y recursos cinematográficos más actuales, lo cual unido a la ambientación de la historia en plenos años setenta, apoyada en una estupenda escenografía, hace que acabe resultando una muy destacable cinta de casas encantadas.


Gracias a La morada del miedo Ryan Reynolds pudo sacudirse el san benito que le encasillaba como un simpático actor de comedia, ofreciendo una gran interpretación dramática, compleja y llena de matices, aprovechando para dotar de fisicidad a su personaje la increíble musculatura adquirida para interpretar a Hannibal King en Blade Trinity un año atrás, pudiendo jugar además con su evolución desde marido perfecto a sádico malnacido, gracias a lo cual experimenta interpretativamente, desde el miedo que siente el propio personaje o la violencia psicológica que desata hacía su propia familia, hasta llegar a un clímax final con su personaje totalmente ido pero sin caer en el histrionismo. Junto a Reynolds aparece la bella Melissa George, quien seguiría pasándolo mal en 30 días de oscuridad, convincente como esposa sufridora. Atención también al trío de actores infantiles, quienes ofrecen unas interpretaciones de nota, logrando que ninguno de los tres resulte cargante y resolviendo sus respectivos papeles con madurez y profesionalidad, resultando quizás el hermano pequeño el más perjudicado ante las comparaciones con sus dos compañeros de reparto, siendo además la encargada de dar vida a la pequeña Chelsea Lutz una jovencísima actriz que no tardaría en dar mucho de qué hablar gracias a su participación en Kick Ass, Chloë Grace Moretz, iniciando una muy prometedora carrera con películas como Equalizer o Carrie. Papel testimonial para Philip Baker Hall, quien toma el relevo de la actuación de Rod Steiger más de dos décadas atrás.


Como decíamos, la película se presenta como la mejor de todas las entregas sobre Amityville, y es que además de crear una tensión creciente en la mejor tradición de la película iniciática de 1979, reduce el metraje respecto a esta en cerca de media hora, lo que la hace mucho más digerible, ágil, efectiva y directa, con un montaje de las secuencias mucho más atinado y que desecha toda esa paja que no aportaba nada, ni a la trama ni a la propia capacidad de la cinta por generar desazón en el espectador, resultando de esta forma La morada del miedo un estupendo ejemplo del género de casas encantadas, con no pocas escenas aterradoras y que acaban por impregnar al espectador, sabiendo además perfectamente cómo usar el resorte del susto en atinados jump scares. Podemos recordar como ejemplos válidos de esta afirmación  la aparición del fantasma de Jodie en el momento en que George y Kathy están haciendo el amor, la escena del pequeño Michael Lutz acudiendo durante la noche al baño aterrorizado y la posterior vuelta a su habitación, el visionado de la grabación casera durante el cual George ve a Billy como un demonio…


Y por fin la casa vuelve a ser la gran protagonista de la historia, convertida a estas alturas en todo un fetiche del terror más clásico, perfectamente representada en la bella y a la vez aterradora fachada coronada por las dos ventanas superiores, cuya angulosa forma le confieren aspecto de dos enormes ojos brillantes. Y es que es evidentemente cierto que ese aspecto tanto exterior con el embarcadero alejado, el enorme tejado, protagonista de dos de las escenas más impactantes de la cinta, o el interior de pasillos oscuros, pero muy especialmente con ese sótano en el que acaba parapetándose un George Lutz totalmente poseído por la locura, ayudan a generar y/o aumentar la tensión en las escenas, siendo un perfecto exponente de lo que es una casa encantada en cuanto a escenarios y ambientación.


Posiblemente la principal baza de la película se encuentre precisamente en el hecho que al tratarse de un remake y de la novena entrega de una saga sin demasiado tino a nivel crítico, mucha gente la prejuzgue de antemano, sucediendo lo mismo con un actor principal con numerosos detractores per se. La morada del miedo acaba demostrando a todos estos incrédulos que se trata de un gran ejemplo de cine de género, con unos actores solventes, una ambientación terroríficamente lograda y unas impactantes escenas, lo que unido a su estupenda manera de narrar una historia que ya hemos visto antes en varias ocasiones, acabe resultando una experiencia visual y de entretenimiento dentro del género a resaltar. Amityville había resurgido de entre sus cenizas.

miércoles, 13 de febrero de 2019

AMITYVILLE 8, LA CASA DE MUÑECAS (AMITYVILLE, DOLLHOUSE, 1996) 92´



El matrimonio formado por Bill y Claire, junto a los hijos que ambos tuvieron en sus anteriores relaciones, se trasladan hasta una nueva y solitaria casa que el propio padre de familia se ha encargado de construir partiendo de las ruinas de una mansión anterior que fue calcinada por las llamas en un incendio. En un viejo trastero contiguo a la casona Bill encuentra una casa de muñecas que decide regalar a su hija pequeña en el día de su cumpleaños. Pero pronto esta, en aparente inofensiva maqueta, comienza a manifestar extraños fenómenos que acaban por afectar a todos los miembros familiares. 



Tras haber producido las tres anteriores entregas de la saga, Steve White decidió lanzarse a dirigir esta nueva película amparada en la leyenda de Amityville en la que sería su única incursión detrás de las cámaras hasta la fecha, saliendo airoso de este nuevo reto que nuevamente tendría un lanzamiento directo a video, y ofreciendo una entretenida muestra de cine de terror de serie B, máxime tras el tedio que la última de las entregas de la franquicia había supuesto.



La película cuenta con un desconocido pero solvente grupo de actores dando vida a una familia que, como suele ser habitual en la saga, presenta alguna fragmentación entre sus miembros, de manera que sea más fácil para la historia desarrollar esos conflictos a posteriori con la incursión de una maldad intangible en el ambiente. De esta manera Robin Andrews y Starr Andreeff dan vida a la pareja protagonista, mientras que los jóvenes Allen Cutler, Rachel Duncan y Jarrett Lennon interpretan, sin caer en el histrionismo propio de los actores infantiles o juveniles, a los hijos de ambos. Rescatar la participación de Lisa Robin Kelly como novia del hijo mayor, quien además de protagonizar una escena subida de tono y que acaba con un coitus interruptus, y conocida por su participación en la sitcom Aquellos maravillosos 70, fue noticia por su trágico fallecimiento víctima de una sobredosis con tan solo cuarenta y tres años de edad.





Como apuntábamos con anterioridad, esta octava entrega nos devuelve el tono ligero y de pura serie B ya apuntado en la sexta parte, y donde se evidencia el estilo deudor del género en los noventa, no solo a nivel estético, sino de trama, donde las ideas más disparatadas tenían cabida sin necesidad de sesudas explicaciones posteriores. Así ocurre con una casa de muñecas que nos permite volver a recorrer las estancias  y disfrutar de la arquitectura de la casa de Amityville primigenia, algo que es de agradecer por el espectador, quien había quedado prácticamente desligado de la mansión primigenia a raíz de unas continuaciones que dejaban de lado a esta para centrarse en objetos poseídos por algún tipo de mal sin definir.





La película no adolece demasiado para tratarse de una ópera prima y de hecho es muy disfrutable, siempre y cuándo se tenga en cuenta el tipo de título al que nos estamos enfrentando, siendo su mayor pero un acto final caótico y con un exceso pirotécnico perfectamente refrendado en la explosión final. Apunta además interesantes ideas como el de esa intercomunicación entre la casa de muñecas y la vivienda de los protagonistas, que hace que lo que sucede en la maqueta se traslade al edificio real. En esta ocasión además, todos los miembros de la familia, de una u otra manera, sufren en su estado físico o psicológico la injerencia de la presencia que ha desestabilizado su hogar, siendo lo más llamativo a este respecto como en el caso de Claire esta comienza a sentirse tremendamente atraída sexualmente por su hijastro, algo que nos devuelve esa idea del incesto que ya se había presentado y desarrollado en la segunda entrega de la serie, y que por su propia naturaleza, potencia los aspectos más viles y enfermizos de esta especia de posesión múltiple. Llamativa también la aparición en escena del padre fallecido de Jimmy, y antiguo esposo de la propia Claire, debiendo destacarse la labor de un maquillaje que va degradando con cada nueva aparición el aspecto de este zombie del otro lado, y que nos recuerda indefectiblemente al personaje zombificado de Un hombre lobo americano en Londres o más coetáneo con el presente título al de Cementerio de animales, aunque en este caso y contrariamente a lo que sucedía con los ejemplos citados, este ser tiene una presencia negativa y maligna.



En resumen, una nueva aportación a una saga que hacía tiempo que no ofrecía ninguna novedad, pero que al menos logra ofrecer un entretenimiento de hora y media, independientemente de algunos momentos de absurdos en la trama, que ya es bastante teniendo en cuenta la media de calidad dentro de la franquicia. Y con la recuperación de la icónica mansión del 112 de Ocean´s Avenue, aunque solo sea en formato de casa de muñecas.

martes, 12 de febrero de 2019

AMITYVILLE, UNA NUEVA GENERACIÓN (AMITYVILLE, A NEW GENERATION, 1993)




Keyes es un fotógrafo que vive en un apartamento ubicado en un edificio donde convive con otros artistas como él. Una mañana fotografía  a un extraño vagabundo a quien se acerca para conversar, y quien en muestra de agradecimiento le regala un extraño espejo cuyo marco representa una serie de personajes siniestros.



El dúo de guionistas que presentara un año atrás el libreto de la anterior entrega de Amityville es también responsable de escribir la historia de esta secuela que trata de desmarcarse de los títulos anteriores con el apostillamiento, bastante habitual en aquel entonces por cierto, y usado en secuelas de Gremlins o La matanza de Texas, de “una nueva generación”. John Murlowski, irregular director de infaustos títulos a mayor gloria del luchador de la WWF Hulk Hogan, es quien se pone en esta ocasión tras las cámaras, mostrando un trabajo que contiene todas y cada una de las señas de identidad que este tipo de cinta poseía en los noventa, escena de sexo incluida. 





Lo más curioso de esta secuela lanzada directa a video, como sucediera con todas las entregas de la franquicia filmadas en los noventa, es que reúne entre su elenco de intérpretes principales un puñado de nombres interesantes. Así, podemos distinguir a Julia Nickson, reconocible por participar en Rambo 2, David Naughton protagonista de la sobresaliente Un hombre lobo americano en Londres, Terry O´Quinn, visto en las dos primeras entregas de El padrastro o en Miedo azul, y conocido más recientemente por su participación en la famosa serie televisiva Perdidos, Richard Roundtree, figura esencial del blaxplotation tras encarnar al icónico Shaft en la serie de películas estrenadas en la década de los setenta o Lin Shaye, figura icónica dentro del género y vista en infinidad de títulos como Pesadilla en Elm street, Critters 2, 2001 maniacos Chillerama o Insidius.



Pero más allá de poder disfrutar de rostros conocidos para el seguidor del género durante el visionado, la película no tiene nada más que aportar, y eso que sobre el papel presenta varios elementos que podían haber dado como resultado un título interesante. La historia trata de jugar con la historia real de Amityville replicando de alguna manera los asesinatos de los DeFeo, y que ya se habían presentando en la segunda entrega bajo otro apellido familiar. Plantea desde esa idea argumental central una nueva vuelta a los infiernos del protagonista principal, quien poco a poco va dándose cuenta de quién es y cuál es su terrible destino. Paralelamente vuelve por enésima vez a utilizar un objeto de la casa de Amityville como foco de maldad, que en esta ocasión volcará sus poderes infernales sobre los habitantes de un bloque de apartamentos, algo que ya supone una diferenciación frente a los títulos pretéritos, ya que todos tenían lugar en enormes casonas unifamiliares. Cambiar la ubicación de la historia permite a su director el jugar con un tipo de fotografía más oscura y de corte videoclipera, con unas tonalidades que son totalmente noventeras, pero que precisamente por eso han quedado hoy en día desfasadas visualmente.


El mayor problema de esta séptima entrega es que se toma a sí misma demasiado en serio, careciendo de los mimbres para hacerlo, lo que de hecho le confiere cierto aire petulante que la acerca a los propios protagonistas de la película, un grupo de artistas con cierto tufillo de auto complacencia entre sus filas. Esto provoca que la película se centre en el como más que en el qué, desaprovechando de esta manera una idea central que, como apuntábamos con anterioridad, al menos resultaba interesante sobre el papel, encontrándonos una trama central sin pegada, estirada en exceso y con un desenlace totalmente fuera de tono y hasta ridículo.



Posiblemente la muestra que mejor deja de manifiesto que Amityville se había convertido en una saga sin fuelle ni ideas, y lejana de un espíritu unificador que le confiriera cierto halo de continuidad entre entregas. Aunque los noventa aún tenían pendiente una última bala en la recámara a estrenar dentro de esta segunda fase, iniciada en 1989 por una entrega  protagonizada por una lámpara impregnada de maldad, leit motive que sería imitado, explotado hasta la saciedad y por lo tanto agotada.

lunes, 11 de febrero de 2019

AMITYVILLE 1992 (AMITYVILLE 1992, IT´S ABOUT TIME, 1992) 95´



Jacob es un arquitecto que regresa a su hogar después de un viaje de trabajo, donde le esperan sus hijos y su novia. Junto a él trae una adquisición de una de las casas en las que has estado trabajando, un antiguo reloj que coloca sobre la chimenea para, desde ese mismo momento, iniciarse en relación a esta familia, todo un decálogo de situaciones siniestras e imposibles.





Nuevamente un relato de John G. Jones sirve como base argumental de un título que nuevamente se desvincula abiertamente de la morada de Amityville para introducirnos en lo que podría ser uno de los muchos episodios de series como En los límites de la realidad o La dimensión desconocida, y que utiliza un antiguo reloj como nexo vehiculador de toda la femonemonología paranormal que vendrá detrás de su entrada en esta nueva familia. Dirige Tony Randel, conocido por el aficionado al terror por dirigir la segunda entrega de Hellraiser, Hellbound y por el aficionado a las rarezas por ser igualmente responsable de esa desconocida que es El puño de la estrella del norte, adaptación que dirigiera en 1995 del manga del mismo título. En este sentido si que se apercibe algo del tono onírico y pesadillesco que Randel confirió a la secuela de la película de Clive Barker en esta entrega de Amityville, aunque obviamente lastrado por las limitaciones presupuestarias y propias de un título filmado para su estreno directo en alquiler.




Stephen Macht, visto en títulos como Una pandilla alucinante o La fosa común, interpreta al padre de familia cuya nefasta decisión de traerse de la casa de Amytiville el reloj protagonista es el punto de inicio de toda la trama de la película y que el propio Jacob, su personaje, sufrirá en carne propia. La ex Miss Universo Shawn Wheaterly, bastante poco creíble pareja de este arquitecto, acabará convirtiéndose en eje central de la historia, mientras que los jóvenes Megan Ward (El hombre de California) y Damon Martin (Ghoulies 2) dan vida a los prototípicos hijos del protagonista, aunque en el caso de ella esa evolución de inocua niña de papa a seductiva y letal joven es un punto a favor, en un cast sin relumbrón pero todo lo convincente que se espera en un título de este tipo. Impagable la inexplicable pero siempre agradecida aparición del recientemente fallecido Dick Miller, todo un icono de la serie B y con una filmografía de relumbrón a sus espaldas de curtido secundario.



La película, algo que queda ya perfectamente evidenciado y enmarcado en su propio título, se enclava abiertamente en el estilo visual noventero propio del terror de videoclub, con unas secuencias por lo general bastante suavizadas en cuánto a uso de la sangre se refiere, a pesar de un par de momentos más impactantes, siendo la muerte del novio de Lisa, hija del protagonista y a quien como hemos dicho el influjo maligno del reloj de marras convertirá en una lolita con sed de sangre, la más hardcore en cuanto al uso de efectos de tintes goremaniacos, los cuales nos recuerdan indefectiblemente a ese pequeño clásico de 1989 dirigido por Brian Yuzna, Society. El momento del ataque del perro sobre Jacob está igualmente bien resuelto, con lo que si bien la película no abusa de efectismos, estos al menos están bien resueltos cuándo llega el momento de ser utilizados. 





Como elemento positivo podemos decir al menos de la película que adquiere un entretenido ritmo que la sitúa como inocuo entretenimiento, propio de la época en que fue estrenada, tal como indicábamos con anterioridad, y superando por este motivo las, por momentos, aburridas cuarta y quinta entrega. Tony Randel, si bien no es un director prodigo en títulos, sí que demuestra oficio y solvencia para ofrecer un título dinámico y en cierta forma original a la hora de jugar con el concepto del tiempo, especialmente en un tour de forcé final totalmente disparatado y alocado, que acaba ofreciendo un simpático final. 



El principal problema de este Amityville 1992 es el mismo que ya apuntaban las dos películas anteriores, y es que su historia, ambientación y situaciones poco, por no decir nada, tienen que ver con el universo fílmico creado en 1979 con la película de Stuart Rosenberg, siendo la conexión con la historia de la mansión de Amityville creada de una manera que resulta totalmente artificial y fuera de lugar. Pero lo peor estaba todavía por llegar.

jueves, 7 de febrero de 2019

AMITYVILLE 5, LA MALDICIÓN (THE AMITYVILLE CURSE, 1990) 86´



Un grupo de amigos adquieren en común una propiedad en la localidad de Amytiville a un muy buen precio con la finalidad de reacondicionarla y obtener pingues beneficios una vez remodelada. Lo que ignoran es que la casa oculta entre sus paredes un oscuro secreto y una muerte en misteriosas circunstancias.



Si la cuarta entrega de la saga se rodó para su estreno directo en televisión, en esta ocasión nos encontramos con un producto lanzado directo a video, con lo que queda de manifiesto que la franquicia había dejado atrás unas primeras entregas más cuidadas a todos los niveles y consecuentemente estrenadas en pantalla grande. Dirigida por el desconocido Tom Berry, nuevamente el guion se inspira en un relato escrito de Hans Holzer, autor de la novela en la que también se basarían para filmar la segunda entrega de la serie. 



La película, como no podía ser de otra manera en un título de su estilo, está protagonizada por un grupo de actores semi desconocidos entre los que destaca Kim Coates, visto en infinidad de series televisivas y en títulos como Silent Hill o Resident Evil ultratumba, ambos basados en los videojuegos del mismo nombre. Como curiosidad citar a Cassandra Gava, quien en el clásico de 1982 Conan el bárbaro diera vida a la bruja con la que el Cimmerio se encuentra una vez alcanza la libertad para acabar arrodajándola a una hoguera mientras practican sexo. El grupo de intérpretes principales encarna a un variopinto grupo de amigos, con sus miserias, las más, y virtudes, las menos, que al menos de inicio, logran captar nuestra atención ante lo que les acontece una vez se trasladan a la casa que acaban de comprar en su intento por hacer negocio de una oportunidad económico. Pero como bien apunta uno de los personajes, lo barato al final sale caro.



Si en la cuarta entrega el recurso utilizado era sacar uno de los objetos de la casa de Amytiville para que sirviera de nexo de unión con la maldición del lugar, en esta ocasión la historia se desarrolla en una propiedad que nada tiene que ver con la icónica mansión de las ventanas con forma de ojos, más allá de estar igualmente ubicada en la localidad de Amytiville, sacándose sus responsables de la manga una historia totalmente independiente y ajena a los acontecimientos acaecidos tanto a los DeFeo como a los Lutz, aunque se deje caer de soslayo el múltiple asesinato ocurrido en 1974 en esa misma localidad.



A pesar de evidenciarse un estilo visual mucho más pobre que en títulos pretéritos, en especial que en las tres primeras películas, esta entrega se beneficia de una fotografía y unos movimientos de cámara más elaborados que los vistos en la hasta entonces última aportación a la saga, donde pesaba demasiado su formato televisivo. De esta manera podemos al menos disfrutar de varios momentos en los que se logra generar unas secuencias que, dentro de las limitaciones impuestas por el medio y el presupuesto manejado, son de alabar. Hay un interés por parte de su director de crear cierta tensión, con lo que el desarrollo dramático de los acontecimientos va de menos a más. Lástima que ese tino en lo que respecta al look visual de la película no vaya acompañado de una historia con un armazón más elaborado, ya que tras arrancar con un misterio por desvelar que de inicio despierta la atención del espectador, no se tarda en dar vueltas al mismo escenario y situaciones, lo que acaba por pasar factura a la película. Otro de sus peros es el hecho que la historia plantee numerosos elementos de tinte sobrenatural pero sin incidir en ninguno de ellos, encontrándonos de esta manera con la propia presencial fantasmal que habita en la casa, las capacidades extrasensoriales de uno de los personajes centrales y un emulo de posesión para finalmente acabar convertida en un slasher al uso con pretendido asesino misterioso incluido. 


Un maremagno de ideas y géneros que acaban por hacer de esta quinta entrega un compendio con aire de batiburrillo que además apenas tienen sentido dentro de una saga que se centraliza en una casa y las terribles vivencias que sufren quienes en ella viven, lo que sugiere que se trataba de inicio de una historia totalmente independiente de la franquicia a la que se anexaron de manera artificial un par de elementos que permitieran venderla al público como una continuación más. Así, en su afán por abrir nuevos espacios a la franquicia nos encontramos que en esta Amytiville 5 falta, al igual que sucediera en la entrega anterior, el elemento central, la mansión donde Ronald DeFeo cometiera uno de los actos más abyectos inimaginables, acabar con tu propia familia.

miércoles, 6 de febrero de 2019

AMITYVILLE 4, LA FUGA DEL DIABLO (AMITYVILLE 4, THE DEVIL ESCAPES, 1989) 86´



Un grupo de sacerdotes irrumpe en una casa ubicada en Amityville y que según todos los indicios se encuentra poseída por espíritus malignos. En el lugar se libra una batalla entre oraciones y fenómenos extraños y violentos que acaba con la casa limpia de toda fenomenología maligna, o eso es lo que creen los propios participantes del exorcismo. Poco después varios objetos de la casa son subastados, entre ellos una excéntrica lámpara que porta en su interior parte de la maldad de la casa de Amityville.





Tras dos secuelas inmediatas y dado el fracaso que supuso la tercera entrega de la saga, se produjo un impas de siete años hasta ver estrenada la cuarta entrega de la serie, una película para televisión que adolece de todas y cada uno de las limitaciones de un medio como el televisivo en cuanto a presupuesto, reparto, recursos cinematográficos y uso del gore en cuanto a escenas terroríficas se refiere. El guion se basa en una novela de John G. Jones, autor de varios relatos basados en la leyenda de Amytiville, y está escrito por Sandor Stern, autor igualmente del libreto de la película de 1979 y que acabó en esta ocasión como director de la película, ofreciendo un estilo tosco y netamente, tal y como apuntábamos, televisivo en su acepción más negativa de la palabra.





La película sabe nutrirse de varios actores a destacar, caso de Patty Duke, vista en El milagro de Ana Sullivan o El Valle de las muñecas y conocida además por ser la madre de Sean Astin, famoso por sus papeles en Los Goonies o más recientemente en la trilogía sobre El señor de los anillos, además de la veterana Jane Wyatt en uno de sus últimos papeles. Merece asimismo la pena rescatar a los dos actores que dan vida a los hijos mayores de la protagonista, ya que están interpretados por Aron Eisenberg, quien ese mismo año aparecería en otra gran saga sobre casas encantadas de los ochenta, la falsa secuela de House en su tercera entrega, y por Zoe Trilling, actriz acostumbrada a papeles en títulos del género como Dr Giggles, Terror sin fin, La noche de los demonios 2 o Leprechaun 3, e igualmente es habitual su presencia en cintas de cierto corte softcore donde la voluptuosa actriz no duda en mostrar sus encantos.



La película es francamente la primera entrega de la serie que podemos catalogar como abiertamente aburrida, siendo posiblemente su mejor escena ese arranque con el grupo de sacerdotes irrumpiendo en la icónica mansión de Amityville para enfrentarse aterrados con el mal. La idea presentada en esta película, y que sería utilizada con posterioridad en más ocasiones, de alejar la trama principal de esta casa, utilizando el recurso de trasladar la presencia maligna a uno de los objetos de la vivienda de Amytiville, elimina la posibilidad de volver a disfrutar de la inquietante arquitectura de la villa ubicada en el 112 de Ocean´s avenue, y eso a pesar de los intentos a la hora de dotar a la fachada de la nueva vivienda de cierto empaque visual, con vistas a un acantilado incluidas, de manera que sirva de imponente escenario ante los fenómenos extraños que van a presentarse.



Con una dirección absolutamente pobre, unas interpretaciones en la mayoría de los momentos excesivas y una vez más con la vista puesta en el mega éxito que había sido Poltergeist, ejemplificado especialmente en el personaje de la hija menor de la protagonista y que nos devuelve ciertos ecos de la Carol Anne de la película de Tobe Hooper, y unas secuencias de terror inconexas, mal justificadas y peor ejecutadas, esta cuarta entrega iniciaba una cuesta abajo de la franquicia que, si bien posee entretenidos episodios, no ofrecería una película a destacar hasta el remake de 2005, perdiendo por el camino, la impresionante presencia de una casa marcada a fuego en el recuerdo de todo aficionado al terror y lo paranormal que se precie.