domingo, 2 de junio de 2019

ATRAPADOS (FEAST, 2005) 86´



Un nutrido y variopinto grupo de parroquianos se encuentra en una tasca de mala muerte en medio de la nada entre cervezas, partidas de billar y vidas anodinas. Repentinamente, irrumpe en el local un tipo empapado en sangre y portando en la mano una escopeta, quien avisa a quienes se hallan en el bar que algo monstruoso le ha atacado afuera, en la carretera, algo que ahora dirige sus pasos hacía ese mismo lugar. 



John Gulager, hijo del actor Clu Gulager (veterano intérprete y toda una institución entre los fans del terror gracias a su participación en títulos como El regreso de los muertos vivientes, Pesadilla en Elm Street 2 o Hidden lo oculto y que aparece en lo último de Quentin Tarantino, Erase una vez en Hollywood), es el máximo artífice de una irreverente trilogía nacida gracias al llamado Proyect Greenlight, un concurso cinematográfico creado  con el objetivo de descubrir nuevos talentos dentro del circuito independiente. Allí presento su ópera prima, que entusiasmo tanto a los conocidos actores y amigos íntimos Matt Damon y Ben Affleck, que no dudaron a la hora de producir esta locura enmarcada dentro de la denominada serie B. Asimismo podemos vislumbrar entre los diferentes productores de la cinta el nombre del mítico director de terror Wes Craven, lo mismo que a los hermanos Weinstein, encargados de la producción ejecutiva a través de Dimension Films, una de las filiales de Miramax, productora y distribuidora cinematográfica fundada a finales de los setenta por estos famosos hermanos caídos en desgracia tras el escándalo de acoso sexual protagonizado por Harvey Weinstein. La película está escrita al alimón por Patrick Melton y Marcus Dunstan, quienes acostumbran trabajar juntos, dando como resultado los guiones de sagas tan conocidas como Saw, de la que son responsables de los libretos de las entregas cuarta a séptima, así como del guion de The collection o Piraña 2 3D, dirigida por el propio Gulager. Este triunvirato entre director y autores del guion se mantendría además durante las dos secuelas posteriores que tendrían lugar.





Los protagonistas de la historia, por cierto bastante coral, son presentados por el director mediante unas fichas que remarcan, con mucha ironía además, los aspectos más representativos de cada uno de ellos, como si de un juego de rol se tratara. Es una manera inteligente,  rápida y directa, de dar a conocer al nutrido grupo de personajes que pulularan a lo largo de la trama sin caer en un primer acto pausado y ralentizado precisamente por esa necesidad de ubicar a tanto personaje con peso en la historia, consiguiendo de esta manera que ya en el minuto diez la película despegue en un crescendo que ya no parará hasta los títulos de crédito finales. Y enlazando con ese estilo de baraja de cartas, he aquí los intérpretes más destacados de la cinta:

Balthazar Getty: Interpreta a Bozo, un perdedor nato, obligado a actuar a la fuerza y en contra de su voluntad como héroe a raíz de los terroríficos acontecimientos que tienen lugar en el bar en el que trata de timar a algún pardillo entre partida y partida de billar. Getty es miembro de la multimillonaria familia encabezada por Jean Paul Getty y en cine llegó a lograr cierto reconocimiento profesional a comienzos de su carrera gracias a títulos como El señor de las moscas, Intrépidos forajidos, Juez Dreed, Tormenta perfecta o Carretera perdida.

Duane Whitaker: Da vida a Boss Man, el personaje más odioso de toda la película ya desde su propia presentación, status que refrendará en actuaciones posteriores. Duane Whitaker es un veterano actor conocido especialmente por aparecer en Pulp Fiction, interpretando al dependiente de la tienda en la que el personaje de Bruce Willis está a punto de pasarlo muy mal, aunque tiene una extensa filmografía donde cabe rescatar películas de género como Hobgoblins, La matanza de Texas 3, Abierto hasta el amanecer 2 o en las cintas de Rob Zombie Los renegados del diablo y Halloween 2.

Krista Allen: Una camarera con muy mala suerte que justo cuando piensa que nada puede ir a peor se topa con el mayor de los dramas. Krista Allen es una modelo y actriz que entre montones de series para televisión encarnaría a una de las exuberantes vigilantes de la playa de la serie del mismo título.

Navi Rawat: Una de las heroínas de la película, y que ha de adoptar dicho rol para tratar de salvar la situación. Está interpretada por esta actriz californiana a la que veríamos posteriormente en la antes citada The collection.

Clu Gulager: Da vida al veterano camarero que regenta el tugurio convertido en escenario único de la película, y que acabará convertido en refugio de clientes y trabajadores. Como ya hemos apuntado, el padre del director tiene un papel con peso en la trama, lo que a su vez es un guiño a los aficionados del género por la consideración de mito de este intérprete.

Junto a este plantel central hay otro nutrido grupo de actores con nombres como los de Joshn Zuckerman, quien da vida al hermano minusválido de Bozo, y cómplice de sus trapicheos, Jason Mewes, para siempre Jay en la serie de películas dirigidas por Kevin Smith, y que se interpreta a sí mismo en una breve aparición, Henry Rollins, visto en Heat, y que encarna a un orador incapaz de arengar al grupo de supervivientes o Eric Dane, conocido por aparecer en Anatomia de Grey y que aquí interpreta al hombre que irrumpe bruscamente en el bar advirtiendo a sus clientes de la que se les viene encima. También encontramos entre el grupo de secundarios a dos actrices que aumentarían, y mucho, su protagonismo en películas posteriores de la saga, caso de Jenny Wade o Diane Ayala Goldner. 





Como apuntábamos al comienzo, la historia se inicia con un grupo dispar de clientes en una taberna en medio del más recóndito de los lugares. Sin tiempo para que el espectador se acomode, una pareja entra en tropel en el bar para prevenir a los que allí se encuentran del terrible peligro que corren. Pero el director no concede una tregua a la hora de terminar su interlocución, ya que unas terribles criaturas hacen acto de presencia con la única finalidad de matar a todos los presentes. Con este arranque, a priori tan poco original, Gulager nos presenta sin embargo una cinta que sorprende, y muy gratamente, en un anquilosado género demasiado acostumbrado a ofrecernos más de lo mismo. En esta ocasión el director utiliza elementos tan reiterativos como son un ambiente opresivo y claustrofóbico, un poco en la línea de clásicos como La noche de los muertos vivientes o Asalto a la comisaría del distrito 13, acompañado de un grupo variopinto de personajes que, dentro de su estudiada simplicidad, presentan más gamas de comportamiento que películas pretendidamente más sesudas. Si a esto añadimos golpes de efecto casi con cada secuencia y una perfecta mezcla de humor y horror, nos encontramos ante un título de esos que sorprenden para bien por las pocas expectativas que genera a priori y el buen sabor de boca que nos deja su visionado.



Cabe destacar como el director logra mantener un ritmo endiablado durante la cerca de hora y media de metraje de la cinta, situando al espectador en constante alerta, principalmente por la forma en que presenta los ataques de las criaturas, ya que estos se pueden producir en cualquier momento, muchas veces en el menos esperado, logrando eso tan difícil que es que quien está visionando la película no averigüe a cada momento lo que va a suceder, en un constante juego con el espectador. El guion es en buena parte también responsable de esta idea, ya que casi a cada minuto está ofreciendo situaciones que no son sino giros inesperados sobre los tópicos de este tipo de cintas, como la manera en que acaban muchos de los personajes que intuimos tendrán mayor peso en la trama, o en determinados momentos a los que pensamos la película no se atrevería a llegar. Esto convierte a Feast (estrenada en nuestro país como Atrapados y que tiene más sentido en su traducción literal como banquete) en una rara avis dentro del cine de horror, gracias a su frescura y a su valentía a la hora de romper buena parte de los cánones establecidos en este tipo de historias. En la forma en que está filmada la película queda patente la pericia técnica de un director novato que sin embargo ya había trabajado como director de fotografía con anterioridad, lo que le había dotado de cierta maña que queda perfectamente expuesta en que a pesar de bruscos y conscientes movimientos de cámara y al hecho de que la fotografía (como no puede ser de otra manera en una película ambientada en una única noche y en un bar de carretera) se mueve entre luz artificial y claroscuros, Feast es una película que no resulta visualmente mareante y en la que además se puede ver todo lo que acontece frente a la cámara.



Uno de los alicientes de Feast es la propia presencia de las criaturas que asolan el bar donde los protagonistas se hallan cobijados. El director, inteligentemente, pasa buena parte de la película mostrándolos de refilón, mediante bruscos y rápidos movimientos de cámara, fogonazos u ocultos entre sombras. Además, y para  ahondar en la sensación de terror que provocan unos seres de los que no se da un ápice de información sobre de donde vienen o que buscan, se cubre a estos con pieles y huesos, acrecentando el terror que provoca su sola presencia. Solo en el tramo final podemos ser testigos de la fisonomía completa de unas criaturas con un potente diseño visual donde destaca un cuerpo musculado, unas largas extremidades acabadas en tenazas y muy especialmente una cabeza alargada de aspecto xenoforme donde se atisban unos minúsculos ojos y coronada por una imponente mandíbula repleta de afilados dientes. A este respecto y como curiosidad, resaltar que entre el elenco de profesionales encargados de la tarea de efectos especiales y de maquillaje destaca la presencia de Stephen Norrington, encargado de efectos visuales y protésicos en títulos como Gremlins, Lifeforce, Aliens o La maldición de las brujas, y que fue el director de las muy estimables Maquina letal y Blade. Por último y respecto a las criaturas de Feast, a la concepción visual de unos seres que generan auténtico pavor, hay que sumar el propio desarrollo vital que se confiere a estos, entregados durante  todo su tiempo a matar, comer y copular.



Así pues y en definitiva, nos hallamos con Feast ante uno de esos placeres culpables para el cinefago de pro, una película que acierta con los momentos de tensión y terror pero que a la vez resulta gamberra e irreverente, a la que no parece preocuparle la censura y que no escatima en la profusión de sangre y fluidos corporales de todo tipo. Pero además se trata de una cinta que nos deleita por los continuos giros de guión que dentro de una historia predecible y asumible, otorga gratas y continuas sorpresas al espectador. Todo envuelto con un trasfondo de humor negro que no impide disfrutemos sufriendo con secuencias aterradoras. Eso sí, el que piense que Feast es demasiado burra y escatológica debería ausentarse del visionado de sus secuelas, donde la gamberrada es llevada al paroxismo. Avisados quedan.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario