Un variopinto grupo de
turistas con distintas motivaciones realiza una visita guiada por uno de los
pantanos de Lousiana marcado por la
leyenda de Victor Crowley, un ser deforme que vivía en aquel paraje junto a su
padre y que fallecería accidentalmente tras una broma de un grupo de muchachos
de las inmediaciones que acabaría en fatídica tragedia. Repentinamente, el
barco en el que se lleva a cabo la travesía queda encallado en unas piedras,
debiendo abandonar los excursionistas la embarcación para proseguir la ruta a
pie, con el evidente riesgo que esto supone para ellos, ya que la leyenda dice
que Crowley todavía deambula por el lugar, atacando a todo aquel que ose
invadir su territorio.
Adam Green es el máximo
responsable de Hatchet, hábil mezcla de comedia negra y horror que supone una
gamberrada de primer orden por medio de la cual este joven director homenajea a
ese slasher eminentemente ochentero donde el exceso era la carta de
presentación, teniendo a Viernes 13 como referente principal, que no único, a
pesar que este guionista y director cita a Un hombre lobo americano en Londres
como principal fuente de inspiración a la hora de crear Hatchet. La película traslada
todas y cada una de las constantes de esta perversión del subgénero a una acertada
propuesta, que tiene en su falta de pretensiones, su absoluta autoconsciencia y
su ajustado ritmo narrativo, medido en un exiguo metraje de hora veinte minutos,
sus principales valedoras, lo que derivaría en un estimable éxito de la cinta dentro
del mercado al que iba dirigido, básicamente goremaniacos de pro con un regusto
por el humor más mordaz a la par que absurdo y fans del género curtidos en la
sangre, generando una tetralogía que mantendría en esencias las bases de esta
primera película, las cuales se fundamentan en los siguientes elementos.
Creación de un personaje
icónico: Como no podía ser de otra manera, la película, tratando de emular a
los Vorhees, Krueguer o Myers de los ochenta, nos presentaba a su propio
psychokiller de tinte sobrenatural, un enorme tipo plagado de deformidades en
el cuerpo y cara, siendo su atroz presencia coronada por una enorme cicatriz en
el rostro, fruto del accidental hachazo recibido por su padre en el momento en
que trataba de salvar su vida durante el incendio en el que finalmente
perecería. Victor Cromley se caracteriza
además por una fuerza del todo sobrehumana y que le permite destrozar a sus
víctimas de las formas más atroces y visualmente impactantes posibles, ya que
si bien usará para sus sangrientos desmanes motosierras, radiales y sobre todo
una pequeña hacha de doble filo, no escatima el uso de sus propias manos como
mortíferas armas capaces de arrancar cabezas y demás miembros corporales. Sería
Kane Hooder el encargado de someterse a las duras jornadas de maquillaje y
caracterización para dar vida a tan singular personaje. Hooder es uno de esos
especialistas de acción reconvertido en actor, y todo un viejo conocido del fan
del terror por dar vida a Jason Voorhes en nada menos que cinco de las secuelas
del asesino de Crystal Lake, permitiéndole además Hatchet el demostrar su
capacidad como interprete dando vida no solo a la terrible criatura
protagonista, sino a su padre durante el flashback que narra los terribles
hechos que acontecieron en los pantanos tiempo atrás, momento en el que, hay que reconocerlo, no lo
hace nada mal.
Violencia desaforada:
Hatchet se aleja conscientemente del terror más serio apostando abiertamente
por un horror visual, exagerado y superlativo que hace de los desmembramientos,
la sangre a borbotones y las muertes imposibles su carta de presentación, algo
que es posible gracias al excelente trabajo de John Carl Buechler, toda una
institución en el campo de los efectos especiales y responsable de esta área en
películas dentro de sagas tan conocidas como Ghoulies, Pesadilla en Elm Street,
Halloween o Viernes 13, siendo de hecho el director de la cuarta entrega de
Ghoulies y la séptima de Viernes 13. Buechler apuesta por los efectos físicos y
protésicos, dejando de lado el uso de los ordenadores y logrando unos
resultados no solo espectacularmente brutales, sino con un abierto tono nostálgico
dentro de su desagradable explicitud. Podemos de esta manera disfrutar de
desmembramientos, decapitaciones, fracturas y todo tipo de desmanes ejercidos
sobre los cuerpos de las víctimas de Crowley.
Desnudos gratuitos: No
podían faltar en lo que pretende ser un ejercicio de revisión del cine de
terror de los ochenta, centralizados en el innecesario y constante destete de
dos de las integrantes del grupo de excursionistas que precisamente se
encuentran en el lugar para grabar un video contenido erótico. Igualmente en
los primeros minutos de película abundan los desnudos femeninos en forma de
topless, fundamentados en este caso en la celebración del carnaval de Nueva
Orleans, el famoso Mardi Grass. Aprovechar para destacar la acertada
localización de la historia en la festividad más conocida de Nueva Orleans, lo
que genera una ambientación notable y acorde con el estilo de tintes
fantasmagóricos y sobrenaturales de la película.
Cameos icónicos: La saga
abundará en la participación de numerosos rostros conocidos para el seguidor
del terror, ya sea como meros cameos o a través de papeles más desarrollados e
importantes. En esta primera aproximación cabe destacar la aparición en el
prólogo de Robert Englund, para toda una generación el Freddie Krueguer de Pesadilla
en Elm Street, y precisamente por ello, actor afincado en el género del terror.
También cuenta con la breve aparición de Tony Todd, visto en el remake de 1990
de La noche de los muertos vivientes y convertido en icono del terror gracias a
dar vida a Candyman en la película homónima de 1992 y en las secuelas que
habrían de venir después. Incluso el propio John Carl Buechler, responsable de
efectos especiales, tiene su instante en pantalla dando vida al estereotipado borrachín
que trata de advertir al grupo protagonista de los riesgos a los que se exponen.
El propio Adam Green iniciará ya en esta primera entrega una emulación del
mismísimo Alfred Hitchcock con breves escarceos entre fotogramas, siendo en
esta ocasión uno de los jóvenes etílicamente indispuestos de las primeras
escenas. Por otra parte del resto de
actores principales destacar los nombres de Rileah Vanderbilt, la novia en
aquel entonces de Adam Green y que da vida al joven Crowley cubierta bajo capas
de maquillaje, Joshua Leonard, uno de los tres protagonistas de El proyecto de
la bruja de Blair, Richard Riehle, veterano actor visto en infinidad de títulos
dentro de una filmografía de más de trescientas películas, Parry Shen, quien da
vida al guía estafador que acompaña al grupo de excursionistas y cuya presencia
se convertirá en vital dentro de la franquicia o Joel David Moore, un habitual
de series de televisión como Medium, Bones o Forever.
Con todos estos mimbres
Hatchet lograría hacerse un hueco en el corazón del aficionado más irreverente
posibilitando el estreno de hasta tres títulos posteriores donde se aplicaría
la máxima de dar al espectador justamente lo que están esperando, y es en esa
constante por no arriesgar y repetir esquemas, donde curiosamente la saga
hallaría su principal virtud. Que comience la vorágine de muertes imposibles.
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