jueves, 26 de septiembre de 2019

VICTOR CROWLEY (VICTOR CROWLEY, 2017) 83´


Han pasado ya diez años de la masacre perpetrada por Víctor Crowley en los pantanos de Nueva Orleans y el lugar se ha convertido en un paraje plagado de entusiastas de las leyendas del lugar. Andrew, el paramédico superviviente de la brutal matanza, se encuentra de promoción del libro que ha escrito y en el que describe los horrores vividos en los pantanos tiempo atrás, y aunque su intención era la de no volver a pisar jamás ese lugar, no puede dejar pasar la oportunidad de recibir un enorme cheque si acepta participar en un reportaje en las localizaciones en las que todo aconteció. 


Siete años después de estrenada la última de las entregas sobre Víctor Crowley, el propio Adam Green abordó esta vuelta a la saga como una terapia a través de la cual enfrentarse a una catarsis personal propiciada por el fallecimiento de dos grandes del terror como eran Wes Craven y George A. Romero, a quienes está dedicada la cinta, a lo que se uniría la separación de su mujer en 2014, quien además formó parte de las anteriores entregas de Hatchet, y que en esta ocasión sigue presente en la película pero en forma de puyas vertidas a través de uno de los personajes de la película.


Parry Sheen continua protagonizando la saga, en un extraño giro por el cual ha pasado de secundario gracioso en la película de 2006 a único intérprete que ha aparecido en toda la tetralogía junto a Kane Hooder, auténtico alma mater de Hatchet, no solo por encarnar al deforme y letal protagonista, sino por servir de figura a través de la cual fundamentar ese homenaje que esta saga supone para ese cine de género rodado en los ochenta, gamberro, sin pretensiones y con el uso de efectivos y efectistas trucaje físicos a la hora de recrear el gore presente. Adam Green no abandona su cameo de rigor, y si que es cierto que se echa en falta alguna aparición más de intérpretes relacionados con el terror, máxime tras lo visto en las entregas anteriores, aunque si podemos citar a gente como Tyler Mane (Halloween) o ese guiño final con el regreso de Danielle Harris.


Tras la aparente seriedad de la tercera entrega, en esta ocasión Green vuelve al desfase más absoluto, ofreciendo de hecho la entrega con un humor más irreverente, escatológico y absurdo, algo que podemos apreciar ya en el mismo prólogo. La película, dentro de esta línea auto paródica, incluye varios personajes de auténtica pantomima, graciosos sin gracia que hacen aumentar más esa dicotomía entre lo absurdo y lo brutal que posee toda la serie de películas de Hatchet. Hay que decir que, si bien la película no se corta a la hora de excederse en lo que a imaginario de casquería se refiere, si que es patente una disminución en el número de escenas de corte sanguinolento, algo posiblemente potenciado por una disminución de presupuesto respecto a Hatchet 3. Aunque no hay que alarmarse, ya que poco gore en Hatchet es decir mucho.


La película sí que tarda más en arrancar que en ocasiones anteriores, siendo la presentación de los personajes y situaciones  algo más estirada, que no aburrida, para acabar centrando el foco de la historia en un avión privado estrellado en medio de los pantanos, hogar de Víctor Crowley, y con un grupo de personajes tratando de sobrevivir ante una situación tan dramática. El resto, más de los mismo, un cúmulo de escenas a través de las cuales nuestro deforme protagonistas va aniquilando uno a uno y de las maneras más salvajes y explícitas posibles, al grupo de inconscientes viajeros que osan penetrar en su territorio. Una fórmula que en este caso, aunque nunca llega a acabar siendo aburrida, si manifiesta cierto agotamiento, lo que aconsejaría dejar al bueno de Victor Crowley descansar una buena temporada, lo que de paso ayudaría a no acelerar la despoblación de las zonas pantanosas de Luisiana. Una película que, como sucede con el resto de la saga, es más disfrutable por alguien con cualidades cinéfagas que por un fan del terror más purista

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