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lunes, 1 de julio de 2024

POSESIÓN INFERNAL, EL DESPERTAR (EVIL DEAD RISE, 2023) 90´

Beth acude a visitar a su hermana mayor y a sus tres sobrinos tras conocer para su sorpresa que está embarazada. La noche que llega al edificio donde vive su familia un terremoto deja al descubierto una bóveda subterránea perteneciente al antiguo banco que ocupaba el espacio de viviendas actual. Allí, Danny, uno de los jóvenes, encuentra en un sarcófago protegido por multitud de crucifijos y otras reliquias religiosas un extraño libro, así como unos discos antiguos que datan de cien años atrás. 

Última película hasta la fecha de una de las sagas de terror más notables de las últimas décadas en tanto mantiene unos altos estándares de calidad a lo largo de las cinco películas estrenadas, las cuales se complementan con el cortometraje que sirvió para conseguir la financiación necesaria para dar luz verde a la película original además de una divertida y pasada de vueltas serie para televisión, siendo estos los referentes audiovisuales que conforman de momento la franquicia. Y decimos hasta la fecha porque el éxito entre los aficionados al terror así como de la propia saga cosechado por la película unido a una taquilla que ha logrado multiplicar casi por ocho un presupuesto de diecinueve millones de dólares hace creer que más pronto que tarde se estrene una nueva entrega que sumar a una serie de títulos iniciada en 1981 con una Posesión infernal convertida en título de culto dentro del terror contemporáneo. 

Tres de las principales cabezas visibles de la película estrenada hace más de cuarenta años participan en este caso en labores de producción, lo que redunda en un título enormemente respetuoso con la saga a la que pertenece. Nos referimos a Sam Raimi, director de las tres primeras películas, Rob Taper, encargado de la producción en todas y cada una de las entregas y Bruce Campbell, convertido especialmente a raíz de la primera secuela, Terroríficamente muertos, en alma mater de la saga además de erigirse como uno de los personajes más icónicos y carismáticos dentro del cine de terror gracias a su Ash Williams. El director en esta ocasión es Lee Cronin, autor también del guion de la película, y quien con tan solo una película a sus espaldas además de un puñado de cortometrajes englobados dentro del género, ha tenido la osadía de enfrentarse a la complejidad que es abordar un proyecto con tantas expectativas para el fandom, especialmente tras la buena acogida del remake orquestado por Fede  Álvarez en 2013. Y el resultado no podría haber sido mejor. Cronin demuestra una pasión por la saga que queda evidenciada en la cantidad de homenajes y guiños presentados a lo largo de la película, e iniciados ya con ese arranque que emula los alocados y personalísimos travellings de Raimi, a lo que podríamos sumar el uso de los efectos de sonido como un componente crucial a la hora de generar terror, el guiño a la endemoniada Henrietta como logo de la tienda de pizzas, el uso en una de las secuencias de la sangre anegando los botones del ascensor tal como sucediera con la lente del proyector en la película de Raimi, los tatuajes de una de las protagonistas con forma de espinos en clara alusión a las truculentas escenas de la violación en Posesión infernal y su remake así como la propia posesión de este mismo personaje sustituyendo en esta ocasión las ramas del bosque de las cintas pretéritas por los propios cables del ascensor del edificio. La aparición de la motosierra y la escopeta, el globo ocular saliendo de la cuenca del ojo, la decapitación de la muñeca imitando la muerte de la novia de Ash… el visionado de la película es un deleite continuo para el fan de la saga. Y no solo podemos vislumbrar guiños a Posesión infernal, sino que en determinadas escenas son muchos los homenajes a películas seminales del género de terror como El exorcista, con una endemoniada que eleva al cuadrado esa icónica secuencia de la araña descartada en el primer montaje de la película de 1973 y recuperada posteriormente para el director´s cut, el momento del ascensor anegado de sangre es una evidente alusión a El resplandor, la arquitectura del edificio donde se desarrolla la acción nos recuerda a la vivienda donde tenían lugar los acontecimientos de Muñeco diabólico, esa idea de unos personajes atrapados sin posibilidad de escapar es muy referencial al cine de John Carpenter, la escena de la trituradora en el garaje emula ese final tan gore de Braindead, incluso ese Buick en el que las protagonistas tratan de huir casi acabando la película podría interpretarse como un guiño a un Stephen King, autor de la novela Buick 8, un coche perverso, cuya crítica de Posesión infernal supuso el espaldarazo que la película necesitaba para convertirse en el hito que es hoy en día.

Pero no solo de homenajes vive una película que es enormemente recomendable para el fan del horror por sus propias virtudes, las cuales no son pocas, hasta el punto de convertir esta Posesión infernal, el despertar en título de obligado visionado de entre las películas dentro de su género estrenadas en 2023. Lo primero que cabría destacar es la capacidad de su director a la hora de componer enormes secuencias de terror, para lo cual se ayuda no solo en una iluminación sobresaliente que refuerza la idea de opresión de unas víctimas incapaces de poder escapar de un edificio que traslada toda la potencia visual de la cabaña de las primeras dos películas y del remake estrenado en 2013 a un entorno urbanita pero igualmente desasosegante, lo mismo que sucede con un uso del sonido excelso y que es igualmente funcional a la hora de conseguir ese fin último de angustiar al espectador.  Y es que Cronin se manifiesta como un excelente realizador a la hora de planificar y filmar encuadres tremendamente efectivos, como la primera aparición del personaje de Ellie ya endemoniada en la cocina de la casa, el momento de la bañera o toda la escena mostrada a través de la mirilla de la puerta del piso de las protagonistas, y que hacen de esta Posesión infernal una verdadera experiencia dentro del cine de terror. Sí que es cierto que en su afán por cubrir todos los espectros de una saga que recordemos, en su segunda y tercera entrega lindaban con la comedia gore, no siendo este el caso, la película nos lleva a un acto final excesivamente pasado de vueltas, lo cual si bien descoloca algo al espectador por ese tono más cercano al terror puro y sin estridencias mostrado hasta ese momento, no hace perder a la película su fuerza, ya que todo aquel que conozca la saga sabe que está viendo una película de Posesión infernal.

Pero si la película funciona tan bien como lo hace, no es únicamente por la pericia de su director a la hora de componer una colección de escenas enormemente terroríficas ni por un guion que sabe recoger todo el espíritu de la franquicia para plasmarlo en pantalla. Hay que reseñar igualmente a unos personajes que en apenas unos minutos son excelentemente presentados, así como dibujados en una psique que a pesar de apenas dedicar metraje a este momento los convierte en enormemente creíbles, lo que hace que esa familia algo disfuncional que va  a vivir la noche más terrorífica y trágica de su vida  conecte inmediatamente con el espectador. Si a esto sumamos la valentía de introducir en la ecuación a unos personajes enormemente jóvenes a quienes llevar al límite y además sin acobardarse a la hora de definir como acabaran varios de estos, una final girl con hechuras que además experimenta una evolución desde despreocupada tía a ser capaz de sacrificarse por su familia, todo gracias a una secuencia de presentación que define el porqué actúa como lo hace, y una endemoniada principal que se erige gracias a la interpretación de una soberbia  Alyssa Sutherland (Vikingos) en lo mejor de la película y posiblemente referente a la hora de componer este tipo de personajes en títulos posteriores, el resultado a nivel de personajes no puede ser más satisfactorio.

Y si la película logra dar el miedo que da y conectar con el espectador más allá de la brutalidad de unas secuencias que siguen haciendo gala, y esa es otra marca de la casa de la franquicia, de ese saber jugar con momentos enormemente denterosos como sucede en esta ocasión con el uso que se da del rallador de queso, es porque pervierte de manera enormemente cruel la figura de una madre que pasa de ser la protectora de sus hijos a convertirse en su gran amenaza. Ello unido a la manera en que el demonio juega con esa idea para así poder confundir, desesperar y finalmente poder dar caza a sus víctimas hacen de Posesión infernal el despertar un título que cumple uno por uno con todos sus objetivos de inicio. Y esa es una gran noticia para el fan de la saga.

sábado, 21 de octubre de 2023

VENUS (VENUS, 2022) 100´

 

Lucía, una gogo de discoteca, roba un alijo de pastillas del local en el que trabaja. Asediada por los dueños de la droga, no tiene más remedio que ocultarse en el bloque de edificios donde vive su hermana y su sobrina y a quienes no ha visto en años, aplicándose aquello de acabar siendo peor el remedio que la enfermedad.

Jaume Balagueró es uno de los nombres propios dentro del cine de terror de nuestro país gracias a títulos como Los sin nombre, Darkness, Rec o Mientras duermes, demostrando con su filmografía no solo su pericia técnica a la hora de formular sus rodajes y posterior montaje de sus películas, sino sobre todo como un perfecto conocedor de los resortes del género. En esta ocasión se inspira en el personalísimo universo literario de Lovecraft, con la presencia de soslayo de ese émulo de Cthulhu sobrevolando la película, para orquestar una historia eminentemente femenina y de tintes matriarcales donde confluyen diferentes géneros e ideas de resultado desigual pero tremendamente funcional.

Así, a lo largo de la trama hay un pastiche de estilos cinematográficos que se entremezclan, como sucede por ejemplo con el thriller, sustentado en esa huida hacia adelante de la protagonista tratando así de escapar de unos mafiosos con una presencia y comportamiento de manual pero que no por ello deja de resultar atinada, presentándose igualmente una historia con ecos de drama y que asoma básicamente en el momento en que se narra la relación del personaje principal con su familia, especialmente con su hermana, siendo el otro género en discordia presente en la película, y como no podía ser de otra manera, el terror, funcionando este como elemento cohesionador dentro de la trama, para lo cual Balaguero ha jugado con ideas ya vistas en títulos como La semilla del diablo o The lords os Salem, películas que indefectiblemente vienen a nuestra cabeza durante el visionado de Venus, un título muy apropiado ya que esta palabra está totalmente presente a lo largo de toda la película, tanto a la hora de denominar el planeta del Sistema Solar como dando nombre al edificio donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Balaguero maneja mucho mejor aquellos momentos en los que el foco de la trama se posa precisamente sobre este edificio, escenario donde tiene lugar buena parte de la acción sabiéndose sacar todo el partido del mundo al mismo, conteniendo este lugar ecos de aquellas casas con estética del pasado y que veíamos perfectamente reflejado en la celebrada Rec, siendo un escenario que resulta enormemente desasosegante, máxime cuando el director juega con el mundo de lo paranormal entre sus paredes. Por el contrario, es cuándo el terror mira hacia otro lado, con un final abiertamente desmadrado y virado al exceso visual. que la película pierde parte de ese carácter perturbador que está presente durante buena parte del metraje y que se potencia gracias a la incursión de personajes como el de Tía Galga, con una única escena en pantalla pero resultando esta notablemente perturbadora.

Precisamente uno de los elementos más destacados de la película es una dirección de actores que saca un enorme partido a todos y cada uno de los personajes que pululan en pantalla, encabezados por una Ester Expósito que muestra su solvencia como actriz más allá de una carnalidad en pantalla fuera de toda duda y que sienta francamente bien al personaje de Lucía. Pero es que todos los actores y actrices resultan tremendamente creíbles en roles que en ocasiones coquetean con el exceso, casi lo paródico, lo que supone un reconocimiento aún mayor de su trabajo delante de las cámaras. No podemos obviar en este sentido la presencia llena de naturalidad y verdad de la niña Inés Fernández, otro de los puntales junto al protagonismo de Expósito y el buen hacer de todos y cada uno de los secundarios para que la propuesta de Balagueró, en ocasiones bordeando lo esperpéntico, funcione y nos de cómo resultado un título solvente en su género.

Como ya apuntábamos con anterioridad la película funciona mucho mejor cuando juega a insinuar y a sugestionar, Balagueró siempre ha sido mucho mejor director cuándo se ha movido en registros cercanos al suspense,  que cuándo muestra todas sus cartas sobre el tapete en un acto final que tanto en la vertiente que tiene Venus de thriller como en la abiertamente terrorífica peca por momentos de resultar pirotécnica en exceso. Otro hecho que lastra determinados momentos de la cinta es la manera en que ha sido utilizado el CGI en la película, secuencias que resultan muy artificiales por lo acartonado que este tipo de efectos visuales lucen en pantalla, siendo estas carencias suplidas por ese exceso de hemoglobina final que llevan a la protagonista a mutar en una salvaje final girl en su vertiente más descarnada.

De esta forma Venus se manifiesta como un mejunje bien pertrechado por un  Jaume Balagueró que sabe perfectamente cómo hacer que su propuesta funcione, y es llevándola a su terreno, el de un terror sobrenatural plagado de fantasmas, casas encantadas y criaturas con aura demoniaca. Unos intérpretes creíbles y muy disfrutables hacen el resto para orquestar un título que sin sobresalir entre el vasto catálogo de cine dentro de este tipo estrenado en la actualidad sí que deja patente que en nuestro país el terror ha sido y es un género al que siempre se le ha sabido sacar muy buen partido, algo que queda de manifiesto en un título que sin ser redondo del todo si que es un ejercicio de género bien planteado y resuelto en pantalla.    

domingo, 17 de septiembre de 2023

HELLRAISER (HELLRAISER, 2022) 121´

 

Una mujer que trabaja para el millonario y excéntrico Roland Voight se cita en mitad de Belgrado con un extraño hombre con quien lleva a cabo un intercambio en mitad de la calle, y así, mientras ella abona al hombre una importante suma de dinero, él le entrega un extraño y bello rompecabezas con forma de caja.


Tras numerosas especulaciones que abordaban la idea que existía sobre la mesa para llevar a cabo un remake de la película de 1987 Hellraiser, los que traen el infierno, y que de hecho se iniciaron antes de llegar a estrenarse otras dos secuelas de esta franquicia como son Hellraiser Revelations y Hellraiser Judgment, finalmente se estrenaría el título que de alguna manera quería acabar con toda una recua de continuaciones que salvo honrosas excepciones y especialmente a partir de la cuarta entrega estaban caracterizadas por tratarse de títulos muy irregulares y mediocres, muy por debajo de lo estrenado por Clive Barker hace ya treinta y seis años. Y si que es cierto que por fin podemos hablar de un título que al menos ha contado con un respaldo económico y artístico notable de cara a poder llevarse a cabo este proyecto con las mínimas garantías que llevaran a entregar una película destacable, pero si algo queda patente tras ver este Hellraiser 2022 es que no se trata de un remake ni de ningún reinicio, sino que es un título más dentro del universo creado en su día por el escritor, director y pintor Clive Barker. 

Así, la historia no repite lo ya narrado por Barker en su opera prima, sino que parte de una historia totalmente original y que vuelve a pivotar sobre esa Caja de Lemarchand o Configuración de los Lamentos constituida como parte icónica de la saga a pesar que en algunas películas ostente más importancia que en otras, y que nos lleva a un tercer acto en una mansión construida en cierta forma a imagen y semejanza de este artilugio, siendo este escenario plagado de trampas, puertas automáticas y pasadizos uno de los puntales de la película. Lo mismo sucede con la aparición de unos cenobitas que si bien mantienen los diseños originales vistos ya en la primera película en la que hicieran acto de presencia han sido debidamente actualizados en su concepción visual acentuando la presencia de escarificaciones o mutilaciones corporales. Más allá de lo obvio, el cambio de sexo para con el personaje de ese icónico Pinhead que en esta ocasión adquiere formas de mujer y cambia su nombre, lo más destacable dentro de estos personajes demoniacos es que acaban resultando demasiado elegantes, les falta esa decadencia, visceralidad y repulsión que les acompañara en cada nueva aparición en el Hellraiser original, a lo que hay que sumar que aumentar su presencia en pantalla acaba igualmente restándoles parte de ese potencial terrorífico que tan bien supo explotar Barker en su película. Menos es más. Esta pérdida de capacidad para manifestar terror de estos personajes no es óbice para no reconocer la gran labor de maquillaje y caracterización llevada a cabo con estos seres, donde una vez más volvemos a poder ver en pantalla el mayor presupuesto manejado en esta ocasión frente a entregas anteriores con hechuras en ocasiones de serie Z.

La película ha contado con la dirección de un David Bruckner que no es ningún recién llegado a esto del terror, ya que previamente a esta, su película más importante hasta el momento, ya había presentado títulos tan curiosos como La señal, V/H/S, dirigiendo uno de sus segmentos, o participando en varios episodios de la serie para televisión basado en los icónicos comics Creepshow y cuyo formato de mini historias de terror ya había sido trasladado al celuloide en tres ocasiones, la primera de ellas orquestada por el tándem Stephen King-George A. Romero. Bruckner ofrece un trabajo muy bien filmado y tremendamente elegante en lo visual, dejando de lado, y siendo ese uno de los elementos que más lastran la película, la sordidez propia de la historia original, y de alguna manera marca de la casa de un universo cenobita caracterizado por destilar un ambiente malsano, grotesco, casi irrespirable. Destacar entre los guionistas la presencia de David S. Goyer, todo un nombre propio si hablamos de los superhéroes en el cine, ya que ha escrito los guiones de la saga Blade, del Batman de Nolan y del Superman de Snyder. En ese sentido la película está muy bien escrita, centrando buena parte de su interés en ese rompecabezas capaz de abrir el portal que trae a nuestro mundo a los cenobitas y con ello la muerte y el dolor de quien ose convocar a los mismos. Hay que reconocer asimismo que  la película nos muestra a unos personajes que en líneas generales han sido bien desarrollados, destacando la presencia de una protagonista con hechuras, bien construida y con un fondo en su psique y su historia que la hace creíble.

Odessa A´zion es quien da vida a esta protagonista, una actriz que prácticamente todo el grueso de su carrera lo ha llevado a cabo en la televisión y que nos ofrece un personaje muy potente, al que ayuda además la característica fisonomía de la intérprete que hibrida entre momentos en los que resulta tremendamente atractiva y llamativa y otros en los que nos ofrece a ese personaje que ha tocado fondo y que entra por momentos en cierta espiral de autodestrucción. Este personaje, y frente a las evidentes diferencias de comportamiento e incluso de físico existentes, no ha evitado nos llevará en ocasiones a pensar en la Kirsty protagonista de las dos primeras entregas de Hellraiser.  Igual de desconocidos para el gran público que A´zion son el resto de actores vistos en pantalla, quienes  como en el caso de la joven protagonista se han fogueado en la pequeña pantalla, siendo el nombre más llamativo el de ese villano al que da vida Goran Visjnic, especialmente conocido por su paso por la serie Urgencias. Destacar por último dentro del apartado interpretativo como la mayoría de cenobitas están interpretados por mujeres, buscando de esta forma potenciar en estos seres cierto aire de androginia en su presencia.

Tras ver este revival de Hellraiser uno llega a la conclusión de que acaba de ver una buena película de género que además logra sacar a la franquicia Hellraiser de ese pozo de cierta desidia en el que se encontraba y que pivotaba entre títulos de pobre factura en los cuales en ocasiones apenas había pasión por ofrecer al fan un título digno dentro de una saga tan valorada por el aficionado al terror más extremo. En esta ocasión si vemos esas ganas de hacer las cosas bien, una historia bien armada y que en ningún momento a lo largo de las dos horas de metraje llega a aburrir, y con los toques de gore necesarios para deleite del personal, aunque lejos de la sordidez de otros títulos de la saga. ¿Es la película definitiva de Hellraiser? Creo sinceramente que no. ¿Es un buen inicio de cara a empezar a hacer mejor las cosas con esta franquicia? Ojalá. El universo cenobita se lo merece.    

jueves, 14 de septiembre de 2023

HELLRAISER JUDGMENT (HELLRAISER JUDGMENT, 2018) 81´



Un asesino en serie obsesionado con la Biblia y sus Mandamientos mantiene aterrada a la ciudad en base a una serie de crímenes atroces. Y sin embargo hay unos entes que necesitan de personajes como este cruel criminal para seguir alimentando su  reino de dolor y lamentos.

Décima entrega de esta longeva saga inspirada en el relato de Clive Barker El corazón condenado y que está liderada por todo un experto en la materia, ya que su director y guionista es Gary J. Tunnicliffe, quien además de encargarse de dar vida al personaje de El Auditor en el título presente es el autor también del guion de la anterior película de la franquicia, director de la segunda unidad en un par de títulos de la saga y encargado del área de efectos especiales y de maquillaje en todas y cada una de las secuelas estrenadas de Hellraiser a partir de Hellraiser III, infierno en la tierra. Y esto nos ofrece la oportunidad de ver el trabajo de alguien que al menos ha puesto interés en que la película presente aires de ese Hellraiser primigenio dirigido por el propio Clive Barker hace ya más de tres décadas, pudiendo decir en resumidas cuentas que ha conseguido su propósito, resultando uno de los títulos que a pesar de sus carencias se antoja como uno de los más disfrutables de una franquicia tremendamente irregular, especialmente a partir de su cuarta entrega.

Lo primero que llama la atención es la pobreza de medios con los que ha contado su máximo responsable, siendo su presupuesto de poco más de trescientos mil dólares, encontrándonos nuevamente con un proyecto filmado con la única finalidad de lograr no expiraran los derechos de la franquicia por parte de Dimensión Films, en ese momento poseedora de los mismos. Y si bien esta pobreza de medios, por otro lado habitual en casi todas las películas de la franquicia, es patente en momentos como los que van ligados a la investigación criminal llevada a cabo por los detectives protagonistas, no afectan a la trama que se desarrolla en esa casa ubicada en el número 55 de la calle Ludovico y que es todo un guiño a la película de 1987 en tanto es el mismo lugar donde se desarrollaba el primer Hellraiser, sirviendo este lugar de puente entre el mundo terrenal y el de los cenobitas. Aquí además el director y principal artífice de la película tiene a su favor su trayectoria como responsable de efectos especiales y de maquillaje, lo que nos lleva a que este apartado cumpla con creces en un título que consigue devolvernos esa sordidez, amoralidad y sexualidad latente tan presente en la película dirigida por Barker, y que queda perfectamente de manifiesto en un prólogo que nos anticipa un título que al menos ha tratado de ser consecuente consigo mismo.

En su faceta como guionista, Tunnicliffe presenta dos tramas paralelas que acabarán confluyendo en el acto final, y que en origen son tremendamente potentes. De una parte la historia de ese asesino en serie con ínfulas de Mesías redentor que bebe del cine de psicópatas tan en boga en los años noventa  merced a títulos como El silencio de los corderos, Seven, la gran comparada en este caso, Resurrección, otra con elementos en común con el título que nos ocupa, El coleccionista de huesos o Copycat. Y si tal como apuntábamos antes la película acaba lastrada por su escaso presupuesto, que le impide poder llegar a filmar secuencias que habrían dado más empaque a este título, suple esta falta de medios con una visceralidad en los hechos narrados nada mojigata. Por otro lado se nos presenta esa historia de los cenobitas con aire de burócratas del dolor, destacando la implementación de nuevos y sórdidos personajes y cuyos momentos son los que más nos acercan a ese primer Hellraiser en el que el director constantemente se mira. En lo que respecta al apartado que aborda el universo cenobita, en este caso se ha dejado de lado el misticismo de la Caja de Lemarchand para centrarse en toda esa pléyade de personajes repulsivos ligados al universo de Hellraiser como son El Auditor al que hacíamos referencia anteriormente, El Asesor, Las Limpiadoras o El Carnicero, comandados por un ejército de cenobitas liderados por un Pinhead siempre solvente en pantalla. En este aspecto la ausencia nuevamente de Doug Bradley dando vida a este personaje es perfectamente suplida por un notable Paul P. Taylor que aporta a Pinhead toda ese aura de serenidad que sienta tan bien a este personaje transmitiendo las mismas malas sensaciones vividas la primera vez que vimos en pantalla al líder cenobita.

En cuanto al resto de protagonistas, nombres nada reseñables por desconocidos pero que al menos brindan unas actuaciones medianamente solventes, especialmente en el caso de un Damon Carney que es quien más difícil lo tiene al dar vida a ese agente de policía amoral y cargado de culpa por su pasado como militar. Para los fans del terror el director se guarda varios cameos que sin sacarte de la película suponen un guiño al aficionado. Así, en un visto y no visto podemos ver a una Heather Langenkamp protagonista de la icónica Pesadilla en Elm Street, mientras que el papel del repugnante personaje de El Asesor es interpretado por John Gulager, hijo del mítico actor Clu Gulager y director de la trilogía Feast o de Piranha 2 3D. Precisamente otro de los nombres que podemos ver en pantalla es el de Diane Ayala Goldner, vista en esa maravilla del terror de serie B que es Feast. Destacar la presencia de una actriz, la bella Helena Grace Donald dando vida al ángel Jophiel, otro de esos estupendos personajes presentes en la trama y que nos brindará un último homenaje a la película de 1987 con ese “Jesús lloró” tan icónico en un momento que igualmente reproduce otra de las escenas referenciales del Hellraiser de Clive Barker.

Así, en resumidas cuentas y teniendo muy presente que esta saga siempre se ha movido en ámbitos presupuestarios tremendamente reducidos, nos encontramos con una digna secuela que al menos en parte logra reproducir el ambiente malsano y de decadencia presente en la película iniciática de la franquicia, debiendo solo por ello perdonar los errores propios de un título que en ocasiones tiene cierta esencia televisiva en la manera en que ha sido filmado. A esto ayuda un escaso metraje de hora veinte minutos que permite que la película no se le escape al director de las manos, siendo tremendamente directa y concisa a la hora de narrar los acontecimientos planteados. Eso sí, a quienes no sean seguidores de los preceptos cenobitas puede que la propuesta de Tunnicliffe lo único que les genere es alguna que otra arcada, al resto puede que les suceda lo que a servidor, poder llegar a atisbar por momentos la esencia de ese relato hecho película a manos de un Clive Barker en el mejor momento de su trayectoria profesional.

miércoles, 12 de mayo de 2021

LA BRUJA (THE WITCH, 2015) 93´

En la Nueva Inglaterra del siglo XVII una familia de puritanos es expulsada de la colonia en la que viven, trasladándose hasta un páramo donde construirán una granja. Pero la maldad que mora en el bosque cercano a su nuevo hogar no  tardará en adentrarse entre los frágiles muros familiares.

Un título muy valiente que no se deja influenciar por el estilo predominante hoy en día en el género en líneas generales, y que aborda este desde una estética, historia y narrativa totalmente personales, dejando claro desde su propio subtítulo, a New England folktale, el estilo visual pero también conceptual a adoptar, tratándose efectivamente y en definitiva de un cuento de terror propio del folklore popular más arraigado, con el miedo a las brujas pero también al propio Dios como elemento catalizador de los propios terrores y con ello de la historia narrada.

La película está dirigida y escrita por el debutante Robert Eggers, quien tras presentar varios cortometrajes que ya apuntalaban cuales eran los temas favoritos de su realizador, siendo de hecho una traslación del cuento de Hansel y Gretel, sin olvidar a la bruja de la historia, su primer trabajo profesional en formato de cortometraje, vuelca en esta, su opera prima, muchas de sus fijaciones, ya vistas en trabajos anteriores, como las relaciones familiares, la religión y, cómo no, los mitos y leyendas populares, siendo de hecho el propio Eggers oriundo de Nueva Inglaterra, con lo que es obvio que es un tema que siempre ha tenido cercano por orígenes.

La película está filmada con una sobriedad y una veracidad que se convierten en su principal marca, llevando hasta el final este estilo que, por ejemplo, nos deleita con una filmación en parajes totalmente naturales o un uso exclusivo de la luz natural como fuente de iluminación, sin recurrir a una fotografía sustentada por ningún tipo de apoyo artificial, lo cual confiere a varias de las secuencias presentadas cierta iconografía pictórica, siendo auténticos cuadros en pantalla, potenciados por el hieratismo de los personajes en las propias escenas, sirviendo de perfecto ejemplo de esta idea el momento en que la familia está velando al hijo enfermo. Incluso el vestuario utilizado fue creado de manera artesanal, pudiéndose decir lo mismo de la utilización del dialecto de la época, todo en aras de trasladarnos hasta el momento, no solo histórico, sino cultural y de creencias en los que se ubica la película, algo que se consigue desde la propia escena introductoria que narra la expulsión de la familia protagonista, precisamente por una disputa de tintes religiosos, dentro de la comunidad puritana de colonos de la que formaban parte. Es evidente el interés por parte de Eggers de hacer que el espectador sea abstraído por la película desde su belleza formal, de ahí ese buscado estilo de sobriedad narrativa, sin grandes alardes técnicos pero con una firmeza en la forma en que están filmadas las secuencias que acaban por generar un título muy consistente en ritmo y narrativa, tratándose como es La bruja de un título con un tempo pausado y sin acelerones por tratar de desenmascarar el misterio que envuelve a la película.

La manera en la que la película nos adentra en el terror es mediante una buscada generación progresiva de un ambiente opresivo que poco a poco, pero de forma casi inmediata, una vez desaparece el hijo menor de la familia protagonista, vaya haciendo mella en el espectador, casi en paralelo a la propia degradación moral y familiar de los protagonistas de la historia. Hay mucho de sugestión en La bruja, alejándola de esta manera de un formato de cine mucho más explícito y visceral y, aunque no evade la violencia de la situación que se va narrando, sabe que no es ese su territorio, focalizando su interés, como bien decíamos con anterioridad, en crear sensaciones y desasosegando al espectador. Y lo hace prácticamente sin golpes de efecto, estudiados jumpscares,  juegos con la banda sonora o la contraposición de imágenes tratando de asustar. Tampoco le hace falta, ya que la desazón que va manando conforme avanza esta historia de trágico e inexorable final es su principal valía como elemento terrorífico.

Es interesante remarcar como la película utiliza el tema de la religión como eje principal, ubicando además la trama de manera consciente en un momento histórico y geográfico totalmente buscado, en plena migración de los puritanos a Nueva Inglaterra, algo que hace totalmente creíble la manera de actuar de la familia protagonista. Esto plantea un tema interesante dentro de la propia película, y es el poder divergir entre dos teorías, si lo que sucede tiene tintes realmente demoniacos o es simplemente la propia paranoia religiosa de los protagonistas la que les lleva a pensar que su desgracia inicial con la pérdida del hijo menor es fruto de sus propios actos pecadores, lo que les lleva a tomar una serie de decisiones fatídicas presas de un estado paranoico propiciado por la valoración religiosa que hacen de cada uno de los acontecimientos de su vida. Y es que si bien el director muestra en pantalla a la propia bruja, e incluso cierra con un aquelarre en mitad del bosque, refrendando la idea de la presencia de las fuerzas del mal como eje de la fatalidad, es este un elemento interesante que planea sobre la película y que de alguna manera sirve de acicate contra la propia utilización sesgada y torticera de los preceptos religiosos.

Mención especial merece un elenco de actores sobre cuya actuación se carga buena parte de la responsabilidad de que la película funcione, ya que al apostarse por la afección emocional del espectador con las vivencias de la familia protagonista, es de vital importancia no solo hacer creíbles a estos personajes, sino lograr que su sufrimiento, independientemente estés de acuerdo con sus creencias radicales o no, y por lo tanto con la forma en que abordan los acontecimientos que les están llevando al abismo como comunidad familiar,  haga mella en uno como espectador. En ese sentido se trata además de una película de apenas unos pocos personajes, potenciándose ese aire de teatralidad de la cinta, a lo que se une su desarrollo en prácticamente un único escenario, la casona familiar, siendo el bosque colindante el otro marco donde tiene lugar la historia. Destacar como el director ha apostado por intérpretes muy solventes en lo profesional pero desconocidos para el gran público, una vez más una decisión tomada en aras de buscar potenciar el aire de veracidad de la historia contada. En ese sentido podemos de una parte citar a los dos intérpretes adultos, Ralph Ineson, visto en infinidad de series y películas, y que da vida con una convicción absoluta a un patriarca cuyas creencias religiosas extremistas son las causantes de llevar a su familia hasta una situación insostenible, provocando primero la expulsión de su propia comunidad y más tarde una huida hacia adelante que acabará resultando trágica. Katie Dickie, otra actriz muy fogueada en la televisión, encarna a la madre de familia que, aunque al igual que el personaje de Ineson, está totalmente sometida a sus propias creencias religiosas, supone un elemento más racional en la pareja, y que incluso llega a plantear su equivocación por haber abandonado su hogar oriundo. Por otra parte hay que destacar a un grupo de jóvenes intérpretes que logran algo muy complicado en un título de estas características, y máxime tratándose de actores tan jóvenes y neófitos dentro de la interpretación, siendo para todos su primera o uno de sus primeras actuaciones delante de las cámaras, de hecho y a excepción de Anya Taylor-Joy, el resto de actores infantiles apenas han trabajado como intérpretes posteriormente. En este aspecto los cuatro jóvenes ejercen un trabajo creíble, lleno de frescura en la forma de actuar y con el aliciente de tratarse de unos roles tan dramáticos, logrando sin embargo impregnar de esa madurez que, por fuerza, los muchachos de su edad debían tener en la época en la que se desarrollan los acontecimientos, a su propia interpretación. Destacar a la actriz de diecinueve años en el momento de estrenar la película Anya Taylor-Joy, quien carga con el papel más complejo de toda la película, donde evoluciona de niña asustadiza a lolita involuntaria finalizando en el extremo opuesto de de cómo inicia la película, siendo de hecho un plano de su rostro el arranque de la historia. La joven intérprete demostró de esta manera con esta, su primera película, unas tablas y una predisposición para la actuación que ha refrendado en títulos posteriores como Múltiple, Los nuevos mutantes o la televisiva Gámbito de dama.

La bruja se erige desde una posición de valentía y absoluta creencia por parte de su director y máximo responsable hacía el proyecto que tenía entre manos, como una rara avis dentro del cine de terror actual, cercana en ideas, concepto y forma a películas tan extrañas y personales como El hombre de mimbre o la más reciente Lords of Salem Frente a un tipo de cine de terror  que, aunque ha recuperado las formas de la escuela más clásica gracias al comercial James Wan y una filmografía que apuesta por la vertiente más psicológica y sugestiva del miedo, se apoya en demasiadas ocasiones en una visión explícita, salvaje y que busca incomodar al espectador desde un bombardeo de imágenes repulsivas e impactantes, en esta caso se busca dentro de los propios miedos atávicos del espectador el elemento con el que juega la película, no solo para incomodar durante su visionado, sino para dejar un poso de amargura una vez finaliza la historia, recordémosla, propia del folklore tradicional que todos los países  y culturas, de una forma u otra, tienen, adaptada a la propia idiosincrasia del lugar en el que surgen. Y es que recordemos que aquí también, “haberlas haylas”.  

lunes, 22 de febrero de 2021

LA NOCHE DE LOS DEMONIOS (NIGHT OF THE DEMONS, 2009) 93´

 


Ángela ha organizado una fiesta de Halloween en una casona abandonada y sobre la que pesa una historia de muerte y terror. Durante la noche la policía irrumpe en el lugar y desaloja a los participantes, quedando dentro del recinto la propia Ángela y un reducido grupo de invitados, que cumplen con uno de los requisitos de los demonios que moran en el lugar, ser siete individuos.

Dos décadas después de estrenada La noche de los demonios se filmaría este remake que adapta a estos nuevos dos mil la estética conceptual y visual de lo que ya habíamos visionado y disfrutado con ecos de los ochenta y de los noventa. La película mantiene el tono de broma de Halloween que de alguna manera ha sido el alma mater de toda la saga, y juega a los homenajes para fans de la franquicia, ofreciendo asimismo un título que pueden descubrir los neófitos de la historia de Ángela y la casa de Hull house sin que les afecte ningún problema de continuidad o conocimiento de las películas anteriores.

El actor y director Adam Gierasch, quien además ha sido guionista habitual en la última etapa del realizador Tobe Hooper, es el encargado de ponerse detrás de las cámaras en esta ocasión. Gierasch, visto en películas del género como La masacre de Toolbox, Mortuary o La reliquia del mal, es asimismo el realizador de películas de terror como Autopsy o Cuentos de Halloween, título episódico donde se encarga del segmento titulado Trick. El director aporta a la película una estética muy de los dos mil, con profusión de iluminación artificial indirecta, una cámara en constante movimiento y un uso de los nuevos avances en materia de efectos especiales y maquillaje que le ayudan a mantener el tono gamberro y gore de las películas anteriores.

La cinta se inicia con un flashback filmado en tonos sepia y con pretendidos errores en el celuloide, que le dan un atractivo empaste visual, y que narra parte de los luctuosos hechos que harían de la mansión protagonista el lugar maldito en el que se convertiría. El hecho de este remake de intentar dar algo más de contenido a la historia, potenciando ciertas justificaciones al hecho de que han de ser un número determinado las víctimas de los demonios, el tener que aguantar los protagonistas sin ser poseídos hasta el amanecer para evitar la maldición, los engaños de los demonios para tratar de dar caza a los infortunados que han quedado atrapados en la mansión…son elementos que se agradecen y que tratan de dar un empaque y un armazón a una historia que sigue siendo plana y concisa. La película de hecho durante su primera media hora, un segmento con ciertas ínfulas de videoclip, se dedica a narrar la masiva fiesta (contrariamente a lo que pasaba en la versión de 1988) tratando de esta manera de hacer una presentación de personajes que francamente sobra, dado lo mal trazados en el guion que están estos, una vez más meros estereotipos cuya función principal es poder servir de carne de cañón a los ataques de los demonios que habitan la casa. A pesar de todo, el ritmo de la cinta y su ajustado metraje de hora y media (duración estándar en este tipo de películas) hacen de su visionado un ameno paseo por las constantes de este tipo de cine.

En cuanto a los protagonistas de la película, decir que hay nombres interesantes dentro del habitual grupo de atractivos jóvenes con mayores cualidades físicas que dramáticas. Shannon Elizabeth, dada a conocer por su escena de desnudo en American Pie, y quien ya había protagonizada la simpática película de terror 13 fantasmas (a la sazón otro remake de la cinta dirigida en 1960 por William Castle), es la encargada de dar vida a un personaje tan mítico para la saga como Ángela, y debemos reconocer que no logra alcanzar el carisma de Amelia Kinkade en los títulos anteriores, aunque sí homenajea a esta mediante la ya obligada secuencia del baile de una ya endemoniada Ángela. La actriz y modelo Diora Baird será una de las víctimas de los demonios, protagonizando asimismo otra de esas escenas de referencia de la saga, la que tiene como protagonista a un pintalabios, y que lleva a un terreno aún más provocador lo ya visto en la película de 1988. A esta actriz ya le había tocado sufrir tres años atrás en La matanza de Texas, el origen, secuela del éxito que el remake de la película de Tobe Hooper obtuvo. Y es que al final todo queda en casa. Pero la auténtica scream queen de la película es Monica Keena, otra que ya había coqueteado con el terror en la simpática pero algo decepcionante Freddy contra Jason, pudiendo decir en su defensa que es la que mejor lleva a cabo su cometido interpretativo. De entre un elenco masculino totalmente olvidable hay que rescatar de manera obligada a un perdido Edward Furlong, durante un tiempo un joven actor al que seguir la pista y con visos de convertirse en intérprete de referencia gracias a valientes elecciones profesionales como Corazón roto, American history X o Pecker,  y que acabaría convertido en el enésimo juguete roto de Hollywood. Entre sus coquetos anteriores con el terror citar Cementerio viviente 2 o Juego mortal. No olvidar por último el cameo Linnea Quigley, una de las protagonistas destacadas de la película remakeada, quien ofrece un guiño a su primera aparición en el título estrenado veinte años atrás.

Los efectos de maquillaje y visuales, a pesar de ser destacables y cumplir con creces su cometido, no hacen olvidemos el estupendo trabajo visto en la película de 1988, resultando mucho más acertado el concepto y diseño visual de los endemoniados de la película primigenia, que hibridaba más entre la parte humana y endemoniada de los afectados, que esta revisión, que apuesta más abiertamente por mostrar unas caracterizaciones mucho más centradas en el elemento demoniaco y maligno. Mucho efecto visual de corte infográfico, mucho más barato y sencillo de manejar que el más tedioso uso de efectos mecánicos y protésicos y que sin embargo, independientemente de la calidad visual de los mismos, suele restar potencia a las escenas en las que es requerido, especialmente en un género que ha sido punta de lanza en el uso de efectos especiales a la hora de mostrar en pantalla toda la retahíla de ideas plasmadas en el guion.

De esta forma este entretenido remake puede decirse que acaba cumpliendo las tres eses que habían caracterizado a esta simpática y desprejuiciada saga dentro del terror de serie B, sangre, de esta nunca se anda falto, sexo, con profusión de desnudos femeninos, en la mayoría de ocasiones sin ninguna justificación argumental, y el sinsentido como leit motive, una oda al exceso y a la broma donde lo de menos es engrasar las piezas del puzzle para tratar de dar coherencia a lo que estamos viendo, y lo que se busca es la acumulación de secuencias efectistas y con un halo de mala leche sobrevolando el resultado final. Así, la película hace un viaje en círculos, iniciando y acabando la historia con la misma situación, aunque con varias décadas de diferencia, siendo sin embargo el resultado para las protagonistas de este momento de acoso y derribo por parte de los demonios diametralmente opuestas.  Y aunque hay secuencia post créditos, es un chiste que tan poco aporta a lo visto en los noventa minutos anteriores que es perfectamente prescindible. Bienvenidos nuevamente a Hull house.

domingo, 7 de febrero de 2021

LA NOCHE DE LOS DEMONIOS 3 (NIGHT OF THE DEMONS 3, 1997) 81´

Varios jóvenes que se encuentran de fiesta tendrán un grave altercado con la policía, lo que les obligará a buscar refugio en una solitaria casona plagada de leyendas urbanas, Hull house.

Tercera entrega de una saga que tras una secuela de altura (siempre en baremos de serie B y un tipo de cine como el que nos ocupa) terminaba la trilogía con la peor de las películas de la franquicia, en la que pesa el agotamiento de la fórmula, una historia que no saca partido a la exigua mitología creada sobre Hull house y sus demoniacos moradores y un presupuesto tremendamente ajustado, incluso para este tipo de películas, algo que queda evidenciado en unos títulos de crédito que, al igual que sucedía en la película de 1988, se presentan envueltos en una animación que estaba mucho más cuidada y trabajada en la primera de las películas que en esta segunda secuela, y eso a pesar de haber transcurrido casi una década con el consiguiente abaratamiento en el uso de este tipo de técnicas por aquello de las nuevas tecnologías.

La película está dirigida de manera anodina por un Jim Kaufman que apenas muestra un par de interesantes retazos en el uso de la steadicam para simular el movimiento de una Ángela flotando entre las estancias de la casa o en el montaje dinámico que representa paralelamente el, a estas alturas, esperado baile de la reina de los demonios, conjuntamente a una escena de sexo entre dos de los protagonistas. Por lo demás poco se ve del trabajo aprendido de este director como asistente de dirección en películas como Scanners o, fuera del género del terror, en Hijos de un Dios menor. Y es que a pesar de aparecer acreditado en películas tan interesantes como las citadas, Kaufman ha centrado prácticamente toda su carrera dentro del ámbito televisivo en series poco conocidas. Kevin Tenney, director de la primera película de La noche de los demonios se encarga de un guion que deja de lado el sentido común para tratar de engarzar de la manera que fuera un conjunto de secuencias que tratan de impactar a la hora de presentar las diferentes apariciones de los demonios, al fin y al cabo la finalidad principal de la saga, y especialmente de esta tercera entrega, donde se vuelve por enésima vez a abusar de los desnudos femeninos, a presentar a un grupo de protagonistas sin carisma alguno y con una Angela, nuevamente interpretada por una Amelia Kinkade que se despediría de la actuación con esta película, como motor principal de la saga.

El principal error de esta tercera entrega es que es la que más en serio se toma a sí misma, a pesar de seguir subyaciendo cierto tono de humor negro y mala baba focalizado en una Angela que vuelve a repetir situaciones, líneas de guion y previsibles sustos, dejando patente que el personaje estaba lejos de poder convertirse en un referente de nivel dentro del género dado lo agotado del mismo en tan solo tres películas. Pero además la historia deja de lado toda la importancia de la antigua funeraria de Hull house, algo que ya se apuntaba en la anterior película pero que en esta ocasión es más hiriente, contando además con el agravante de contar con el director del título primigenio como autor de la historia. Y no es solo que los personajes entren y salgan a su antojo de lo que había llegado a ser un escenario claustrofóbico, sino que este mismo espacio sufre una remodelación que hace pierda toda su impronta como casa del terror. Tenney intenta sufragar este agravio ubicando un par de guiños a los fans de la primera película, siendo el más reseñable el de volver a poder ver la terrorífica máscara mostrada por el personaje del hermano de la protagonista de la película de 1988.

En lo que se refiere a efectos de maquillaje y efectos especiales estos acaban manifestando de manera patente el hecho de que esta entrega cuente con un presupuesto inferior a los seis millones de euros, y es que nos encontramos con las peores caracterizaciones de los demonios de toda la saga, siendo especialmente doloroso la modificación en el maquillaje de la propia Angela, pudiendo hacer el símil que si bien ubicaba en Demons el referente de las criaturas para los diseños de maquillaje demoniacos de las dos primeras entregas, en esta ocasión no podemos dejar pasar de lado el recuerdo de los demonios vistos en la tontorrona comedia española a mayor gloria del dúo cómico Martes y Trece Aquí huele a muerto…pues yo no he sido. Eso en cuánto a los maquillajes, ya que lo que respecta a los efectos especiales estos apuestan abiertamente por las nuevas tecnologías, ofreciendo resultados bastante pobres, haciendo aún mejores el uso de técnicas físicas y mecánicas de las películas pretéritas. Destacar como simpático el hecho de introducir en las posesiones ideas como las de la chica con el brazo convertido en serpiente o la joven transmutada en gata, tratando de añadir originalidad a un proceso repetitivo en la forma en que tiene lugar las conversiones de los diferentes protagonistas.

En resumidas cuentas, una tercera entrega que adolece no solo del agotamiento de la fórmula, sino del hecho de no contar con ciertos elementos que si tenían las dos primeras películas, y que si bien en ninguno de los casos llegaban a mostrar títulos tremendamente relevantes dentro del género, si que conformaban unas amenas y carismáticas sesiones de cine golfo para disfrutar de manera desinhibida. No es este el caso de una continuación que, al menos no se hace excesivamente pesada gracias a su ajustado metraje, y que puede visualizarse por completistas de la saga sin generar un esfuerzo considerable, incluso mostrando ciertos momentos de entretenimiento vacío. Uno de esos títulos de digestión ultra rápida y que es olvidado apenas sentenciados los títulos de crédito finales.