SHOCKER, 100.000 VOLTIOS DE TERROR – 1989 (105´)
Wes Craven trataría de crear un nuevo
Freddie Krueguer con Horace Pinker, un asesino en serie ajusticiado en la silla
eléctrica y con la capacidad de pasar de cuerpo en cuerpo para seguir cometiendo
sus fechorías después de muerto, una idea que nos retrotrae de manera obligada
a la cinta de Jack Sholder (curiosamente director de la segunda entrega de
Pesadilla en Elm Street) Hidden, lo oculto (1987). Y hay que reconocer que la
película comienza de manera excepcional, siendo este primer tramo, brutal y
terrorífico, lo mejor de una cinta que acaba de manera decepcionante,
especialmente debido a una resolución con tintes casi humorísticos que muestran
al protagonista y al psicópata en una persecución entre programas de televisión.
Aún con todo, y si obviamos ciertas alocadas ideas que tienen que ver con el
uso de la electricidad por parte del personaje de Pinker, un título que merece
la pena por el enfoque de una primera mitad de película que si constituye un
notable ejercicio de terror cinematográfico y que incluyen, entre otras buenas
ideas, la presencia del fantasma de la novia asesinada del protagonista como ángel
de la guardia de este.
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