domingo, 7 de febrero de 2021

LA NOCHE DE LOS DEMONIOS 3 (NIGHT OF THE DEMONS 3, 1997) 81´

Varios jóvenes que se encuentran de fiesta tendrán un grave altercado con la policía, lo que les obligará a buscar refugio en una solitaria casona plagada de leyendas urbanas, Hull house.

Tercera entrega de una saga que tras una secuela de altura (siempre en baremos de serie B y un tipo de cine como el que nos ocupa) terminaba la trilogía con la peor de las películas de la franquicia, en la que pesa el agotamiento de la fórmula, una historia que no saca partido a la exigua mitología creada sobre Hull house y sus demoniacos moradores y un presupuesto tremendamente ajustado, incluso para este tipo de películas, algo que queda evidenciado en unos títulos de crédito que, al igual que sucedía en la película de 1988, se presentan envueltos en una animación que estaba mucho más cuidada y trabajada en la primera de las películas que en esta segunda secuela, y eso a pesar de haber transcurrido casi una década con el consiguiente abaratamiento en el uso de este tipo de técnicas por aquello de las nuevas tecnologías.

La película está dirigida de manera anodina por un Jim Kaufman que apenas muestra un par de interesantes retazos en el uso de la steadicam para simular el movimiento de una Ángela flotando entre las estancias de la casa o en el montaje dinámico que representa paralelamente el, a estas alturas, esperado baile de la reina de los demonios, conjuntamente a una escena de sexo entre dos de los protagonistas. Por lo demás poco se ve del trabajo aprendido de este director como asistente de dirección en películas como Scanners o, fuera del género del terror, en Hijos de un Dios menor. Y es que a pesar de aparecer acreditado en películas tan interesantes como las citadas, Kaufman ha centrado prácticamente toda su carrera dentro del ámbito televisivo en series poco conocidas. Kevin Tenney, director de la primera película de La noche de los demonios se encarga de un guion que deja de lado el sentido común para tratar de engarzar de la manera que fuera un conjunto de secuencias que tratan de impactar a la hora de presentar las diferentes apariciones de los demonios, al fin y al cabo la finalidad principal de la saga, y especialmente de esta tercera entrega, donde se vuelve por enésima vez a abusar de los desnudos femeninos, a presentar a un grupo de protagonistas sin carisma alguno y con una Angela, nuevamente interpretada por una Amelia Kinkade que se despediría de la actuación con esta película, como motor principal de la saga.

El principal error de esta tercera entrega es que es la que más en serio se toma a sí misma, a pesar de seguir subyaciendo cierto tono de humor negro y mala baba focalizado en una Angela que vuelve a repetir situaciones, líneas de guion y previsibles sustos, dejando patente que el personaje estaba lejos de poder convertirse en un referente de nivel dentro del género dado lo agotado del mismo en tan solo tres películas. Pero además la historia deja de lado toda la importancia de la antigua funeraria de Hull house, algo que ya se apuntaba en la anterior película pero que en esta ocasión es más hiriente, contando además con el agravante de contar con el director del título primigenio como autor de la historia. Y no es solo que los personajes entren y salgan a su antojo de lo que había llegado a ser un escenario claustrofóbico, sino que este mismo espacio sufre una remodelación que hace pierda toda su impronta como casa del terror. Tenney intenta sufragar este agravio ubicando un par de guiños a los fans de la primera película, siendo el más reseñable el de volver a poder ver la terrorífica máscara mostrada por el personaje del hermano de la protagonista de la película de 1988.

En lo que se refiere a efectos de maquillaje y efectos especiales estos acaban manifestando de manera patente el hecho de que esta entrega cuente con un presupuesto inferior a los seis millones de euros, y es que nos encontramos con las peores caracterizaciones de los demonios de toda la saga, siendo especialmente doloroso la modificación en el maquillaje de la propia Angela, pudiendo hacer el símil que si bien ubicaba en Demons el referente de las criaturas para los diseños de maquillaje demoniacos de las dos primeras entregas, en esta ocasión no podemos dejar pasar de lado el recuerdo de los demonios vistos en la tontorrona comedia española a mayor gloria del dúo cómico Martes y Trece Aquí huele a muerto…pues yo no he sido. Eso en cuánto a los maquillajes, ya que lo que respecta a los efectos especiales estos apuestan abiertamente por las nuevas tecnologías, ofreciendo resultados bastante pobres, haciendo aún mejores el uso de técnicas físicas y mecánicas de las películas pretéritas. Destacar como simpático el hecho de introducir en las posesiones ideas como las de la chica con el brazo convertido en serpiente o la joven transmutada en gata, tratando de añadir originalidad a un proceso repetitivo en la forma en que tiene lugar las conversiones de los diferentes protagonistas.

En resumidas cuentas, una tercera entrega que adolece no solo del agotamiento de la fórmula, sino del hecho de no contar con ciertos elementos que si tenían las dos primeras películas, y que si bien en ninguno de los casos llegaban a mostrar títulos tremendamente relevantes dentro del género, si que conformaban unas amenas y carismáticas sesiones de cine golfo para disfrutar de manera desinhibida. No es este el caso de una continuación que, al menos no se hace excesivamente pesada gracias a su ajustado metraje, y que puede visualizarse por completistas de la saga sin generar un esfuerzo considerable, incluso mostrando ciertos momentos de entretenimiento vacío. Uno de esos títulos de digestión ultra rápida y que es olvidado apenas sentenciados los títulos de crédito finales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario