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domingo, 25 de febrero de 2024

SAW 7 (SAW 7, 2010) 88´

 

Mientras continua la caza al hombre contra el agente Hoffman, convertido en el responsable de perpetuar el legado dejado por John Kramer, Bobby Dagen, quien ha simulado haber sobrevivido a Jigsaw para así hacerse rico gracias a la venta de libros y entrevistas televisivas será obligado a participar, y esta vez de verdad, en uno de los macabros y sanguinarios juegos del psicópata.

Continuaba el goteo incesante de secuelas de Saw que vistas hoy día y de seguido dan sensación de tratarse más de una serie televisiva que una saga de películas al uso, y ello por la manera en la que se unifican las tramas entre título y título o la manera en que se cierra cada nueva entrega, así como por mantener su arquitectura visual, de diseño de producción y conceptual a lo largo de cada una de las películas estrenadas, al menos hasta llegar a esta continuación. Para concretar esta idea y en ese sentido, llegados además a la séptima entrega, podemos hacer una comparación entre Saw y otra franquicia de terror de enorme éxito como lo fue en su momento Pesadilla en Elm Street. Y es que así como en las películas protagonizadas por Fred Krueguer podemos atisbar la personalidad de cada uno de sus directores en los títulos que iban estrenándose siendo estas muy diferentes entre sí a pesar de mantener la coherencia de la saga, no sucede lo mismo con Saw, donde el trabajo de realización es mucho más mecánico e impersonal, lo mismo que sucede a la hora de  ofrecer unos  guiones que acaban siendo en no pocos momentos un copia y pega constante a la hora de abordar las tramas de cada nueva entrega, lo que provoca que llegados a este punto puedas confundir fácilmente las películas entre sí, llegando a mezclar personajes, escenas y situaciones sin saber muy bien a qué película de la saga pertenecen. Dunstan y Melton continuaban al frente del guion, repitiendo sin disimulo alguno lo ya visto en Saw 6 a nivel de historia, y así mientras asistimos a esa caza al asesino encabezada en esta ocasión por un nuevo agente de policía, seremos testigos en paralelo de una nueva lección que enseñar por las malas a un grupo de personajes que no se han portado todo lo bien que debieran en el pasado, siendo este carácter aleccionador del plan de un John Kramer que parece trabajó mucho antes de fallecer, el que le reste algo de potencia a su capacidad como psychokiller con enjundia. Kevin Greutert repite asimismo en labores de dirección, siendo el resultado final bastante más interesante que el ofrecido en el título anterior a pesar que argumentalmente apenas hay variaciones más allá de un final que vuelve a hacer girar la tuerca una vuelta más para sorprender al espectador en su escena de cierre, la cual conecta con la primera de las películas de la franquicia dejando entrever una idea que sin embargo no se retomaría en las películas posteriores.

La película trataba de añadir un plus que motivase el acudir nuevamente en masa a los cines con la incorporación de un 3D de vigente actualidad en aquel 2010 tras el estreno un año antes de Avatar, siendo este recurso visual aprovechado para lanzar al espectador aún más a la cara toda suerte de secuencias donde el gore campa a sus anchas, aunque eso sí, sin llegar en ningún caso a los niveles de películas más underground englobadas dentro de ese subgénero y estrenadas estas sí lejos del circuito de los cines. Sí que es rescatable una secuencia inicial que rompe con la idea tan presente hasta ese momento de mostrar unos escenarios claustrofóbicos, subterráneos y lúgubres, arrancando la película con una escena en la que tres jóvenes son obligados a participar en uno de los macabros juegos de Jigsaw a plena luz del día y en medio del escaparate de un paseo comercial plagado de viandantes, lo que, además de constatar la idea, viendo el nivel de sofisticación cada vez mayor de los juegos planteados, de que hemos de entrar en las películas de Saw sin tratar de planteárnoslas desde un punto de vista medianamente racional, sirve para colar una puyita orquestada a través de ese enorme grupo de mirones arremolinados en torno al lugar donde las tres víctimas tratan de zafarse de su trampa, y que si bien en última instancia participan de la desesperación de estos y tratan en algún caso de auxiliarles, igualmente son presentados captando el momento a través de sus teléfonos móviles, todo un reflejo de una sociedad actual de carácter enormemente individualista y convertida en mero voyeur de la desgracia ajena.

Como ya apuntábamos, el esquema de un personaje tratando de sortear sin éxito una serie de trampas cada vez más elaboradas y retorcidas en pos de salvar a un grupo de conocidos, y que ya viéramos planteado en la sexta entrega de la franquicia, se repite sin disimulo alguno, siendo su única finalidad el servir al espectador su esperada ración de escenas truculentas donde disfrutar del estupendo trabajo de los responsables de los efectos de maquillaje y encargados del diseño de producción, una vez más los grandes protagonistas de la película, y quienes cumplen con lo esperado con nota. Aunque sí que cabe reconocer que, imaginamos que por sobresaturación, las trampas y juegos que van planteándose a lo largo de las películas cada vez resultan menos desasosegantes e impactantes de cara al espectador, aunque en este caso podemos llegar a reconocer que al menos un par de las víctimas de Jigsaw si que llegan a conectar en parte con quien se anime a enfrentarse a una séptima secuela de una saga incansable.

En Saw 7 llama la atención que, junto a los personajes ya por todos conocidos y que siguen sin conseguir captar el más mínimo interés del público por su nulo recorrido dramático o poso a la hora de ser construidos por los intérpretes que les dan vida, caso de un Hoffman o  una Jill que con buen criterio harían su última aparición en la saga en este título, podemos disfrutar del regreso de un viejo conocido como Cary Elwes, quien volvería a la saga tras protagonizar la primera entrega en uno de esos giros de guion siempre agradecidos. A nivel de intérpretes es asimismo llamativa la presencia de un Sean Patrick Flanery de enorme popularidad en la década de los noventa tras protagonizar la televisiva Las aventuras del joven Indiana Jones, siendo también curiosa la presencia de un desconocido Chad Donella, quien da vida al inspector Gibson, pero en este caso por su parecido físico con el también actor Christian Bale. Tobin Bell continúa participando en la franquicia gracias a la utilización de unos flashbacks que posibilitan que el espectador pueda seguir contando con la presencia del único personaje con poso de los presentados a lo largo de toda la colección de títulos estrenados, en definitiva, siendo este la esencia de toda la saga.

Resumiendo, nos encontramos ante una entrega que es más de lo mismo y que cumple las necesidades básicas de los seguidores de la franquicia, y que al menos en la dupla de películas dirigidas consecutivamente por Kevin Greutert, quien regresaría posteriormente para encargarse de Saw X,  es la mejor armada así como la más entretenida. O lo que es lo mismo, que siga el juego, que sigan las muertes.

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