jueves, 7 de noviembre de 2019

EL DÍA DE LOS MUERTOS (DAY OF THE DEAD, 2008) 85´



Un pueblo se encuentra en estado de cuarentena por un brote de gripe, siendo  lo más extraño de esta situación que el ejército controla los accesos al lugar para evitar que nadie entre o salga del perímetro. Pero este virus mutará hasta transformar a los infectados en zombies sedientos de carne humana, convirtiendo esta pequeña localidad en una ratonera donde los pocos supervivientes son cazados uno a uno por una multitud cada vez mayor de muertos vivientes.



El gran éxito de público, pero también de crítica, obtenido por Zack Snyder con su opera prima Amanecer de los muertos, propició un aluvión de películas con los muertos vivientes como grandes protagonistas, a lo que hay que unir el estreno un par de años atrás de 28 días después, siendo ambos los dos títulos fundacionales del resurgir que en el nuevo milenio se vivió de este subgénero dentro del cine de terror. En este caso nos encontramos con una re visitación de varias de las ideas presentadas por George A. Romero en su película de 1985 El día de los muertos, no pudiendo hablar de un remake como tal, ya que ni siquiera toma la idea argumental central, cosa que si veíamos sin embargo en Amanecer de los muertos. Steve Miner, viejo conocido del género y responsable de títulos tan interesantes para el aficionado como las dos primeras secuelas de Viernes 13, House, una casa alucinante o Warlock el brujo, es el director de la película que nos ocupa, la cual ha sido guionizada por Jeffrey Reddick, conocido especialmente por ser el autor de los guiones de Destino final y varias de sus secuelas. En este caso, tal como hemos apuntado, se toma como base de inspiración la cinta de George A. Romero estrenada más de veinte años atrás, en línea con lo ya hecho por Zack Snyder con Zombie, pero mucho más alejada en esta ocasión de su base original. 





Las líneas de cohesión de este título con el dirigido por Romero se encuentran principalmente en ver como el protagonismo se centra en un estamento como es el militar, aunque en esta ocasión eliminando la ferviente negatividad adscrita a este grupo, un elemento muy presente en la película original. Asimismo vemos en el acto final la aparición en escena de los científicos, el otro gran estrato social protagonista en la cinta de 1985, y que se contraponía frontalmente a las aspiraciones de los soldados, en un enfrentamiento absoluto de ideas y formas de actuación ante la epidemia zombie. Para asegurarse que el público entiende que la película se mira en la historia escrita y dirigida por el director de La noche de los muertos vivientes, no se olvida de insertar nuevamente al personaje de Bub, probablemente el más icónico de la primigenia El día de los muertos. Finalmente sí que parece quedar patente que esta historia se situaría anteriormente a lo visto en la década de los ochenta, siendo una especie de precuela de esta, un nuevo inicio de la plaga de muertos vivientes resucitados, que como no podía ser de otra manera después de estrenada la anteriormente citada 28 días después, se apunta en esta ocasión se debe a causas infecciosas o víricas, lejos de teorías más cercanas a los postulados manejados por Romero en su ciclo de películas.



La película cuenta con un interesante plantel de protagonistas comandados por una Mena Suvari post American Pie y American beauty, los dos títulos que la encumbraron de manera muy circunstancial y limitada en el tiempo como joven actriz de moda, y que ya en este 2008 se hallaba inmersa en producciones de segunda lejos del glamour de Hollywood. La menuda intérprete da vida a uno de los militares protagonistas, y hay que reconocer que en parte por tratarse de un rostro fácilmente reconocible, en parte porque no lo hace mal, compone un personaje al menos interesante. Junto a Suvari podemos ver a un grupo de jóvenes y desconocidos intérpretes en papeles vistos con anterioridad en decenas de filmes similares, y donde solamente cabría destacar la participación de Nick Cannon, pero no por motivos cinematográficos, sino porque durante algo menos de una década se convertiría en el marido de la cantante Mariah Carey. Pero si hay un personaje que obtiene de inmediato la complacencia del espectador por lo que supone de guiño, ese es el interpretado por Ving Rhames, ya visto en Amanecer de los muertos, y que da el pego perfecto como rudo capitán dentro del grupo de soldados, personaje bautizado en el guion como Rhodes, uno de los múltiples guiños que la película presenta en relación a la primigenia El día de los muertos, lo mismo que sucede con Mena Suvari, Sarah en la cinta, idéntico nombre que el de la actriz Lori Cardille en la cinta de mediados de los ochenta.



La película se inicia con un arranque que nos hace temer lo peor, minutos donde la trama discurre de manera lenta y sin sobresaltos. Todo hasta que llegamos al minuto veinticinco de metraje, momento donde arranca la acción y el gore, y donde los zombies y la sangre hacen su aparición para no abandonarnos hasta el final. El concepto de estos seres en esta ocasión, no solo no abandona las cualidades dados a estos en las últimas películas de género surgidas a raíz de las anteriormente mencionadas 28 días después y Amanecer de los muertos, la rapidez y agilidad frente al hieratismo y lentitud de los muertos vivientes creados por Romero, sino que además eleva estas cualidades al cuadrado en cuanto a capacidades respecto a otros títulos modernos. Así, vemos como los zombies de El día de los muertos corren endiabladamente, trepan por los techos, utilizan herramientas y tienen una capacidad de salto sobrenatural. Y esas capacidades otorgadas a los zombies hacen del presente título un ejercicio dinámico, entretenido y adrenalítico. Steve Miner no está interesado en ofrecer un alegato de crítica social, o de adentrarse en la psique de sus protagonistas, como haría Romero en su visión de esta historia, sino que lo que busca es entretenimiento puro y duro, algo que logra de manera muy eficiente, tal y como podemos ver en la estupenda escena en la que el caos se apodera del hospital cuándo, de manera simultánea, todos los enfermos del recinto se transmutan en zombies. A esto ayuda además un holgado presupuesto para lo que se maneja en este tipo de productos destinados al directo a DVD, más de quince millones de dólares, con lo que el equipo de efectos especiales y de maquillaje puede llevar a cabo un trabajo más que correcto, y que posibilita el mostrar con todo lujo de detalles decapitaciones, amputaciones, mordiscos que arrancan la carne… 



En definitiva, un entretenida cinta de género, donde lo peor está en un primer acto, y en menor medida, un acto final, que se encuentran por debajo del nivel de endiablo ritmo que soporta el resto de película. Steve Miner es un director solvente y los resultados así lo atestiguan, siendo este El día de los muertos una especie de hermana pequeña de Amanecer de los muertos, evidentemente sin la calidad de su hermana mayor, pero que nos ofrece un muy entretenido y salvaje ejercicio de cine zombie, una agradable sorpresa una vez superamos nuestra reticencia inicial. Muertos vivientes en perfecto estado físico, lo que no les hace más terroríficos que los zombies vistos en el cine de Romero, pero si más peligrosos.

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