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sábado, 16 de febrero de 2019

AMITYVILLE, EL DESPERTAR (AMITYVILLE, THE AWAKENING, 2017) 85´



La joven Belle, junto a su madre, hermana pequeña y hermano mellizo, quien se encuentra en coma desde hace dos años tras una caída desde varios metros de altura, se traslada a una bella casona en el 112 de Ocenan Avenue, en Amityville, desconociendo la muchacha los trágicos acontecimientos que esconde la vivienda. Al poco de llegar, James, quien lleva postrado en una cama sin ningún tipo de reacción desde hace meses, comienza a experimentar una alentadora, aunque siniestra mejoría.



Un proyecto que sufrió numerosas eventualidades para poder ser llevado adelante, con reescrituras de guion, cambios de director y remontajes incluidos, lo que provocaría que se demorarse su filmación y estreno por cerca de cinco años. Amparada por la hoy omnipresente Blumhouse, junto al apoyo de Dimension films, esta décima entrega de la longeva saga sobre Amityville está dirigida por Franck Khalfoun, responsable de las estimables Parking 2 y el remake de Maniac protagonizado por Elijah Wood, y quien vuelve a hacer gala de su talento detrás de las cámaras, a pesar de evidenciarse se trata de una producción de presupuesto modesto.





Los personajes centrales están interpretados por Jennifer Jason Leigh, quien da vida a la matriarca de una familia tocada por la fatalidad y que se resiste a reconocer el trágico desenlace de su hijo, algo que la lleva a un punto de estado de paranoia sin retorno en la búsqueda de la recuperación de este. Jason Leigh comenzó su carrera muy joven en títulos como Aquel excitante curso, Los señores del acero o Carretera al infierno, logrando encauzar una interesante filmografía donde podemos encontrar películas como Llamaradas, Mujer blanca soltera busca, Vidas cruzadas…siendo recientemente redescubierta gracias a Los odiosos ocho de Quentin Tarantino. Si Jennifer Jason Leigh ofrece un papel interesante, con un componente dramático evidente y un peso importante en la película, no podemos decir lo mismo de la aparición de Jennifer Morrison, famosa por participar en las series de televisión House y Erase una vez, y que interpreta un papel a todas luces innecesario y sin ningún tipo de justificación en la trama, el de tía de la protagonista y ayuda necesaria para el cuidado de James. La ex chica Disney Bella Thorne luce palmito, con recreación indisimulada del mismo incluido en un par de secuencias, logrando componer un personaje estereotipado, el de chica incomprendida y enfrentada a su madre, pero que al menos defiende con dignidad. El joven Cameron Monaghan, quien ha logrado un gran reconocimiento a raíz de su aparición en la serie televisiva Gotham, se convierte en lo mejor de la película a nivel interpretativo, ya que en buena parte de la historia se ve limitado a actuar con micro gestos o movimientos de los ojos, ya que da vida al hermano de la protagonista, quien se encuentra postrado en una cama en estado catatónico, mutando en el tramo final en una versión actualizada de Ronald De Feo. Destacar la aparición, breve pero gratificante para el fan, de Kurtwood Smith, para toda una generación, el psicópata Clarence J. Boddicker en Robocop.



La película vuelve sus pasos sobre la historia original y sobre la mansión de Amityville, dejando de lado historias paralelas a la casa y volviendo a introducir a los protagonistas entre las conocidas paredes y habitaciones vistas por vez primera en la película de 1979. Con una premisa argumental sencilla pero bien montada, lo más destacado en este aspecto es la idea de que en esta ocasión el ente maligno presente en la morada vuelva su mirada sobre el elemento más vulnerable de la familia, el joven James. Esto además propicia secuencias tan bien ejecutadas como el momento en que los dos hermanos mellizos “conversan” pidiéndole un indefenso James a su hermana, consciente de lo que le está sucediendo, que acabe con él. Como comentábamos con anterioridad, es especialmente gracias a la actuación del joven Cameron Monaghan que tanto esta como otras escenas en las que este personaje es el eje central acaban resultando de lo mejor de la película.



Si bien la película acaba abusando de los denominados jumps cares para conseguir alterar al espectador a través del susto inesperado, por cierto, algo que logra en varias ocasiones, no hay que desdeñar las intenciones de su director a la hora de lograr generar cierto ambiente malsano y angustioso, en la mejor tradición de los títulos más significativos de la saga, con un acto final que recrea de alguna manera los asesinatos de DeFeo sin recurrir al gore ni al impacto fácil y apoyándose en el suspense, como ese momento en el que un poseído James le pide a su hermana pequeña que se meta en la cama y se dé la vuelta para poder dispararla a bocajarro. Hay que reseñar asimismo esos insertos de metacine dentro de la cinta, jugando de esta manera con la premisa de que todo es real, y que tiene su máximo exponente en el momento en que Belle y sus dos amigos se disponen a visualizar la película de 1979 Horror en Amityville, después de desechar la segunda entrega y el remake de 2005, en la misma casa del 112 de Ocean Avenue y siendo la hora escogida las tres quince de la madrugada, como no podía ser de otra manera. Asimismo en otro momento el personaje de  Terrence, y que es algo así como un émulo del Randy de la saga Scream, perfecto conocedor de los resortes del cine de terror, le entrega a la protagonista la novela de Jay Anson escrita en 1977 sobre las vivencias de los Lutz en los veintiocho días transcurridos desde su entrada en su nueva casa hasta su precipitado abandono para no volver jamás.



Una secuela con ciertos puntos de interés, bien filmada y con actuaciones solventes, cuándo no destacables, y, lo más importante, se deja de intentar abrir nuevas vías para justificar los sucesos paranormales protagonistas y vuelve a la fuente del mal, componiendo conjuntamente al remake estrenado en 2005 un interesante díptico sobre la casa del 112 de Ocean´s avenue.

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