sábado, 9 de enero de 2021

LA MOMIA (THE MUMMY, 2017) 111´

 

De manera simultánea y en dos países tan alejados geográficamente como son Inglaterra e Irak, se descubren sendos enterramientos subterráneos, el primero de ellos de unos caballeros templarios y con una antigüedad de unos novecientos años, mientras que el segundo es de origen egipcio, habiendo tenido lugar miles de años atrás.

Una película con la que Universal pretendía iniciar una emulación de lo que Marvel había conseguido trasladando su universo desde los comics a la gran pantalla, creando esta vez un microcosmos particular de películas interrelacionadas entre sí y alimentado por las diferentes criaturas del cine de terror iconos de  la productora desde que en las décadas de los treinta y cuarenta viviera años de esplendor dentro del género con sus versiones de Drácula, Frankestein, el hombre lobo, el hombre invisible, el fantasma de la ópera o, entre otros más, la criatura que nos ocupa y que inauguraba este ciclo de películas, la momia. De hecho, ya se intentó algo similar con el estreno en 2014 de Drácula, la leyenda jamás contada, cuyo fracaso en taquilla defenestró la propuesta, sucediendo algo parecido en esta ocasión, ya que  a pesar de costar ciento veinticinco millones y recaudar más de cuatrocientos, la película no fue el éxito que se auguraba, dejando en el limbo esta idea de resurrección de los mitos del terror de la Universal en una serie de títulos intercomunicados entre sí.

El guion de la película fue escrito por David Koepp, reputado guionista y autor de los libretos de películas como Parque jurásico, Atrapado por su pasado, Misión imposible, La habitación del pánico o Spider-man, cuyo tratamiento inicial sería posteriormente revisado, pulido y modificado con nuevos nombres como los de Christopher McQuarrie, guionista habitual de las últimas películas de Tom Cruise (Valkiria, Jack Reacher, Al filo del mañana, Top Gun: Maverick o varias de las entregas de Misión imposible) o Dylan Kussman, actor sin apenas experiencia en el campo de la escritura de guiones. El hecho de sumar tanto nombre en el guion de la película (a los tres ya citados habría que añadir a Jenny Lumet, Jon Spaihts o al propio director, Alex Kurtzman), ya predice cierto maremagno narrativo que es patente durante el visionado de la película, con muchas ideas en pantalla que no se desarrollan del todo (posiblemente porque la película quería ir sembrando “huevos de pascua” que desarrollar en posteriores títulos que posiblemente nunca llegarán) o mostrando un desenlace que es directamente decepcionante. Alex Kurtzman, director de la película y muy ligado al mundo de la televisión tras su participación en series como Xena, Alias, Fringe, Sleepy Hollow, Hawai 5.0 o varias de las franquicias televisivas de Stark Trek, realiza un competente trabajo detrás de las cámaras sabiendo lidiar con una súper producción como la presente, destacando especialmente su trabajo (con las evidentes colaboraciones de los directores de segunda e incluso tercera unidad) durante las numerosas y espectaculares secuencias de acción, como el tiroteo inicial o la imponente escena en el interior del avión de carga militar atacado por una bandada de cuervos.

La película presenta una factura técnica y visual espectacular, con unos efectos especiales por lo general espectaculares y con grandiosos escenarios y decorados, como la tumba-cárcel en la que se encuentra enterrada Ahmanet o el sepulcro de los cruzados, con un atinado diseño de producción que juega con la sombras y el claroscuro de una película que, aunque coquetea con el terror, está más cercana a los postulados del cine de acción y aventuras que en su día ya delimitara Stephen Sommers con su particular y acertadísima revisión del mito de la momia estrenada en 1999. Y es que, la película, como ya hiciera la cinta de Sommers, deja de lado el mítico título dirigida por Karl Freund en 1932, para, en base a la anécdota argumental de un sacerdote egipcio sometido a una maldición y su regreso en búsqueda de venganza, delimitar su propia historia. Y en el caso que nos ocupa inclusive se ha cambiado el personaje sometido al proceso de momificación y resucitado accidentalmente con funestas consecuencias, siendo en esta ocasión la propia hija del faraón, creando además una nueva trama para justificar la maldición a la que esta es sometida. El prólogo donde se narra este flashback es uno de los momentos reseñables de la película, convertida con posterioridad en una grandilocuente epopeya de acción imposible con un trasfondo de historia de terror.

La película está protagonizada por un Tom Cruise en busca de un nuevo taquillazo que le dé un impulso en su status como actor a tener en cuenta, ya que a excepción de sus incursiones en la franquicia Misión imposible, sus últimos estrenos no habían logrado el éxito esperado, cosa que sucedió igualmente con el título que nos ocupa. La presencia de Cruise tiene sus pros y sus contras, ya que si bien el actor sigue manteniendo buena parte de su carisma en pantalla (con un tono de sarcasmo similar al que Brendan Fraser infundiera en su Rick O´Connell), a lo que se une el plus de disfrutar del intérprete viendo realizar el mismo prácticamente todas las secuencias de acción y riesgo, su presencia en la película provoca que toda gire en torno a su personaje, llevándonos incluso al momento más ridículo de la cinta cuándo vemos al actor, de cincuenta y cinco años en el momento de filmar la película, interpretar a un personaje de mucha menos edad sobre el papel, teniendo su partenaire femenina veinte años menos y llegando a decirse en una línea de guion que es mucho más joven que el personaje al que da vida un Russell Crowe, de hecho dos años menor que el intérprete de Nacido el 4 de Julio. La omnipresencia y el peso en la trama de Cruise desluce y mucho al resto de personajes, como la ya citada Annabelle Wallis (vista en Annabelle y su primera  secuela), quien compone un personaje con potencial, lejos de ser la chica de… y que además de aportar la vertiente intelectual de la historia demuestra estar a la altura en las secuencias más adrenalíticas. Russell Crowe, en un desaprovechado rol cuya intención sería la de, posiblemente explotarlo más y mejor en películas posteriores, es el tercero en discordia, ofreciendo otro de los momentos más flojos y vergonzantes de la película cuándo se descubre a que otro personaje de la mitología de películas de terror clásico de la Universal da vida. Pero el mejor personaje, e igualmente al que no se le saca todo el partido por el insultante peso de la interpretación de Cruise en la trama, sería el interpretado por la actriz nacida en Algeria Sofia Boutella, quien interpreta a la villana Ahmanet, cuya presencia física, estética, y por supuesto, la propia esencia del personaje, con esa atinada mezcla de erotismo y maldad pura, es lo mejor de la película. Por último citar, por aquello del orgullo patrio la intervención del actor Javier Botet (la niña Medeiros de Rec, el fantasma de La cumbre escarlata, la criatura de la segunda entrega de Expediente Warren, el xenomorfo de Alien: covenat o Hobo en It), quien aprovecha su particular fisonomía para dar vida al mismísimo Dios de la muerte Set.

Aunque como hemos apuntado La momia se abona a la moda de los blockbusters de acción, campo en el que resulta un entretenimiento más que digno, cabe recoger y reseñar los apuntes que la acercan al género de terror, además de la propia presencia de la momia resucitada. Y es que los momentos en que aspira la vida de sus víctimas y posibilita la posterior conversión de estas en unos émulos de zombies esclavos, nos devuelve una estética que, amparada en los efectos infográficos en lugar de en trucajes mecánicos y animatrónicos, nos recuerda a las criaturas vampirizadas y convertidas en muertos vivientes vistas en el título de culto dirigida en 1985 por Tobe Hooper Lifeforce, fuerza vital. Algo parecido sucede con esos caballeros templarios vueltos a la vida, donde vemos homenajeados, posiblemente de manera involuntaria, a los fantasmas inspirados en El monte de las ánimas de Bécquer mitificados en la saga de películas de Armando Osorio iniciada con La noche del terror ciego. Y puestos a ver homenajes y guiños a otros títulos no puede faltar el más obvio, el que concede a la anterior revisión del mito cinematográfico de la momia, con esa criatura nacida de una tormenta de arena que parece devorar todo a su paso.

Y es que una vez vista la película se permite poder responder a las siguientes cuestiones. ¿Es La momia un blockbuster recomendado? Si, ya que cumple los requisitos principales de un tipo de cine que busca el entretenimiento inane como una de sus marcas de la casa. ¿Es un correcto remake de la película de Freund protagonizada por Boris Karloff? No, pero ni siquiera busca homenajear un título que sabe, en la mayoría de los casos, los espectadores incluso desconocerán, es por ello que pone las miras del homenaje en la película estrenada veinte años atrás y protagonizada por Brendan Fraser y Rachel Weinsz, ya que es en ese título donde se miraran los nostálgicos que acudan a las salas de cine para ver una nueva película sobre la momia. ¿Es un buen comienzo para tratar de crear una franquicia de películas sobre los monstruos clásicos de la Universal? En este caso la película no cumple con las expectativas, precisamente por tratar de presentar muchas ideas en una sola película, y es que recordemos que en el caso de Marvel, espejo en el que la productora se miraba a través de la recién creada marca  Dark universo, se tardó doce años en estrenar el título que unificaba todo lo visto en un compendio de cerca de una veintena de títulos. En este caso ha faltado paciencia y un plan trazado, ya que la película ni siquiera ha sido un fiasco en taquilla, pero no haber generado lo esperado ha bastado para que no haya segunda oportunidad. Y recordemos que Marvel ha triunfado en parte por aceptar y no dejarse arrastrar por sus títulos menos logrados y exitosos. Ojala Universal vuelva a la carga con una mejor idea que unifique su universo de monstruos clásicos, pero posiblemente nos sea consciente de su principal problema. El género de terror es harto complicado se convierta en cine de masas, nunca lo ha sido excepto unas pocas excepciones. Y es que Guerra Mundial Z ya nos había enseñado que pueden hacerse buenas películas taquilleras con un trasfondo de terror, pero también nos había demostrado que era un terreno plagado de problemas y contratiempos por la propia esencia de este tipo de cine, su público destinatario, a todas luces sin la capacidad de generar un fenómeno de masas como el provocado por el cine de súper héroes, y el añadido de una calificación por edades que reduce aún más las posibilidades en taquilla de este tipo de películas. Aunque sería bonito ver lo que Universal lleva años intentando hacer realidad, y no que le suceda como a la momia protagonista, sea condenada al mayor de los olvidos.

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