miércoles, 10 de abril de 2019

CRITTERS 4 (CRITTERS 4, 1992) 100´



Tras salvar Charlie los dos últimos huevos de Critter y guardarlos en la cápsula espacial enviada a la Tierra a tal fin, este quedará accidentalmente atrapado en hibernación en el propio transbordador junto a los embriones y lanzado al espacio, siendo rescatado de su viaje interestelar cincuenta años más tarde por una nave de piratas espaciales.



Inmediata secuela que rescata y enlaza con el final de la tercera entrega, la cual había quedado totalmente abierta, y presentando el inicio de lo que sería esta última aportación hasta la fecha a la saga oficial de películas sobre los Critters, teniendo además el dudoso honor de ser la peor de las cuatro  cintas, muy lejano ya el espíritu de estupenda serie B que presentaban los dos primeros episodios de la franquicia. 



Rupert Harvey, encargado de producir toda la saga, además de de escribir la historia de las dos últimas películas, fue también el responsable de la labor de dirigir esta entrega, en lo que sería su primera y única participación como director. Una vez más, y como suele ser constante en este tipo de sagas, se optó por trasladar la acción tanto en el espacio como en el tiempo para ubicar a nuestras voraces criaturas en medio de una estación espacial, en la peor tradición de la infinidad de imitaciones que surgirían a raíz del fenómeno que sería Alien, el octavo pasajero, idea que por lo general suele ser sintomática de una pérdida significativa de calidad de la franquicia objeto de este fenómeno.



El único elemento de interés a nivel de intérpretes de esta cuarta entrega estriba en que se contó entre un elenco de actores de segunda con la actriz Angela Basset, quien viviría en la década de los noventa su momento de mayor esplendor gracias a películas como Días extraños, Tina o Contact, rescatada en la actualidad gracias a títulos como Black Phanter o la serie para televisión 911, y que participaría además en sus inicios en sendos títulos dentro del género vampírico como son Sangre fresca y Un vampiro suelto en Brooklyn. Todavía más destacada para los seguidores del terror es la presencia de un mito como Brad Dourif, la voz detrás de Chucky en la saga Muñeco diabólico, y que se ha convertido en uno de esos actores de referencia dentro del cine de horror, con participaciones en películas como El exorcista 3, La fosa común, Alien resurrección, Leyenda urbana, The wizard of gore o Halloween el origen, por citar solo un puñado de aportaciones dentro de una filmografía que supera las ciento cincuenta interpretaciones. Don Opper vuelve a dar vida por cuarta vez al torpe Charlie y Terrence Mann volvería a la saga en un cambio de registro que sirviera además de guiño a los seguidores más acérrimos.



La película es ante todo un despropósito que parte de intentar abordar la complejidad de ubicar la historia en el espacio, con los requerimientos a nivel de presupuesto, atrezzo, escenarios y efectos que esto supone, pero manteniendo un ínfimo presupuesto que queda en evidencia con el acartonamiento de lo finalmente mostrado en pantalla. No hay medios, y lo que es peor, no hay imaginación para suplir estos, y todo ello queda reflejado en un aburrido ir y devenir de los protagonistas entre estancias presumiblemente futuristas en un ralentí del ritmo de la cinta que acaba por desquiciar al espectador.



Pero lo más grave lo encontramos en la práctica ausencia de minutos en pantalla de los propios Critters, limitándose su aparición lo máximo posible, y haciendo que de hecho, la primera vez que asoman en la película sea pasado el minuto treinta y cinco. Podemos a este respecto destacar el primero de los ataques de estos alienígenas sobre el villano de la función, y donde podemos ver como uno de estas criaturas se introduce en la boca de su víctima hasta asfixiarlo. Ver a los Critters en su primera etapa de vida es el único consuelo que tendremos los fans de estos alienígenas, ya que incluso mostrar el ataque masivo final sobre el grupo de mercenarios que irrumpen en la estación en el último acto de la película es eludido, posiblemente debido a las necesidades económicas que una secuencia como la misma habría supuesto. Por todo ello podemos concluir que es la película de Critters con menos Critters de todas, y que además abandona esa mezcolanza entre humor y sustos de la franquicia.



Una pena que una tetralogía tan simpática haya acabado, al menos por el momento, de la peor manera posible, quedándonos el consuelo de cortometrajes como Critters, bounty hunter de 2014, y que daba buena cuenta del potencial de su director, Jordan Downey, a la hora de plasmar una serie para televisión que nunca fue.  Lo que sí ha llegado es una nueva versión en formato televisivo de Critters, a estrenar en este 2019, y que parece prometer devolver a estas criaturas ese aire de hibrido entre comedia y horror que tan buenos ratos nos hizo pasar en el pasado. Así que quédense a la mesa que todavía hay platos por degustar.

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