sábado, 31 de agosto de 2019

...Y EN SEPTIEMBRE

Iniciamos el curso escolar dando un tranquilo y relajante paseo por los lagos de Nueva Orleans, lugar idílico propicio para perderse, pero también para perderlo todo, miembros corporales y órganos internos incluidos.

domingo, 18 de agosto de 2019

BONUS: REC, REMAKE Y SECUELA APÓCRIFA


Es evidente que Rec fue todo un éxito de crítica y público, lo que devino en tres secuelas llevadas a cabo por los mismos responsables de ese éxito inicial. Sin embargo, antes siquiera de estrenarse la película en nuestro país, ya se estaba filmando la consabida versión norteamericana, al haber llamado la atención el guion de esta primera película de la franquicia. El resultado fue una innecesaria revisión de la cinta de Balagueró y Plaza que, mientras de una parte copiaba literalmente determinadas secuencias, incluso planos icónicos concretos, por otra lado trataba de introducir elementos propios, desechando del todo el origen religioso de la plaga para apostar por una enfermedad infecciosa provocada por un virus creado por una maquiavélica secta, con lo que la propuesta pierde esa esencia tan malsana que hacía de Rec una historia todavía más terrorífica. 



Su director, el desconocido Joh Eric Dowdle, quien poco después dirigiría la algo más interesante La trampa del mal, apuesta abiertamente por un mayor uso de la acción frente al suspense imperante en su homóloga española, aumentando para ello el número de infectados en un intento por dotar de mayor ritmo a la película, lo que la acerca en ese aspecto más a nuestra Rec 2, manteniendo eso sí, los principales sustos ya vistos en Rec. Este es uno de sus principales lastres, ya que mientras que en Rec desconocíamos lo que iba a suceder a cada momento, algo que potenciaba el terror inicial, en este caso ya sabemos de inicio a fin como se va a desarrollar la trama, lo que acaba por restarle enjundia, algo a lo que hay que unir que la calidad fílmica de esta review es notablemente inferior al trabajo de Plaza y Balagueró, elemento importante a la hora de abordar revisitaciones de una y otra película.


Otro pero que achacar a Quarantine es el hecho de que para este remake se haya contado con rostros conocidos, algo que resta verisimilitud a los hechos mostrado a golpe de cámara digital, y que era uno de los pilares que sustentaban Rec como la gran película que es. Jennifer Carpenter, vista en El exorcismo de Emily Rose o en la serie de televisión Dexter, sustituye a Manuela Velasco en el rol de Ángela Vidal, tratando en todo momento de imitar las maneras de la actriz española sin lograr transmitir la fuerza de la interpretación de esta, a pesar de ofrecer una digna interpretación. Lo acompañan otros rostros familiares para el espectador como pueden ser Jay Hernández (Hostel, Escuadrón suicida), Johnathon Schaech (Maldita generación, The Wonders), Rade Serbedzija (Eyes wide shut, Snatch, cerdos y diamantes, Batman begins) o Greg Germann (Ally McBeal), lo que acaba por traducirse en que mientras Rec transmitía verdad y por ello terror, Quarantine se presenta como una convencional cinta de miedo.


Aún y con todo, Quarantine supuso un estimable éxito de taquilla en Estados Unidos, lo que devendría en una innecesaria secuela tres años más tarde. 



Dirigida por un desconocido John Pogue (cuyo principal valía reside en haber producido la primera entrega de Fast and Furious) y protagonizada por un grupo de actores provenientes en su mayoría del mundo televisivo dando vida a un grupo de estereotipados personajes que sirvan de carnaza para los zombies, como una azafata haciendo el papel de heroína, el prototípico pasajero egoísta, la parejita, incluso el personaje de niño insoportable. Al menos, esta segunda entrega presenta una historia que no está tomada de las secuelas filmadas para la franquicia oficial. En este caso la historia nos traslada hasta un rutinario vuelo entre Los Ángeles y Nashville durante el cual uno de los pasajeros enferma gravemente, hasta el punto de volverse muy agresivo y atacar al resto de pasajeros. Obligados a aterrizar de emergencia, tanto los viajeros como la tripulación se encontrarán atrapados en una de las terminales del aeropuerto, porque, como en el resto de cintas pretéritas, un dispositivo policial en el exterior les impide salir y abandonar el lugar. 


De esta forma, Quarantine 2 se muestra como una convencional y rutinaria cinta de zombies, más cercana a títulos como El vuelo de los muertos vivientes que a la propia Rec. Con una historia ramplona y poco llamativa no hay nada que destaque por encima de las decenas de cintas de género zombie estrenadas cada año desde el resurgir del tema en los primeros dos mil. La película además ni tan siquiera se molesta en recurrir a la filmación en primera persona, y únicamente en el tramo final, con la utilización de una cámara térmica se nos recuerda que lo que estamos viendo proviene del universo Rec.


Si a todo lo demás unimos que el exiguo presupuesto gestionado deviene en unos pobres maquillajes, una práctica inexistencia de ataques de contaminados o un desarrollo lento por no disponer de escenarios a los que sacar partido, no sabiendo siquiera sacar algo de rédito a la terminal en la que se desarrolla el grueso de la película, con la que se podía haber jugado en pos de lograr algún momento claustrofóbico o angustioso. Únicamente los diez minutos finales pueden ser merecedores de reseña por cómo se maneja el suspense durante ese tramo final.

En definitiva, innecesaria, aburrida y desligada continuación de una película que ya de por si resultaba redundante, y que por supuesto no tiene nada que ver con los postulados marcados en Rec y sus secuelas, ni en la propia construcción de la historia ni en el empaque visual conferido a la película. Y es que si Quarantine resultaba innecesaria por hacer lo mismo pero peor que Rec, esta Quarantine 2 resulta superflua por ofrecer una cinta de zombies al uso pero sin resultar al menos mínimamente entretenida, lo que resalta aún más el hecho de poder llenarnos de orgullo a la hora de abordar la tetralogía que es Rec.

domingo, 11 de agosto de 2019

REC 4: APOCALIPSIS (REC 4: APOCALIPSIS, 2014) 92´



Un operativo especial irrumpe en un edificio donde ha tenido lugar un extraño y desconocido brote vírico que convierte a sus infectados en una especie de brutales poseidos, lo que ha provocado la muerte de varias personas y el aislamiento por cuarentena del inmueble por parte de las autoridades. Cuándo van a  abandonar el lugar tras colocar varias cargas explosivas y sufrir un par de bajas por un ataque de infectados que todavía se encontraban en los pisos, una mujer, la reportera Ángela Vidal, aparece bajando las escaleras de la zona del ático. Es la única superviviente de la pesadilla vivida la noche anterior.



Cuarto y último episodio de una de una de las franquicias más potentes del cine de terror español, y eso a pesar que las películas pares, la dos y la que nos ocupa, sean algo inferiores a las impares, con una primera cinta erigida por méritos propios como una de las grandes películas de terror de los últimos años y una tercera entrega que rompía inteligentemente  el estilo visual y de concepto de sus antecesoras para abrir nuevos horizontes a la franquicia. En esta ocasión, la primera vez que Jaume Balagueró se encarga en solitario de un título de Rec (las dos primeras películas las  dirigió al alimón con Paco Plaza), se vuelve a un estilo más oscuro y tenebrista que en la anterior secuela, la cinta de Paco Plaza en solitario, y donde se apostaba por un modo más alocado y evasivo de redefinir la saga, modificando el terror claustrofóbico de las dos primeras partes por una acción desenfrenada y goremaniaca.



Muy inteligentemente se ha optado por ubicar la historia en un barco en medio de la mar sin posibilidad de regresar a tierra ni de escapar en los botes salvavidas. Una idea nada original pero que justifica la única opción de los protagonistas de enfrentarse una vez más a un numeroso grupo de infectados, a la par que dota a la película de un escenario magnífico, lleno de pasillos angostos y techos bajos, claraboyas en las puertas y tenebrosas salas de máquinas, espacios todos donde tras cada esquina puede acechar el peligro. Balagueró, nuevamente co guionista de la historia junto a Manu Diez, se centra en la idea ya presentada en la segunda entrega de Rec de apostar por la historia de un parásito que, como sucediera en Hidden, lo oculto o la novena entrega de Viernes 13, pasa de huésped en huésped buscando infectar al mayor número de personas posibles en el camino. Esta idea posibilita al director jugar con la idea de tratar de averiguar quién es el portador de esta criatura con forma de lombriz de enormes dimensiones, y que, aunque ya vista en títulos anteriores, acaba funcionando nuevamente gracias al manejo del suspense de su realizador. Otro punto de ruptura especialmente con las dos primeras entregas es la apuesta abierta ya por un cine de acción con un trasfondo terrorífico más que por el terror puro que presidía las primeras cintas de la saga. Pero frente al mayor nivel de cachondeo que tenía la tercera película (aunque con momentos sumamente dramáticos, recordémoslo), en esta ocasión se vuelve a la seriedad que caracterizaba el resto de películas.



Si bien la historia tira por las directrices habituales en este tipo de propuestas, faltando las ideas originales que hicieron de Rec un pelotazo en el momento de su estreno, Balagueró utiliza la cámara con gran habilidad técnica, sabiendo jugar además con lo angosto de los propios pasillos y salas del barco donde tiene lugar la trama para potenciar la idea de desasosiego de las secuencias de terror. Abunda la cámara al hombro pero ello no impide mostrar las escenas rodadas bajo este formato con la nitidez necesaria, conjugando de esta manera el estilo directo y más realista de la filmación con la cámara en constante movimiento y la superposición de planos, con la necesidad de no marear al espectador, lo que permite además poder disfrutar de los excelentes maquillajes que caracterizan la saga, y que muestran unos infectados espectaculares, teniendo el director dentro del área de efectos de maquillaje y visuales uno de sus mayores aliados a la hora de contar la historia con acierto y sin caer en lo ridículo. Y es que esos monos infectados son directamente espectaculares, propiciando además varios de los mejores momentos de la película.




El estilo found footage o de metraje encontrado se desecha a la hora de presentar la historia, algo que ya había iniciado Paco Plaza en la tercera entrega, y que es la opción más inteligente para no resultar repetitivos ni trabajar con un guion limitado por esta traba. Sin embargo si se mantiene este leit motive de toda la saga, mediante la implementación de las cámaras de seguridad que vigilan todos los rincones del barco y que ofrecen la posibilidad de mostrar en determinados momentos planos de los monitores de vigilancia, recordando a los espectadores que todo comenzó con una cámara de televisión filmando en tiempo real.



Manuela Velasco vuelve  a ponerse  a la cabeza de la historia con el personaje de Ángela Vidal, convertida para la ocasión en una mujer de armas tomar dentro de la corriente actual de dotar de protagonismo a mujeres de acción, algo que ya se apuntaba en la tercera entrega con esa Clara en modo desatada motosierra en mano. El resto de reparto está formado por profesionales competentes aunque sucede algo extraño en esta entrega, ya que si a nivel general las interpretaciones están bien resueltas y encajadas en la historia, hay ciertos momentos, centrados especialmente en la parte inicial de presentación y desarrollo de los personajes que estas resultan algo forzadas. Nada grave, y es que, curiosamente, una vez se inicia la acción desaparece esa sensación de artificialidad en las interpretaciones, aunque si hay que remarcar que los actores secundarios resultan, en líneas generales más atinados que los protagonistas centrales de la película.



Una estimable cuarta entrega que confirma lo recogido ya varias veces a la hora de desgranar esta saga, y es que en España hay notables profesionales en ámbitos tanto creativos como técnicos para ofrecer películas de género más allá de los estereotipos de la comedia costumbrista y el drama racial al que parece debemos estar limitados. Si bien es inferior a la primera y tercera partes, está muy por encima de películas similares, generalmente de procedencia norteamericana, e introducidas en nuestro país a docenas. Perfecto ejemplo de una franquicia que parece finiquitarse con esta tercera secuela y que lo hace con una escena final (sin contar la divertida escena entre los créditos finales) que permite al espectador jugar con la idea de si efectivamente es un final cerrado o hay opción para una Rec 5. Por lo que respecta a sus autores principales, Paco Plaza y Jaume Balagueró, la respuesta es tajante. Rec se compone de cuatro películas. Y que películas.

jueves, 8 de agosto de 2019

REC 3: GÉNESIS (REC 3: GÉNESIS, 2012) 75´



Es el día de la boda de Clara y Koldo y las cámaras de grabación de los invitados son testigos de todo lo que acontece en un día tan especial para la pareja de jóvenes. Entre este numeroso grupo de asistentes se encuentra uno de los tíos del novio, quien aparece en la ceremonia con un vendaje en la mano, ya que según cuenta acaba de ser mordido en su trabajo en un centro veterinario por un perro, tras parecer que el animal había fallecido y volver repentinamente a despertar.





Tras dos primeras películas dirigidas al alimón por Paco Plaza y Jaume Balagueró llegaría el turno para que, cada uno de estos directores de manera individual, aportaran su granito de arena a la saga, lo que les permitiría ofrecer un punto de visto más personal y propio a una franquicia que, es evidente, les pertenece a ambos al cincuenta por ciento. El primero en estrenar su película sería Paco Plaza, autor del guion junto a Luiso Berdejo (guionista de la primera Rec) y con David Gallart (montador de las tres primeras películas de la tetralogía) como coautor de la historia. Plaza usaría su turno para arriesgar, dando un giro de ciento ochenta grados a la propuesta, logrando un título que, manteniendo cierta esencia de lo que es Rec, tiene la valentía de romper con sus propias normas en lo que respecta al estilo visual de las dos cintas anteriores, haciendo lo propio con el género en el que enmarca esta tercera parte, para de esta forma no anquilosarse ofreciendo más de lo mismo a lo ya visto en las dos primeras películas estrenadas en 2007 y 2009 respectivamente. 



Es así como esta tercera entrega se inicia con unos primeros veinte minutos durante los cuales asistimos nuevamente a unas imágenes extraídas de las diferentes grabaciones en video de los convidados a la boda, multiplicando los puntos de vista de la película, todo al más puro estilo Rec. Pero tras este tramo inicial, Plaza rompe, literalmente, con esta idea precisamente a través de una escena genial a este respecto, ofreciendo una hora final donde la película ya se presenta en el formato cinematográfico tradicional, viendo por vez primera en las tres películas estrenadas hasta la fecha la historia narrada desde un punto de vista estándar y convencional, dejando de lado la cámara subjetiva. El hecho es que, tanto Plaza como su director de fotografía, Pablo Rosso, si, el mismo que operara la cámara subjetiva tanto en Rec, dando vida a Pablo, el compañero de Ángela, como en Rec 2, haciendo las veces del agente de los GEO Rosso, se han propuesto no solo romper con ese formato en primera persona tan característico de la propia franquicia, sino que además lo hacen pasando de cero a cien. Es por ello que a lo largo de Rec 3 el uso de la steadycam, los planos con grúa o movimientos a golpe de travelling se convierten en una constante, sucediendo lo propio con la filmación de secuencias rodadas en luminosas estancias, sombríos sótanos o en lluviosos exteriores. Todo ello lleva a que la aparente sobriedad en las formas que predominaba en las dos primeras entregas es sustituida por un auténtico festín de tipo técnico donde se da buena cuenta de la mayoría de recursos cinematográficos utilizados hoy en día, logrando un resultado que en su vertiente de técnica puramente cinematográfica es impecable.



La película también rompe las normas en lo que concierne a la elección del casting principal, y es que si mientras para Rec y Rec 2 este se conformaba por desconocidos dentro del panorama interpretativo, para dar vida a la joven pareja de novios protagonistas en esta tercera parte se recurrió a los nombres de Leticia Dolera y Diego Martín. Ambos eran viejos conocidos del público, principalmente en base a su extensa trayectoria televisiva, destacando ella en series como Al salir de clase, Hospital central o Los serrano, mientras que el se convertiría en habitual de ficciones como Policías, en el corazón de la calle, Aquí no hay quien viva o Hermanos y detectives. Independientemente de este hecho lo destacable de ambos intérpretes es, además de lo excelente de sus respectivos trabajos en la película que nos ocupa, como logran la complicidad para hacernos creer ciertamente su bella historia de amor, reforzada ya desde la secuencia de apertura de la película mediante ese, por otra parte habitual, montaje de fotografías de ambos desde la niñez hasta su madurez juntos en el prototípico video de bodas. El resto de actores y actrices que desfilan a lo largo de la película brillan igualmente a gran altura, conformando esa idea ya evidenciada en las dos primeras películas de que el trabajo con los actores es fundamental a la hora de dotar de verisimilitud a la historia narrada. 



Frente a dos títulos anteriores donde el terror era el eje fundamental y prácticamente básico sobre el que pivotaba la historia, Paco Plaza vuelve por enésima vez a romper las normas y nos obsequia en Rec 3 con la más alocada, cómica, brutal, enérgica, pero también dramática de las películas de la saga con un final tan acertado como triste e injusto. Son numerosos los momentos en los que se inserta de manera consciente el humor, principalmente por medio de personajes tan interesantes como Atún, Canon o John Esponja. También hay ciertos momentos donde las reacciones o frases de los protagonistas o secundarios logran que esbocemos sonrisas entre el festival de terror al que asistimos como espectadores, un festival que toma prestadas ideas de películas tan míticas para el goremaniaco de pro como son Posesión infernal o Braindead, tu madre se ha comido a mi perro, incluyendo a una Clara sierra mecánica en ristre destrozando poseídos en uno de los momentos más icónicos de la película. Pero este evidente cambio de registro de la saga no hace de esta tercera entrega una rara avis dentro de la franquicia, sino que por contra la convierte en uno de los títulos más atinados de los cuatro estrenados, por saber abrir nuevas vías manteniendo el espíritu original de lo que es Rec, y en última instancia ofreciendo al espectador una cinta de terror más gamberra y desenfadada pero de una gran calidad técnica y artística.



Incluyendo una banda sonora de personalidad arroladora que logra encajar a la perfección entre el metraje temas de Tino Casal, Loquillo, Iván Ferreiro o Pablo Abraira entre otros muchos, Rec 3 se erige como lo que debiera ser una secuela, en este caso una segunda secuela, que, respetando las fuentes de las que viene, no se limita a la repetición de ideas, momentos y personajes, sino que arriesga y mucho, ofreciendo una película que nadie de inicio imaginaría perteneciera al universo de Rec. Todo esto se diluye tras asistir al trágico final de la pareja protagonista, cuándo somos plenamente conscientes de que  no solo hemos asistido a una tercera parte de Rec estupenda, sino que hemos asistido a una excelente película de género, donde si algo quedaba evidenciado es que Paco Plaza es un perfecto conocedor del material con el que estaba tratando, convirtiendo el mejor día en la vida de Clara y Koldo en la mayor de sus pesadillas. Y para eso hay que valer.

martes, 6 de agosto de 2019

REC 2 (REC 2, 2009) 82´



Un grupo de GEOS, cuerpo de élite de la policía nacional,  se dirige a un edificio en una céntrica calle de la ciudad. Han sido requeridos para, en apariencia, una sencilla intervención, entrar y salir, aunque sin embargo todavía no se les ha informado con detalle de la misma. Antes de llegar a su destino comprueban las diferentes cámaras con las que van a filmar la misión, ya que una de las directrices que han recibido es la de grabar toda la operación.



Tras el incontestable éxito de Rec apenas un par de años atrás, y que con un presupuesto inferior a los dos millones de euros llegaría a recaudar más de treinta, era innegable la preparación de una secuela que siguiera explotando el filón. Esta segunda parte fue nuevamente escrita por los propios Paco Plaza y Jaume Balagueró, contando en esta ocasión con la ayuda de Manu Diez como tercer guionista en discordia, y nuevamente sería dirigida al alimón por una dupla de directores que habían dejado patente su entendimiento y talento trabajando juntos. Aunque con un presupuesto algo superior a la primera película, Rec 2 sigue moviéndose entre costes ajustados, ofreciendo nuevamente un resultado muy meritorio en cuenta a estilo e historia, aunque sin llegar a las cotas de excelencia de la película primigenia.



Como ya sucediera en la primera entrega volvemos a contar con un puñado de solventes intérpretes de rostros poco conocidos para volver a tratar de dotar a la historia de la mayor credibilidad posible. Aunque las actuaciones son notables y no hay peros por esta parte, sí que es cierto que por el camino se ha perdido parte de esa frescura y naturalidad que atisbábamos en la Rec original, propiciado porque en esta ocasión desaparece el elemento sorpresa, no solo en el espectador, sino en unos protagonistas que de alguna manera ya no se encuentran de bruces con el terror partiendo de una situación totalmente anodina, tal y como sucedía en la primera Rec, sino que en esta ocasión van en su búsqueda, lo que propicia actuaciones más cercanas al cine convencional frente a esa frescura vista un par de años atrás entre los vecinos del inmueble. Si se trata de hacer una comparación entre ambos títulos en lo que se refiere al área de las interpretaciones, esta segunda entrega pierde. Dentro del apartado interpretativo la historia se guarda un interesante as en la maga que además es explotado de la mejor manera posible, y solo como una saga como Rec, no supeditada al esperado happy end, podía hacer.



Los directores y autores del guion han sabido crear una continuación que mantuviera el espíritu de película grabada cámara en mano y de manera subjetiva, utilizando en esta ocasión dos perspectivas diferentes, el de los GEOS por un lado y el grupo de niños por otro, tratando con esta doble historia de no agotar al espectador, cambiando de alguna manera la trama y el punto de vista de la historia a mitad de metraje. Si bien si que sirve de refresco visual, la inserción de los niños en la historia es excesivamente forzada y poco creíble, lo que resta algo de fuerza a la idea central. A este hecho hay que sumar que en esta secuela hay bastantes más vacios en la historia, así como elementos difíciles de explicar, algo contrario a una primera parte mucho mejor armada a nivel de detalles. ¿Cómo entra únicamente en el edificio un equipo de cuatro agentes? ¿Por qué hay momentos en los que se dispara a los personajes desde el exterior al acercarse a las ventanas y otros en los que no? ¿Por qué apenas hay contagiados a pesar de las salpicaduras de sangre propias de las ráfagas de disparos sabiendo que la “enfermedad” se transmite a través del contacto con los fluidos? No son trabas determinantes a la hora de narrar la historia, aunque si flecos por pulir frente a una primera parte donde era evidente que la historia se había construido con mucho más detalle, inclusive en lo que se refiere a temas menores o anecdóticos.





Plaza y Balagueró, conscientes de la buena idea que era el dotar de un trasfondo demoniaco a la trama, ahondan en esta ocasión en esta idea, profundizando en la historia de la niña Medeiros y del peso de la Iglesia Católica en la historia. Un plus que además crea un elemento diferenciador en Rec frente a otras historias con infectados de por medio, y que permite nuevamente la recreación de un ático con un mayor protagonismo en esta ocasión y que permite el lucimiento de los responsables de dotar de entidad a esta estancia del edificio. Nuevamente hay que alabar tanto el trabajo de departamentos de corte técnico como maquillaje, efectos especiales o caracterización, pero  también el de los especialistas. Todo ello en aras de poder afirmar el excelente nivel del cine en todos sus aspectos y áreas, algo que permite despojarnos de ese San Benito de cine de segunda y que sagas como Rec dejan patente se basan en estereotipos y prejuicios sin base alguna. 





Esta segunda película, como buena secuela que se precie, multiplica las secuencias más efectivas y efectistas frente a una primera parte que jugaba más con el suspense, apostando por las sensaciones de índole terrorífico en el espectador. Ahora quien se acerca a la película está al corriente de que va todo y es por ello que hay que apostar por la espectacularidad frente a la contención, multiplicándose los ataques de los endemoniados y por ende aumentando de manera exponencial la presencia de efectos visuales frente a la cámara en forma de ráfagas de disparos, explosiones y demás efectos visuales. Esto no quiere decir que se haya dejado de lado la esencia bajo la cual se construyó Rec, ya que esta segunda entrega sigue ofreciendo grandes momentos de tensión, con uno de los agentes reptando por el sobre techo del ático en busca de la sangre de la niña Medeiros, o la escena con el sonido de fondo de la canción Suspiros de España, momentos en los que se mantiene la tensión en todo momento ante el temor a un inesperado ataque por parte de cualquiera de las criaturas que se ocultan entre las sombras y oscuridad del lugar.



Secuela perpetrada por el mismo equipo responsable de la primera entrega que apuesta en todo momento por la continuidad de la historia pero también del estilo que hizo de Rec una obra de culto casi inmediata, y que si bien atestigua un ligero resbalón en cuánto al resultado final, algo por otra parte inevitable partiendo del hecho que Rec es de sobresaliente, mantiene con dignidad y buen rendimiento aquellos elementos principales que serían los responsables de crear una obra para el recuerdo y una saga que, aunque con altibajos, mantendría el listón del cine de terror alto, muy alto, endemoniadamente alto.

jueves, 1 de agosto de 2019

REC (REC, 2007) 75´



“Pablo, ¡grábalo todo, por tu puta madre!”

Ángela, reportera del programa de televisión Mientras usted duerme, se encuentra junto a su cámara Pablo filmando un reportaje en una estación de bomberos cuándo estos reciben una llamada desde un céntrico edificio de viviendas, ya que una de sus inquilinas parece ha sufrido algún tipo de percance quedando atrapada en casa. Aprovechando la salida, la joven y su compañero de equipo deciden informar de lo que acontece en dicha intervención, siendo testigos de que, lo que aparentemente se trataba de una actuación rutinaria, acaba deviniendo en una noche terrorífica.



Estrenada en 2007, Rec acabaría siendo por méritos propios uno de los éxitos de taquilla de la temporada, convirtiéndose por el camino en uno de los tótems del cine de género de terror de la filmografía española. Los principales impulsores y responsables de Rec y la tetralogía en que acabaría convirtiéndose son el dueto de directores, y también responsables del guion junto a Luis Berdejo, Paco Plaza y Jaume Balagueró. Aunque jóvenes cineastas, antes de adentrarse en el universo cinematográfico que acabaría siendo Rec, ambos ya habían dado buena cuenta de su pericia dentro del género que les encumbraría. Balagueró ya había estrenado cintas tan personales e interesantes como Los sin nombre, Darkness o Frágiles, mientras que por su parte Paco Plaza nos había mostrado películas como El segundo nombre o Romasanta. Lo que es obvio en base al puñado de títulos referidos es que tanto Plaza como Balagueró son, primero, fervientes seguidores del cine de terror, y en segundo lugar, unos perfectos conocedores de los resortes de este tipo de género, tanto en el manejo del tempo narrativo, la correcta inserción de sustos entre el metraje, o la generación de un ambiente opresivo y angustioso, amén de creadores de interesantes y terroríficas historias dentro de este género. Si a todo esto añadimos que ambos autores ya habían trabajado juntos en el documental estrenado en cines OT, la película, esto es, se conocían en lo profesional a la perfección, tenemos como resultado un meditado trabajo de género confeccionado por dos autores perfectamente conocedores del material que estaban manejando y que además tenían experiencia previa a nivel de coordinación como tándem de directores. No es extraño pues que el resultado acabara siendo el que fue.



El elenco de actores que aparece en Rec está nutrido en su totalidad de intérpretes desconocidos para el gran público, algo expresamente buscado de cara a incidir en la idea de que lo que estamos viendo es algo real y documentado, lo que puede no resultar si integramos entre los fotogramas rostros conocidos, bien de la pequeña pantalla como del mundo del cine. Esto no es lo mismo que decir que los actores que aparecen en Rec sean mediocres, al contrario, se trata de una de las áreas más potentes de la película. Cierto que la propia Manuela Velasco sí que era alguien con un pasado conocido como presentadora de televisión en programas como Del cuarenta al 1 o Cuatrosfera, lo que la había convertido en un rostro cotidiano para el gran público. Pero igualmente en este hecho vemos una herramienta a favor de la construcción de la historia, ya que encarna precisamente a una presentadora del medio, lo que hace que no nos chirríe verla en dicho rol, sino que se utiliza como un elemento a favor de la credibilidad del propio personaje. Velasco pudo gracias a Rec y a pesar de un buen puñado previo de apariciones menores en  películas y series para televisión, poner de manifiesto su capacidad como actriz, siendo de hecho galardonada con el Goya a la mejor actriz revelación por su interpretación en Rec. El resto de actuaciones, del personaje con mayor peso  en la trama a la totalidad de los actores de reparto, y tal  como decíamos antes, destila verdad, los intérpretes resultan totalmente naturales en su forma de comportarse, de reaccionar, lo que denota que se trabajó mucho con ellos este aspecto de cara a que la película no pareciera eso, una película, sino una auténtica grabación para un programa televisivo, algo que vemos ya desde el mismo inicio de la trama en la base de bomberos, apenas unos pocos minutos durante los cuales los directores aprovechan para presentarnos a tres de los personajes centrales de la historia, la propia Ángela, Manu, uno de los bomberos del parque y, aunque no tenga un solo minuto en pantalla, Pablo, cámara de la periodista y responsable de la grabación de la que seremos testigos. Destacar como, de manera inteligente y en apenas pequeños insertos, se muestra al personaje de Ángela como alguien que, detrás de una apariencia angelical y de cierta fragilidad, esconde a una pequeña arpía con mucha ambición profesional, algo que puede parecer baladí pero que justifica el posterior comportamiento de un personaje con tantísimo peso en la historia, y que acabará convertida en la heroína de la función.



En ese intento por parte de los directores de inmersión del espectador en la propia película, estos decidieron recurrir de manera inteligente a ese estilo de falso documental que tan buenos resultados diera en la clásica Holocausto caníbal y que fuera rescatado a finales de la década de los noventa gracias al éxito de El proyecto de la bruja de Blair. En ese sentido Rec tomó nota de las buenas ideas presentes en la opera prima de Eduardo Sánchez y Daniel Myrick y mejoró y mucho las deficiencias de dicha película. De esta forma Rec es una película en la que el uso de la cámara subjetiva a través del personaje de Pablo consigue que el espectador sea un protagonista más de los hechos que se muestran en pantalla. Pero además, la forma en que se presenta este recurso es muy destacable. Detrás del aparente caos mostrado se esconde una planificación minuciosa de cada una de las secuencias tanto a nivel técnico como de posiciones y movimientos de los actores y de la propia cámara, además de lo que sería un pormenorizado trabajo en post producción de cara a integrar los efectos ópticos y sonoros presentes a lo largo de la película y que aumentan esa idea obsesiva de estar viendo una grabación real. Todo ello repercute en que si bien la película nos adentra en el caos, el terror y el movimiento propio de la cámara, también hemos de alabar que vemos y oímos todo lo que los directores quieren que veamos y oigamos, y el recurso del found foutage no esconde para nada un rodaje de amateurs sin recursos técnicos, sino que es la forma escogida por los directores para alcanzar el objetivo deseado, y que por cierto, logran con nota. Dentro de esta forma de rodaje es inevitable destacar esos últimos minutos filmados en modo de visión nocturna, con unos personajes agotados física y mentalmente, pero además sumidos en la más absoluta de las oscuridades, a expensas de un peligro que no son capaces de ver pero si presentir, e incluso oír, todo ello para acabar en una escena final brillante, y que es la mejor manera de terminar una película como Rec.



La historia aprovecha el tirón del cine zombie, puesto de moda con el estreno en 2002 de 28 días después y prorrogado en 2003 con la película de Zack Snyder Amanecer de los muertos, títulos que supusieron el pistoletazo de salida para una horda de películas, series, libros y demás medios de explotación de un subgénero que hasta entonces parecía minoritario y que a día de hoy todavía sigue plenamente vigente. De esta manera vemos como el terror proviene de una desconocida enfermedad que se transmite a través de los fluidos corporales y que acaba provocando el falleciendo en segundos de quienes resultan infectados para volver a la vida en forma de imparables criaturas cuyo único afán es dar caza a los cada vez, menos supervivientes. Pero los guionistas no se quedaron en la consabida plaga zombie al uso, sino que integran un elemento que mejora y mucho la trama, y que no es otro que el relacionado con el de las posesiones demoniacas. De esta forma, y aunque es algo que no se explica con claridad en la película, quienes atacan a Ángela, Pablo y compañía, no serían tanto zombies en el uso habitual del vocablo sino una especie de poseídos al más puro estilo Demons, idea que será refrendada dos años más tarde con el estreno de Rec2. Esa idea de incluir fenómenos demoniacos como fuente del mal que asola el edificio, hace que Rec sea todavía más terrorífica precisamente por tratar y utilizar una idea como el de la posesión, incrustada en el acervo cultural y social de una población eminentemente creyente o católica, jugando de esta manera con miedos atávicos y por lo tanto más reales para quien  está viendo la película que la habitual plaga zombie de carácter meramente vírica. 



Si bien decíamos a la hora de hablar del grupo de actores que la intención principal de los directores era mostrar reacciones normales y personajes anodinos típicos de cualquier comunidad de vecinos, lo mismo sucede con la ambientación de la película, partiendo desde el propio parque de bomberos donde tiene lugar el comienzo de la historia hasta el antiguo bloque de pisos donde se desarrolla el grueso de la película. El hecho de filmar en escenarios reales, tanto en lo que respecta a la estación de bomberos como al propio edificio, aumenta la credibilidad de lo que estamos viendo por la sencilla razón que todo lo que vemos es real frente a la una mayor artificialidad que hubiera supuesto el uso de decorados. Asimismo el trabajo de localización, la ambientación y el trabajo del equipo de diseño de producción es absolutamente encomiable. La decoración de las viviendas, la propia arquitectura de sus pasillos, la iluminación del bloque…todo ello hace que esta casona se convierta en un personaje más, acentuando la idea principal de creer a pies juntillas que lo que estamos viendo podría provenir de cualquier programa de reportajes vistos hoy en día. Punto y aparte merece el momento en el que los dos protagonistas principales penetran en el ático, momento en el que se desvela esa idea de que hay un elemento religioso y demoniaco como centro de todo lo vivido hasta llegar a ese instante. Los recortes de prensa, las fotografías arañadas, los restos de diferentes investigaciones y experimentos científicos…la forma en que está decorada la estancia ya de por si es tremendamente desasosegante y angustiosa. 



Si a todo ello añadimos la presencia de la denominada como “niña Medeiros”, el clímax final no puede ser más conseguido. Este personaje, deforme, agresivo y totalmente terrorífico en su concepción visual y vital, está encarnado por Javier Botet, todo un referente para quien sea seguidor del cine de terror. Este español, quien padece la extraña enfermedad del síndrome de Marfan, que entre otras anomalías causa una hiperlaxitud de ciertos tejidos y un físico muy particular, cercano a los dos metros de altura y con menos de sesenta kilogramos de peso, ha sabido sacar provecho de sus desventajas, y tras debutar en el cine en Bajo aguas tranquilas y ganar fama gracias precisamente al personaje al que diera vida en la saga Rec, ha llegado a trabajar en títulos como Balada triste de trompeta, Mamá, Las brujas de Zugarramurdi, La cumbre escarlata, El renacido, Expediente Warren 2 o It entre un número ya innumerable de títulos, muchos de ellos dentro del cine de Hollywood, utilizando su particular fisonomía para encarnar todo tipo de personajes extravagantes o terroríficos. Y es que la labor de maquillaje y caracterización de los diferentes infectados es uno más de los puntos a favor de la película, y eso que el excelente trabajo de los maquilladores no logra disfrutarse en todo su esplendor en base a la decisión por parte de los directores en lo que se refiere a iluminación y movimiento de cámara, aunque si llegue a apreciarse el buen trabajo llevado a cabo en el terreno de los efectos de maquillaje, otro síntoma más de lo bien utilizado del exiguo presupuesto con el que se contó para filmar la película.



Rec es la historia de una muy buena idea que se supo llevar a la práctica tal y como sus autores habían imaginado en su día en sus cabezas, y que llevaba el cine de terror a un nivel superior, logrando que el espectador se sintiera protagonista de la película y logrando su inmersión total en la misma, utilizando un recurso tan propio del mundo de los videojuegos en primera persona, los conocidos como shooters, y que no es otro que ponernos detrás mismo de la cámara. Si a esto añadimos un grupo de intérpretes en estado de gracia, o mejor dicho, excelentemente dirigidos, y una buena y terrorífica historia de fondo, el resultado fue el que debiera haber sido, un incontestable éxito de crítica y público, que aterrorizó a los espectadores que se atrevieron a entrar en las salas y  que devino en saga y versiones propias en Estados Unidos. Un título que supo calar en una sociedad en la que precisamente nuestra máxima no es disfrutar de la vida, sino fotografiarla y grabarla en todo momento. Y eso es lo que hace Pablo en Rec, grabarlo todo, absolutamente todo.