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domingo, 27 de octubre de 2019

LA RESISTENCIA DE LOS MUERTOS (SURVIVAL OF THE DEAD, 2009) 89´



En medio de un mundo donde los muertos se levantan de sus tumbas para devorar a los vivos, una isla en medio del mar parece obviar la dramática situación que se vive en todo el planeta. En el lugar hay dos facciones enfrentadas, los O´Flynn, que apuestan por acabar con todos los zombies que aún merodean por la isla para asegurar su propia supervivencia, y los Muldoon, quienes creen poder reeducar a estas criaturas para evitar ataquen a los vivos. 



Última y por desgracia la más floja de cuántas aproximaciones llevara a cabo Romero al universo cinematográfico que el mismo creara hoy hace más de medio siglo, y que repite el esquematismo de su anterior aportación con El diario de los muertos (con la que enlaza mediante el personaje del Sargento Crockett), esto es, presupuesto exiguo, intérpretes desconocidos, rodaje rápido y estreno directo en formato doméstico. Tal y como sucediera con el título inmediatamente anterior estrenado en 2007, lo peor que puede achacársele a La resistencia de los muertos es que no posee la esencia visual Romeriana propia de su tetralogía inicial, si exceptuamos un par de apuntes interesantes en el epílogo, con esos zombies de ambos líderes de los clanes atacándose entre sí incluso una vez muertos frente a una brillante y rojiza luna llena, o el momento en que los hombres de Patrick O´Flynn con este a la cabeza se encuentran con que los zombies a los que tienen que disparar en la cabeza son dos niños de corta edad encadenados en sus cunas. 





La película se construye desde una idea argumental interesante, algo que todas las películas de Romero poseen, con ese enfrentamiento que ya viéramos en El día de los muertos entre quienes consideraban que había que tratar de aniquilar a todos los zombies posibles y quienes apostaban por que la única opción para sobrevivir al apocalipsis era tratar de reeducar a los muertos vivientes. En esta ocasión no serán estamentos como el militar y el científico los que se enconen, sino dos clanes rivales, lo que permite a Romero volver una vez más sobre su constante crítica social, donde vuelve a apostar por el desencuentro entre los humanos como principal generador de nuestra propia destrucción. Y es que, si nos atenemos a la propia evolución de la saga y lo que en ella se nos cuenta, la aparición en escena de los muertos vivientes es solo el elemento desestabilizador que ha acelerado nuestra propia autodestrucción, incapaces de unir fuerzas siquiera en una situación apocalíptica como la planteada. Hay a lo largo de la película varios momentos en los que la película presenta secuencias de corte cercano al absurdo, como esa detonación que hace caer toda una pared dejando al descubierto a varios tiradores cubiertos de hollín, descolocan sobre la visión de la película, y acaban por no dotarla de una entidad propia en ese baile entre situaciones dramáticas con otras más banales.



Romero plantea esta sexta entrega como un hibrido de estilos cinematográficos, donde, si bien el terror es evidente, hay que desbrozar algo más la película para llegar a atisbar un western tardío, con esas dos facciones enfrentadas donde además se manejan numerosos elementos iconográficos de este género, duelo al sol incluido. Da la sensación sin embargo de que Romero ha gestado tanto la preparación como el rodaje y la post producción de manera precipitada, en un afán por ofrecer rápidamente una nueva muestra del cine de muertos vivientes, siendo por este motivo, los resultados tan discretos y lejanos de obras capitales del cine de terror moderno como Zombie (1978) o El día de los muertos vivientes (1985), dirigidas también por Romero. Y es que si para estrenar las tres primeras películas de la franquicia hubieron de pasar diecisiete años, para ver las otras tres cintas el periodo fue tan solo de cuatro, casi a película de zombies por año.



En lo que respecta al apartado técnico más de los mismo,  nos encontramos con una cinta del montón con estilo de telefilm y donde ni siquiera los maquillajes y efectos de casquería se encuentran a la altura del resto de la saga, siendo en esta ocasión Greg Nicotero únicamente consultor en materia de efectos, lo que acaba por pasar factura a una producción como se estrenaron decenas en aquellos años. Únicamente recomendada para fans acérrimos del maestro de Pittsburgh, a quienes la subjetividad les empuje a destacar los aciertos que tiene la película, concretamente en cuánto a ideas planteadas, frente a sus puntos débiles, muchos de ellos en la propia ejecución de dichas ideas. La resistencia de los muertos tiene añadido un toque que la hace especial además para el seguidor de su director, y es que sería su última película estrenada antes de su fallecimiento en 2017. Y es que podemos perdonarle estas dos últimas aproximaciones al subgénero que el mismo invento precisamente por eso, por ser el creador principal de un género dentro del cine de terror que tan buenos malos momentos nos ha hecho, y nos hará pasar, con los muertos vivientes como leit motive principal. Es por ello que, aunque parezca una contradicción, solo falta desear larga vida a los muertos vivientes.

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