domingo, 19 de julio de 2020

ESTAMOS MUERTOS...¿O QUÉ? (DEAD HEAT, 1988) 83´



Los agentes Mortis y Bigelow llegan hasta un atraco en una joyería instantes antes de iniciarse un brutal tiroteo entre policías y atracadores, quedando sorprendidos de que a pesar de recibir decenas de impactos de bala, los dos asaltantes parecen ser inmunes a estos. Sin embargo todo tomará un cariz aún más extraño cuando al llegar finalmente a la mesa de la forense esta descubra que los dos delincuentes ya habían estado antes frente a ella…muertos.


Una de esas películas de la década de los ochenta que ha quedado en el imaginario colectivo de los aficionados al fantástico como una simpática opción de visionado, sin peso suficiente como para convertirse en título referencial pero si con cierto halo que la ha mitificado como una simpática propuesta si lo que quieres es pasar un rato muy entretenido disfrutando de sus aciertos y a pesar de sus limitaciones.


Su director es Mark Goldblatt, responsable también de la primera adaptación al cine del conocido antihéroe de Marvel El castigador, aquella protagonizada por un Dolph Lundgren teñido de moreno para la ocasión. Goldblatt, quien únicamente ha dirigido estos dos largometrajes, es sin embargo un experimentado editor, responsable del montaje de títulos como Aullidos, Halloween 2, Terminator, Rambo 2, Depredador, Razas de noche, El último boy scout, Terminator 2, Starship troopers, Showgirls, Armageddon, Peral Harbour, El exorcista, el comienzo o El origen del planeta de los simios, esto es, una filmografía brutal donde ha dado buena muestra de su talento. La película en ese aspecto es tremendamente dinámica, y ya desde su secuencia de apertura se deja de rodeos y va directa a la trama, no dejando un solo segundo de respiro al espectador, sin tiempos muertos, nunca mejor dicho, y ofreciendo en su escueto metraje de hora y veinte un atinado híbrido de buddy movie, comedia fantástica y cine de terror que, curiosamente y, pese a lo que pudiera parecer, funciona en todos y cada uno de sus apartados.


La pareja protagonista de policías está formada por Treat Williams y Joe Piscopo. Hemos de recordar que apenas un año antes se había estrenado Arma letal, y que el género de las buddy movies había tocado el cielo de la taquilla, generando multitud de títulos dispuestos a imitar este éxito dirigido por Richard Donner. No podemos negar la influencia de la película protagonizada por Mel Gibson y Danny Glover, en este caso sobre cómo están definidos los personajes centrales, quienes difieren en su estilo a la hora de abordar la investigación, siendo el personaje de Roger Mortis (indisimulado juego de palabras con rigor mortis) el serio y meticuloso, mientras que su compañero Doug Bigelow es el chistoso de la pareja y quien se toma todo a broma, diferencia matizada visualmente además en la forma de vestir de ambos, en el caso del primera marcando su seriedad mediante el traje y en el caso del segundo de a bordo, reforzando su carácter más jovial con camisetas e informales cazadoras. Treat Williams es un actor con un interesante bagaje profesional y que sin embargo nunca ha logrado despuntar, a pesar de siempre lograr unas convincentes interpretaciones. De esta forma hemos podido verle en películas como Hair, 1941, Erase una vez en América, Cosas que hacer en Denver cuándo estás muerto, La brigada del sombrero, Deep rising, el misterio de las profundidades o 127 horas. Por su parte, Joe Piscopo es un comediante con físico de fisioculturista bregado en el Saturday night live (siendo compañero de sketches de Eddie Murphy), y que en cine casi siempre ha estado ligado a la comedia en títulos como Johnny peligroso, Dos tipos peligrosos o Juntos para vencer. Junto a esta omnipresente pareja de protagonistas tenemos a las bellas Lindsay Frost, quien prácticamente debutaría con esta película y quien se bregaría en colaboraciones episódicas en series para televisión como Perdidos, CSI o Sin rastro, y a Clare Kirkconnel, con una carrera profesional aún más discreta que la de su compañera. Curiosamente estos personajes femeninos cargan con los momentos más dramáticos de la película, especialmente en el caso del personaje interpretado por Frost, protagonista de una de las secuencias más icónicas de la cinta. Hemos de agradecer además la presencia de actores como Keye Luke, el maestro de David Carradine en la afamada serie Kung Fu y visto en Gremlins y su secuela, el cameo en lo que parece todo un guiño al espectador de Shane Black, reputado guionista y director, y autor precisamente del guion de Arma letal, aunque hayamos de lamentar la no aparición de una de las scream queens más representativas de la década de los ochenta, una Linnea Quigley caracterizada como una zombie gogo, cuya secuencia fue descartada del montaje final. Pero el reclamo principal del aficionado más nostálgico es poder ver a un mito del género como Vincent Price en una de sus últimas apariciones en la pantalla grande.


Como comentábamos con anterioridad, la película es una coctelera donde se conjugan con atinado equilibrio géneros como la comedia, con una dupla de protagonistas que son incapaces siquiera de tomarse en serio su propia muerte, o la acción, con varias secuencias de tiroteos que permiten además, dado que los participantes de estas refriegas ya están muertos, deleitarnos con innumerables impactos de bala sobre los cuerpos de los personajes sin que a estos parezcan afectarles apenas. Y por supuesto sin dejar de lado el género fantástico, con la aparición en escena de una máquina capaz de regenerar los tejidos para devolver a la vida a los seres ya fallecidos, e incorporando en la ecuación además la figura del mad doctor, y no pudiendo olvidarnos del terror en su vertiente más desprejuiciada y goremaniaca. Todo ello en un simpático batiburrillo de metraje ajustado y que pese a lo que de inicio pudiera parecer funciona a las mil maravillas desde la base de que nos encontramos ante un proyecto sin ninguna ínfula de grandeza y que parte de una humildad de objetivos palpable en el resultado final. 


Sí que hemos de marcar el libreto del desconocido Terry Black como el aspecto menos trabajado de la película. Si bien nos encontramos con unos personajes definidos de una manera muy generalista y simplista y sin apenas desarrollo dramático, es ese un peaje que aceptamos e incluso de agrado en un título de evasión como el presente, y pesa más el ver como la trama central apenas se esboza de una forma demasiado simplona, sin molestarse en tratar de armar la misma con algo más de base, encontrándonos saltando de escena a escena sin vislumbrar demasiado engrase en la forma en la que evoluciona la investigación de los dos protagonistas. Se puede intuir además ciertos tijeretazos en el montaje final, y eso que gracias al montaje de la película estas lagunas en el guion quedan menos marcadas al desviarse la atención del espectador hacía otros aspectos de la película.


Y si lo peor lo teníamos en un guion sin pulir, el apartado más meritorio de la película se encuentra en su vertiente de maquillajes y efectos visuales. Sorprende además que un título con este aire de serie B posea un trabajo tan atinado en ese aspecto, y que además siga funcionando a la perfección a pesar de las más  de tres décadas transcurridas desde su estreno. El principal “culpable” de este hecho es Steve Johnson, quien ha participado bien en áreas de maquillaje o de efectos visuales en títulos como Greystoke, Videodrome, Golpe en la pequeña China, Pesadilla en Elm Street 4, Mortal zombie, El señor de las ilusiones, Species, Blade 2 o La guerra de los mundos. Con ese bagaje no es de extrañar el resultado final en los maquillajes y uso de animatronics, con secuencias tan icónicas como el zombie motero de doble rostro, la lucha en la carnicería china con trozos de animales muertos o el final del personaje de Randi, no pudiendo obviar el proceso de degradación del protagonista durante su putrefacción en vida y que además nos brinda otro de esos momentos que suenan a guiño, con un detective Mortis saliendo de una ambulancia en llamas con el rostro medio desfigurado y que nos retrotrae visualmente y en forma al Terminator de la película de James Cameron, que como comentábamos al comienzo de la reseña se encargó de montar el propio director.


Una entretenida recomendación totalmente ochentera en su esqueleto, por metraje y desarrollo de la trama, así como por su desenfado y que, a pesar de lo desastroso de su título en castellano, ofrece todo lo que promete y un poquito más, a saber, acción, zombies, policías de los de chiste en mitad del tiroteo y villanos casi de comic, esto es, todo un deleite para el aficionado al género fantástico y de terror sin prejuicios.

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