sábado, 16 de marzo de 2019

THE LORDS OF SALEM (THE LORDS OF SALEM, 2012) 96´



En 1696 un grupo hereje compuesto por varias brujas es condenado a la hoguera en la localidad de Salem por el Reverendo Hawthorne debido a sus prácticas satánicas. Más de trescientos años más tarde Heidi Hawthorne, una locutora de radio que conduce un programa de Hard Rock junto a otros dos compañeros y buenos amigos, recibe un disco de vinilo dentro de una caja de madera enviado por un grupo que se hace llamar The lords. Nada más ponerlo, Heidi comienza a experimentar una extraña sensación que la transporta mentalmente a un estado de semi inconsciencia incontrolada.



The lords of Salem representa la obra más personal  y arriesgada dentro de la filmografía de Rob Zombie, apostando por una historia de terror pausada y psicodélica, lejos del formato de terror contemporáneo y sacrificando el fondo por la forma, empujado por una corriente visual que es lo más destacable dentro de una película que por otra parte es innegable ha sido escrita y dirigida por alguien como el director de La casa de los 1000 cadáveres. Entre los productores de la cinta no podemos obviar el nombre de Jason Blum, padre de la productora Blumhouse productions, o lo que es lo mismo, máxime responsable de una compañía que ha logrado reflotar el género de terror gracias a películas como Insidious, Paranormal activity, Sinister, The purge o Ouija por citar las más representativas sagas surgidas de su mecenazgo.



Sheri Moon Zombie protagoniza la película en el que es el papel más complejo de su carrera, ya que además de ser una protagonista casi absoluta, se ve sometida a una involución de su personaje a lo largo de la trama que requiere de una gran aportación dramática por parte de la musa de Zombie, y si bien es cierto que tampoco es que logre crear una composición excelsa sí que logra al menos salvar los muebles. Junto a la actriz volvemos a disfrutar de un desfile incansable de nombres a destacar como es el caso de Jeff Daniel Philips, colaborador habitual de Zombie desde Halloween 2, Bruce Davidson, veterano secundario visto en títulos como Compañeros inseparables o Vidas cruzadas, Ken Foree, otro de los incondicionales del cine del director y convertido en mito del género gracias al Zombie de Romero, Judy Geeson (Rebelión en las aulas), Meg Foster (Están vivos, Masters del universo), Patricia Quinn (The Rocky horror picture show, El sentido de la vida), Dee Wallace, musa del cine de terror y fantasía de los ochenta gracias a Aullidos, ET, Critters o Cujo, María Conchita Alonso (Perseguido, Depredador 2) o Andrew Pine, el lagarto Steven en la mítica serie de televisión V. Acompañando a este estupendo cast central podemos atisbar cameos de gente como Michael Berryman, Sid Haig Barbara Crampton, Clint Howard, Udo Kier o Richard Lynch. Lo dicho, enésimo deleite para el fan seguidor de la filmografía de Rob Zombie.



La película se nutre de la leyenda e iconografía de Salem y los hechos que allí tuvieron lugar en el siglo XVII para orquestar una historia de terror que nuevamente se ancla en formas y estilo dentro de la década de los setenta. Incluso a nivel estético, y eso que es la única película hasta la fecha que Zombie ubica en la actualidad, la cinta tiene toda la esencia de estar ambientada en dichos años en cuanto a vestuario, diseño de producción y decorados. Nuevamente el director toma como referente películas señeras dentro del género, siendo en esta ocasión las principales homenajeadas La semilla del diablo y El resplandor. De la primera toma prestada esa historia de una mujer enfrentada a un peligro que desconoce, estando este en ambos casos focalizado en una aparente inocua vecindad, amén de la idea de convertirse la protagonista en involuntaria fuente de una vida engendrada por el mal en estado puro. De la obra de Kubrick hay innegables guiños al estilo de geometría visual de la adaptación de la novela de Stephen King, incluso podemos atisbar paralelismos entre ese tema central obra de la ficticia banda de The lords y que  imbuye a las mujeres de Salem que la escuchan a entrar en hipnótico trance, y el soundtrack de El resplandor, por ejemplo en el tema que nos introduce en la cinta y que acompaña a la secuencia del coche de los protagonistas serpenteando por una carretera casi inaccesible camino del hotel Overlook.



La obra de Zombie muestra su faceta más experimental en momentos como los de la secuencia en la que Heidi se introduce en el misterioso apartamento 5 para acabar adentrándose en una fastuosa sala de arquitectura de catedral donde tendrá lugar un orgánico y repulsivo encuentro de tintes sexuales con un aberrante demonio, siendo no obstante el momento de mayor delirio un tramo final con un aquelarre de imágenes no ya proyectadas, sino disparadas inmisericordemente, y que muestran, entre fogonazos y desnudos de mujeres, toda una ralea de imágenes inquietantes, siendo uno de los fotogramas más reprobables a la vez que valientes de la película aquel en el que una serie de criaturas vestidas con hábitos clericales se masturban. 


Es por todo ello que The lords of salem no es una película al uso, ni una cinta de terror fácilmente englobable dentro de un sub género del horror, sino que se trata de un descenso a los infiernos de la mente de manos de un director al que hay que alabar nuevamente que, a pesar de no tratarse de un trabajo redondo en su concepción, planteamiento ni desarrollo, si que se trata de una obra que logra mantener en tonos generales un aire malsano, molesto e inquietante, además de erigirse como una pesadilla delirante, insalubre y retorcida. Puro Zombie vamos.

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