GENEROS DE TERROR

MI OTRO BLOG

miércoles, 29 de mayo de 2019

...Y EN JUNIO

En el mes de Junio nos toca pegarnos unas carreras para tratar de huir de un enemigo incansable, insaciable y con bastante mala baba.


domingo, 26 de mayo de 2019

BAJO AGUAS TRANQUILAS (BENEATH STILL WATERS, 2005) 96´



En 1965 dos niños que se encuentran haciendo un recorrido por el pueblo fantasma de Marinbad poco antes de que este se anegado debido la construcción de una presa que se llevará el lugar por delante, hacen un descubrimiento terrible que marcara a uno de los mismos, único superviviente de la experiencia, de por vida. Cuarenta años más tarde, el pueblo construido junto al lago artificial que cubre lo que en su día fue Marinbad, está a punto de iniciar las celebraciones de este aniversario. 



Brian Yuzna, y con este serían cuatro los títulos dirigidos por el filipino para la Fantastic Factory, orquesta esta fin de fiesta del sello cinematográfico de terror y fantasía. Basada en una novela de Matthew Costello, escritor de terror y ciencia ficción de influencia gótica, la película fue guionizada al alimón por Mike Hostench y Ángel Sala, conocido por los fans del terror por ser el director del prestigioso festival de Sitges desde comienzos del nuevo milenio hasta la actualidad.





Bajo aguas tranquilas recoge entre sus protagonistas y secundarios principales a un maremagno curioso. De una parte tenemos a las televisivas Raquel Meroño (quien ya había protagonizado Dagon, la secta del mar, donde ciertamente estaba mucho mejor dirigida) o Pilar Soto, quienes comparten secuencias con actores de mayor renombre y prestancia, aunque en este caso los encontremos totalmente perdidos en una producción un tanto rara avis, caso de Josep Maria Pou o Manuel Manquilla. Asimismo y dentro de la habitual tendencia de Yuzna en las producciones de la Fantastic Factory de incluir actores de procedencia internacional, en este caso nos encontramos con los nombres de Charlotte Salt o Michael McKell, intérpretes de segunda que han llevado a cabo el grueso de su trabajo dentro de la producción televisiva. Y por último cabe mencionar curiosidades varias, como la aparición casi anecdótica de Diana Peñalver, convertida para todo una generación en musa del terror más sanguinolento por su aparición en la obra culmen del gore Braindead, tu madre se ha comido a mi perro, dirigida por un Peter Jackson anterior a convertirse en uno de los grandes directores de referencia gracias a su trilogía de El seños de los anillos, sorpresa grata que se ve equilibrada por la terrible experiencia interpretativa de ver a David Meca en un papel con diálogo donde demuestra que lo suyo es la natación. Indicar por último la aparición de Javier Botet como un vengativo ser de ultratumba, quien se estrenaría con esta película y que debido al síndrome de Marfan que parece y que le otorga una particular fisonomía se ha especializado en personajes antropomórficos y terroríficos, obteniendo gran fama por su caracterización de la niña Medeiros en Rec, hasta el punto de llegar a trabajar con directores de talla internacional como Alejandro Garcia Iñarritu en El renacido, Guillermo Del Toro en La cumbre escarlata, James Wan en la segunda entrega de Expediente Warren o Ridley Scott en Alien Covenant.



A nadie engañamos si decimos que la película es un despropósito en todos los sentidos, pero curiosamente acaba resultando un despropósito tremendamente divertido al que hay que saber entrar al trapo y no tomar para nada en serio, que parece ser lo que hizo el propio Yuzna durante su filmación. Y es que solo tomada como una gamberrada donde la coherencia y el sentido común es lo de menos podremos disfrutar de una propuesta donde se mezclan de manera alocada y mediante un fino hilo argumental zombies putrefactos, plantas malignas, brujos poderosos y sectas satánicas, en un maremagno que da a entender como el director utilizo su última bala en la recámara dentro de la Fantastic Factory para integrar en la película todas aquellas propuestas que le parecieran visual o argumentalmente medianamente interesantes, curiosas o simplemente divertidas. 



Pero como buen batiburrillo que se precie hay escenas más acertadas que otras, al igual que sucede con el apartado de los efectos especiales y de maquillaje, y así, hay que reseñas como las caracterizaciones de los zombies merecen la pena ser rescatadas. Incluso en escenas tan ridículas como la del personaje de Pilar Soto desnuda en la playa esperando practicar sexo con el muerto viviente de su amigo ahogado en el lago artificial bajo el cual se encuentra el pueblo de Marinbad, convertido en escenario central de toda la historia, y que emerge de entre sus aguas en pleno proceso de descomposición. No podemos decir lo mismo de las secuencias submarinas que pretenden hacernos creer que los personajes están buceando entre las ruinas del citado pueblo, donde resulta totalmente evidente la superposición de planos para integrar las ruinas de la aldea en las tomas submarinas, y que hacen que estas secuencias, que además no son pocas, resulten del todo acartonadas y falsas. Es curioso como Bajo aguas tranquilas acaba con una gran orgia entre los habitantes del pueblo, ya que supone un perfecto cierre del ciclo iniciado pocos años atrás con Faust, el terror está en la sangre, dirigida por el propio Yuzna, pieza que inauguraría la producción del sello filial de Filmax apadrinado al alimón por Fernández y Yuzna,  y que también finalizaba con otra gran orgia de tipo pagana.




Tras acabar el visionado de Bajo aguas tranquilas, queda en el espectador toda la sensación de que sus responsables eran conscientes se trataba del epílogo del sello creado pocos años atrás por los citados Julio Fernández y Brian Yuzna, y que trató de crear en nuestro país una producción de género fantástico y de terror que en cierta forma emulara el éxito que décadas atrás tuvo el denominado fantaterror. Si bien es cierto que dejó abierta las puertas a nuevos realizadores y profesionales que demostrarían con el paso de los años que en este país se pueden filmar algo más que comedias costumbristas y dramas sobre la Guerra Civil española, la Fantastic Factory como tal, acabó naufragando en sus objetivos, aunque lo hizo con valentía y con una esencia propia. Esa que hace que casi quince años después de su cierre y desaparición sigamos hablando y escribiendo sobre ella. Requiescat in pace.

sábado, 25 de mayo de 2019

LA MONJA (LA MONJA, 2005) 101´



Un grupo de mujeres, amigas desde una niñez compartida en un internado católico, comienzan a morir en extrañas y terribles circunstancias, y en unos fallecimientos donde convergen dos elementos que retrotraen a un terrorífico secreto de juventud, el agua y la aparición espectral de una monja.



La experiencia como montador de Luis de la Madrid, colaborador en varios títulos pretéritos de la filial de Filmax, fue el referente con el que se contó para ofrecerle la dirección de la octava cinta dentro de la filmografía de la Fantastic Factory, siendo este su único largometraje como realizador. A este respecto, el máximo responsable de la película deja patente su pericia técnica, ya que en este apartado La monja presenta una elegante factura formal. La historia, basada en una idea de Jaume balaguero, se mueve sin complejos entre miedos atávicos como lo es el de la figura icónica de una monja, transmutada para la ocasión en elemento fantasmagórico y terrorífico, algo que James Wan ha explotado últimamente en uno de los spin off surgidos del éxito de Expediente Warren y que comparte título con la presente película.





Y es que hay que reconocer que, a nivel técnico, la película es una ópera prima bastante recomendable, con una patina visual que enmarca a la perfección la historia, llevándonos allí donde quiere trasladarnos, y que además logra fusionar muy hábilmente los necesarios efectos infográficos incluidos en las secuencias de las diferentes muertes, y todo ello con el hándicap añadido que tiene el trabajar con una textura como la del agua en los programas de software con los que se generan este tipo de efectos. Destacar en este apartado como la película gana enteros en el momento en que comienza el tercer acto, momento en el cual se traslada y ubica la acción hasta el antiguo colegio cristiano donde tiempo atrás se había iniciado el misterio que rodea la cinta, aunque, hay que reconocerlo, con poca capacidad de sorprender en lo que respecta a esta idea, vista no solo en innumerables películas de género, sino que incluso toma prestado el hilo argumental presente en la española El arte de morir, aunque intente arreglarlo con un último giro de guion forzado pero resolutivo.





Todo lo opuesto de lo que hemos dicho dentro del apartado técnico es lo que hay que hablar al referirnos al elenco de actores, apartado que acaba convertido en el principal talón de Aquiles de la cinta. Poblada de nombres televisivos como Manu Fullola (El comisario), Paulina Gálvez (Hospital Central), Lola Marceli (SMS, sin miedo a soñar) o Teté Delgado (El súper), las interpretaciones de La monja no solo parecen pertenecer a una de estas series mencionadas (en la peor concepción que puedan imaginar de esta idea), sino que están plagadas de recursos manidos, maneras demasiado artificiosas y una predisposición por la exageración en las formas que restan naturalidad al resultado final, además de no generar ningún tipo de empatía entre los personajes centrales y el espectador.



Por el contrario, uno de los elementos que más simpatía genera de La monja es como su director ha tratado de colar entre la historia numerosos guiños especialmente traídos para los amantes del género, con la inserción de fotogramas de Faust, la primera de las producciones de la Fantastic Factory, la mención al agente de policía Del Toro, en innegable alusión al director de Mimic, Blade 2 o Hellboy, así como las secuencias que homenajean abiertamente a películas como En los límites de la realidad (esa monja en el ala del avión) o La profecía (con una muerte en pantalla muy similar a la sufrida por el personaje interpretado por David Warner en el clásico de Richard Donner de 1976). Y es que son este tipo de detalles los que unidos a una trama resultona y una, por lo general, buena resolución de las diferentes secuencias, los que hacen de La monja un entretenimiento a destacar dentro de la Fantastic Factory, confirmando que muchas de las mejores cosas vistas en la corta historia de este sello cinematográfico se las debemos a directores nacionales, algo de lo que sentirse realmente orgullosos.





De esta forma, si bien La monja no escribirá ninguna página dentro del cine de terror patrio, si que resulta un honesto y desinhibido intento de crear un título medianamente ameno dentro del género, aunque tenga que tirar de clichés e ideas ya explotadas para conseguir su fin último, algo que por otra parte no es ningún pecado capital. 

lunes, 20 de mayo de 2019

ROTTWEILER (ROTTWEILER, 2004) 94´



Los reclusos Dante y Dongoro huyen encadenados durante su traslado a prisión. Dongoro no tarda en caer muerto bajo las fauces de un salvaje rottweiler que les persigue implacablemente, continuando adelante Dante con su fuga acosado hasta la extenuación por un animal que parece no tener hambre, sed ni cansancio.





Nuevamente Brian Yuzna se encargaría de dirigir una nueva propuesta de la Fantastic Factory, constituyendo Rottweiler el peor título de los nueve estrenados por el sello cinematográfico en sus apenas siete años de existencia. La película está basada en el libro de Alberto Vázquez Figueroa El perro, novela que el mismo adaptaría a partir del guion escrito por el propio Figueroa, y que ya había conocido una primera versión para cines con el estreno en 1977 de la película del mismo título, El perro. Como no podía ser de otra manera en un título de la Fantastic Factory, la historia fue modificada para incluir en la misma elementos de ciencia ficción que encajaran en las formas, parámetros y directrices de la productora catalana, lo cual no supuso ningún acierto, resultando de hecho mucho más angustiosa la cinta estrenada casi treinta años atrás y protagonizada por Jason Miller, por siempre conocido por dar vida al Padre Karras en El exorcista. 



La película está protagonizada en exclusiva por William Miller, actor ingles que sin embargo ha desarrollado el grueso de su producción en nuestro país, donde ha participado en numerosas series para televisión. Hay que reconocer y alabar que el actor pone toda la carne en el asador en la película, pero finalmente acaba resultando excesivo en su forma de abordar un personaje con tanto peso en la trama, haciendo que el espectador pierda todo interés por lo que le va sucediendo en su continua huida de un perseguidor incansable. Junto a Miller podemos ver breves intervenciones de actores de contrastada solvencia  como es el caso de Lluis Homar o Paul Naschy, resultando sin embargo, e igualmente en  ambos casos, totalmente desaprovechados y mal dirigidos, una constante dentro de la filmografía de Brian Yuzna para la Fantastic Factory, etapa profesional en la que quedaría constatada que la dirección de actores era una de las principales taras del director filipino. Como curiosidad indicar que, tras Romasanta, la joven Ivana Baquero (El laberinto del fauno) volvería a trabajar para una película de la Fantastic Factory nuevamente en un pequeño papel, aunque en esta ocasión su peso sea más importante que en su aparición en la película de Paco Plaza.



Tras unos atractivos títulos de crédito iniciales, los cuales poseen un estilo visual francamente destacable, arranca una película que apenas tarda unos segundos en presentar el nudo central de la narración, la constante persecución del rottweiler que da título a la cinta del personaje de  Dante. Con una trama tan sencilla Yuzna debiera haber puesto todo su énfasis en la construcción de secuencias en las cuales el suspense y la tensión fueran la base sobre la cual cimentar el trabajo, pero no hay nada de eso en la hora y media de metraje, que acaba por resultar tremendamente tediosa. Por el contrario parece que Yuzna ha aprovechado la filmación de la película para experimentar diferentes estilos de rodaje, con lo que vemos secuencias filmadas en plena naturaleza con la cámara planeando casi a vuelo vista sobre la acción que presenta la huida del personaje principal, otras que representan tomas acuáticas donde los requerimientos técnicos son diferentes, incluso escenas en la llegada del prófugo a la ciudad donde se cambia el estilo de fotografía para utilizar en este caso tonos verdes y rojizos de estética eléctrica. Asimismo monta la historia en base a flashbacks que narran los acontecimientos que han llevado al protagonista a la situación agónica en la que se encuentra y que tratan, sin conseguirlo, de mantener la expectación del espectador frente a tantos minutos de persecución.




Pero el problema no es que Yuzna dedique su trabajo a jugar con las texturas de la película, algo de hecho positivo, sino que en el trayecto deja de lado a la propia película, no prestando atención ni a historia ni a personajes, algo que lleva a su máxima representación en la absolutamente absurda, innecesaria y ridícula secuencia de sexo entre los personajes interpretados por William Miller y Paulina Gálvez. Algo parecido sucede con la inclusión de esa idea de un canido con hechuras de implacable Terminator, fusilando inclusive una secuencia de la propia cinta de Cameron de 1984, y de cómo esta premisa resulta ridícula e innecesaria, ya que la propia sensación de terror que genera el acoso del animal al personaje central, sin necesidad de fuegos de artificio adicionales, ya debiera resultar lo suficientemente perturbadora, algo que había quedado demostrado en la primera versión estrenada en cines de la historia.





Rottweiler constituye el punto más bajo a nivel de calidad de la Fantastic Factory, quedando ya de manifiesto el fracaso de la propuesta de Julio Fernández y Brian Yuzna, propuesta que sin embargo aún tendría tiempo de estrenar otras dos películas antes de bajar el telón definitivamente, y afortunadamente superarían lo visto en este título, tan aburrido como carente de interés. Y mira que el protagonista lo intenta.

viernes, 17 de mayo de 2019

BEYOND REANIMATOR (BEYOND REANIMATOR, 2003) 96´



Tras la muerte de una joven a manos de una de la criaturas resucitadas por el doctor Herbert West, este es finalmente recluido en prisión. Más de diez años más tarde el científico continúa con sus investigaciones dentro de la cárcel, hasta donde llega un joven y vitalista doctor muy interesado por la figura  y trabajo de su homólogo profesional. Lo que West no sabe es que se trata del hermano de la joven fallecida trágicamente trece años atrás. 



Con Brian Yuzna detrás de la Fantastic Factory era absurdo creer que no intentaría llevar a cabo una tercera entrega de la saga iniciada casi veinte años antes con esa joya de los ochenta y estandarte de la productora Empire, Reanimator, dirigida por su colega Stuart Gordon y producida por el propio Yuzna, quien se pasaría a la dirección con la estimable secuela de 1990 La novia de Reanimator. Es por ello que con el respaldo económico del sello catalán el propio director de origen filipino se embarcaría en un cierre de trilogía que queda lejos de lo conseguido en las dos películas pretéritas, no logrando el brillante equilibrio entre terror, humor y exceso visual de estas, y acabando por resultar una parodia sin demasiada gracia con un acto final descafeinado y donde más no significa mejor.



La cinta siguió contando con el protagonismo de un Jeffrey Combs que vuelve a ejercer su sempiterno rol en la saga, el de mad doctor al uso, aunque en esta ocasión podemos atisbar que ha puesto el piloto automático en su interpretación, que, eso sí, es lo más salvable de un grupo de intérpretes donde queda manifiestamente patente hay un problema de dirección de actores. El irlandés Jason Barry da la réplica al bueno de Combs, haciendo las veces de ese personaje que bascula entre lo racional y lo visceral en base a la irracional atracción por las investigaciones llevadas a cabo por el doctor West, papel que en las dos anteriores cintas protagonizara Bruce Abbott, no logrando en este caso la conexión que si existía entre los dos protagonistas tanto de Reanimator como de su primera secuela. Tras Romasanta, Elsa Pataky volvía a ser requerida por la Fantastic Factory, en este caso para interpretar al personaje femenino de la historia, haciendo las veces de la Barbara Crampton de Reanimator y muy especialmente de Kathleen Kinmont en La novia de Reanimator, ya que  los responsables de la historia de este Beyond Reanimator no se cortan a la hora de fusilar buena parte de la historia ya contada en la película de 1990 con esa novia muerta trágicamente y vuelta a la vida con funestas consecuencias. Y si Jason Barry era el sustituto natural del papel de Bruce Abbott en las dos primeras entregas de la trilogía, Simón Andreu hace lo propio con el rol del villano, sustituyendo a ese genial Doctor Carl Hill interpretado por David Gale. Andreu, a quien vimos en la brillante epopeya medieval de Paul Verhoeven Los señores del acero, ofrece la interpretación más interesante y a tener en cuenta, y eso a pesar de una tendencia al exceso que acaba por resultar letal para su personaje. Santiago Segura, en la cima de su fama por aquel entonces, interpreta un papel secundario construido ex profeso a su medida y que acabará resultando totalmente prescindible. 


Tras un prometedor prólogo que termina con la detención del doctor West por parte de la policía, la cinta presenta unos títulos de crédito marca de la casa donde volvemos a disfrutar de unos grafismos visualmente muy potentes acompañados del conocido score musical creado por Richard Band casi veinte años atrás para Reanimator. Y es en estos primeros diez minutos donde se concentra lo mejor de la película, ya que una vez comienza la trama nos encontramos con una historia sin enjundia ubicada por completo en la prisión donde West se encuentra recluido y hasta donde llega para trabajar en la misma el doctor Phillips. Si bien ambientar la historia en una penitenciaria pudiera resultar a priori interesante tanto por la propia escenografía que este escenario aporta así como por la idea de mezclar el terror con el género carcelario, toda una institución cinematográfica por sí misma, esta idea únicamente obedece a razones presupuestarias, y no hay el más mínimo interés en sacar algo de rédito a esta idea. Además, según avanza la trama podemos ver que la dirección de Yuzna se vuelve descafeinada, desinteresada y desganada, rematando con un acto final totalmente pasado de vueltas y cuyo exceso en este caso le acaba por pasar factura.


Otro problema a tener en cuenta y que ya se apuntaba anteriormente es la pésima dirección de actores que nos encontramos en la película. Actores de solvencia contrastada como Jeffrey Combs y Simon Andreu acaban resultando artificiales y paródicos en sus respectivos papeles. Lo mismo sucede con Elsa Pataky, quien tras demostrar en Romasanta, la anterior propuesta de la Fantastic Factory, que bien dirigida podía ser al menos solvente, aquí tira de clichés y excesos para dar vida a la novia del protagonista y que acabara convertida en una zombie emula del personaje de Melinda Clarke en la película del propio Yuzna Mortal zombie. Se trata este de un deje habitual en el cine de Yuzna, pero que resulta especialmente molesto en este caso por las expectativas puestas en un título cuyas antecesoras habían dejado el listón demasiado alto.


Inclusive en el apartado de los efectos especiales y de maquillaje, donde el trabajo es realmente convincente y notable, en parte porque Yuzna volvería a contar con su adorado Screaming Mad George (Pesadilla en Elm Street 2, Depredador, Society, La novia de Reanimator) nuevamente el exceso no se disfruta de la misma manera que si se hacía en las dos películas anteriores de la trilogía, algo que se confirma con ese colofón representado en el miembro viril amputado que cobra vida al cierre de la cinta, y cuya lucha con una rata enmarcada entre los títulos de crédito finales es perfectamente representativa de lo que Beyond Reanimator acaba en muchos momentos por resultar, un absurdo. 


Fin de saga que si bien puede ser al menos un título entretenido y gamberramente disfrutable, queda muy por debajo de dos películas anteriores que habían logrado conjugar comedia y terror de una manera mágica, convirtiéndose en iconos del género y haciendo además del exceso su marca de la casa pero sin caer en el ridículo, cosa que en esta ocasión si sucede. Y no me vale hablar de ajustes de presupuesto, Reanimator, estrenada en 1985 costó novecientos mil dólares, se trata de talento y ganas, y en este caso faltaban de ambas cualidades.

miércoles, 15 de mayo de 2019

ROMASANTA, LA CAZA DE LA BESTIA (ROMASANTA, 2004) 98´


En la Galicia rural de mediados del siglo XIX una serie de cruentos y brutales asesinatos tienen a la población en vilo y aterrada. Tres hermanas del lugar viven prácticamente enclaustradas en su casa al caer la noche por el temor a ser las nuevas víctimas de alguien de quien la rumorología insinúa podría tratarse de un hombre lobo. 


Solo hace falta ver la escena de introducción de Romasanta para darnos cuenta que estamos ante un título a tener en cuenta. Sería con su quinto proyecto que la Fantastic Factory nos ofrecería su película más redonda en todos los sentidos, y lo haría de la mano de otro joven director español, en este caso de menos de treinta años, Paco Plaza, viejo conocido de Jaume Balagueró, director de Darkness, el anterior estreno del sello cinematográfico, y junto con quien filmaría uno de los títulos más potentes de los últimos años en el género de terror de nuestro país, Rec, generando una saga de cuatro películas y un remake norteamericano con dos películas en su haber. Romasanta era la segunda película de género de Plaza tras el estreno de El segundo nombre, y para nada tiene visos de tratarse de un trabajo de alguien todavía en proceso de aprendizaje, presentando una madurez en su forma de dirigir que casi llega a sorprender.


La película está protagonizada por Julian Sands, actor de origen inglés que se ha convertido en uno de esos secundarios de lujo dentro del cine de autor norteamericano gracias a su aparición en títulos como Los gritos del silencio, Una habitación con vistas, El almuerzo desnudo, Mi obsesión por Helena o Leaving Las Vegas. Para los fans del terror es más conocido por encarnar a Warlock el brujo en las dos primeras entregas de esta trilogía o por su aparición en el blockbuster fantástico de principios de los noventa Aracnofobia. Como no podía ser de otra forma en un actor con las hechuras del Sands, su aportación engrandece a la cinta, encarnando a un personaje que le permite explorar numerosos matices dramáticos, desde la contención hasta el mayor de los histrionismos. Sands está perfectamente secundado por una Elsa Pataky en el que es uno de sus mejores papeles, componiendo un personaje igualmente lleno de aristas y que le da la posibilidad de ofrecer sus mejores recursos interpretativos, además de lucir una caracterización tremendamente  bella que, aunque evidente en el caso de la actriz, la hace aún más hermosa. Junto a esta más que solvente dupla de protagonistas la película se nutre de un grupo de secundarios francamente enormes en sus aportaciones, partiendo de un desinhibido John Sharian (Maquina letal, El quinto elemento, Perdidos en el espacio), pasando por un comedido y hierático Gary Piquer y un David Gant (Braveheart) encargado de protagonizar los discursos, casi soliloquios, más agradecidos de la trama. La joven Ivana Baquero, dada a conocer al gran público gracias a su aparición en El laberinto del fauno debutaba como actriz con esta película encarnando un papel menor. Dentro del apartado artístico Romasanta destaca por un doblaje realmente excelso, lleno de grandes voces que enmarcan la historia gracias a unas acertadísimas elecciones de los actores de doblaje. Como curiosidad final descubrir la presencia testimonial de Macarena Gómez (vista en Dagon tres años antes) dando vida a una de las víctimas del psicópata protagonista.


Como apuntábamos al comienzo, la película presenta un estilo cinematográfico de cuidadas secuencias, estudiados encuadres, tanto en exteriores como en interiores, y solventes movimientos de cámara, demostrando Paco Plaza ser un director con una destacada madurez técnica y narrativa. La cinta destila cuidado y mimo en todos los detalles, lo que lleva a sacar todo el partido a un contenido presupuesto, tanto en el diseño de producción, como en vestuario y caracterizaciones. Incluso los efectos visuales y de maquillaje son merecedores de ser rescatados, coronados por una secuencia de mutación de hombre a lobo que no trata de imitar lo visto en títulos anteriores y se molesta en crear su propia escenografía de cara a hacer de esta secuencia un destacado y acertado momento. Incluso en el aparentemente anodino detalle de utilizar lobos de verdad en lugar de los habituales perros lobo propios en este tipo de rodajes donde sea necesaria la presencia de este animal, Plaza deja de manifiesto el cuidado puesto en cada uno de los detalles. Apariciones que son remarcadas con un uso del sonido de sus aullidos y gruñidos que hiela la sangre.


La película se inspira en la verdadera figura de Manuel Blanco Romasanta, autor confeso a mediados del siglo XIX de más de una decena de crímenes, y a quien se le conmuto la pena de muerte al ser considerado el primer caso documentado de licantropía, matizando que este término es utilizado en su acepción de enfermedad mental. Elena Serra (uno de los nombres fijos dentro de la Fantastic Factory en labores varias) y Alberto Marini (uno de los productores de Rec), se encargaron de adaptar en el guion de la película esta figura central de la España negra (ya adaptada al cine en la película de 1970 El bosque del lobo, de Pedro Olea y con José Luis López Vázquez como protagonista), convirtiendo a un asesino pequeño y contrahecho en alguien con el porte y saber estar de Julian Sands, aportando un encendido cariz sexual y seductor a su personaje, y que es vital para entender tanto el modus operandi de este asesino en la cinta como su relación de deseo, amor, y cierto deje incestuoso con el personaje de Bárbara, a quien da vida Elsa Pataky. 


De esta forma Romasanta deja en el espectador un agradable poso de cine de género bien construido y desarrollado, y que nos devuelve la esencia del fantaterror patrio en lo que a espíritu se refiere, sacando todo el partido posible a una historia muy nuestra, donde leyendas como la licantropía o la figura del sacamantecas van de la mano  en un viaje donde queda constatado que la realidad es bastante peor que las más tenebrosa de las historias ficticias. La película de Paco Plaza supondría el cenit en la carrera cinematográfica de la Fantastic Factory, abocada desde entonces a un grupo de mediocres títulos que acabarían por defenestrar la propuesta de Fernández y Yuzna respaldada por Filmax.

domingo, 12 de mayo de 2019

DARKNESS (DARKNESS, 2002) 102´



Una familia se traslada desde Estados Unidos a una casona aislada en mitad del campo en España, país donde el padre había pasado su infancia. Nada más llegar al lugar, las cosas no parecen ir demasiado bien en el núcleo familiar, y así, mientras Regina, la hija mayor, discute constantemente con sus progenitores, su hermano pequeño pasa las horas realizando extraños y perturbadores dibujos. Además y para acrecentar aún más la tensión familiar, el padre comienza nuevamente a sufrir episodios de la enfermedad de Huntington que padece y que parecían olvidados. Y es que todo forma parte de un plan preconcebido, un plan de siniestras y oscuras intenciones.



Tras los buenos resultados de Dagon, por vez primera la Fantastic Factory ofrecía la batuta de dirección a un realizador español, en este caso Jaume Balagueró, quien venía de haberse granjeado cierto nombre en el género tras una exitosa opera prima, Los sin nombre, y que en Darkness volvería a traernos una historia de ecos paranormales y terroríficos donde el suspense y las dudas del espectador ante lo que está sucediendo se convierten nuevamente en la baza principal de un guion escrito por el propio Balagueró junto a Fernando de Felipe. Darkness se convertiría en la principal apuesta del sello cinematográfico de toda su filmografía, aportando el mayor presupuesto de todas las películas producidas durante su existencia, cerca de diez millos de euros, y llenando el elenco de intérpretes de actores de talla internacional, todo en aras de poder exportar la película al mercado norteamericano, donde no le iría mal del todo. A nivel de éxito de público, Darkness sería sin duda la gran abanderada del proyecto de Julio Fernandez y Brian Yuzna.



Como hemos apuntado, Darkness se nutrió de un grupo de actores de solvencia contrastada de cara a dar un empaque a la película que posibilitada su exportación al mercado internacional. De esta forma la cinta está encabezada por la ganadora del Oscar por la película El piano Anna Paquin, quien se haría con el preciado galardón con apenas once años, y que además en aquel momento ya había participado en otros títulos notables como Jane Eyre, Amistad o la taquillera X-Men. La joven intérprete demuestra de sobras su solvencia dramática, dejando patente lo acertado de su elección. Otros nombres a tener en cuenta son los de Lena Olin e Iain Glen como los padres del personaje de la joven intérprete, cuya relación e involución de la misma a lo largo de la película es otro de los puntales a la hora de que Balagueró construya la historia. La actriz Noruega venía de participar en obras de calado como Fanny y Alexander, La insoportable levedad del ser o La noche cae sobre Manhattan, mientras que su compañero masculino, de origen escocés, ha cobrado especial renombre en los últimos años gracias a su aparición en la serie de cabecera actual, Juego de tronos. Otro gran nombre internacional es el del italiano Giancarlo Giannini, de quien poco más puede decirse después de una trayectoria profesional de más de medio siglo. Fele Martínez (Tesís), es la aportación nacional dentro de este batiburrillo internacional, y hay que decirlo, es quien comparativamente sale perdiendo en este ficticio duelo actoral. 

   

El holgado presupuesto con el que contó Balaguero queda patente en una factura técnica impecable que da a la película aires de producción norteamericana, siendo esa la idea de inicio de cara a poder exportar el resultado final, y haciendo que este pudiera implementarse en la cartelera como una producción más de Hollywood. El director catalán deja de manifiesto su gran capacidad a la hora de orquestar la estructura de los planos y las secuencias, apoyado por su director de fotografía de cabecera, Xavi Giménez. Siendo el título de la película el que es no sorprende que los juegos de luces y sombras tengan una importancia vital, hasta el punto de convertirse en un protagonista más. Pero por encima de esta presencia y empaque de las escenas, lo que destaca de Darkness es un montaje de las secuencias milimétrico, perfectamente ajustado y gracias al cual podemos ser testigos de una intercalación de escenas en paralelo francamente encomiables, recurso muy utilizado a lo largo de todo el metraje y que sirve como elemento para ir descubriendo las piezas del puzle que el director ha orquestado en la película, y que aunque dejan al descubierto alguno de los giros de guión que Balagueró nos ha preparado, en líneas generales podemos reconocer funcionan según lo esperado.





Darkness, como sucede de manera general en la filmografía de Balagueró, construye su terror en base a una historia inquietante, un suspense mantenido y varios fotogramas sobrecogedores, dejando para otros el susto fácil o explicito. El clímax final funciona porque el director ha preparado el terreno para ello en base a una historia que va desgranando elementos perturbadores y siniestros que trastocan la aparentemente estampa familiar de folletín que parece se atisba de inicio. Somos testigos de cómo esa relación a cuatro entre la familia protagonista va desgarrándose progresiva pero imparablemente, llegando a límites insoportables ante el brusco cambio de actitud de un cabeza de familia que acabará por parecer un imitador del Jack Torrance de El resplandor. Sí que es cierto que la película presenta un tramo algo lento tras el acto de presentación de personajes y situación, pero en líneas generales el director mantiene ese ritmo conscientemente pausado pero que atrapa al espectador por lo bien que está desgranada esa intrahistoria detrás de lo que vemos está sucediendo.





Si en Dagon un director extranjero había logrado construir una película enclavada de alguna manera en el folklore español, sabiendo en este caso adaptar un relato ingles a las constantes de las leyendas marítimas gallegas, en Darkness sucede a la inversa, que un director español nos muestra una película con alma de producción norteamericana. Haría falta el estreno un año más tarde de Romasanta para encontrar por fin en la Fantastic Factory una película que aunara marcados aires patrios en su leyenda y dirigida por un director nacional. Mientras tanto quedaba disfrutar de este título dirigido por Jaume Balagueró, el cual deja patente porque el director catalán se convertiría en uno de los referentes del cine de terror de cabecera españoles del nuevo milenio, y además aportando un estilo y formas muy característicos en sus películas. Recuerden no apagar la luz durante el visionado de este Darkness.

sábado, 11 de mayo de 2019

DAGON, LA SECTA DEL MAR (DAGON, 2001) 95´




Dos socios y sus respectivas parejas que se encuentran celebrando un reciente éxito empresarial realizando un viaje en barco por la costa gallega, son súbitamente sorprendidos por una feroz tormenta que arrastra la embarcación hasta unas rocas, haciéndola encallar. Con una de las tripulantes atrapada tras la colisión, Paul y su novia Bárbara deciden tratar de llegar hasta un pequeño pueblo costero que logran divisar desde el lugar en el que se encuentran varados.



Tras los tibios resultados obtenidos tanto con Fausto, la venganza está en la sangre como con Arachnid, sería otro grande dentro del terror de las décadas de los ochenta y noventa, Stuart Gordon, quien con Dagon ofreciera por fin un primer interesante producto dentro de la Fantastic Factory. Gordon y Yuzna, antiguos colaboradores en títulos como Reanimator, Resonator o Dolls, donde el primero haría la labor de dirección para dejar al segundo en tareas de producción, repetirían roles en esta libre adaptación de un relato de Lovecraft, un autor de referencia dentro de la filmografía del director, y que sería guionizada por Dennis Paoli, otro colaborador habitual de Yuzna en películas como las citadas Reanimator o Resonator, al igual que en El péndulo de la muerte, Castle freak o los trabajos de Gordon dentro de la serie para televisión Masters of horror. El resultado es una historia que adapta todo el universo poético a la vez que grotesco y malsano de Lovecraft a la idiosincrasia local, trasladando la ubicación del relato desde las originarias costas inglesas al litoral gallego, con una leyenda y folklore propios que son imbuidos dentro de la propia película.  




Precisamente la ubicación de la historia es uno de los principales focos de atención de la película. Gordon sabe sacar todo el partido del mundo en primer lugar al propio pueblo ficticio, de nombre Imboca, y en el cual se desarrolla toda la trama, la cual además tiene lugar en una misma jornada, convertida en apenas unos minutos en un terrorífico viaje a los infiernos para los incautos jóvenes que lo que único que trataban era de conseguir ayuda. La propia arquitectura rural cimentada de casas de piedra y calles angostas de este típico pueblo de la costa gallega se antoja terriblemente inquietante ya desde el momento en el que los protagonistas divisan su dibujo en el horizonte desde el barco encallado. Sucede lo mismo con el diseño de los acertados escenarios interiores, especialmente el desastrado hotel del lugar o la anegada casona en la que el protagonista tiene un enfrentamiento brutal con una de las extrañas criaturas que moran en el pueblo. Estupenda también la idea de desarrollar toda la película en medio de un interminable aguacero, que no solo encaja dentro de la propia historia que se relata, sino que termina de definir una ambientación opresiva, angustiosa y amenazadora, amén de resaltar el buen trabajo tanto de operadores de cámara como iluminadores y director de fotografía.  



Frente a los héroes de una pieza, decididos y sin miedo, habituales en el género, la historia nos presenta a un atemorizado, atribulado y torpe protagonista que se ve superado por una situación que primero no entiende y más tarde teme y le supera, y que le lleva a iniciar una lucha por la supervivencia caótica y sin ningún plan establecido, algo que le lleva a un desatado clímax final. Ezra Godden, quien volvería a trabajar a las órdenes de Stuart Gordon en el episodio Tras las paredes, perteneciente a la primera temporada de Masters of horror, ejemplifica perfectamente a este tipo de personaje anodino y acertadamente normal, propiciando además un guiño al seguidor del director mediante el uso por parte de este de la sudadera de la ficticia universidad de Miskatonic, creada por el propio Lovecraft para sus escritos. Junto a este protagonista, nos encontramos a una Raquel Meroño, que, superadas las reticencias iniciales de tratarse de una presentadora reciclada en mediocre actriz de televisión, nos ofrece una interpretación ciertamente resuelta, notable y acertada. Curiosamente el personaje de Bárbara, frente al prototípico rol de damisela en apuros a la espera de la llegada del héroe salvador, nos sorprende muy gratamente siendo el elemento fuerte de la pareja, y quien más entereza muestra ante la terrible situación a la que se deben enfrentar, incluso en los momentos más dramáticos. Junto a esta pareja protagonista, destacar a una joven Macarena Gómez, quien compone un personaje secundario con una atinada mezcolanza entre ternura y maldad, haciendo lo propio Ferran Lahoz como un enigmático y sanguinario sacerdote. La película supondría el último papel en la prolífica carrera de uno de nuestros grandes actores, Paco Rabal, fallecido ese mismo año y a quien está dedicada la película.



Stuart Gordon logra hacer suya la historia, sabiendo sacar todo el partido del mundo a la limitación espacio temporal con la que cuenta y apoyándose en un suspense que mantiene sin problemas durante los dos primeros actos de la historia, para acabar en un cierre mucho más pirotécnico, alocado, y con la imprescindible presencia de las criaturas propias del universo Lovecraftiano, tan definidas y características tanto en su fisonomía como en su espíritu y alma. La persecución a la que es sometido el personaje central, y que ocupa buena parte del metraje, es todo una lección de cómo mantener el interés en el espectador, quien además es llevado por el cineasta a un estado de tensión similar al del propio Paul Marsh, mientras oímos y sentimos como los extraños y misteriosos habitantes de Imboca se encuentran siempre a un paso de cercar y dar con el aterrorizado joven. Remarcar dentro de esta idea la secuencia del pestiño de la habitación de hotel, y como, pareciendo una situación inclusive ridícula, logra acogotarnos en la butaca gracias a  como es utilizado el suspense de la escena con lo que vemos sucede a un lado de la puerta y lo que intuimos sucede al lado contrario.



Reseñar el buen uso que en Dagon se hace de los efectos especiales y de maquillaje. Los primeros son insertados de una manera adecuada y proporcional para apoyar a aquellas secuencias en los que son necesarios pero sin abusar ni recargar la película, algo que hace que no hayan envejecido nada mal a pesar de los años transcurridos desde el estreno de la película, precisamente al haber sido inteligentemente utilizados en su justa medida. Algo parecido sucede con unos maquillajes sencillos pero muy efectivos gracias a que son mostrados en la mayoría de ocasiones de soslayo y sibilinamente. Gran trabajo a este respecto de la empresa catalana de efectos especiales DDT, todo un referente dentro de este campo en nuestro país y que le ha llevado a colaborar con grandes producciones del otro lado del océano.



De esta forma y gracias a todos los elementos a favor con los que cuenta, a saber, una historia sencilla pero a la que Stuart Gordon, mejor director que su compañero y amigo Brian Yuzna, sabe sacar gran partido, gran ambientación, efectos que ayudan a la historia en lugar de ser la historia, y unas interpretaciones que al menos encajan en el estilo de la película, Dagon logró convertirse en la primera de las aportaciones de la Fantastic Factory donde se veían reflejados en la pantalla de los cines los ideales de la firma cinematográfica, presentando un estilo y una marca propia que iniciaría la breve edad dorada de este sello de Filmax enclavado en el fantástico y el terror. Stuart Gordon volvía una vez más a su adorado Lovecraft y una vez más nos devolvía misterio, terror, romanticismo y muerte.

lunes, 6 de mayo de 2019

ARACHNID (ARACHNID, 2001) 95´




Un grupo de expertos formado por un entomólogo, un médico y su enfermera, unos mercenarios y una piloto, se dirigen a una isla en medio del Pacífico Sur para llevar a cabo una investigación sobre un virus mortal que está asolando a la población local. Obligados a realizar un aterrizaje de emergencia, quedarán aislados en mitad del atolón, donde además se encuentra un enorme ser arácnido de origen extraterrestre que no tardará en empezar a diezmar al grupo.



Segundo estreno de la Fantastic Factory, y que en esta ocasión sería dirigido por Jack Sholder, otro director con cierta fama en el género gracias a películas como Pesadilla en Elm Street 2 o muy especialmente gracias al título de culto Hidden lo oculto, pero que tras unos prometedores comienzos andaba perdido en mediocres trabajos para la televisión. La película, basada de alguna manera en las monster movies que surgieron en la década de los cincuenta bajo el auspicio del terror atómico y que presentaban a enormes y amenazadoras criaturas como las grandes protagonistas de la función, está escrita con bastante desgana por Mark Sevi, guionista de pobre recorrido y autor entre otras lindezas de los libretos de la cuarta entrega de los Ghoulies o de Pterodactyl, y que en esta ocasión se limita a realizar un recorrido por todo tipo de clichés y estereotipos en este tipo de películas que mezclan la aventura con la ciencia ficción y el terror.





En el caso de Arachnid y dentro de una las características que definían el proyecto de Fantastic Factory, el elenco de intérpretes hibrida entre los nombres internacionales y los actores españoles. Entre los primeros destacar a una primeriza Alex Reid cuatro años antes de enfrentarse a las criaturas de The descent, película que la daría a conocer entre el fandom, y que frente a unos intérpretes bastante desfasados y de vuelta de todo, se esfuerza por, al menos, tomarse en serio su actuación. Por parte del cine patrio destacar los nombres de Pepe Sancho y Neus Asensi, el primero en modo piloto automático mientras que la actriz se esfuerza, sin conseguirlo, por dotar de dramatismo a un personaje totalmente unidimensional. Cabe destacar como los personajes principales parecen copias de saldo de otros más icónicos dentro del género de aventuras y ciencia ficción. Así, el personaje de la piloto Loren Mercer nos recuerda a una émula de Tomb Raider, mientras que el mercenario Lev Valentine nos retrotrae a una versión low cost del Rick O´Connell visto en la saga iniciada en La momia, dirigida por Stephen Sommers. Lo mismo sucede con el personaje del aracnólogo, que bebe en su construcción y comportamiento del personaje al que diera vida Julian Sands en la película dirigida en 1990 por Frank Marshall, Aracnofobia, título por otra muy presente durante el visionado de esta Arachnid. Incluso el personaje de Bear nos lleva en el pensamiento hasta el actor Bill Duke en el papel que este desempeñaba en la excelente Depredador.





La película se entronca sin rubor dentro de una serie B sin complejos y consciente de sus limitaciones, pero aún y con todo acaba resultando en algunos momentos reiterativa una vez presenta la situación de partida. De esta forma, mientras el primer acto, durante el cual se presentan los personajes y la historia, podemos afirmar entretiene y al menos interesa mínimamente, es una vez se inicia la lucha por sobrevivir que la historia llega en algunos momentos a cansar por la forma en la que el director construye de manera repetitiva las secuencias. Resulta además fallida esa idea de presentar al monstruo protagonista como un ser de otro planeta pero con una morfología totalmente arácnida, siendo mucho más interesante y misterioso el haber tratado a este ente como una mutación terrestre, principalmente porque la idea de ubicar su origen en el espacio exterior parece un recurso fácil de cara a no dar demasiadas explicaciones más sobre una criatura que dista mucho de la especie natural en la que se le presenta.





Sin embargo sí que hay que alabar la decisión de los responsables de la película de utilizar prácticamente en casi todos los planos efectos mecánicos y físicos a la hora de presentar a la araña protagonista, reduciendo los efectos visuales de origen infográfico a su mínima expresión. Esta decisión no solo es la más lógica dentro del subgénero al que pertenece y a la vez homenajea la película, sino que hace que las secuencias de interacción entre monstruo y actores sean más creíbles, independientemente de lo acartonado de algunos efectos, aunque en líneas generales tanto el diseño de la araña gigante como los efectos animatrónicos de la misma estén resueltos de manera satisfactoria, máxime teniendo en cuenta que nos estamos moviendo en producciones de presupuestos muy modestos para lo que quiere mostrarse en pantalla.



Historia simple, personajes al menos medianamente interesantes en algunos casos y que no resultan extremadamente histriónicos (exceptuando las nefastas intervenciones tanto de la anteriormente citada Neus Asensi como de un nada creíble mercenario interpretado por el galán de telenovela español Luis Lorenzo Crespo), unos escenarios interesantes con una creíble ambientación y unos efectos aceptables son el compendio de una película que nuevamente trataba de internacionalizar la segunda propuesta de la Fantastic Factory en un nuevo error de cálculo, ya que el público español que degusta este tipo de cine lo hace en la mayoría de los casos en formato doméstico y en producciones norteamericanas, no en cine español que imita en formas y fondo a un tipo de películas de marcado aroma norteamericano, lo que se traduce en unos pobres resultados en la taquilla. El sello de Filmax seguía sin despegar ni ofrecer un producto mínimamente interesante que justificara el leit motive de la Fantastic Factory, pero como dicen por ahí, a la tercera vendría la vencida.