En pleno apocalipsis
zombie el tener unas normas de supervivencia claramente definidas pueden
suponer la diferencia entre seguir vivo o el convertirse en carne de muerto
viviente.
Con
el nuevo milenio y gracias a películas como 28 días después, El amanecer de los
muertos o Shaun of the dead, el género zombie resucitó de un letargo de más de
una década para convertirse en todo un referente cultural que ha acabado
inundado al mundo de la literatura, los comics, la moda, los videojuegos, y,
por supuesto la televisión y el cine. Es en ese contexto donde se estrenaba una
potente comedia de terror, que con un presupuesto de más de veinte millones de
euros y el apoyo de una major como Columbia Pictures, trataba de hacerse un
hueco en la taquilla tras ver el tirón que los muertos vivientes tenían entre
el público nostálgico del cine de Romero y las nuevas hornadas de fans del
género, objetivo que logró, convirtiéndose en un éxito que multiplicaría casi
por cinco su coste, dejando un agradable sabor de boca en el aficionado y
llegando a generar un tardía secuela logrando además atesorar cierto status de
título de culto menor.
La
historia está escrita por los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick, futuros autores
de la adaptación al cine del personaje de Deadpool y de su secuela, y quienes
logran captar toda la esencia del cine zombie en su libreto, dándole una irreverente
pátina de humor negro y cierta mala leche a su propuesta, aunque sin atreverse
finalmente a prácticamente cruzar los límites con los que juega constantemente,
salvo en muy contadas ocasiones. La película supuso el debut en el campo del
largometraje para el director Ruben Fleischer (Gangster squad o Venom), quien, fogueado
en el mundo del cortometraje y de la televisión, ofrece un trabajo profesional
y bien filmado, que incluso apunta maneras interesantes en la forma de rodar y
montar las escenas, resultando una más que digna opera prima con no pocos elementos
interesantes, y todo ello a pesar de ciertos vaivenes en su ritmo narrativo.
Y
es que en la presentación de la película nos encontramos su mejor baza, con esa
retahíla de normas y reglas adoptadas por el timorato protagonista, y
subrayadas en la propia pantalla, para tratar de sobrevivir en medio de un
apocalipsis zombie prototípico. Si a ello sumamos unos potentes títulos de
crédito que, bajo el paraguas del tema musical de Metallica For whom the bells
town, enmarcan una introducción con una potencia visual que atrapa de inicio al
espectador, quien espera ansioso ver que viene después. Y lo que viene después
es una simpática comedia con ribetes de horror y donde lo mejor está en unos
protagonistas tremendamente carismáticos y que se compenetran entre sí a las
mil maravillas, especialmente en el caso de Tallahassee y Columbus, una pareja
antagónica pero cuya unión les hace tremendamente eficaces en su deambular en
medio de una hecatombe zombie. La incorporación un poco más tarde de Wichita y
Little Rock, si bien sirve para ampliar el espectro de protagonistas y abrir
horizontes en la historia, se antoja desaprovechado en base principalmente a una
razón. De una parte, ese papel de las dos hermanas como unas timadoras a la que
solo les importa su propia supervivencia, es una carta de presentación muy
atrayente y que funciona a las mil maravillas toda vez vemos como estafan a sus
partenaires masculinos una vez tras otra. Sin embargo vemos desinflarse esa
idea con una muy forzada, y nada creíble por otra parte, historia de amor entre
Wichita y Columbus, siguiendo esa línea de la película por la cual no llegan a
atreverse a llevar hasta el final sus valientes planteamientos, dotados de no
poca mala baba y dosis de humor negro, posiblemente por el veto de una potente
productora detrás, y que si bien supone contar con un holgado presupuesto a la
hora, por ejemplo, de mostrar el cataclismo en el cual se desarrolla la película,
con multitud de automóviles, incluso aeronaves copando las autopistas o ver
ciudades completamente asoladas, lleva aparejado el sometimiento a no pocas
cortapisas de cara a presentar un producto final con recorrido en la taquilla.
Y
es que si nos damos cuenta, el mejor gag de la película viene con la aparición
de un Bill Murray interpretándose a sí mismo y esa broma de final infausto para
el protagonista de Cazafantasmas. Otro momento atinado por la mala leche que se
maneja es esa involuntaria cita del bueno del joven protagonista con su
atractiva vecina, momento durante el cual se percata por las malas de que
estamos en plena epidemia de muertos vivientes. Y que la película no mantenga
ese tono durante todo su metraje es cierto que le pasa factura, pero tampoco defenestra
la propuesta, ni siquiera en base a un último acto descafeinado y con no pocos
momentos que parecen chirriar en base a como se han ido dibujando los
personajes hasta llegar a ese clímax en el parque de atracciones. Un tramo
final que si bien a nivel de la comedia negra que hasta entonces estábamos
disfrutando no mantiene la tónica, sí que es un correcto episodio de asedio
zombie.
En
cuanto a lo que respecta a los efectos de maquillaje y visuales, la película sí
que luce realmente acertada, quedando constancia de su desahogado presupuesto,
con unos trabajados muertos vivientes, con especial detenimiento en el trabajo
de sus rostros, y unos convincentes efectos de casquería, aunque el exceso de
efectos infográficos generados en postproducción haga que echemos en falta a
los más nostálgicos los excelentes trabajos protésicos y mecánicos de títulos
pretéritos, más artesanales e igualmente impactantes, sino más. Y es que de
hecho la incorporación a posteriori en el celuloide de sangre infográfica
resulta más artificial que la implementación del efecto físico bajo el
maquillaje del actor o especialista, pero ese es un mal endémico en el cine
gore actual, principalmente por el abaratamiento de costes que supone, y este
Zombieland ha seguida en ese aspecto la tendencia presente.
Por
último, si la película funciona tan bien a nivel general es gracias al acertado
elenco de intérpretes escogidos para cada uno de los papeles principales, y a
los que comanda Jesse Eisenberg como el apocado y torpe protagonista, quien sin
embargo suplirá sus carencias físicas con un acertado elenco de normas a seguir
y que al menos a él le funcionan. Eisenberg, visto en La red social, Ahora me
ves o Batman Vs Superman, encaja a la perfección en este tipo de personajes de
maneras taimadas y algo torpes a lo que ayuda mucho una fisicidad de niño
bueno. Junto a él tenemos al veterano Woody Harrelson como un rudo vaquero de
respuestas contundentes y un uso de la violencia directa como forma de abordar
los problemas. Harrelson, dado a conocer gracias a la televisiva Cheers y que
ha cultivado una polivalente filmografía con títulos como Una proposición
indecente, Asesinos natos, El escándalo de Larry Flynt, La delgada línea roja o
Ahora me ves, de nuevo teniendo como partenaire a Jesse Eisenberg, acaba
resultando lo mejor de la película, un regalo de personaje al que el
beligerante intérprete sabe sacar el mejor de los partidos. Por otra parte
tenemos a Emma Stone, poco antes de alcanzar fama internacional gracias a
películas como Crazy, stupid, Love, The amazing Spider-Man o La La Land,
convirtiéndose en una especie de pareja profesional de Ryan Gosling, con quien
coincidirá en varios títulos. La actriz compone un interesante personaje de
inicio que, sin embargo, queda lastrado, tal como apuntábamos con anterioridad,
por el giro que la historia da de su forma de actuar, siendo mucho más
interesante su lado canalla y socarrón que la posterior vertiente de chica buena,
pudiendo disfrutar no obstante del talento de la joven intérprete y de su vis
cómica. Finalmente y cerrando el cuarteto protagonista nos encontramos con
Abigail Breslin, conocida por su papel en Pequeña Miss Sunshine, y a quien le
sucede algo parecido a Emma Stone en tanto en cuándo su personaje acaba por
claudicar al pequeño clan familiar que forman junto a sus compañeros de viaje.
Genial cameo de Murray y un pequeño papel de Amber Heard (Superfumados, La
chica danesa, Aquaman) completan lo referente al elenco de actores de la
película.
En
resumidas cuentas, Bienvenidos a zombieland es un muy entretenido ejercicio de
comedia de terror narrada a golpe de voz en off, con buenas ideas plasmadas a
lo largo de su metraje, ciertos vaivenes en su ritmo que sin embargo no hacen
mella en el resultado fina,l y a la que le falta el haber ido más lejos en su
propuesta no tirando como lo hace de freno de mano, sabiendo encontrar ese difícil
equilibrio entre humor negro y soez en el que tan bien se había movido unos
años atrás Shaun of the dead, posiblemente la otra comedia zombie con lo que
todos tratamos de comparar el presente título. Pero estos zombies se mueven
entre tópicos norteamericanos y no ingleses. Bienvenidos pues a Zombieland,
recuerden cumplir las reglas y todo irá bien.
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