GENEROS DE TERROR
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sábado, 31 de agosto de 2019
...Y EN SEPTIEMBRE
Iniciamos el curso escolar dando un tranquilo y relajante paseo por los lagos de Nueva Orleans, lugar idílico propicio para perderse, pero también para perderlo todo, miembros corporales y órganos internos incluidos.
domingo, 18 de agosto de 2019
BONUS: REC, REMAKE Y SECUELA APÓCRIFA
Es evidente que Rec fue todo un éxito de
crítica y público, lo que devino en tres secuelas llevadas a cabo por los
mismos responsables de ese éxito inicial. Sin embargo, antes siquiera de
estrenarse la película en nuestro país, ya se estaba filmando la consabida
versión norteamericana, al haber llamado la atención el guion de esta primera
película de la franquicia. El resultado fue una innecesaria revisión de la
cinta de Balagueró y Plaza que, mientras de una parte copiaba literalmente
determinadas secuencias, incluso planos icónicos concretos, por otra lado trataba
de introducir elementos propios, desechando del todo el origen religioso de la
plaga para apostar por una enfermedad infecciosa provocada por un virus creado
por una maquiavélica secta, con lo que la propuesta pierde esa esencia tan
malsana que hacía de Rec una historia todavía más terrorífica.
Su director, el desconocido Joh Eric Dowdle,
quien poco después dirigiría la algo más interesante La trampa del mal, apuesta
abiertamente por un mayor uso de la acción frente al suspense imperante en su
homóloga española, aumentando para ello el número de infectados en un intento
por dotar de mayor ritmo a la película, lo que la acerca en ese aspecto más a nuestra
Rec 2, manteniendo eso sí, los principales sustos ya vistos en Rec. Este es uno
de sus principales lastres, ya que mientras que en Rec desconocíamos lo que iba
a suceder a cada momento, algo que potenciaba el terror inicial, en este caso
ya sabemos de inicio a fin como se va a desarrollar la trama, lo que acaba por
restarle enjundia, algo a lo que hay que unir que la calidad fílmica de esta
review es notablemente inferior al trabajo de Plaza y Balagueró, elemento
importante a la hora de abordar revisitaciones de una y otra película.
Otro pero que achacar a Quarantine es el
hecho de que para este remake se haya contado con rostros conocidos, algo que
resta verisimilitud a los hechos mostrado a golpe de cámara digital, y que era
uno de los pilares que sustentaban Rec como la gran película que es. Jennifer
Carpenter, vista en El exorcismo de Emily Rose o en la serie de televisión
Dexter, sustituye a Manuela Velasco en el rol de Ángela Vidal, tratando en todo
momento de imitar las maneras de la actriz española sin lograr transmitir la
fuerza de la interpretación de esta, a pesar de ofrecer una digna
interpretación. Lo acompañan otros rostros familiares para el espectador como pueden
ser Jay Hernández (Hostel, Escuadrón suicida), Johnathon Schaech (Maldita
generación, The Wonders), Rade Serbedzija (Eyes wide shut, Snatch, cerdos y
diamantes, Batman begins) o Greg Germann (Ally McBeal), lo que acaba por
traducirse en que mientras Rec transmitía verdad y por ello terror, Quarantine
se presenta como una convencional cinta de miedo.
Aún y con todo, Quarantine supuso un estimable
éxito de taquilla en Estados Unidos, lo que devendría en una innecesaria
secuela tres años más tarde.
Dirigida por un desconocido John Pogue (cuyo
principal valía reside en haber producido la primera entrega de Fast and
Furious) y protagonizada por un grupo de actores provenientes en su mayoría del
mundo televisivo dando vida a un grupo de estereotipados personajes que sirvan de
carnaza para los zombies, como una azafata haciendo el papel de heroína, el prototípico
pasajero egoísta, la parejita, incluso el personaje de niño insoportable. Al
menos, esta segunda entrega presenta una historia que no está tomada de las
secuelas filmadas para la franquicia oficial. En este caso la historia nos
traslada hasta un rutinario vuelo entre Los Ángeles y Nashville durante el cual
uno de los pasajeros enferma gravemente, hasta el punto de volverse muy
agresivo y atacar al resto de pasajeros. Obligados a aterrizar de emergencia,
tanto los viajeros como la tripulación se encontrarán atrapados en una de las
terminales del aeropuerto, porque, como en el resto de cintas pretéritas, un
dispositivo policial en el exterior les impide salir y abandonar el lugar.
De esta forma, Quarantine 2 se muestra como
una convencional y rutinaria cinta de zombies, más cercana a títulos como El
vuelo de los muertos vivientes que a la propia Rec. Con una historia ramplona y
poco llamativa no hay nada que destaque por encima de las decenas de cintas de
género zombie estrenadas cada año desde el resurgir del tema en los primeros
dos mil. La película además ni tan siquiera se molesta en recurrir a la
filmación en primera persona, y únicamente en el tramo final, con la
utilización de una cámara térmica se nos recuerda que lo que estamos viendo
proviene del universo Rec.
Si a todo lo demás unimos que el exiguo
presupuesto gestionado deviene en unos pobres maquillajes, una práctica
inexistencia de ataques de contaminados o un desarrollo lento por no disponer
de escenarios a los que sacar partido, no sabiendo siquiera sacar algo de rédito
a la terminal en la que se desarrolla el grueso de la película, con la que se
podía haber jugado en pos de lograr algún momento claustrofóbico o angustioso.
Únicamente los diez minutos finales pueden ser merecedores de reseña por cómo
se maneja el suspense durante ese tramo final.
En definitiva,
innecesaria, aburrida y desligada continuación de una película que ya de por si
resultaba redundante, y que por supuesto no tiene nada que ver con los
postulados marcados en Rec y sus secuelas, ni en la propia construcción de la
historia ni en el empaque visual conferido a la película. Y es que si
Quarantine resultaba innecesaria por hacer lo mismo pero peor que Rec, esta
Quarantine 2 resulta superflua por ofrecer una cinta de zombies al uso pero sin
resultar al menos mínimamente entretenida, lo que resalta aún más el hecho de
poder llenarnos de orgullo a la hora de abordar la tetralogía que es Rec.
domingo, 11 de agosto de 2019
REC 4: APOCALIPSIS (REC 4: APOCALIPSIS, 2014) 92´
Un operativo especial irrumpe en un edificio
donde ha tenido lugar un extraño y desconocido brote vírico que convierte a sus
infectados en una especie de brutales poseidos, lo que ha provocado la muerte
de varias personas y el aislamiento por cuarentena del inmueble por parte de
las autoridades. Cuándo van a abandonar el lugar tras colocar varias
cargas explosivas y sufrir un par de bajas por un ataque de infectados que
todavía se encontraban en los pisos, una mujer, la reportera Ángela Vidal,
aparece bajando las escaleras de la zona del ático. Es la única superviviente
de la pesadilla vivida la noche anterior.
Cuarto y último episodio de una de una de las
franquicias más potentes del cine de terror español, y eso a pesar que las
películas pares, la dos y la que nos ocupa, sean algo inferiores a las impares,
con una primera cinta erigida por méritos propios como una de las grandes
películas de terror de los últimos años y una tercera entrega que rompía
inteligentemente el estilo visual y de concepto de sus antecesoras para
abrir nuevos horizontes a la franquicia. En esta ocasión, la primera vez que
Jaume Balagueró se encarga en solitario de un título de Rec (las dos primeras
películas las dirigió al alimón con Paco Plaza), se vuelve a un estilo más
oscuro y tenebrista que en la anterior secuela, la cinta de Paco Plaza en
solitario, y donde se apostaba por un modo más alocado y evasivo de redefinir
la saga, modificando el terror claustrofóbico de las dos primeras partes por
una acción desenfrenada y goremaniaca.
Muy inteligentemente se ha optado por ubicar
la historia en un barco en medio de la mar sin posibilidad de regresar a tierra
ni de escapar en los botes salvavidas. Una idea nada original pero que
justifica la única opción de los protagonistas de enfrentarse una vez más a un
numeroso grupo de infectados, a la par que dota a la película de un escenario
magnífico, lleno de pasillos angostos y techos bajos, claraboyas en las puertas
y tenebrosas salas de máquinas, espacios todos donde tras cada esquina puede
acechar el peligro. Balagueró, nuevamente co guionista de la historia junto a
Manu Diez, se centra en la idea ya presentada en la segunda entrega de Rec de apostar
por la historia de un parásito que, como sucediera en Hidden, lo oculto o la
novena entrega de Viernes 13, pasa de huésped en huésped buscando infectar al
mayor número de personas posibles en el camino. Esta idea posibilita al
director jugar con la idea de tratar de averiguar quién es el portador de esta
criatura con forma de lombriz de enormes dimensiones, y que, aunque ya vista en
títulos anteriores, acaba funcionando nuevamente gracias al manejo del suspense
de su realizador. Otro punto de ruptura especialmente con las dos primeras
entregas es la apuesta abierta ya por un cine de acción con un trasfondo
terrorífico más que por el terror puro que presidía las primeras cintas de la
saga. Pero frente al mayor nivel de cachondeo que tenía la tercera película
(aunque con momentos sumamente dramáticos, recordémoslo), en esta ocasión se
vuelve a la seriedad que caracterizaba el resto de películas.
Si bien la historia tira por las directrices
habituales en este tipo de propuestas, faltando las ideas originales que
hicieron de Rec un pelotazo en el momento de su estreno, Balagueró utiliza la
cámara con gran habilidad técnica, sabiendo jugar además con lo angosto de los
propios pasillos y salas del barco donde tiene lugar la trama para potenciar la
idea de desasosiego de las secuencias de terror. Abunda la cámara al hombro
pero ello no impide mostrar las escenas rodadas bajo este formato con la nitidez
necesaria, conjugando de esta manera el estilo directo y más realista de la
filmación con la cámara en constante movimiento y la superposición de planos,
con la necesidad de no marear al espectador, lo que permite además poder
disfrutar de los excelentes maquillajes que caracterizan la saga, y que
muestran unos infectados espectaculares, teniendo el director dentro del área
de efectos de maquillaje y visuales uno de sus mayores aliados a la hora de
contar la historia con acierto y sin caer en lo ridículo. Y es que esos monos
infectados son directamente espectaculares, propiciando además varios de los
mejores momentos de la película.
El estilo found footage o de metraje
encontrado se desecha a la hora de presentar la historia, algo que ya había
iniciado Paco Plaza en la tercera entrega, y que es la opción más inteligente
para no resultar repetitivos ni trabajar con un guion limitado por esta traba.
Sin embargo si se mantiene este leit motive de toda la saga, mediante la
implementación de las cámaras de seguridad que vigilan todos los rincones del
barco y que ofrecen la posibilidad de mostrar en determinados momentos planos
de los monitores de vigilancia, recordando a los espectadores que todo comenzó
con una cámara de televisión filmando en tiempo real.
Manuela Velasco vuelve a ponerse
a la cabeza de la historia con el personaje de Ángela Vidal, convertida para la
ocasión en una mujer de armas tomar dentro de la corriente actual de dotar de
protagonismo a mujeres de acción, algo que ya se apuntaba en la tercera entrega
con esa Clara en modo desatada motosierra en mano. El resto de reparto está
formado por profesionales competentes aunque sucede algo extraño en esta
entrega, ya que si a nivel general las interpretaciones están bien resueltas y
encajadas en la historia, hay ciertos momentos, centrados especialmente en la
parte inicial de presentación y desarrollo de los personajes que estas resultan
algo forzadas. Nada grave, y es que, curiosamente, una vez se inicia la acción
desaparece esa sensación de artificialidad en las interpretaciones, aunque si
hay que remarcar que los actores secundarios resultan, en líneas generales más
atinados que los protagonistas centrales de la película.
Una estimable cuarta entrega que confirma lo
recogido ya varias veces a la hora de desgranar esta saga, y es que en España
hay notables profesionales en ámbitos tanto creativos como técnicos para
ofrecer películas de género más allá de los estereotipos de la comedia
costumbrista y el drama racial al que parece debemos estar limitados. Si bien
es inferior a la primera y tercera partes, está muy por encima de películas
similares, generalmente de procedencia norteamericana, e introducidas en
nuestro país a docenas. Perfecto ejemplo de una franquicia que parece
finiquitarse con esta tercera secuela y que lo hace con una escena final (sin
contar la divertida escena entre los créditos finales) que permite al
espectador jugar con la idea de si efectivamente es un final cerrado o hay
opción para una Rec 5. Por lo que respecta a sus autores principales, Paco
Plaza y Jaume Balagueró, la respuesta es tajante. Rec se compone de cuatro
películas. Y que películas.
jueves, 8 de agosto de 2019
REC 3: GÉNESIS (REC 3: GÉNESIS, 2012) 75´
Es el día de la boda de Clara y Koldo y las
cámaras de grabación de los invitados son testigos de todo lo que acontece en
un día tan especial para la pareja de jóvenes. Entre este numeroso grupo de
asistentes se encuentra uno de los tíos del novio, quien aparece en la
ceremonia con un vendaje en la mano, ya que según cuenta acaba de ser mordido
en su trabajo en un centro veterinario por un perro, tras parecer que el animal
había fallecido y volver repentinamente a despertar.
Tras dos primeras películas dirigidas al
alimón por Paco Plaza y Jaume Balagueró llegaría el turno para que, cada uno de
estos directores de manera individual, aportaran su granito de arena a la saga,
lo que les permitiría ofrecer un punto de visto más personal y propio a una
franquicia que, es evidente, les pertenece a ambos al cincuenta por ciento. El
primero en estrenar su película sería Paco Plaza, autor del guion junto a Luiso
Berdejo (guionista de la primera Rec) y con David Gallart (montador de las tres
primeras películas de la tetralogía) como coautor de la historia. Plaza usaría
su turno para arriesgar, dando un giro de ciento ochenta grados a la propuesta,
logrando un título que, manteniendo cierta esencia de lo que es Rec, tiene la
valentía de romper con sus propias normas en lo que respecta al estilo visual
de las dos cintas anteriores, haciendo lo propio con el género en el que enmarca
esta tercera parte, para de esta forma no anquilosarse ofreciendo más de lo
mismo a lo ya visto en las dos primeras películas estrenadas en 2007 y 2009
respectivamente.
Es así como esta tercera entrega se inicia con
unos primeros veinte minutos durante los cuales asistimos nuevamente a unas
imágenes extraídas de las diferentes grabaciones en video de los convidados a
la boda, multiplicando los puntos de vista de la película, todo al más puro
estilo Rec. Pero tras este tramo inicial, Plaza rompe, literalmente, con esta
idea precisamente a través de una escena genial a este respecto, ofreciendo una
hora final donde la película ya se presenta en el formato cinematográfico
tradicional, viendo por vez primera en las tres películas estrenadas hasta la
fecha la historia narrada desde un punto de vista estándar y convencional,
dejando de lado la cámara subjetiva. El hecho es que, tanto Plaza como su
director de fotografía, Pablo Rosso, si, el mismo que operara la cámara
subjetiva tanto en Rec, dando vida a Pablo, el compañero de Ángela, como en Rec
2, haciendo las veces del agente de los GEO Rosso, se han propuesto no solo
romper con ese formato en primera persona tan característico de la propia
franquicia, sino que además lo hacen pasando de cero a cien. Es por ello que a
lo largo de Rec 3 el uso de la steadycam, los planos con grúa o movimientos a
golpe de travelling se convierten en una constante, sucediendo lo propio con la
filmación de secuencias rodadas en luminosas estancias, sombríos sótanos o en
lluviosos exteriores. Todo ello lleva a que la aparente sobriedad en las formas
que predominaba en las dos primeras entregas es sustituida por un auténtico
festín de tipo técnico donde se da buena cuenta de la mayoría de recursos
cinematográficos utilizados hoy en día, logrando un resultado que en su
vertiente de técnica puramente cinematográfica es impecable.
La película también rompe las normas en lo
que concierne a la elección del casting principal, y es que si mientras para
Rec y Rec 2 este se conformaba por desconocidos dentro del panorama
interpretativo, para dar vida a la joven pareja de novios protagonistas en esta
tercera parte se recurrió a los nombres de Leticia Dolera y Diego Martín. Ambos
eran viejos conocidos del público, principalmente en base a su extensa
trayectoria televisiva, destacando ella en series como Al salir de clase,
Hospital central o Los serrano, mientras que el se convertiría en habitual de ficciones
como Policías, en el corazón de la calle, Aquí no hay quien viva o Hermanos y
detectives. Independientemente de este hecho lo destacable de ambos intérpretes
es, además de lo excelente de sus respectivos trabajos en la película que nos
ocupa, como logran la complicidad para hacernos creer ciertamente su bella
historia de amor, reforzada ya desde la secuencia de apertura de la película
mediante ese, por otra parte habitual, montaje de fotografías de ambos desde la
niñez hasta su madurez juntos en el prototípico video de bodas. El resto de
actores y actrices que desfilan a lo largo de la película brillan igualmente a
gran altura, conformando esa idea ya evidenciada en las dos primeras películas
de que el trabajo con los actores es fundamental a la hora de dotar de
verisimilitud a la historia narrada.
Frente a dos títulos anteriores donde el
terror era el eje fundamental y prácticamente básico sobre el que pivotaba la
historia, Paco Plaza vuelve por enésima vez a romper las normas y nos obsequia
en Rec 3 con la más alocada, cómica, brutal, enérgica, pero también dramática
de las películas de la saga con un final tan acertado como triste e injusto.
Son numerosos los momentos en los que se inserta de manera consciente el humor,
principalmente por medio de personajes tan interesantes como Atún, Canon o John
Esponja. También hay ciertos momentos donde las reacciones o frases de los
protagonistas o secundarios logran que esbocemos sonrisas entre el festival de
terror al que asistimos como espectadores, un festival que toma prestadas ideas
de películas tan míticas para el goremaniaco de pro como son Posesión infernal
o Braindead, tu madre se ha comido a mi perro, incluyendo a una Clara sierra
mecánica en ristre destrozando poseídos en uno de los momentos más icónicos de
la película. Pero este evidente cambio de registro de la saga no hace de esta
tercera entrega una rara avis dentro de la franquicia, sino que por contra la
convierte en uno de los títulos más atinados de los cuatro estrenados, por saber
abrir nuevas vías manteniendo el espíritu original de lo que es Rec, y en
última instancia ofreciendo al espectador una cinta de terror más gamberra y
desenfadada pero de una gran calidad técnica y artística.
Incluyendo una banda sonora de personalidad arroladora que logra encajar a la perfección entre el metraje temas de Tino Casal, Loquillo, Iván
Ferreiro o Pablo Abraira entre otros muchos, Rec 3 se erige como lo que debiera
ser una secuela, en este caso una segunda secuela, que, respetando las fuentes
de las que viene, no se limita a la repetición de ideas, momentos y personajes,
sino que arriesga y mucho, ofreciendo una película que nadie de inicio imaginaría
perteneciera al universo de Rec. Todo esto se diluye tras asistir al trágico
final de la pareja protagonista, cuándo somos plenamente conscientes de que no solo hemos asistido a una tercera parte de
Rec estupenda, sino que hemos asistido a una excelente película de género,
donde si algo quedaba evidenciado es que Paco Plaza es un perfecto conocedor
del material con el que estaba tratando, convirtiendo el mejor día en la vida
de Clara y Koldo en la mayor de sus pesadillas. Y para eso hay que valer.
martes, 6 de agosto de 2019
REC 2 (REC 2, 2009) 82´
Un grupo de GEOS, cuerpo de élite de la
policía nacional, se dirige a un
edificio en una céntrica calle de la ciudad. Han sido requeridos para, en
apariencia, una sencilla intervención, entrar y salir, aunque sin embargo
todavía no se les ha informado con detalle de la misma. Antes de llegar a su
destino comprueban las diferentes cámaras con las que van a filmar la misión,
ya que una de las directrices que han recibido es la de grabar toda la
operación.
Tras el incontestable éxito de Rec apenas un
par de años atrás, y que con un presupuesto inferior a los dos millones de
euros llegaría a recaudar más de treinta, era innegable la preparación de una
secuela que siguiera explotando el filón. Esta segunda parte fue nuevamente
escrita por los propios Paco Plaza y Jaume Balagueró, contando en esta ocasión
con la ayuda de Manu Diez como tercer guionista en discordia, y nuevamente sería
dirigida al alimón por una dupla de directores que habían dejado patente su
entendimiento y talento trabajando juntos. Aunque con un presupuesto algo
superior a la primera película, Rec 2 sigue moviéndose entre costes ajustados,
ofreciendo nuevamente un resultado muy meritorio en cuenta a estilo e historia,
aunque sin llegar a las cotas de excelencia de la película primigenia.
Como ya sucediera en la primera entrega
volvemos a contar con un puñado de solventes intérpretes de rostros poco
conocidos para volver a tratar de dotar a la historia de la mayor credibilidad
posible. Aunque las actuaciones son notables y no hay peros por esta parte, sí
que es cierto que por el camino se ha perdido parte de esa frescura y
naturalidad que atisbábamos en la Rec original, propiciado porque en esta
ocasión desaparece el elemento sorpresa, no solo en el espectador, sino en unos
protagonistas que de alguna manera ya no se encuentran de bruces con el terror
partiendo de una situación totalmente anodina, tal y como sucedía en la primera
Rec, sino que en esta ocasión van en su búsqueda, lo que propicia actuaciones
más cercanas al cine convencional frente a esa frescura vista un par de años
atrás entre los vecinos del inmueble. Si se trata de hacer una comparación
entre ambos títulos en lo que se refiere al área de las interpretaciones, esta
segunda entrega pierde. Dentro del apartado interpretativo la historia se guarda un interesante as en la maga que además es explotado de la mejor manera posible, y solo como una saga como Rec, no supeditada al esperado happy end, podía hacer.
Los directores y autores del guion han sabido
crear una continuación que mantuviera el espíritu de película grabada cámara en
mano y de manera subjetiva, utilizando en esta ocasión dos perspectivas
diferentes, el de los GEOS por un lado y el grupo de niños por otro, tratando
con esta doble historia de no agotar al espectador, cambiando de alguna manera
la trama y el punto de vista de la historia a mitad de metraje. Si bien si que
sirve de refresco visual, la inserción de los niños en la historia es
excesivamente forzada y poco creíble, lo que resta algo de fuerza a la idea
central. A este hecho hay que sumar que en esta secuela hay bastantes más
vacios en la historia, así como elementos difíciles de explicar, algo contrario
a una primera parte mucho mejor armada a nivel de detalles. ¿Cómo entra
únicamente en el edificio un equipo de cuatro agentes? ¿Por qué hay momentos en
los que se dispara a los personajes desde el exterior al acercarse a las
ventanas y otros en los que no? ¿Por qué apenas hay contagiados a pesar de las
salpicaduras de sangre propias de las ráfagas de disparos sabiendo que la
“enfermedad” se transmite a través del contacto con los fluidos? No son trabas
determinantes a la hora de narrar la historia, aunque si flecos por pulir
frente a una primera parte donde era evidente que la historia se había
construido con mucho más detalle, inclusive en lo que se refiere a temas
menores o anecdóticos.
Plaza y Balagueró, conscientes de la buena
idea que era el dotar de un trasfondo demoniaco a la trama, ahondan en esta
ocasión en esta idea, profundizando en la historia de la niña Medeiros y del
peso de la Iglesia Católica en la historia. Un plus que además crea un elemento
diferenciador en Rec frente a otras historias con infectados de por medio, y
que permite nuevamente la recreación de un ático con un mayor protagonismo en
esta ocasión y que permite el lucimiento de los responsables de dotar de
entidad a esta estancia del edificio. Nuevamente hay que alabar tanto el
trabajo de departamentos de corte técnico como maquillaje, efectos especiales o
caracterización, pero también el de los
especialistas. Todo ello en aras de poder afirmar el excelente nivel del cine
en todos sus aspectos y áreas, algo que permite despojarnos de ese San Benito de
cine de segunda y que sagas como Rec dejan patente se basan en estereotipos y
prejuicios sin base alguna.
Esta segunda película, como buena secuela que
se precie, multiplica las secuencias más efectivas y efectistas frente a una
primera parte que jugaba más con el suspense, apostando por las sensaciones de
índole terrorífico en el espectador. Ahora quien se acerca a la película está
al corriente de que va todo y es por ello que hay que apostar por la
espectacularidad frente a la contención, multiplicándose los ataques de los
endemoniados y por ende aumentando de manera exponencial la presencia de
efectos visuales frente a la cámara en forma de ráfagas de disparos,
explosiones y demás efectos visuales. Esto no quiere decir que se haya dejado
de lado la esencia bajo la cual se construyó Rec, ya que esta segunda entrega
sigue ofreciendo grandes momentos de tensión, con uno de los agentes reptando
por el sobre techo del ático en busca de la sangre de la niña Medeiros, o la
escena con el sonido de fondo de la canción Suspiros de España, momentos en los
que se mantiene la tensión en todo momento ante el temor a un inesperado ataque
por parte de cualquiera de las criaturas que se ocultan entre las sombras y
oscuridad del lugar.
Secuela perpetrada por el mismo equipo
responsable de la primera entrega que apuesta en todo momento por la
continuidad de la historia pero también del estilo que hizo de Rec una obra de
culto casi inmediata, y que si bien atestigua un ligero resbalón en cuánto al
resultado final, algo por otra parte inevitable partiendo del hecho que Rec es
de sobresaliente, mantiene con dignidad y buen rendimiento aquellos elementos
principales que serían los responsables de crear una obra para el recuerdo y
una saga que, aunque con altibajos, mantendría el listón del cine de terror
alto, muy alto, endemoniadamente alto.
jueves, 1 de agosto de 2019
REC (REC, 2007) 75´
“Pablo, ¡grábalo todo,
por tu puta madre!”
Ángela, reportera del programa de televisión
Mientras usted duerme, se encuentra junto a su cámara Pablo filmando un
reportaje en una estación de bomberos cuándo estos reciben una llamada desde un
céntrico edificio de viviendas, ya que una de sus inquilinas parece ha sufrido
algún tipo de percance quedando atrapada en casa. Aprovechando la salida, la
joven y su compañero de equipo deciden informar de lo que acontece en dicha
intervención, siendo testigos de que, lo que aparentemente se trataba de una
actuación rutinaria, acaba deviniendo en una noche terrorífica.
Estrenada en 2007, Rec acabaría siendo por méritos
propios uno de los éxitos de taquilla de la temporada, convirtiéndose por el
camino en uno de los tótems del cine de género de terror de la filmografía
española. Los principales impulsores y responsables de Rec y la tetralogía en
que acabaría convirtiéndose son el dueto de directores, y también responsables
del guion junto a Luis Berdejo, Paco Plaza y Jaume Balagueró. Aunque jóvenes
cineastas, antes de adentrarse en el universo cinematográfico que acabaría
siendo Rec, ambos ya habían dado buena cuenta de su pericia dentro del género que
les encumbraría. Balagueró ya había estrenado cintas tan personales e interesantes
como Los sin nombre, Darkness o Frágiles, mientras que por su parte Paco Plaza
nos había mostrado películas como El segundo nombre o Romasanta. Lo que es
obvio en base al puñado de títulos referidos es que tanto Plaza como Balagueró son,
primero, fervientes seguidores del cine de terror, y en segundo lugar, unos
perfectos conocedores de los resortes de este tipo de género, tanto en el
manejo del tempo narrativo, la correcta inserción de sustos entre el metraje, o
la generación de un ambiente opresivo y angustioso, amén de creadores de
interesantes y terroríficas historias dentro de este género. Si a todo esto
añadimos que ambos autores ya habían trabajado juntos en el documental
estrenado en cines OT, la película, esto es, se conocían en lo profesional a la
perfección, tenemos como resultado un meditado trabajo de género confeccionado
por dos autores perfectamente conocedores del material que estaban manejando y
que además tenían experiencia previa a nivel de coordinación como tándem de
directores. No es extraño pues que el resultado acabara siendo el que fue.
El elenco de actores que aparece en Rec está
nutrido en su totalidad de intérpretes desconocidos para el gran público, algo
expresamente buscado de cara a incidir en la idea de que lo que estamos viendo
es algo real y documentado, lo que puede no resultar si integramos entre los
fotogramas rostros conocidos, bien de la pequeña pantalla como del mundo del
cine. Esto no es lo mismo que decir que los actores que aparecen en Rec sean
mediocres, al contrario, se trata de una de las áreas más potentes de la
película. Cierto que la propia Manuela Velasco sí que era alguien con un pasado
conocido como presentadora de televisión en programas como Del cuarenta al 1 o
Cuatrosfera, lo que la había convertido en un rostro cotidiano para el gran
público. Pero igualmente en este hecho vemos una herramienta a favor de la
construcción de la historia, ya que encarna precisamente a una presentadora del
medio, lo que hace que no nos chirríe verla en dicho rol, sino que se utiliza
como un elemento a favor de la credibilidad del propio personaje. Velasco pudo
gracias a Rec y a pesar de un buen puñado previo de apariciones menores en películas y series para televisión, poner de
manifiesto su capacidad como actriz, siendo de hecho galardonada con el Goya a
la mejor actriz revelación por su interpretación en Rec. El resto de actuaciones,
del personaje con mayor peso en la trama
a la totalidad de los actores de reparto, y tal como decíamos antes, destila verdad, los intérpretes
resultan totalmente naturales en su forma de comportarse, de reaccionar, lo que
denota que se trabajó mucho con ellos este aspecto de cara a que la película no
pareciera eso, una película, sino una auténtica grabación para un programa
televisivo, algo que vemos ya desde el mismo inicio de la trama en la base de
bomberos, apenas unos pocos minutos durante los cuales los directores
aprovechan para presentarnos a tres de los personajes centrales de la historia,
la propia Ángela, Manu, uno de los bomberos del parque y, aunque no tenga un
solo minuto en pantalla, Pablo, cámara de la periodista y responsable de la
grabación de la que seremos testigos. Destacar como, de manera inteligente y en
apenas pequeños insertos, se muestra al personaje de Ángela como alguien que,
detrás de una apariencia angelical y de cierta fragilidad, esconde a una
pequeña arpía con mucha ambición profesional, algo que puede parecer baladí
pero que justifica el posterior comportamiento de un personaje con tantísimo
peso en la historia, y que acabará convertida en la heroína de la función.
En ese intento por parte de los directores de
inmersión del espectador en la propia película, estos decidieron recurrir de
manera inteligente a ese estilo de falso documental que tan buenos resultados
diera en la clásica Holocausto caníbal y que fuera rescatado a finales de la
década de los noventa gracias al éxito de El proyecto de la bruja de Blair. En
ese sentido Rec tomó nota de las buenas ideas presentes en la opera prima de
Eduardo Sánchez y Daniel Myrick y mejoró y mucho las deficiencias de dicha
película. De esta forma Rec es una película en la que el uso de la cámara
subjetiva a través del personaje de Pablo consigue que el espectador sea un
protagonista más de los hechos que se muestran en pantalla. Pero además, la
forma en que se presenta este recurso es muy destacable. Detrás del aparente
caos mostrado se esconde una planificación minuciosa de cada una de las
secuencias tanto a nivel técnico como de posiciones y movimientos de los
actores y de la propia cámara, además de lo que sería un pormenorizado trabajo
en post producción de cara a integrar los efectos ópticos y sonoros presentes a
lo largo de la película y que aumentan esa idea obsesiva de estar viendo una
grabación real. Todo ello repercute en que si bien la película nos adentra en
el caos, el terror y el movimiento propio de la cámara, también hemos de alabar
que vemos y oímos todo lo que los directores quieren que veamos y oigamos, y el
recurso del found foutage no esconde para nada un rodaje de amateurs sin
recursos técnicos, sino que es la forma escogida por los directores para
alcanzar el objetivo deseado, y que por cierto, logran con nota. Dentro de esta
forma de rodaje es inevitable destacar esos últimos minutos filmados en modo de
visión nocturna, con unos personajes agotados física y mentalmente, pero además
sumidos en la más absoluta de las oscuridades, a expensas de un peligro que no
son capaces de ver pero si presentir, e incluso oír, todo ello para acabar en
una escena final brillante, y que es la mejor manera de terminar una película
como Rec.
La historia aprovecha el tirón del cine
zombie, puesto de moda con el estreno en 2002 de 28 días después y prorrogado
en 2003 con la película de Zack Snyder Amanecer de los muertos, títulos que
supusieron el pistoletazo de salida para una horda de películas, series, libros
y demás medios de explotación de un subgénero que hasta entonces parecía
minoritario y que a día de hoy todavía sigue plenamente vigente. De esta manera
vemos como el terror proviene de una desconocida enfermedad que se transmite a
través de los fluidos corporales y que acaba provocando el falleciendo en
segundos de quienes resultan infectados para volver a la vida en forma de imparables
criaturas cuyo único afán es dar caza a los cada vez, menos supervivientes.
Pero los guionistas no se quedaron en la consabida plaga zombie al uso, sino
que integran un elemento que mejora y mucho la trama, y que no es otro que el
relacionado con el de las posesiones demoniacas. De esta forma, y aunque es algo
que no se explica con claridad en la película, quienes atacan a Ángela, Pablo y
compañía, no serían tanto zombies en el uso habitual del vocablo sino una
especie de poseídos al más puro estilo Demons, idea que será refrendada dos
años más tarde con el estreno de Rec2. Esa idea de incluir fenómenos demoniacos
como fuente del mal que asola el edificio, hace que Rec sea todavía más
terrorífica precisamente por tratar y utilizar una idea como el de la posesión,
incrustada en el acervo cultural y social de una población eminentemente
creyente o católica, jugando de esta manera con miedos atávicos y por lo tanto
más reales para quien está viendo la
película que la habitual plaga zombie de carácter meramente vírica.
Si bien decíamos a la hora de hablar del
grupo de actores que la intención principal de los directores era mostrar
reacciones normales y personajes anodinos típicos de cualquier comunidad de
vecinos, lo mismo sucede con la ambientación de la película, partiendo desde el
propio parque de bomberos donde tiene lugar el comienzo de la historia hasta el
antiguo bloque de pisos donde se desarrolla el grueso de la película. El hecho
de filmar en escenarios reales, tanto en lo que respecta a la estación de
bomberos como al propio edificio, aumenta la credibilidad de lo que estamos
viendo por la sencilla razón que todo lo que vemos es real frente a la una
mayor artificialidad que hubiera supuesto el uso de decorados. Asimismo el
trabajo de localización, la ambientación y el trabajo del equipo de diseño de
producción es absolutamente encomiable. La decoración de las viviendas, la
propia arquitectura de sus pasillos, la iluminación del bloque…todo ello hace
que esta casona se convierta en un personaje más, acentuando la idea principal
de creer a pies juntillas que lo que estamos viendo podría provenir de cualquier
programa de reportajes vistos hoy en día. Punto y aparte merece el momento en
el que los dos protagonistas principales penetran en el ático, momento en el
que se desvela esa idea de que hay un elemento religioso y demoniaco como
centro de todo lo vivido hasta llegar a ese instante. Los recortes de prensa,
las fotografías arañadas, los restos de diferentes investigaciones y
experimentos científicos…la forma en que está decorada la estancia ya de por si
es tremendamente desasosegante y angustiosa.
Si a todo ello añadimos la presencia de la
denominada como “niña Medeiros”, el clímax final no puede ser más conseguido.
Este personaje, deforme, agresivo y totalmente terrorífico en su concepción
visual y vital, está encarnado por Javier Botet, todo un referente para quien
sea seguidor del cine de terror. Este español, quien padece la extraña
enfermedad del síndrome de Marfan, que entre otras anomalías causa una
hiperlaxitud de ciertos tejidos y un físico muy particular, cercano a los dos
metros de altura y con menos de sesenta kilogramos de peso, ha sabido sacar
provecho de sus desventajas, y tras debutar en el cine en Bajo aguas tranquilas
y ganar fama gracias precisamente al personaje al que diera vida en la saga
Rec, ha llegado a trabajar en títulos como Balada triste de trompeta, Mamá, Las
brujas de Zugarramurdi, La cumbre escarlata, El renacido, Expediente Warren 2 o
It entre un número ya innumerable de títulos, muchos de ellos dentro del cine
de Hollywood, utilizando su particular fisonomía para encarnar todo tipo de personajes
extravagantes o terroríficos. Y es que la labor de maquillaje y caracterización
de los diferentes infectados es uno más de los puntos a favor de la película, y
eso que el excelente trabajo de los maquilladores no logra disfrutarse en todo
su esplendor en base a la decisión por parte de los directores en lo que se
refiere a iluminación y movimiento de cámara, aunque si llegue a apreciarse el
buen trabajo llevado a cabo en el terreno de los efectos de maquillaje, otro
síntoma más de lo bien utilizado del exiguo presupuesto con el que se contó
para filmar la película.
Rec es la historia de una muy buena idea que
se supo llevar a la práctica tal y como sus autores habían imaginado en su día
en sus cabezas, y que llevaba el cine de terror a un nivel superior, logrando
que el espectador se sintiera protagonista de la película y logrando su
inmersión total en la misma, utilizando un recurso tan propio del mundo de los
videojuegos en primera persona, los conocidos como shooters, y que no es otro
que ponernos detrás mismo de la cámara. Si a esto añadimos un grupo de
intérpretes en estado de gracia, o mejor dicho, excelentemente dirigidos, y una
buena y terrorífica historia de fondo, el resultado fue el que debiera haber
sido, un incontestable éxito de crítica y público, que aterrorizó a los
espectadores que se atrevieron a entrar en las salas y que devino en saga y versiones propias en
Estados Unidos. Un título que supo calar en una sociedad en la que precisamente
nuestra máxima no es disfrutar de la vida, sino fotografiarla y grabarla en
todo momento. Y eso es lo que hace Pablo en Rec, grabarlo todo, absolutamente
todo.