lunes, 22 de febrero de 2021

LA NOCHE DE LOS DEMONIOS (NIGHT OF THE DEMONS, 2009) 93´

 


Ángela ha organizado una fiesta de Halloween en una casona abandonada y sobre la que pesa una historia de muerte y terror. Durante la noche la policía irrumpe en el lugar y desaloja a los participantes, quedando dentro del recinto la propia Ángela y un reducido grupo de invitados, que cumplen con uno de los requisitos de los demonios que moran en el lugar, ser siete individuos.

Dos décadas después de estrenada La noche de los demonios se filmaría este remake que adapta a estos nuevos dos mil la estética conceptual y visual de lo que ya habíamos visionado y disfrutado con ecos de los ochenta y de los noventa. La película mantiene el tono de broma de Halloween que de alguna manera ha sido el alma mater de toda la saga, y juega a los homenajes para fans de la franquicia, ofreciendo asimismo un título que pueden descubrir los neófitos de la historia de Ángela y la casa de Hull house sin que les afecte ningún problema de continuidad o conocimiento de las películas anteriores.

El actor y director Adam Gierasch, quien además ha sido guionista habitual en la última etapa del realizador Tobe Hooper, es el encargado de ponerse detrás de las cámaras en esta ocasión. Gierasch, visto en películas del género como La masacre de Toolbox, Mortuary o La reliquia del mal, es asimismo el realizador de películas de terror como Autopsy o Cuentos de Halloween, título episódico donde se encarga del segmento titulado Trick. El director aporta a la película una estética muy de los dos mil, con profusión de iluminación artificial indirecta, una cámara en constante movimiento y un uso de los nuevos avances en materia de efectos especiales y maquillaje que le ayudan a mantener el tono gamberro y gore de las películas anteriores.

La cinta se inicia con un flashback filmado en tonos sepia y con pretendidos errores en el celuloide, que le dan un atractivo empaste visual, y que narra parte de los luctuosos hechos que harían de la mansión protagonista el lugar maldito en el que se convertiría. El hecho de este remake de intentar dar algo más de contenido a la historia, potenciando ciertas justificaciones al hecho de que han de ser un número determinado las víctimas de los demonios, el tener que aguantar los protagonistas sin ser poseídos hasta el amanecer para evitar la maldición, los engaños de los demonios para tratar de dar caza a los infortunados que han quedado atrapados en la mansión…son elementos que se agradecen y que tratan de dar un empaque y un armazón a una historia que sigue siendo plana y concisa. La película de hecho durante su primera media hora, un segmento con ciertas ínfulas de videoclip, se dedica a narrar la masiva fiesta (contrariamente a lo que pasaba en la versión de 1988) tratando de esta manera de hacer una presentación de personajes que francamente sobra, dado lo mal trazados en el guion que están estos, una vez más meros estereotipos cuya función principal es poder servir de carne de cañón a los ataques de los demonios que habitan la casa. A pesar de todo, el ritmo de la cinta y su ajustado metraje de hora y media (duración estándar en este tipo de películas) hacen de su visionado un ameno paseo por las constantes de este tipo de cine.

En cuanto a los protagonistas de la película, decir que hay nombres interesantes dentro del habitual grupo de atractivos jóvenes con mayores cualidades físicas que dramáticas. Shannon Elizabeth, dada a conocer por su escena de desnudo en American Pie, y quien ya había protagonizada la simpática película de terror 13 fantasmas (a la sazón otro remake de la cinta dirigida en 1960 por William Castle), es la encargada de dar vida a un personaje tan mítico para la saga como Ángela, y debemos reconocer que no logra alcanzar el carisma de Amelia Kinkade en los títulos anteriores, aunque sí homenajea a esta mediante la ya obligada secuencia del baile de una ya endemoniada Ángela. La actriz y modelo Diora Baird será una de las víctimas de los demonios, protagonizando asimismo otra de esas escenas de referencia de la saga, la que tiene como protagonista a un pintalabios, y que lleva a un terreno aún más provocador lo ya visto en la película de 1988. A esta actriz ya le había tocado sufrir tres años atrás en La matanza de Texas, el origen, secuela del éxito que el remake de la película de Tobe Hooper obtuvo. Y es que al final todo queda en casa. Pero la auténtica scream queen de la película es Monica Keena, otra que ya había coqueteado con el terror en la simpática pero algo decepcionante Freddy contra Jason, pudiendo decir en su defensa que es la que mejor lleva a cabo su cometido interpretativo. De entre un elenco masculino totalmente olvidable hay que rescatar de manera obligada a un perdido Edward Furlong, durante un tiempo un joven actor al que seguir la pista y con visos de convertirse en intérprete de referencia gracias a valientes elecciones profesionales como Corazón roto, American history X o Pecker,  y que acabaría convertido en el enésimo juguete roto de Hollywood. Entre sus coquetos anteriores con el terror citar Cementerio viviente 2 o Juego mortal. No olvidar por último el cameo Linnea Quigley, una de las protagonistas destacadas de la película remakeada, quien ofrece un guiño a su primera aparición en el título estrenado veinte años atrás.

Los efectos de maquillaje y visuales, a pesar de ser destacables y cumplir con creces su cometido, no hacen olvidemos el estupendo trabajo visto en la película de 1988, resultando mucho más acertado el concepto y diseño visual de los endemoniados de la película primigenia, que hibridaba más entre la parte humana y endemoniada de los afectados, que esta revisión, que apuesta más abiertamente por mostrar unas caracterizaciones mucho más centradas en el elemento demoniaco y maligno. Mucho efecto visual de corte infográfico, mucho más barato y sencillo de manejar que el más tedioso uso de efectos mecánicos y protésicos y que sin embargo, independientemente de la calidad visual de los mismos, suele restar potencia a las escenas en las que es requerido, especialmente en un género que ha sido punta de lanza en el uso de efectos especiales a la hora de mostrar en pantalla toda la retahíla de ideas plasmadas en el guion.

De esta forma este entretenido remake puede decirse que acaba cumpliendo las tres eses que habían caracterizado a esta simpática y desprejuiciada saga dentro del terror de serie B, sangre, de esta nunca se anda falto, sexo, con profusión de desnudos femeninos, en la mayoría de ocasiones sin ninguna justificación argumental, y el sinsentido como leit motive, una oda al exceso y a la broma donde lo de menos es engrasar las piezas del puzzle para tratar de dar coherencia a lo que estamos viendo, y lo que se busca es la acumulación de secuencias efectistas y con un halo de mala leche sobrevolando el resultado final. Así, la película hace un viaje en círculos, iniciando y acabando la historia con la misma situación, aunque con varias décadas de diferencia, siendo sin embargo el resultado para las protagonistas de este momento de acoso y derribo por parte de los demonios diametralmente opuestas.  Y aunque hay secuencia post créditos, es un chiste que tan poco aporta a lo visto en los noventa minutos anteriores que es perfectamente prescindible. Bienvenidos nuevamente a Hull house.

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