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martes, 26 de septiembre de 2023

RESIDENT EVIL: BIENVENIDOS A RACCOON CITY (RESIDENT EVIL: WELLCOME TO RACCOON CITY, 2021) 112´

 

Claire Rendfield regresa a Raccoon city en el momento mismo en que sobre la ciudad se cierne una cuenta atrás a cuyo final el lugar será arrasado. Y todo ello mientras la población de esta localidad, convertida durante años en epicentro de operaciones de la multinacional farmacéutica Umbrella, experimenta una serie de terribles mutaciones.

Tras la serie de películas protagonizadas por Milla Jojovich y capitaneadas por su marido Paul W.S. Anderson, quien en esta ocasión ejerce como productor ejecutivo de la cinta, y que si bien se inspiraban conceptualmente en la franquicia de videojuegos sobre zombies del mismo título se desligaban en parte de la esencia de los mismos para adentrarse en un cine más cercano a la acción más espectacular con cierto predominio por lo visual, y después asimismo de alguna película de animación sobre esta saga, siendo estas más fieles en personajes y ambientación a la misma, llega el turno para este reinicio de la franquicia cinematográfica cuyo objetivo final es el de ser mucho más leal con esa colección de videojuegos cuyo primer título viera la luz hace cerca de treinta años y que lleva tras de sí medio centenar de juegos para todo tipo de consolas y plataformas.

Y para tratar de adentrarse dentro de esa buscada fidelidad lo primero que hace la película es ubicarse en una Raccon city convertida en epicentro de la historia y punto de partida de un virus que hace se fusionen en la película ideas ya vistas en películas clásicas dentro del género de terror como la evidente La noche de los muertos vivientes y secuelas, pero también la menos conocida, y también obra de George A. Romero, The crazies, en tanto si bien las criaturas a evitar tienen ínfulas de esos zombies lanzados a la pantalla por vez primera en la película de 1968 dirigida por el director oriundo de Nueva York, su origen está más ligado a esas armas biológicas que, como en el caso del título estrenado en 1973 y remakeado en 2010, generan que la población de un pequeño pueblo, en este caso el Raccoon city que da título a la película, se vuelva más violenta e incontrolable. Y si hay otro tercer título a recuperar y que nos viene a la cabeza tras ver este reinicio de Resident evil ese es Asalto a la comisaría del distrito 13, dirigida por otro grande en esto del cine de terror, John Carpenter, y que a su vez copiaba los postulados presentados por Howard Hawks en Río bravo, esto es, ubicar a un grupo de protagonistas aislados en medio de un recinto cerrado y a merced de una turba de enemigos de los que defenderse. Forajidos en el caso de las cintas de Hawks y Carpenter, émulos de zombies en el título presente.

La película, como ya apuntábamos con anterioridad, trata de ser fiel en esencia, historia y personajes a la propia saga de videojuegos en la que se inspira, y este afán por resultar cercana para los fans de los mismos acaba regalándonos una de cal y otra de arena. Lo mejor se encuentra en la ambientación en la cual se mueve la película, ubicando la historia en una única y lluviosa noche que permite regalarnos una iluminación notable construida a base de elementos artificiales como son las farolas, linternas o los propios sistemas de visión de las armas portadas por los protagonistas. Otro de los elementos a destacar en este sentido es la presencia de varios escenarios que nos trasladan indefectiblemente a los propios videojuegos, y que son muy bien utilizados a la hora de dotar de suspense las escenas filmadas en estos lugares, a la sazón las más notables de la cinta, sirviendo además para presentar una notable escenografía, caso de la comisaria de Raccoon city o la mansión Spencer, donde podemos vivir prácticamente por momentos las mismas sensaciones que jugando a los videojuegos en ese formato de primera persona tan afín a estos. También es de agradecer la presencia de varios de los personajes de referencia dentro de la franquicia de los juegos, caso de Leon S. Kennedy, Jill Valentine, Albert Wesker, Lisa Trevor o los hermanos Claire y Chris Rendfield, así como varias de las criaturas más icónicas vistas a lo largo de los diferentes títulos creados para las consolas, incluyendo una escena post créditos con ínfulas de continuación de la historia. El problema en este caso es que tratar de presentar y desarrollar al menos mínimamente a tanto personaje en apenas hora cuarenta minutos es tarea harto complicada, y así queda de manifiesto cuándo a ninguno de los protagonistas ni secundarios de la historia se le saca partido más allá de su presencia como mero guiño al fan de la saga. Lo mismo sucede con una historia simplona y que se limita a servir como medio para ubicar escenarios y personajes reconocibles para el espectador, sirviendo al menos para servirnos un entretenimiento sin tiempos muertos.

La película está dirigida por todo un experto en el cine de terror de serie B, un Johannes Roberts que se manifiesta de esta manera como un realizador solvente para llevar a buen puerto la película, especialmente en lo que al terreno visual se refiere, ello a pesar de contar con un CGI en no pocos momentos demasiado acartonado y artificial. Roberts logra de esta manera unir y dar sentido, es también responsable del guion de la película, este totum revolotum de nombres y escenarios cuyo principal objetivo es devolver al fandom de Resident evil el espíritu de esta franquicia en formato cinematográfico, y ello a pesar de incorporar decisiones algo cuestionables, como la presencia de insertos cómicos entre susto y susto y propiciados en su mayoría por el personaje de un Leon S.Kennedy en la mejor tradición de ese cine de acción desenfadado donde a cada situación de máximo peligro le sigue una frase mordaz o irónica. En este caso, y dado el universo en el que se desarrolla la trama, esos apuntes de alivio cómico acaban por chirríar, al menos en parte.

En lo referente a los intérpretes escogidos para interpretar a los diferentes personajes a los que acompañaremos a lo largo de esta última noche de la ciudad de Raccoon city señalar que en la mayoría de los casos, y desde la simplicidad de estos ya apuntada con anterioridad, cumplen con el rol a defender. Kaya Scodelario, tras participar en la saga El corredor del laberinto y coquetear con el género en Extremadamente cruel, malvado y perverso y sobre todo en Infierno bajo el agua, presenta a uno de esos personajes femeninos tremendamente resolutivos y potentes, en esencia quien nos guía a través de la historia. Tras participar en esa sorpresa que fue La babysitter, Robbie Amell encarna al hermano del personaje de Scodelario, aunque sin los minutos en pantalla de los que dispone su hermana en la ficción, lo que le resta empaque. Otro personaje al que no se le extrae todo el potencial que de inicio presenta es el de Jill Valentine, encarnado por una Hannah John- Kamen vista en Star wars, el despertar de la fuerza o Ready player one. Y si de personajes desaprovechados hablamos no podemos olvidar al anteriormente mencionado Leon S. Kennedy, muy desdibujado en relación a su presencia en los videojuegos y al que encarna en modo piloto automático Avan Jogia, visto en la secuela de Zombieland. Destacar finalmente la presencia de los más veteranos Neal McDonough, con una amplia experiencia en títulos como Minority report, Banderas de nuestros padres, Capitán América, el primer vengador o 1922, aunque mucho más reconocible para los seguidores de las series de televisión, medio en el que ha ejercido buena parte de su carrera. Y sobre todo mencionar a uno de esos secundarios de lujo, un Donald Logue que como siempre que aparece en pantalla se roba el protagonismo, como hiciera en Blade, Zodiac, Max Payne o en la televisiva Gotham.

Una película que logra en parte su objetivo de imbuirnos en la trama como si de uno más de los videojuegos sobre Resident vil se tratara, una de las franquicias para consolas más populares de las últimas décadas, primando para ello la ambientación y la estética visual de los escenarios en los cuales se desarrolla la acción. Aunque ello sea a costa de sacrificar parte de la historia y especialmente a unos personajes mucho más trabajados y complejos en sus apariciones en formato digital. Pues eso, bienvenidos a Raccoon city.

jueves, 3 de junio de 2021

EL EJÉRCITO DE LOS MUERTOS (ARMY OF THE DEAD, 2021) 148´


Tras una epidemia zombie en Las Vegas que ha obligado a sellar la ciudad y aislarla del resto del mundo, un grupo de mercenarios son requeridos por un millonario para hacerse con el dinero que este guarda en una cámara acorazada en uno de los casinos de la ciudad.

Cerca de dos décadas después de su primera película, la celebrada Amanecer de los muertos, por cierto uno de los títulos de referencia, junto a 28 días después, a la hora de citar las responsables del boom zombie a todos los niveles de entretenimiento (comics, libros, series, películas, videojuegos…) iniciado a comienzos de los dos mil, Zack Snyder regresaba al género que le vio nacer como cineasta con un título que conviene analizar de manera pausada y sin dejarnos llevar ni por fanatismos ciegos ni por enconados odios tanto hacía el género como al propio director, y que invalide el señalamiento tanto de los defectos de la película, así como del reconocimiento de sus virtudes.

Lo primero que conviene señalar es que se trata de la primera película de Zack Snyder tras un tiempo de convulsión y retiro de este director tanto por motivos personales, el fallecimiento de una de sus hijas, como profesionales, con ese traumático remontaje y con ello la pérdida total de la identidad otorgada por Snyder a su anterior estreno, La liga de la justicia, y que el propio cineasta pudo resarcir con la nueva versión recientemente estrenada en HBO. Es por ello que El ejército de los muertos denota la necesidad de su máximo responsable, ya que además de director Snyder es el autor de de la historia, coguionista de la película, productor y director de fotografía, de disfrutar de nuevo con su trabajo, dejando de lado grandes y complejas historias y rodajes tortuosos para enfrentarse a una filmación donde ha podido disfrutar de un control creativo absoluto (una de las ventajas de trabajar con las nuevas plataformas de entretenimiento, en este caso Netflix, frente al mayor control de las major tradicionales), lo que se ha transmitido, y la película así lo hace, en un trabajo dinámico, cómodo y divertido (todo lo cómodo y divertido que suelen ser los rodajes de producciones de unos ochenta millones de presupuesto), donde el disfrute de sus responsables traspasa la pantalla ofreciendo un entretenimiento honesto y totalmente disfrutable, donde ni siquiera una duración cercana a las dos horas y media hace mella en el resultado final, no habiendo lugar en ningún momento para el aburrimiento y de hecho, dando la sensación de que la película es más corta de lo que marca en metraje.

Frente a una de arena una de cal, y es que la historia como tal acaba resultando vacua y sin apenas un desarrollo más allá de la creación de una trama mínima para poder contar con una película que abarque los diferentes elementos que de inicio parece querer abordar. Al final la trama puede resumirse como un gran asalto a una, en principio irreductible cámara acorazada, en medio de una amenaza zombie, sin ni siquiera contar con los engranajes narrativos que traten de armar de manera consistente lo que sucede en pantalla, lo que como espectador nos lleva a sorprendernos por la manera en que actúan los protagonistas, hallándose además por el camino evidentes agujeros de guion, o cuando menos, resoluciones de situaciones poco esmeradas y trabajadas.  Ese es otro elemento donde Snyder no ha afinado su trabajo como guionista y autor de la historia original, y es que los personajes, a pesar de resultar tremendamente atractivos como mercenarios al uso, carecen de interés dramático, pesando más en la película su estética y fisicidad que sus intereses personales o desarrollo dramático. Son, ese sentido, personajes secundarios de un videojuego de acción, con una potente  presencia en pantalla pero sin alma suficiente como alguien con quien empatizar. Ni siquiera el intento de introducir una sub trama dramática entre padre e hija resulta mínimamente interesante como espectador, ya que por otra parte la propia película se encarga de manera insistente en hacerte ver que los tiros, nunca mejor dicho, van por otro lado.

Y es que, y volvemos nuevamente a loar la capacidad de Snyder como cineasta, la película es un soberbio espectáculo de acción que además sabe manejar con solvencia contrastada los momentos de mayor tensión, como ese pasillo de zombies adormilados.  No es nueva la capacidad de su director a la hora de dirigir cine de acción, pero en este caso se une el hecho de haber prescindido en mayor medida que en títulos anteriores del uso del chroma key, aumentando exponencialmente la utilización de decorados y elementos físicos presentes en el set a la hora de filmar. Y sin embargo no se nota el cambio, ya que Snyder es buen director con o sin pantalla verde, siendo un virtuoso en el uso de la cámara, eso es algo que no se le puede negar, y en la forma en que filma y monta las secuencias de acción en sus películas, no faltando tampoco en esta ocasión el uso de la cámara lenta, una de sus marcas de la casa. Y si hablamos de constantes en el cine de Snyder tampoco fallan unos títulos de crédito introductorios que son de lo mejor de la película, como ya hiciera desde su opera prima, la citada Amanecer de los muertos, y llevara a su máxima expresión con unos títulos de crédito de arranque en Watchmen que son directamente magistrales. En esta ocasión el director utiliza unos tonos saturados, una cámara súper lenta y el tema mundialmente popularizado por Elvis Presley (no podía ser otro) Viva Las Vegas, debidamente adaptado para la ocasión, para narrar en seis minutos pletóricos todo el desarrollo que tiene lugar en la ciudad donde tiene lugar la película (otra elección totalmente acertada el contar con “la ciudad del pecado” como escenario), desde que irrumpen los primeros zombies hasta que se logra contener a lo que ya es una horda irreductible dentro de una ciudad sellada, aprovechando además la ocasión el director para presentar a varios de los protagonistas de la película.

En cuanto a los actores principales, la película cuenta con un puñado de intérpretes poco conocidos para dar vida a los mercenarios protagonistas, aunque como apuntábamos con anterioridad su mayor interés es el aspecto visual que estos aportan a sus personajes, más allá de cualquier desarrollo dramático que, aunque en algún caso se plantea de soslayo, apenas es un elemento que se haya trabajado. El antiguo luchador profesional dentro del circuito de la WWF y actor en películas como Guardianes de la galaxia, Spectre o Blade runner 2049, Dave Bautista, es quien comanda al grupo de mercenarios y la propia película, que sin embargo se erige como un título bastante coral y donde todos los personajes tienen su momento para el lucimiento. Así podemos encontrarnos entre otros con una aparentemente cándida pero decidida Ella Purnell (El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares), un imponente Omari Hardwick (Kick ass), una Ana de la Reguera vista en Narcos y que dobla su papel tanto en ingles como en castellano, un Garret Dillahunt visto en las películas No es país para viejos o 12 años de esclavitud como un villano sin pegada y al que se ve venir de lejos, o al alemán Matthias Schweighöfer, quien se hace con uno de los papeles más celebrados y disfrutables. No podemos olvidar a Richard Cetrone y su más de metro noventa, quien interpreta al líder de los zombies y que es uno de esos especialistas de acción imprescindibles hoy en día y con un curriculum como tal donde figuran películas como El club de la lucha, Amanecer de los muertos, Constantine, Sr y Sra Smith, 300, Iron man, Watchmen, La cabaña en el bosque, Batman y Superman o La liga de la justicia por citar solo unos ejemplos. Además ha dado el paso natural a trabajar como actor en títulos como Sucker Punch, Underworld, El hombre de acero o Fantasmas de Marte, repitiendo en cierta manera en El ejército de los muertos el personaje al que diera vida en la película de John Carpenter. Por último, y pese a que, tal como indicábamos anteriormente la película había servido como terapia para su director a la hora de dejar de lado las malas experiencias tras el rodaje de su anterior película, en esta ocasión también tuvo que trabajar de manera forzosa una vez filmada completamente la película, en este caso para integrar en lo ya rodado al personaje de Tig Notaro, la piloto del helicóptero. Y todo para sustituir al actor Chris D´Elia, que es quien inicialmente grabó toda la película junto al resto de intérpretes, y a quien se decidió fusilar de la cinta tras las denuncias por acoso sexual a menores recibidas por este intérprete y comediante.

Respecto al género en el que se ubica la película, ese puede ser otro punto en contra que los aficionados al terror pueden esgrimir para tratar de defenestrar la propuesta de Snyder, y es que, frente a un Amanecer de los muertos que siempre se movía dentro del género de terror, en esta ocasión el director, dentro de esa idea de locura controlada que es El ejército de los muertos, no duda en combinar la acción adrenalítica con pequeñas notas de comedia negra y por supuesto el terror, en un coctel disfrutable una vez uno es consciente de por dónde ha llevado Snyder su propuesta. La película además, dentro de que aborda el subgénero zombie, lo hace con unas particularidades propias a la hora de sugerir el inicio de la plaga de muertos vivientes, incluyendo además en la ecuación unas categorías de zombies que desarrollan la idea que el padre del género Romero ya diera a entender en su última gran película sobre el tema, La tierra de los muertos vivientes, con unos seres capaces de actuar como grupo organizado, añadiendo en este caso la figura de unos émulos de rey y reina zombies. Snyder aborda la película desde la sobredosis de acción y brutalidad, no habiendo ningún tipo de recato a la hora de mostrar de manera explícita la capacidad de destrucción de los propios zombies pero también de los humanos protagonistas. Y ahí es donde hace su entrada el departamento de efectos especiales, echándose en falta el uso de efectos protésicos y físicos, algo que si hiciera el director, y además de manera consciente, en su primer acercamiento al mundo zombie con Amanecer de los muertos, siendo en esta ocasión predominante la utilización de los efectos visuales en postproducción para la simulación de los impactos de bala y detonaciones corporales de todo tipo.

Por último no podemos dejar de abordar El ejército de los muertos como una enorme caja de sorpresas plagada de huevos de Pascua y homenajes que el director ha ido depositando a lo largo de la película, idea que va en consonancia con el hecho de tratar este trabajo como la válvula de escape a través de la cual Zack Snyder ha combatido todos sus fantasmas del pasado reciente, tratando de recuperar no solo la pasión por su trabajo, sino la confianza en la propia industria. Esta idea apuntala la necesidad de revisionados que permitan abordar toda la recua de guiños, puyas y homenajes incluidos a lo largo de la película, y que tienen por ejemplo sus miras en películas como Aliens el regreso, Fantasmas de Marte, El ejército de las tinieblas, Amanecer de los muertos, El señor de las bestias o la propia Liga de la justicia entre otros. La idea además de que esta película se constituya como el punto de partida para una serie de animación que está por venir o algún spin off que aborde y aumente las explicaciones sobre el origen de unos zombies que, según algunas teorías, ya se visualizan como cyborgs o alienígenas, da buena idea de la enorme broma que su director y principal responsable ha postulado con su vuelta a la primera línea de fuego de la industria del cine. Algo que siempre se agradece tratándose de directores tan particulares, para bien o para mal, como es el caso de Zack Snyder. Es por ello que lo mejor, al menos de inicio, es disfrutar de un primer visionado de El ejército de los muertos dejando de lado teorías que abordan la película como una alegoría sobre la relación entre el director y la productora Warner o la polémica con los pixeles muertos, y dejar estas polémicas para posteriores ocasiones. Disfruten de la orgia de muertos vivientes y acción adrenalítica y dejen de lado los razonamientos lógicos para más adelante, les merecerá la pena.

domingo, 19 de julio de 2020

ESTAMOS MUERTOS...¿O QUÉ? (DEAD HEAT, 1988) 83´



Los agentes Mortis y Bigelow llegan hasta un atraco en una joyería instantes antes de iniciarse un brutal tiroteo entre policías y atracadores, quedando sorprendidos de que a pesar de recibir decenas de impactos de bala, los dos asaltantes parecen ser inmunes a estos. Sin embargo todo tomará un cariz aún más extraño cuando al llegar finalmente a la mesa de la forense esta descubra que los dos delincuentes ya habían estado antes frente a ella…muertos.


Una de esas películas de la década de los ochenta que ha quedado en el imaginario colectivo de los aficionados al fantástico como una simpática opción de visionado, sin peso suficiente como para convertirse en título referencial pero si con cierto halo que la ha mitificado como una simpática propuesta si lo que quieres es pasar un rato muy entretenido disfrutando de sus aciertos y a pesar de sus limitaciones.


Su director es Mark Goldblatt, responsable también de la primera adaptación al cine del conocido antihéroe de Marvel El castigador, aquella protagonizada por un Dolph Lundgren teñido de moreno para la ocasión. Goldblatt, quien únicamente ha dirigido estos dos largometrajes, es sin embargo un experimentado editor, responsable del montaje de títulos como Aullidos, Halloween 2, Terminator, Rambo 2, Depredador, Razas de noche, El último boy scout, Terminator 2, Starship troopers, Showgirls, Armageddon, Peral Harbour, El exorcista, el comienzo o El origen del planeta de los simios, esto es, una filmografía brutal donde ha dado buena muestra de su talento. La película en ese aspecto es tremendamente dinámica, y ya desde su secuencia de apertura se deja de rodeos y va directa a la trama, no dejando un solo segundo de respiro al espectador, sin tiempos muertos, nunca mejor dicho, y ofreciendo en su escueto metraje de hora y veinte un atinado híbrido de buddy movie, comedia fantástica y cine de terror que, curiosamente y, pese a lo que pudiera parecer, funciona en todos y cada uno de sus apartados.


La pareja protagonista de policías está formada por Treat Williams y Joe Piscopo. Hemos de recordar que apenas un año antes se había estrenado Arma letal, y que el género de las buddy movies había tocado el cielo de la taquilla, generando multitud de títulos dispuestos a imitar este éxito dirigido por Richard Donner. No podemos negar la influencia de la película protagonizada por Mel Gibson y Danny Glover, en este caso sobre cómo están definidos los personajes centrales, quienes difieren en su estilo a la hora de abordar la investigación, siendo el personaje de Roger Mortis (indisimulado juego de palabras con rigor mortis) el serio y meticuloso, mientras que su compañero Doug Bigelow es el chistoso de la pareja y quien se toma todo a broma, diferencia matizada visualmente además en la forma de vestir de ambos, en el caso del primera marcando su seriedad mediante el traje y en el caso del segundo de a bordo, reforzando su carácter más jovial con camisetas e informales cazadoras. Treat Williams es un actor con un interesante bagaje profesional y que sin embargo nunca ha logrado despuntar, a pesar de siempre lograr unas convincentes interpretaciones. De esta forma hemos podido verle en películas como Hair, 1941, Erase una vez en América, Cosas que hacer en Denver cuándo estás muerto, La brigada del sombrero, Deep rising, el misterio de las profundidades o 127 horas. Por su parte, Joe Piscopo es un comediante con físico de fisioculturista bregado en el Saturday night live (siendo compañero de sketches de Eddie Murphy), y que en cine casi siempre ha estado ligado a la comedia en títulos como Johnny peligroso, Dos tipos peligrosos o Juntos para vencer. Junto a esta omnipresente pareja de protagonistas tenemos a las bellas Lindsay Frost, quien prácticamente debutaría con esta película y quien se bregaría en colaboraciones episódicas en series para televisión como Perdidos, CSI o Sin rastro, y a Clare Kirkconnel, con una carrera profesional aún más discreta que la de su compañera. Curiosamente estos personajes femeninos cargan con los momentos más dramáticos de la película, especialmente en el caso del personaje interpretado por Frost, protagonista de una de las secuencias más icónicas de la cinta. Hemos de agradecer además la presencia de actores como Keye Luke, el maestro de David Carradine en la afamada serie Kung Fu y visto en Gremlins y su secuela, el cameo en lo que parece todo un guiño al espectador de Shane Black, reputado guionista y director, y autor precisamente del guion de Arma letal, aunque hayamos de lamentar la no aparición de una de las scream queens más representativas de la década de los ochenta, una Linnea Quigley caracterizada como una zombie gogo, cuya secuencia fue descartada del montaje final. Pero el reclamo principal del aficionado más nostálgico es poder ver a un mito del género como Vincent Price en una de sus últimas apariciones en la pantalla grande.


Como comentábamos con anterioridad, la película es una coctelera donde se conjugan con atinado equilibrio géneros como la comedia, con una dupla de protagonistas que son incapaces siquiera de tomarse en serio su propia muerte, o la acción, con varias secuencias de tiroteos que permiten además, dado que los participantes de estas refriegas ya están muertos, deleitarnos con innumerables impactos de bala sobre los cuerpos de los personajes sin que a estos parezcan afectarles apenas. Y por supuesto sin dejar de lado el género fantástico, con la aparición en escena de una máquina capaz de regenerar los tejidos para devolver a la vida a los seres ya fallecidos, e incorporando en la ecuación además la figura del mad doctor, y no pudiendo olvidarnos del terror en su vertiente más desprejuiciada y goremaniaca. Todo ello en un simpático batiburrillo de metraje ajustado y que pese a lo que de inicio pudiera parecer funciona a las mil maravillas desde la base de que nos encontramos ante un proyecto sin ninguna ínfula de grandeza y que parte de una humildad de objetivos palpable en el resultado final. 


Sí que hemos de marcar el libreto del desconocido Terry Black como el aspecto menos trabajado de la película. Si bien nos encontramos con unos personajes definidos de una manera muy generalista y simplista y sin apenas desarrollo dramático, es ese un peaje que aceptamos e incluso de agrado en un título de evasión como el presente, y pesa más el ver como la trama central apenas se esboza de una forma demasiado simplona, sin molestarse en tratar de armar la misma con algo más de base, encontrándonos saltando de escena a escena sin vislumbrar demasiado engrase en la forma en la que evoluciona la investigación de los dos protagonistas. Se puede intuir además ciertos tijeretazos en el montaje final, y eso que gracias al montaje de la película estas lagunas en el guion quedan menos marcadas al desviarse la atención del espectador hacía otros aspectos de la película.


Y si lo peor lo teníamos en un guion sin pulir, el apartado más meritorio de la película se encuentra en su vertiente de maquillajes y efectos visuales. Sorprende además que un título con este aire de serie B posea un trabajo tan atinado en ese aspecto, y que además siga funcionando a la perfección a pesar de las más  de tres décadas transcurridas desde su estreno. El principal “culpable” de este hecho es Steve Johnson, quien ha participado bien en áreas de maquillaje o de efectos visuales en títulos como Greystoke, Videodrome, Golpe en la pequeña China, Pesadilla en Elm Street 4, Mortal zombie, El señor de las ilusiones, Species, Blade 2 o La guerra de los mundos. Con ese bagaje no es de extrañar el resultado final en los maquillajes y uso de animatronics, con secuencias tan icónicas como el zombie motero de doble rostro, la lucha en la carnicería china con trozos de animales muertos o el final del personaje de Randi, no pudiendo obviar el proceso de degradación del protagonista durante su putrefacción en vida y que además nos brinda otro de esos momentos que suenan a guiño, con un detective Mortis saliendo de una ambulancia en llamas con el rostro medio desfigurado y que nos retrotrae visualmente y en forma al Terminator de la película de James Cameron, que como comentábamos al comienzo de la reseña se encargó de montar el propio director.


Una entretenida recomendación totalmente ochentera en su esqueleto, por metraje y desarrollo de la trama, así como por su desenfado y que, a pesar de lo desastroso de su título en castellano, ofrece todo lo que promete y un poquito más, a saber, acción, zombies, policías de los de chiste en mitad del tiroteo y villanos casi de comic, esto es, todo un deleite para el aficionado al género fantástico y de terror sin prejuicios.

miércoles, 17 de junio de 2020

ZOMBIELAND: MATA Y REMATA (ZOMBIELAND: DOUBLE TAP, 2019) 99´




Diez años después de unir sus caminos en medio de un apocalipsis zombie, parece que llega el momento en que Tallahasse, Columbus, Wichita y Little Rock se separen, aunque el destino parece empeñado en que no sea así.
Pudiera parecer que afrontar una secuela de una película como Zombieland diez años después de estrenada la primera entrega, suponía  un mal presagio de cara a disfrutar de una película que mantuviera en parte los mimbres de la cinta de 2009. Y no solo no pierde un ápice de los elementos de interés que hicieron del debut en la dirección de Ruben Fleischer un estimable y recordado ejercicio de comedia zombie, sino que supera en todo a su predecesora, sabiendo coger lo mejor de aquella para  mantenerlo en esta segunda entrega, además de subir un par de velocidades en aquellos elementos de interés más desdibujados, aprendiendo de los errores del pasado para ofrecer una secuela más divertida, dinámica y redonda a todos los niveles.
Una de las principales razones por las que esta segunda parte mantiene y eleva el interés que ya ofrecía la película pretérita se debe a que han permanecido fieles al proyecto tanto los guionistas principales de la película estrenada una década atrás, como su director, un Ruben Fleischer con mucho más bagaje profesional, y que incluso ya había formado parte de un blockbuster de gran presupuesto como había sido Venom. Si bien este director ya había demostrado grandes hechuras  como realizador en su opera prima, en esta ocasión se le nota mucho más versado en cómo mover la cámara, tal y como queda patente en la secuencia de la pelea entre Tallahasse y Collumbus contra Alburquerque y Flagstaff, caracterizada por un movimiento continuo de la lente entre los personajes, demostrando de forma empírica que esos ademanes técnicos y visuales presentes ya en su título de debut no eran fruto de la casualidad o mera imitación de otros realizadores.
A nivel interpretativo sucede lo mismo que en el apartado técnico, y es que los cuatro protagonistas principales permanecen anclados a la secuela, demostrando gran fidelidad a una película que, en casos como los de Emma Stone o Jesse Eisenberg, filmaron antes de convertirse en esos actores de cierto renombre que son ahora, y en el supuesto de ella con multitud de premios a sus espaldas por su interpretación en La, la, land. La permanencia de todos los actores centrales dota de una continuidad a la historia que en cualquiera de otras situaciones, con la caída de uno solo de los miembros principales del elenco, hubiera fragmentado la trama. Hay que decir además, que a pesar de todos los años transcurridos, el paso del tiempo no ha pesado sobre estos intérpretes, si exceptuamos el evidente caso de una Abigail Breslin que contaba con tan solo trece años cuándo se estreno Bienvenidos a Zombieland. Pero si el mantener a este carismático cuarteto supone todo un acierto, no lo es menos el conjunto de incorporaciones que van surgiendo a lo largo de la historia, convertida nuevamente en una road movie en la búsqueda constante de un hogar en medio de ese caos en el que se ha convertido el planeta. Hemos de destacar en este aspecto a Rosario Dawson (Hombres de negro II, Alejandro Magno, Sin city o Death Proof) como Nevada, el dúo al que dan vida Luke Wilson y Thomas Middletich, como unos inconscientes émulos de la pareja de protagonistas masculinos principales, y que nos brinda uno de los más divertidos momentos de toda la película por esa similitud entre las dos duplas de personajes. Pero si hay que resaltar a uno de las nuevas incorporaciones por la cantidad de simpáticas situaciones que brinda a la trama y por el toque humorístico que aporta, esa es Madison, genialmente interpretada por Zoey Deutch, hija de un ícono del cine de los ochenta como es Lea Thompson, y que nos deleita con un personaje tan involuntariamente cargante como adorable.
Como apuntábamos con anterioridad, la película remarca las bromas y situaciones que ya funcionaron en la primera entrega, con toda esa retahíla de normas creadas por el joven protagonista para sobrevivir en medio del cataclismo zombie con el que le ha tocado lidiar, convertidas en elemento recurrente a la hora de crear gags visuales o momentos netamente humorísticos, siendo obligatorio nuevamente citar el encuentro convertido en duelo entre el protagonista al que da vida Jesse Eisenberg y su homologo en la creación de unas reglas de supervivencia interpretado por Thomas Middletich.  Por otra parte, al igual que en la película de 2009 se presentaban varios momentos sujetos a la idea de acabar con los zombies de la manera más brutal y letal, esta es recuperada, añadiéndose a la broma además nuevas ideas sobre la propia naturaleza de los muertos vivientes, con esa tipificación tan visual en las acepciones escogidas (desde el Homer al Ninja  pasando por el Hawking).

Tal y como sucedía en la primera entrega, la película adolece de un pequeño bajón en el acto final, en la búsqueda por ofrecer al espectador un fin de fiesta que esté a la altura, apostando nuevamente por la espectacularidad de un ataque masivo de zombies. Sin embargo este pirotécnico final adolece frente a otros violentos encuentros entre los vivos y los muertos, como el que tiene lugar al comienzo de la película en los jardines de la Casablanca o el que se produce junto a la caravana que los protagonistas ansían tomar, que, siendo menos pretenciosos en su impacto visual, funcionan mucho mejor. Aunque en esta ocasión, al estar la historia mejor armada, es más fácil justificar este enfrentamiento final.
Resumiendo, nos encontramos en esta ocasión con uno de esos raros casos en los que una secuela, máxime en un género como el que se aborda, funciona mejor que el título primigenio, quedando demostrado que si se han esperado tantos años antes de abordar una segunda entrega ha sido para mejor, pudiendo contar con todos los máximos responsables detrás y delante de las cámaras que hicieron de Zombieland una agradable sorpresa para el aficionado al cine zombie en su vertiente más gamberra. Por repetir repite hasta Bill Murray, aunque en esta ocasión no tiene el privilegio de protagonizar el mejor gag de la película, ese ya lo habíamos visto un rato antes con la llegada del enorme vehículo ocupado por Alburquerque y Flagstaff. Y es que solo ver la intro creada por Columbia Pictures para la película sabemos que es lo que nos espera. Y lo que nos espera es bueno. Bueno y divertido.

miércoles, 3 de junio de 2020

BIENVENIDOS A ZOMBIELAND (ZOMBIELAND, 2009) 88´



En pleno apocalipsis zombie el tener unas normas de supervivencia claramente definidas pueden suponer la diferencia entre seguir vivo o el convertirse en carne de muerto viviente. 



Con el nuevo milenio y gracias a películas como 28 días después, El amanecer de los muertos o Shaun of the dead, el género zombie resucitó de un letargo de más de una década para convertirse en todo un referente cultural que ha acabado inundado al mundo de la literatura, los comics, la moda, los videojuegos, y, por supuesto la televisión y el cine. Es en ese contexto donde se estrenaba una potente comedia de terror, que con un presupuesto de más de veinte millones de euros y el apoyo de una major como Columbia Pictures, trataba de hacerse un hueco en la taquilla tras ver el tirón que los muertos vivientes tenían entre el público nostálgico del cine de Romero y las nuevas hornadas de fans del género, objetivo que logró, convirtiéndose en un éxito que multiplicaría casi por cinco su coste, dejando un agradable sabor de boca en el aficionado y llegando a generar un tardía secuela logrando además atesorar cierto status de título de culto menor.



La historia está escrita por los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick, futuros autores de la adaptación al cine del personaje de Deadpool y de su secuela, y quienes logran captar toda la esencia del cine zombie en su libreto, dándole una irreverente pátina de humor negro y cierta mala leche a su propuesta, aunque sin atreverse finalmente a prácticamente cruzar los límites con los que juega constantemente, salvo en muy contadas ocasiones. La película supuso el debut en el campo del largometraje para el director Ruben Fleischer (Gangster squad o Venom), quien, fogueado en el mundo del cortometraje y de la televisión, ofrece un trabajo profesional y bien filmado, que incluso apunta maneras interesantes en la forma de rodar y montar las escenas, resultando una más que digna opera prima con no pocos elementos interesantes, y todo ello a pesar de ciertos vaivenes en su ritmo narrativo.



Y es que en la presentación de la película nos encontramos su mejor baza, con esa retahíla de normas y reglas adoptadas por el timorato protagonista, y subrayadas en la propia pantalla, para tratar de sobrevivir en medio de un apocalipsis zombie prototípico. Si a ello sumamos unos potentes títulos de crédito que, bajo el paraguas del tema musical de Metallica For whom the bells town, enmarcan una introducción con una potencia visual que atrapa de inicio al espectador, quien espera ansioso ver que viene después. Y lo que viene después es una simpática comedia con ribetes de horror y donde lo mejor está en unos protagonistas tremendamente carismáticos y que se compenetran entre sí a las mil maravillas, especialmente en el caso de Tallahassee y Columbus, una pareja antagónica pero cuya unión les hace tremendamente eficaces en su deambular en medio de una hecatombe zombie. La incorporación un poco más tarde de Wichita y Little Rock, si bien sirve para ampliar el espectro de protagonistas y abrir horizontes en la historia, se antoja desaprovechado en base principalmente a una razón. De una parte, ese papel de las dos hermanas como unas timadoras a la que solo les importa su propia supervivencia, es una carta de presentación muy atrayente y que funciona a las mil maravillas toda vez vemos como estafan a sus partenaires masculinos una vez tras otra. Sin embargo vemos desinflarse esa idea con una muy forzada, y nada creíble por otra parte, historia de amor entre Wichita y Columbus, siguiendo esa línea de la película por la cual no llegan a atreverse a llevar hasta el final sus valientes planteamientos, dotados de no poca mala baba y dosis de humor negro, posiblemente por el veto de una potente productora detrás, y que si bien supone contar con un holgado presupuesto a la hora, por ejemplo, de mostrar el cataclismo en el cual se desarrolla la película, con multitud de automóviles, incluso aeronaves copando las autopistas o ver ciudades completamente asoladas, lleva aparejado el sometimiento a no pocas cortapisas de cara a presentar un producto final con recorrido en la taquilla.





Y es que si nos damos cuenta, el mejor gag de la película viene con la aparición de un Bill Murray interpretándose a sí mismo y esa broma de final infausto para el protagonista de Cazafantasmas. Otro momento atinado por la mala leche que se maneja es esa involuntaria cita del bueno del joven protagonista con su atractiva vecina, momento durante el cual se percata por las malas de que estamos en plena epidemia de muertos vivientes. Y que la película no mantenga ese tono durante todo su metraje es cierto que le pasa factura, pero tampoco defenestra la propuesta, ni siquiera en base a un último acto descafeinado y con no pocos momentos que parecen chirriar en base a como se han ido dibujando los personajes hasta llegar a ese clímax en el parque de atracciones. Un tramo final que si bien a nivel de la comedia negra que hasta entonces estábamos disfrutando no mantiene la tónica, sí que es un correcto episodio de asedio zombie.





En cuanto a lo que respecta a los efectos de maquillaje y visuales, la película sí que luce realmente acertada, quedando constancia de su desahogado presupuesto, con unos trabajados muertos vivientes, con especial detenimiento en el trabajo de sus rostros, y unos convincentes efectos de casquería, aunque el exceso de efectos infográficos generados en postproducción haga que echemos en falta a los más nostálgicos los excelentes trabajos protésicos y mecánicos de títulos pretéritos, más artesanales e igualmente impactantes, sino más. Y es que de hecho la incorporación a posteriori en el celuloide de sangre infográfica resulta más artificial que la implementación del efecto físico bajo el maquillaje del actor o especialista, pero ese es un mal endémico en el cine gore actual, principalmente por el abaratamiento de costes que supone, y este Zombieland ha seguida en ese aspecto la tendencia presente.



Por último, si la película funciona tan bien a nivel general es gracias al acertado elenco de intérpretes escogidos para cada uno de los papeles principales, y a los que comanda Jesse Eisenberg como el apocado y torpe protagonista, quien sin embargo suplirá sus carencias físicas con un acertado elenco de normas a seguir y que al menos a él le funcionan. Eisenberg, visto en La red social, Ahora me ves o Batman Vs Superman, encaja a la perfección en este tipo de personajes de maneras taimadas y algo torpes a lo que ayuda mucho una fisicidad de niño bueno. Junto a él tenemos al veterano Woody Harrelson como un rudo vaquero de respuestas contundentes y un uso de la violencia directa como forma de abordar los problemas. Harrelson, dado a conocer gracias a la televisiva Cheers y que ha cultivado una polivalente filmografía con títulos como Una proposición indecente, Asesinos natos, El escándalo de Larry Flynt, La delgada línea roja o Ahora me ves, de nuevo teniendo como partenaire a Jesse Eisenberg, acaba resultando lo mejor de la película, un regalo de personaje al que el beligerante intérprete sabe sacar el mejor de los partidos. Por otra parte tenemos a Emma Stone, poco antes de alcanzar fama internacional gracias a películas como Crazy, stupid, Love, The amazing Spider-Man o La La Land, convirtiéndose en una especie de pareja profesional de Ryan Gosling, con quien coincidirá en varios títulos. La actriz compone un interesante personaje de inicio que, sin embargo, queda lastrado, tal como apuntábamos con anterioridad, por el giro que la historia da de su forma de actuar, siendo mucho más interesante su lado canalla y socarrón que la posterior vertiente de chica buena, pudiendo disfrutar no obstante del talento de la joven intérprete y de su vis cómica. Finalmente y cerrando el cuarteto protagonista nos encontramos con Abigail Breslin, conocida por su papel en Pequeña Miss Sunshine, y a quien le sucede algo parecido a Emma Stone en tanto en cuándo su personaje acaba por claudicar al pequeño clan familiar que forman junto a sus compañeros de viaje. Genial cameo de Murray y un pequeño papel de Amber Heard (Superfumados, La chica danesa, Aquaman) completan lo referente al elenco de actores de la película.



En resumidas cuentas, Bienvenidos a zombieland es un muy entretenido ejercicio de comedia de terror narrada a golpe de voz en off, con buenas ideas plasmadas a lo largo de su metraje, ciertos vaivenes en su ritmo que sin embargo no hacen mella en el resultado fina,l y a la que le falta el haber ido más lejos en su propuesta no tirando como lo hace de freno de mano, sabiendo encontrar ese difícil equilibrio entre humor negro y soez en el que tan bien se había movido unos años atrás Shaun of the dead, posiblemente la otra comedia zombie con lo que todos tratamos de comparar el presente título. Pero estos zombies se mueven entre tópicos norteamericanos y no ingleses. Bienvenidos pues a Zombieland, recuerden cumplir las reglas y todo irá bien.

jueves, 7 de noviembre de 2019

EL DÍA DE LOS MUERTOS (DAY OF THE DEAD, 2008) 85´



Un pueblo se encuentra en estado de cuarentena por un brote de gripe, siendo  lo más extraño de esta situación que el ejército controla los accesos al lugar para evitar que nadie entre o salga del perímetro. Pero este virus mutará hasta transformar a los infectados en zombies sedientos de carne humana, convirtiendo esta pequeña localidad en una ratonera donde los pocos supervivientes son cazados uno a uno por una multitud cada vez mayor de muertos vivientes.



El gran éxito de público, pero también de crítica, obtenido por Zack Snyder con su opera prima Amanecer de los muertos, propició un aluvión de películas con los muertos vivientes como grandes protagonistas, a lo que hay que unir el estreno un par de años atrás de 28 días después, siendo ambos los dos títulos fundacionales del resurgir que en el nuevo milenio se vivió de este subgénero dentro del cine de terror. En este caso nos encontramos con una re visitación de varias de las ideas presentadas por George A. Romero en su película de 1985 El día de los muertos, no pudiendo hablar de un remake como tal, ya que ni siquiera toma la idea argumental central, cosa que si veíamos sin embargo en Amanecer de los muertos. Steve Miner, viejo conocido del género y responsable de títulos tan interesantes para el aficionado como las dos primeras secuelas de Viernes 13, House, una casa alucinante o Warlock el brujo, es el director de la película que nos ocupa, la cual ha sido guionizada por Jeffrey Reddick, conocido especialmente por ser el autor de los guiones de Destino final y varias de sus secuelas. En este caso, tal como hemos apuntado, se toma como base de inspiración la cinta de George A. Romero estrenada más de veinte años atrás, en línea con lo ya hecho por Zack Snyder con Zombie, pero mucho más alejada en esta ocasión de su base original. 





Las líneas de cohesión de este título con el dirigido por Romero se encuentran principalmente en ver como el protagonismo se centra en un estamento como es el militar, aunque en esta ocasión eliminando la ferviente negatividad adscrita a este grupo, un elemento muy presente en la película original. Asimismo vemos en el acto final la aparición en escena de los científicos, el otro gran estrato social protagonista en la cinta de 1985, y que se contraponía frontalmente a las aspiraciones de los soldados, en un enfrentamiento absoluto de ideas y formas de actuación ante la epidemia zombie. Para asegurarse que el público entiende que la película se mira en la historia escrita y dirigida por el director de La noche de los muertos vivientes, no se olvida de insertar nuevamente al personaje de Bub, probablemente el más icónico de la primigenia El día de los muertos. Finalmente sí que parece quedar patente que esta historia se situaría anteriormente a lo visto en la década de los ochenta, siendo una especie de precuela de esta, un nuevo inicio de la plaga de muertos vivientes resucitados, que como no podía ser de otra manera después de estrenada la anteriormente citada 28 días después, se apunta en esta ocasión se debe a causas infecciosas o víricas, lejos de teorías más cercanas a los postulados manejados por Romero en su ciclo de películas.



La película cuenta con un interesante plantel de protagonistas comandados por una Mena Suvari post American Pie y American beauty, los dos títulos que la encumbraron de manera muy circunstancial y limitada en el tiempo como joven actriz de moda, y que ya en este 2008 se hallaba inmersa en producciones de segunda lejos del glamour de Hollywood. La menuda intérprete da vida a uno de los militares protagonistas, y hay que reconocer que en parte por tratarse de un rostro fácilmente reconocible, en parte porque no lo hace mal, compone un personaje al menos interesante. Junto a Suvari podemos ver a un grupo de jóvenes y desconocidos intérpretes en papeles vistos con anterioridad en decenas de filmes similares, y donde solamente cabría destacar la participación de Nick Cannon, pero no por motivos cinematográficos, sino porque durante algo menos de una década se convertiría en el marido de la cantante Mariah Carey. Pero si hay un personaje que obtiene de inmediato la complacencia del espectador por lo que supone de guiño, ese es el interpretado por Ving Rhames, ya visto en Amanecer de los muertos, y que da el pego perfecto como rudo capitán dentro del grupo de soldados, personaje bautizado en el guion como Rhodes, uno de los múltiples guiños que la película presenta en relación a la primigenia El día de los muertos, lo mismo que sucede con Mena Suvari, Sarah en la cinta, idéntico nombre que el de la actriz Lori Cardille en la cinta de mediados de los ochenta.



La película se inicia con un arranque que nos hace temer lo peor, minutos donde la trama discurre de manera lenta y sin sobresaltos. Todo hasta que llegamos al minuto veinticinco de metraje, momento donde arranca la acción y el gore, y donde los zombies y la sangre hacen su aparición para no abandonarnos hasta el final. El concepto de estos seres en esta ocasión, no solo no abandona las cualidades dados a estos en las últimas películas de género surgidas a raíz de las anteriormente mencionadas 28 días después y Amanecer de los muertos, la rapidez y agilidad frente al hieratismo y lentitud de los muertos vivientes creados por Romero, sino que además eleva estas cualidades al cuadrado en cuanto a capacidades respecto a otros títulos modernos. Así, vemos como los zombies de El día de los muertos corren endiabladamente, trepan por los techos, utilizan herramientas y tienen una capacidad de salto sobrenatural. Y esas capacidades otorgadas a los zombies hacen del presente título un ejercicio dinámico, entretenido y adrenalítico. Steve Miner no está interesado en ofrecer un alegato de crítica social, o de adentrarse en la psique de sus protagonistas, como haría Romero en su visión de esta historia, sino que lo que busca es entretenimiento puro y duro, algo que logra de manera muy eficiente, tal y como podemos ver en la estupenda escena en la que el caos se apodera del hospital cuándo, de manera simultánea, todos los enfermos del recinto se transmutan en zombies. A esto ayuda además un holgado presupuesto para lo que se maneja en este tipo de productos destinados al directo a DVD, más de quince millones de dólares, con lo que el equipo de efectos especiales y de maquillaje puede llevar a cabo un trabajo más que correcto, y que posibilita el mostrar con todo lujo de detalles decapitaciones, amputaciones, mordiscos que arrancan la carne… 



En definitiva, un entretenida cinta de género, donde lo peor está en un primer acto, y en menor medida, un acto final, que se encuentran por debajo del nivel de endiablo ritmo que soporta el resto de película. Steve Miner es un director solvente y los resultados así lo atestiguan, siendo este El día de los muertos una especie de hermana pequeña de Amanecer de los muertos, evidentemente sin la calidad de su hermana mayor, pero que nos ofrece un muy entretenido y salvaje ejercicio de cine zombie, una agradable sorpresa una vez superamos nuestra reticencia inicial. Muertos vivientes en perfecto estado físico, lo que no les hace más terroríficos que los zombies vistos en el cine de Romero, pero si más peligrosos.