Dos agentes del FBI son enviados para
ayudar a la policía a desenmarañar todo
el caso de un John Kramer que aun después de muerto continua plagando la ciudad
de trampas letales y con ello de cadáveres.
Primera
película de la franquicia que no contaría con la participación ni de James Wan
ni de Leigh Whannell en la elaboración del guion, delegando esta tarea en unos
Marcus Dunstan y Patrick Melton que iniciarían de esta forma una relación con
la saga postergada a lo largo de varios títulos más. Ambos ejercen como buenos
pupilos de sus antecesores a la hora de recoger el testigo y aunque esta cuarta
entrega comienza a adolecer de una reiteración de ideas que se mantendría a lo
largo de un buen puñado de secuelas más, el resultado es un entretenido
ejercicio de terror con todas las constantes que ya la primera Saw había
marcado en el imaginario colectivo, una colección de juegos macabros y mortales
y unos giros de guion con la capacidad de sorprender en su idea de forzar la
perspectiva al máximo.
Quien si seguía
ligado a la franquicia era un Darren Lynn Bousman en modo piloto automático y
que no arriesga en sus labores de dirección, manteniendo el tono y estilo ya
presentados en las dos películas anteriores y que emulan en ciertos aspectos cierto
tono de videoclip a la hora de configurar la estética de la película, jugando
para ello con una iluminación artificial y una predominación de secuencias
filmadas en interiores.
La película
empieza con una potente secuencia que muestra la autopsia del personaje de Jigsaw,
de lo mejor de la película y que viene a
dejar claro que John Kramer ha muerto pero no así su legado, llevando
esta decisión tomada en la tercera entrega y sostenida en esta nueva película a
tener que abordar nuevos derroteros narrativos que en ocasiones lindan con la
perspectiva forzada a la hora de justificar la nueva colección de trampas y
asesinatos que todavía estaban por venir, ya que por un lado presentan a Kramer
como un hombre que ha dejado todo atado y bien atado antes de su muerte, una
planificación tan excesivamente exhaustiva que llega a hacer que su plan
parezca en ocasiones imposible de haber sido ejecutado de la manera en la que
se muestra en pantalla. Además se hace necesaria la presencia de un nuevo
personaje encargado de mantener vivo ese legado, lo que nos lleva a presentar a
uno de los personajes más flojos de toda la franquicia, máxime si tenemos en
cuenta su peso en la historia a lo largo de varias secuelas. Gana además peso narrativo
el personaje de la mujer de Kramer, ahondándose de esta forma en una colección
de personajes principales y secundarios sin el menor interés para el
espectador, una de las principales taras presentes a lo largo de prácticamente toda
la serie de películas estrenadas en torno al fenómeno Saw.
El gore y las
secuencias impactantes vuelven a campar
a sus anchas en la que acaba resultando una de las entregas visualmente más
impactantes de todas las estrenadas dentro de la franquicia, siendo la escena
de la autopsia, tal y como avanzábamos con anterioridad, la más competente a
nivel de efectismo e impacto, tanto por la capacidad del departamento de
efectos especiales como por mostrarnos el final de un John Kramer que a partir
de ese momento deberá ser rescatado mediante el uso del recurso del flashback,
lo que llevará a que su presencia en los títulos que estarían por venir llegara
a ser cada vez más residual, si exceptuamos una décima entrega construida como
secuela directa de la primera película, con lo que se permitiría el lujo de resucitar
al personaje interpretado por Tobin Bell. Eso sí, se hacía ya obligado para el
espectador el no tratar de buscar razonamientos o lógicas a la infraestructura
necesaria para idear, desarrollar y llevar a cabo las cada vez más complejas
trampas utilizadas por Kramer para llevar a cabo su vengador y a la vez
aleccionador plan.
Una secuela que iniciaba una colección de títulos enormemente parecidos en cuanto a desarrollo y formas pero que gracias a una propuesta fiel a los postulados dictados por la saga y validados por el público continuarían ganándose el favor de la taquilla a cada nuevo estreno. O lo que es lo mismo, quedaba saga para rato.
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