jueves, 31 de marzo de 2022

SCREAM (SCREAM, 2022) 112´


Un cuarto de siglo más tarde de producida la primera matanza en Woodsboro a manos de Ghostface, un imitador que parece ser conoce bien la historia original, parece dispuesto a continuar la trama. Para ello, y como no podía ser de otra manera, iniciará una nueva cadena de brutales asesinatos.

En 1996 el tándem formado por Wes Craven y Kevin Williamson, uno como director y otro como guionista, obtendrían un inusitado éxito comercial gracias a Scream, un slasher en principio al uso que sin embargo se desmarcaba del propio género en el que se enclavaba en base a utilizar abiertamente los elementos principales de este tipo de películas para ejecutar un ameno juego con el aficionado, quien de esta manera se veía reflejado y homenajeado en la inteligente historia que descubriría al público a un Kevin Williamson que gozaría de enorme popularidad dentro del cine de terror juvenil durante la segunda mitad de los noventa, tras escribir, además de Scream y las secuelas que vendrían después, a excepción de la tercera entrega, títulos como Se lo que hicisteis el último verano o The faculty.

Así, tras tres secuelas posteriores, todas ellas dirigidas por el mismo Craven, a quien no hace falta recordar como uno de los padres del terror moderno gracias a títulos como La última casa a la izquierda, Las colinas tienen ojos o Pesadilla en Elm Street, y quien fallecería en 2015 dejando huérfana a toda una generación de aficionados al terror, se estrenaría esta quinta entrega, la cual toma los elementos utilizados en la primera película de la saga para adaptarlos, como no podía ser de otra manera, a la actualidad cinematográfica dentro del género, pero también adaptándose a una nueva realidad social, en lo que acaba resultando un inteligente juego de metacine trufado de homenajes y guiños a los fans de la saga en particular, pero también a los aficionados del cine de terror en general.

La pareja de directores Matt Bettinelli Olpin y Tyler Gillet, a quienes descubriríamos en ese ameno recopilatorio de historias de terror que es V/H/S, serían los encargados de recoger el testigo de Craven más de una década después de estrenada la última entrega de la franquicia, siendo su estupendo trabajo en Noche de bodas el aval que les llevaría hasta una saga tan bien tenida en cuenta por los aficionados, y que ha mantenido, en líneas generales, un buen nivel en todas y cada una de sus entregas. Y esta quinta película no es una excepción, situándose entre lo mejor de Scream, ejerciendo como inteligente recuela, esto es, un hibrido entre secuela y remake, y que por momentos aboga más por el tono socarrón, en lo que acaba resultando una inteligente mezcla de suspense con toques de gore, siendo la más explícita de las películas sobre el asesino de la máscara de fantasma, y siempre de fondo, ejerciendo como un sincero homenaje al género.

Quien más disfrutará de la propuesta es obviamente el aficionado al cine de terror, ya que es quien se verá regado de guiños, referencias y huevos de pascua a lo largo de una trama que se mira sobre todo en la primera película de la saga, aquella que pondría de moda a finales de los noventa el slasher juvenil, ejerciendo de alguna manera como revulsivo del género en aquellos años pero también condenándolo a un tipo de películas que, en líneas generales, abogaban por cierta tendencia a suavizar el terror en el cine enfocándolo a un tipo de público muy concreto. Así, la historia escrita por James Vanderbilt, ligado al género gracias a títulos como En la oscuridad, Slender man o Suspiria, y Guy Busick, quien se relaciona con el resto de creadores de la película por su participación en la anteriormente citada Noche de bodas, se equilibra entre la recuperación de personajes de la cinta de 1996 y una nueva legión de adolescentes que sirvan de relanzamiento de la fórmula frente a unos ya cincuentones Neve Campbell, David Arquette y Courtney Cox. De esta forma la película abre su cuota de espectadores potenciales además de a quienes disfrutaron en su día del primer Scream así como de sus secuelas, a una hornada de fans del cine de terror a quienes acercar esta franquicia.

Una vez más la película juega, llegando a abusar pero sin saturar, con esa premisa de quien es el asesino, llevando, como hicieran Craven y Williamson veinticinco años atrás, a establecer una complicidad con el espectador, unos planteando un misterio y los otros tratando de desentrañarlo desenmascarando al asesino o asesinos de turno. Pero como señalábamos con anterioridad, este manejo del suspense no solo se da en el tema de la identidad del portador de la máscara de Ghostface, sino que es igualmente utilizado en la utilización de recursos cinematográficos que recrean los ya utilizados por Craven en su día, como son el uso de planos cerrados o que  oculten parte de la escena para de esta forma mantener puntos amenazantes desde donde lanzarnos al asesino, así como el recurso de introducir jump scares o jugar con la banda sonora. Todo ello se conjuga con una explicitud en los asesinatos a destacar si hablamos de un título dentro de la franquicia Scream, ya que como ejercicio de gore puro está lejos de ejemplos mucho más brutales. Por último, y muy especialmente en su acto final, la película desbarra hacía la sorna, casi la parodia, en un intento por meter una marcha más que por momentos hace que creamos estamos en un híbrido entre el primer Scream y el primer Scary movie. Pero no es algo que nos saque de la película, y de hecho se integra bien dentro del alma de la propia película como ese gran homenaje que acaba siendo.

Uno de los puntos que, este sí, llama la atención negativamente, pero que hay que dejar pasar de largo por el bien de la película, es como en ocasiones, en su empeño por forzar las situaciones, es demasiado inverosímil, presentando en primer lugar a un asesino con una mente que va muy por delante de los propios protagonistas, incluso de unos Sidney, Dewey y Gale que saben muy bien de qué va esto, llevan cinco películas sufriéndolo, para finalmente convertirse, y ahí sigue una vez más los parámetros de la primera Scream, en una especie de villano de Scooby Doo. Asimismo, es difícil de explicar razonadamente las secuencias que tienen lugar en un hospital sin pacientes ni trabajadores, idea que debemos asumir para mantenerse el suspense del par de escenas que tienen lugar en aquel enclave, haciendo un poco lo mismo que ya viéramos en su día en la primera secuela de Halloween, Sanguinario.

En lo que respecta al grupo de actores principales es evidente que existe una contraposición entre el tridente de personajes vistos en toda la saga, y a quienes siguen dando vida Neve Campbell, David Arquette y Courtney Cox, y una nueva hornada de intérpretes que, en su mayoría ni siquiera habían nacido cuándo se estrenó la primera película de la franquicia, y que sin embargo ejercen un correcto contrapunto con sus veteranos compañeros de reparto, así como sirven de estupendo enlace para una nueva generación de fans a quienes captar. Destacar, como no podía ser de otra manera, la introducción de cameos y apariciones de personajes de las entregas anteriores de Scream, lo que nos permite disfrutar de la presencia de intérpretes como Skeet Ulrich, villano en la primera entrega o Heather Matarazzo, vista en Scream 3, a quienes acompañan otros nombres a reseñar como los de Marley Shelton, vista además de en Scream 4 en Planet terror o Kyle Gallner, una de la víctimas de otro remake de Craven, en esta ocasión de Pesadilla en Elm Street, el origen. Asimismo, y en lo que se refiere al grupo de protagonistas, es llamativo, siendo uno de los puntos a favor de la película, como han buscado en muchos casos personajes que ejerzan de evidentes sustitutos de los protagonistas más icónicos de la cinta de 1996, como sucede con el personaje de Sam Carpenter como nueva Sidney Prescott o Mindy sirviendo de referente para el personaje de Randy, por citar un par de ejemplos al respecto.

Así, este relanzamiento de una de las sagas más gratificantes del género de las últimas décadas por lo que supone de especial para un aficionado al que se tiene muy en cuenta, está no solo a la altura, sino que por momentos se encuentra entre lo mejor de una colección de películas que sirven más como homenaje al género en el que se enclava la cinta que como ejercicio de puro cine de terror. Esta idea queda muy patente en momentos como cuándo los personajes hablan del denominado nuevo terror elevado frente a títulos mucho más evasivos y gamberros, sabiendo de esta forma una franquicia nacida hace ya un cuarto de siglo, adaptarse y evolucionar conforme lo hace el propio género. Ghostface ha vuelto, vigila quien llama.