“Duermen todo el día. Se divierten toda la
noche. Es divertido ser un vampiro”
Tras divorciarse de su marido, Lucy y sus dos
hijos, Michael y Sam, deciden iniciar una nueva vida en Santa Carla, una ciudad
con un elevado y sospechoso índice de muertes y desapariciones. Lo que poca
gente parece saber es la causa de estos misteriosos acontecimientos, y como
están ligadas directamente a la existencia de un grupo de jóvenes vampiros que
moran en el lugar.
Convertida hoy en día en título de culto,
Jóvenes ocultos nació a rebufo de películas que, como en el caso de Noche de
miedo, mezclaban a partes iguales la comedia con el terror, en un hibrido
construido ex profeso para llenar las salas de cine de jóvenes y adolescentes, películas
que como sucedería poco después con el western en Arma joven (donde por cierto
volvería a aparecer Kiefer Shuterland), adaptaban al formato del cine juvenil,
tan boga en la década de los ochenta, géneros tan dispares como sería en este
caso el terror. Pero esto no fue del todo premeditado, ya que hasta llegar a la
película por todos conocida, el proceso de pre producción de la misma provocaría
notables cambios en la historia original, obra de los desconocidos Janice
Fischer (quien por cierto acabaría muy desilusionada del resultado final) y
James Jeremias, quienes se inspiraron de manera indisimulada en la novela de
Peter Pan para construir su historia (solo basta pensar en el título original
de la cinta para caer en la cuenta de esto). Se pasaría de esta forma de una
película de tintes más infantiloides, y que buscaba de manera consciente la
exitosa aura de Los Goonies, hasta dar con unos personajes algo mayores,
ubicados en el tránsito de la niñez a la madurez, pasando por mezclar con
habilidad y sin que chirriara en el conjunto final la comedia con el terror.
Esta idea de filmar un émulo de Los Goonies, en esta ocasión enfrentados a un
grupo de vampiros, no es casual, de hecho sería Richard Donner, director de la
mítica cinta juvenil producida a su vez por Spielberg, el escogido como primera
opción para encargarse de liderar el proyecto. Donner finalmente se
involucraría pero como productor ejecutivo de la película, ya que por aquel
entonces estaba volcado en la dirección de una buddy movie de acción que
acabaría por ser Arma letal. Tras denegar Donner las labores de dirección se
ofrecería esta opción a Mary Lambert (Cementerio viviente), quien también
acabaría por apearse del proyecto por desavenencias creativas. Es de esta forma
y de rebote cómo llegaría Joel Schumacher a dirigir Jóvenes ocultos. Pero Schumacher
no solo se limitaría a cumplir con diligencia el cometido encomendado, sino que
logró que varias de sus aportaciones sobre la forma de abordar tanto la
historia como la propia película fueran incluidas en la película, reescribiendo
el guion junto a Jeffrey Boam, reputado guionista gracias a títulos como La
zona muerta, Arma letal y varias de sus secuelas, El chip prodigioso o Indiana
Jones y la última cruzada. De esta forma Boam se encargaría de retocar el guion
inicial, obra de Fischer y Jeremias, plasmando ciertas sugerencias del
director, versadas principalmente en dotar de una mayor carga adulta a la
historia original en su afán por crear un éxito de taquilla que fuera más allá
de un público demasiado infantil. Schumacher, hoy reconocido director con
innumerables trabajos de todo tipo de géneros a sus espaldas, era por aquel
entonces prácticamente un desconocido que había logrado darse a conocer gracias
al drama juvenil St Elmo, punto de encuentro, y tendría su momento de mayor
apogeo en taquilla en la década de los noventa con títulos como Línea mortal,
Elegir un amor, Un día de furia, Batman y Robin, Batman forever, Tiempo de
matar o Asesinato en 8mm.
La película logró contar con un interesante
elenco interpretativo que habría que abordar por tramos de edad. De una parte
tenemos a la dupla Corey Haim y Corey Feldman, dos actores infantiles que
lograron gran éxito y fama en esos años. Feldman venía de trabajar en Los
Goonies (no por casualidad fue contratado para Jóvenes ocultos, reforzándose la
idea antes mencionada de estrenar una hermana bastarda de esta), Viernes 13
capítulo final, Gremlins o Cuenta conmigo, ahí es nada. Por su parte el
canadiense Corey Haim se había dado a conocer en la serie para televisión Los
gemelos Edison y para entonces ya lo habíamos podido ver en Admiradora secreta,
Miedo azul o Lucas. Ambos actores, apenas unos niños por aquel entonces, se
conocerían gracias a Jóvenes ocultos, forjando una amistad donde las drogas y
los abusos sexuales sufridos por ambos serían parte de la leyenda negra de
Hollywood hasta acabar abruptamente con la temprana muerte de Corey Haim en
2010, debida a una neumonía que su maltrecho cuerpo, consumido por los excesos
no pudo soportar. Haim había fumado su primer porro durante el rodaje de
Jóvenes ocultos. Ambos actores y amigos trabajarían juntos en cintas como Papa
cadillac, Una chica de ensueño, Engaño mortal, Last resort, Sueña un pequeño
sueño 2 o en Desmadre en la comisaria, dirigida por el propio Corey Feldman. Los
dos Corey, como se les conocería, trabajarían por última vez en la segunda y
tardía entrega de Jóvenes ocultos, estrenada en 2008. Si pasamos a hablar de
los actores juveniles hay que citar a los antagonistas Michael y David, interpretados
respectivamente por Jason Patrick y Kiefer Shuterland donde este último compone
un papel mucho más impactante y completo frente al hieratismo de su partenaire.
Ambos son hijos de actores, Jason Miller en el primer caso y Donald Shuterland
en el segundo, y si bien todo parecía indicar nos encontrábamos con dos
estrellas en ciernes, ambas carreras no acabaron de despegar, algo
especialmente evidente en el caso de Jason Patric, quien tras aparecer en
títulos tan potentes sobre el papel como fallidos en pantalla, como fueron
Sleepers o Speed 2, acabaría poco a poco viendo diluirse su carrera. Algo mejor
le iría a Kiefer Shuterland, quien si bien no se ha convertido en la estrella
que parecía, si ha logrado mantener una digna trayectoria profesional reflotada
en los primeros dos mil gracias a la serie para televisión 24. Junto a esta
pareja, y bastante desaprovechada a pesar de unas prometedoras primeras escenas
para acabar convertida en la damisela en apuros de la función, nos encontramos
con Jami Gerz, otra de esas actrices que empezó su carrera con fuerza en
películas como Dieciséis velas, Golpe al sueño americano o Escúchame (junto a
la entonces estrella Kirk Cameron), para acabar volcada en el medio televisivo.
De entre el grupo de vampiros que acompañan al personaje de Shuterland, cabe
destacar al interpretado por Alex Winter, para muchos un absoluto desconocido, para
otros, el Bill Preston de la mítica dupla de películas sobre Las alucinantes
aventuras de Bill y Ted, junto a Keanu Reeves, a la sazón Ted. Por último y en
los papeles que abarcan la etapa madura representada en la película, hemos de
hablar irremediablemente de una Dianne West vista en Footloose o Enamorarse, y unas
de las actrices fetiches del Woody Allen de los ochenta en títulos como La rosa
purpura del Cairo, Hannah y sus hermanas, Días de radio o September. Junto a
esta veterana actriz nos encontramos a Edward Herrman, rostro habitual en la
comedia de los ochenta y a quien veríamos en títulos como Rojos, Annie, nuevamente
La rosa purpura del Cairo, Un mar de líos o Ensalada de gemelas. El veterano
Barnard Hughes daría vida al abuelo de la familia tras el desistimiento de John
Carradine, curiosamente un actor mítico dentro del cine de vampiros, y
demasiado enfermo por aquel entonces (moriría apenas un año después).
Si bien Jóvenes ocultos es una de las cinta
de cabecera de los fructíferos años ochenta en lo que respecta al cine de
vampiros, a la hora de abordar un análisis de la película hay que destacar sus
puntos fuertes, que los tiene, pero también sacar a la luz sus debilidades, que
también son varias. De esta forma la historia que nos cuenta, y de cuyo proceso
creativo ya hemos hablado con anterioridad, supone uno de los principales
lastres de la cinta. Y es que partimos de una historia central banal y sin
desarrollar lo que debiera, donde no hay ningún interés por tratar de dotar de
algo de entidad a los personajes, y es que la huella que varios de estos
personajes tienen en el imaginario colectivo del aficionado del género no viene
tanto de cómo están dibujados sobre el papel, sino de su presencia en pantalla.
Además, los saltos entre secuencias se limitan a dibujar en muchas ocasiones una
serie de, visualmente interesantes escenas, sin que en ocasiones haya una
correcta transición de unas a otras, algo perfectamente ejemplificado en la
relación entre Michael y Estrella, por otra parte uno de los nudos principales
de la película, y que se limita a ser explicada en un par de escenas sin
contenido. Esta idea que habla de un pobre primer guion que pudo ser reflotado
en parte gracias a las aportaciones del propio Schumacher y Jeffrey Boam, se
apoya en el hecho que ninguno de los dos autores del borrador inicial volvieran
a vender ningún nuevo guion tras este primer y fortuito éxito. Uno de los
hechos que llama la atención en relación a la trama central es que de manera
innegable mantiene numerosos puntos en común con otro conocido título de
vampiros coetáneo, y estrenado de hecho el mismo año, Los viajeros de la noche.
Un grupo de salvajes vampiros lejos de los ademanes románticos propios del
personaje, una estética buscadamente moderna, una historia de amor entre una
vampira y un mortal, y es que incluso en detalles como el del vampiro infantil
son demasiadas las casualidades para no creer en un proyecto hermano, algo que
además podemos fundamentar en el largo periplo entre productoras del libreto
original de Jóvenes ocultos, lo que pudo inspirar a crear una historia similar.
Por el contrario, Schumacher suple esta
pobreza de contenido, rematada en una presunta sorpresa final que todo aquel
que haya visto un par de cintas sobre el género vampírico ve venir de lejos,
con un estilo visual que aunque hijo de su tiempo, confiere a la película una apariencia
que la hace diferente, y que vista hoy en día no ha envejecido como pudiera
parecer, dado el tiempo transcurrido y lo marcado y arriesgado de este look
presentado. Este particular estilo, acabaría de hecho definiendo a este
director como un realizador con unas hechuras propias en el estilismo con el
vestiría a sus películas, algo que
quedaría totalmente evidenciado en las dos secuelas de Batman que estrenaría a
mediados de la década de los noventa. Pero no todo es mérito de Schumacher, ya
que este tuvo la fortuna de contar con un director de fotografía de la
categoría de Michael Chapman, responsable de la patina visual de obras como
Taxi Driver o Toro salvaje. Ya desde la secuencia de arranque, Jóvenes ocultos
presenta una estética muy particular, entre onírica y sombría, donde destaca
por la forma en que es utilizada y su recurrencia, la manera en que se simulan
los vuelos de la pandilla de vampiros, para lo cual la cámara se desplaza en el
aire en coreografiados movimientos a golpe de grúa. Este consciente delirio
visual se traslada a los propios escenarios principales de la cinta. Tanto la
guarida vampírica como el propio hogar del abuelo de Sam y Michael son un
deleite para el espectador más avezado
por la cantidad ingente de detalles presentes en ambas estancias, lo que unido
a un diseños de las mismas a la altura acaban por potenciar esa patina visual
de la que hablábamos. Y dentro del apartado más visual de la película no
podemos obviar esa estética tan marcada e identificativa y que es una de las
marcas de la casa de la película. Peinados a lo mullet, chupas de cuero,
pendientes, largos abrigos…. Con una estética que se encuentra a caballo entre
los ochenta y noventa (el personaje de Sam es quizás quien mejor representa
esta nueva década) hay que destacar que sin embargo esta no resulta hoy en día
desfasada y ridícula, no al menos en la película, ya que encaja en ese estilo
visual marcado por Schumacher desde el minuto uno.
Como buena película de corte juvenil que se
precie, la banda sonora de Jóvenes ocultos es digna de reseñar. Con un acertado
score obra de Thomas Newman, toda nuestra atención se vuelca sin embargo en la
selección de temas musicales escogidos para enmarcar varias de las escenas más
conocidas y potentes de la película, convertidas en mini video clips al amparo
de grandes canciones y versiones, entre las que destacamos I still believe, del
musculoso saxofonista de Tina Turner Tim Cappello, quien nos brinda un enorme
cameo en la película, People are strange, utilizado en los títulos de crédito
iniciales y finales, Lost in the shadow, fondo que ilustra la carrera de
motocicletas, otro de esos elementos introducidos para captar toda la atención
del público más joven, o Cry little sister, a la sazón convertida en tema
central de la película. En resumen, una selección que conforma una de esas
bandas sonoras a tener en tu colección, y que encajan a la perfección en cada
uno de los momentos en que son insertadas.
De esta forma Jóvenes ocultos se basa en una
historia que logra conjugar, sin resultar por ello artificiosa, el humor,
fundamentado en los personajes más jóvenes, con el terror y el drama, amparado
conscientemente en esos otros personajes que se encuentran en ese paso a la
madurez, y que parece los vampiros protagonistas se resisten a cruzar. Historia
sin grandes alardes que por obra y gracia de las formas de un atinado
Schumacher logró no solo destacar en el momento de su estreno, sino dejar tal
poso que hoy en día sigue siendo fuente de consulta ineludible a la hora de
hablar del género, y todo a pesar de tratarse de una modesta producción de apenas
ocho millones de dólares de presupuesto. Lo extraño es que a pesar de su éxito
las secuelas tardaran en llegar, estrenándose la primera de ella más de veinte
años más tarde y lanzada directamente en formato de DVD. Jóvenes ocultos, o la
dicotomía entre el disfrute permanente y la asunción de responsabilidades de
adulto, ser un vampiro nocturno o un anodino diurno. Permítanme decirles que en
mi caso dudo que opción es la que elegiría, aunque tengo claro cuál sería la
más divertida. Vamos, dientes, que es lo que les jode.
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