GENEROS DE TERROR

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sábado, 21 de octubre de 2023

VENUS (VENUS, 2022) 100´

 

Lucía, una gogo de discoteca, roba un alijo de pastillas del local en el que trabaja. Asediada por los dueños de la droga, no tiene más remedio que ocultarse en el bloque de edificios donde vive su hermana y su sobrina y a quienes no ha visto en años, aplicándose aquello de acabar siendo peor el remedio que la enfermedad.

Jaume Balagueró es uno de los nombres propios dentro del cine de terror de nuestro país gracias a títulos como Los sin nombre, Darkness, Rec o Mientras duermes, demostrando con su filmografía no solo su pericia técnica a la hora de formular sus rodajes y posterior montaje de sus películas, sino sobre todo como un perfecto conocedor de los resortes del género. En esta ocasión se inspira en el personalísimo universo literario de Lovecraft, con la presencia de soslayo de ese émulo de Cthulhu sobrevolando la película, para orquestar una historia eminentemente femenina y de tintes matriarcales donde confluyen diferentes géneros e ideas de resultado desigual pero tremendamente funcional.

Así, a lo largo de la trama hay un pastiche de estilos cinematográficos que se entremezclan, como sucede por ejemplo con el thriller, sustentado en esa huida hacia adelante de la protagonista tratando así de escapar de unos mafiosos con una presencia y comportamiento de manual pero que no por ello deja de resultar atinada, presentándose igualmente una historia con ecos de drama y que asoma básicamente en el momento en que se narra la relación del personaje principal con su familia, especialmente con su hermana, siendo el otro género en discordia presente en la película, y como no podía ser de otra manera, el terror, funcionando este como elemento cohesionador dentro de la trama, para lo cual Balaguero ha jugado con ideas ya vistas en títulos como La semilla del diablo o The lords os Salem, películas que indefectiblemente vienen a nuestra cabeza durante el visionado de Venus, un título muy apropiado ya que esta palabra está totalmente presente a lo largo de toda la película, tanto a la hora de denominar el planeta del Sistema Solar como dando nombre al edificio donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Balaguero maneja mucho mejor aquellos momentos en los que el foco de la trama se posa precisamente sobre este edificio, escenario donde tiene lugar buena parte de la acción sabiéndose sacar todo el partido del mundo al mismo, conteniendo este lugar ecos de aquellas casas con estética del pasado y que veíamos perfectamente reflejado en la celebrada Rec, siendo un escenario que resulta enormemente desasosegante, máxime cuando el director juega con el mundo de lo paranormal entre sus paredes. Por el contrario, es cuándo el terror mira hacia otro lado, con un final abiertamente desmadrado y virado al exceso visual. que la película pierde parte de ese carácter perturbador que está presente durante buena parte del metraje y que se potencia gracias a la incursión de personajes como el de Tía Galga, con una única escena en pantalla pero resultando esta notablemente perturbadora.

Precisamente uno de los elementos más destacados de la película es una dirección de actores que saca un enorme partido a todos y cada uno de los personajes que pululan en pantalla, encabezados por una Ester Expósito que muestra su solvencia como actriz más allá de una carnalidad en pantalla fuera de toda duda y que sienta francamente bien al personaje de Lucía. Pero es que todos los actores y actrices resultan tremendamente creíbles en roles que en ocasiones coquetean con el exceso, casi lo paródico, lo que supone un reconocimiento aún mayor de su trabajo delante de las cámaras. No podemos obviar en este sentido la presencia llena de naturalidad y verdad de la niña Inés Fernández, otro de los puntales junto al protagonismo de Expósito y el buen hacer de todos y cada uno de los secundarios para que la propuesta de Balagueró, en ocasiones bordeando lo esperpéntico, funcione y nos de cómo resultado un título solvente en su género.

Como ya apuntábamos con anterioridad la película funciona mucho mejor cuando juega a insinuar y a sugestionar, Balagueró siempre ha sido mucho mejor director cuándo se ha movido en registros cercanos al suspense,  que cuándo muestra todas sus cartas sobre el tapete en un acto final que tanto en la vertiente que tiene Venus de thriller como en la abiertamente terrorífica peca por momentos de resultar pirotécnica en exceso. Otro hecho que lastra determinados momentos de la cinta es la manera en que ha sido utilizado el CGI en la película, secuencias que resultan muy artificiales por lo acartonado que este tipo de efectos visuales lucen en pantalla, siendo estas carencias suplidas por ese exceso de hemoglobina final que llevan a la protagonista a mutar en una salvaje final girl en su vertiente más descarnada.

De esta forma Venus se manifiesta como un mejunje bien pertrechado por un  Jaume Balagueró que sabe perfectamente cómo hacer que su propuesta funcione, y es llevándola a su terreno, el de un terror sobrenatural plagado de fantasmas, casas encantadas y criaturas con aura demoniaca. Unos intérpretes creíbles y muy disfrutables hacen el resto para orquestar un título que sin sobresalir entre el vasto catálogo de cine dentro de este tipo estrenado en la actualidad sí que deja patente que en nuestro país el terror ha sido y es un género al que siempre se le ha sabido sacar muy buen partido, algo que queda de manifiesto en un título que sin ser redondo del todo si que es un ejercicio de género bien planteado y resuelto en pantalla.    

domingo, 15 de octubre de 2023

VENECIAFRENIA (VENECIAFRENIA, 2021) 100´

Un grupo de amigos llega a Venecia para disfrutar de su conocido carnaval entre las quejas de los habitantes de la localidad, hartos de la llegada masiva de turistas. Pero hay alguien que está dispuesto a llevar su odio hacía el extranjero mucho más lejos que una simple protesta en la calle. 

Alex de la Iglesia no se mueve del terror, junto con la comedia su género de referencia, para ofrecer un título que, estrenado de tapadillo y sin hacer mucho ruido, merece la pena ser rescatado para descubrir una película ubicada en esa línea cercana al esperpento y el exceso de un director que a día de hoy sigue demostrando ser uno de los realizadores más personales de nuestro cine, manteniendo además a pesar de las tres décadas transcurridas desde que estrenara su opera prima toda la frescura y cierta marca identitaria de un cineasta con una enorme personalidad detrás de las cámaras. Le acompañan nuevamente compañeros de viaje habituales en su filmografía, como un Jorge Guerricaecheverria en labores de coguionista junto al propio de la Iglesia, un dúo que ha escrito prácticamente todas las películas dirigidas por el realizador de Perdita Durango, así como un Roque Baños ejerciendo de responsable de una banda sonora a juego con el estilo entre tétrico y barroco de la propuesta que es Veneciafrenia, y que al igual que Guerricaecheverria ha participado en un buen puñado de películas del director.

La película logra atraparte tras un prólogo impactante y que deja claras las intenciones de su realizador gracias a unos títulos de crédito iniciales que son una maravilla por sí mismos y que desmontan de un plumazo un cierto prejuicio que puede hacernos creer de inicio estamos ante un título menor dentro de la filmografía del director de El día de la bestia. Así, con una animación visualmente sobresaliente enmarcada en las notas musicales del anteriormente citado Roque Baños, el espectador se deja llevar por este viaje a una Venecia desconocida donde si bien quedan patentes y presentes todos los estereotipos de la ciudad de los canales es igualmente cierto que se acompaña al espectador a través de un paseo entre su cara menos conocida, plagada esta de rincones mugrientos, calles angostas y claustrofóbicas y edificios anacrónicos, todo ello además ubicado en pleno carnaval veneciano, lo que supone el marco ideal para un título de terror como el presente con el que disfrutar de escenarios tan imponentes como la discoteca subterránea donde se inicia el descenso a los infiernos de los protagonistas o el teatro en ruinas donde tiene lugar el acto final de la cinta. Con este título su director homenajea de manera directa subgéneros dentro del terror como el slasher y más abiertamente el giallo y el poliziesco italiano, idea fundamentada principalmente en la presencia de un asesino misterioso, una violencia descarnada y una presencia del rojo de la sangre a la cual se le saca un enorme partido, llenando de un llamativo colorido una película ubicada en un género donde el tono predominante tiende a ser bastante más oscuro y lóbrego.

Así, el slasher se manifiesta principalmente en la presentación de unos personajes abiertamente englobados dentro de los parámetros propios de este tipo de género, dibujados estos con trazos muy amplios y lejos de complejidades dramáticas, siendo su única finalidad la de servir de carnaza a unos villanos mucho más interesantes no solo ya a nivel visual, con una enorme presencia en pantalla parapetada esta tras esos trajes tradicionales dentro del folclore italiano y más concretamente de su carnaval, sino igualmente en su psique interna así como en las motivaciones que les llevan a cometer las atrocidades que llevan a cabo. Volviendo a los roles de los personajes principales podemos encontrarnos a la prototípica protagonista apocada  y desconfiada que vuelve a representar la figura de una final girl al uso, mientras que se presenta igualmente entre el elenco el estereotipo de personaje femenino más casquivano, liberal y desprejuiciado, estando igualmente representado en la historia a quien podría ser considerado como el tonto del grupo así como quien únicamente piensa en el sexo, las drogas y el alcohol. Y ya sabemos a nada que hayamos visto película de este subgénero que significa representar uno u otro rol. Si que es cierto que posteriormente a esta presentación de personajes el desarrollo de estos, si viene es afín a los cánones del género, deja de interesar en tanto lo mejor está en una ciudad de Venecia coprotagonista de la historia así como en unos villanos tan terroríficos como llamativos. A la hora de dar vida al grupo de víctimas podemos encontrarnos al trío de actrices Ingrid García Johnson (Toro, Explota, explota), Silvia Alonso (Musarañas, Hasta la tormenta) o Goize Blanco, tridente femenino que lleva el peso principal frente a unos personajes masculinos con roles abiertamente más secundarios y entre quienes encontramos a Alberto Bang, hermano de Carolina Bang, mujer de Alex de la Iglesia y productora de la película y quien ha participado en varios proyectos del realizador vasco como Mi gran noche o la serie 30 monedas. Ubicándose la historia en Venecia no es extraño encontrar en el reparto a actores italianos como Cosimo Fusco, Enrico Lo Verso, Caterina Murino o Armando de Razza, recuperado por de la Iglesia tras su celebrada interpretación en El día de la bestia.

Como apuntábamos con anterioridad, las terroríficas y sangrientas acciones que llevan a cabo los en principio villanos de la función no se limitan a ejercer el mal por el mal, sino al contrario, siendo estas justificadas en cierta manera dentro de una crítica sin ambages que la propia película contiene frente a un tipo de turismo masivo y expoliador, cuasi un asedio que sufren algunas ciudades y que lleva a encerrarse en sus casas a los propios moradores de la ciudad ante la avalancha de viajeros llegados de todos los rincones del mundo con la única finalidad de pasarlo bien a costa de lo que sea. En este sentido esta idea choca con la del miedo a lo extranjero, cuya película de cabecera sería ese Hostel del que igualmente vemos presentes en Veneciafrenia algunas ideas, partiendo desde la desaparición de uno de los protagonistas como inicio de la pesadilla así como el hecho de ubicar a unos protagonistas enfrentados a una situación que les supera en un lugar y ante una gente que no les quiere allí.  También es cierta otra pequeña puya a una sociedad en parte idiotizada por una exposición constante a las redes sociales que les lleva a vivir enganchados a un teléfono móvil, fotografiando y filmándolo todo en un acto cuasi instintivo que genera a lo largo de la película varias secuencias en los que la multitud graba con sus teléfonos móviles varios asesinatos reales ejecutados por uno de los personajes creyendo es mero espectáculo de la calle, y por ello mismo jaleando el sufrimiento y la muerte ajena.

Para finalizar decir que a estas alturas no descubrimos nada nuevo si hablamos de la capacidad como cineasta de Alex de la Iglesia, habilidad que queda patente en una Veneciafrenia donde vuelca buena parte de ese estilo visual suyo tan desatado y donde no puede faltar un acto final de desmadre absoluto aunque sin llegar a las cotas de exceso de títulos pretéritos, presentando igualmente la consabida secuencia filmada en las alturas, prácticamente un guiño que el director se marca en buena parte de su filmografía. Con un final más cercano a la melancolía que a ese baile de disfraces con ecos de montaña rusa presente hasta ese momento, la película se presenta como un título de notable factura técnica, con una interesante crítica social soterrada entre una historia plagada de clichés y unos personajes que aunque no vayan a quedar en el recuerdo si cumplen con creces sus funciones. Así, este título es muy probable que genere en el espectador las mismas opiniones antagónicas de otros títulos anteriores de un cineasta que tiene tantos fans incondicionales como fervientes detractores. Y como servidor es de los primeros he de reconocer que este baile de máscaras ha sido un delirio e lo más disfrutable.


viernes, 13 de octubre de 2023

SMILE (SMILE, 2022) 115´

 

Mientras la psiquiatra Rose Cotter atiende a una paciente, esta le manifiesta su pánico al sentirse acosada por un ente sobrenatural que se le presenta a través de diferentes personas que le sonríen de una manera terrorífica. Durante la sesión, la joven sufrirá un ataque de pánico que le llevará al punto de, ante la aterrada mirada de su doctora, quitarse la vida  seccionándose el cuello.

Nos encontramos con Smile ante uno de los títulos de terror más destacados del año de su estreno, pero no solo eso, sino que igualmente se convertiría en uno de los más exitosos a nivel de público y taquilla, y es que gracias a una inteligente campaña de promoción que llenaría de macabras sonrisas diferentes eventos televisados, así como de él siempre efectivo método de propagación de sus virtudes a través del boca a boca acabaría recaudando más de doscientos millones de dólares habiendo costado apenas unos diecisiete.

Su principal valedor es un Parker Finn que debutaba de esta manera como cineasta tras apenas haber dirigido un par de cortometrajes de género donde ya se anticipaba de alguna manera a los temas a tratar en su primera película. Finn ofrece un trabajo que en lo visual deja patente que ha trabajado y mucho la planificación de las escenas, algo que queda muy marcado en las secuencias aéreas presentes a lo largo de la película y caracterizadas por presentar a la cámara girando sobre sí misma para de esta manera pervertir el plano, filmados estos innovadores momentos a golpe de dron. Nos encontramos asimismo ante un título cuya madurez narrativa y técnica sorprende, máxime tratándose de un director tan neófito, ya que la cinta no solo es notable a nivel técnico y visual para tratarse de una ópera prima, sino que lo es igualmente si hablamos del desarrollo de la historia, la cual ha sido escrita por el propio Finn, y la manera en la que esta nos lleva a lo largo de toda la película, partiendo de una escena introductoria que desde la manera en que nuevamente el director posiciona y mueve la cámara hasta mostrar que es lo que está ocurriendo logra remover e inquietar al espectador para de esta forma hacernos entrar de lleno en la propuesta.

A nivel de historia no podemos dejar de lado que este Smile nos retrotrae irremediablemente a la igualmente estupenda It follows en tanto presenta la misma arquitectura narrativa, hablándonos en ambos casos de la presencia de un ente maligno transmitido mediante algo que podríamos reconocer como una maldición y que es capaz de aparecerse representado de las más diversas formas diferentes, siendo igualmente el final para quien padece su presencia estar marcado a fuego, un destino del que parece es imposible poder escapar. Y si en It follows podíamos ver representado el miedo a las enfermedades de transmisión sexual, en este caso la película aborda el tema de las enfermedades mentales, un escenario que a nadie se le escapa han cobrado una relevancia muy importante en los últimos años, pasando de convertirse en tema tabú sobre el que se recomendaba no hablar en público a verse ya con la naturalidad con la que siempre debiera haberse abordado, máxime en un momento actual en el que cabe reconocer nos encontramos ante un grave problema de índole social acrecentado tras la pandemia vivida en 2020. Así, no es de extrañar que la protagonista provenga de su particular trauma del pasado, lo que unido a su condición de psiquiatra permite afrontar la historia desde esa vertiente que hace que el resto de personajes que rodean a quien sufre la presencia de este ente maligno crean en la condición de esta como enferma mental, siendo curioso como la propia protagonista de la historia pasará de uno a otro bando, y así mientras ella misma trata como doctora a la paciente que acabará transmitiéndole la maldición analizando para ello su comportamiento desde el punto de vista de la psiquiatría y tratando de racionalizar su comportamiento, será quien posteriormente sufra en su propio ser esa misma mirada por quienes le rodean toda vez sea ella la persona que trata de huir de un destino terrible.

La película está protagonizada por Sosie Bacon, actriz fogueada en la televisión y que es especialmente conocida por tratarse de la hija de los actores Kevin Bacon y Kyra Sedgwick. La actriz logra aportar esa fragilidad necesaria en un personaje al que vemos derrumbarse a todos los níveles en apenas unos días, sumando a su apariencia de fragilidad física un descenso a los infiernos perfectamente reflejado en una interpretación que hace que este personaje acabe sumido en la mayor de las locuras. Y es que sobre esta actriz recae todo el peso dramático de la historia, siendo sus compañeros de reparto meros figurantes y entre quienes nos encontramos a Jessi T. Usher, visto en Independence day, contraataque y conocido especialmente por su papel en la televisiva The boys. Destacar asimismo la presencia de un Kyle Gallner que se dio a conocer en sus comienzos para el público aficionado al terror gracias a sus apariciones en Exorcismo en Connecticut, Jennifer´s body o el remake de Pesadilla en Elm Street, volviendo al género gracias al reboot de Scream y esta Smile. Asimismo sorprende ver a un Kal Penn fogueado en comedias gamberras como Dos colgaos muy fumaos o Van Wilder y muy familiar para el público tras aparecer en cerca de cuarenta episodios de la televisiva House.

La película, si bien es cierto que se sustenta en un terror de tintes psicológicos que trata de generar desazón desde la posición de una protagonista en plena carrera contrarreloj por tratar de averiguar qué es lo que le está sucediendo para así tratar de salvar su vida y no acabar sumida en la mayor de las locuras, hay que reconocer que en no pocas ocasiones hace algo de trampa abusando de unos jump scares que hay que reconocer funcionan en todos y cada uno de los momentos en los que han sido insertados, sirviendo de contrapeso que haga saltar al espectador de su butaca con cada nuevo susto frente a ese terror más contenido, basado en el suspense y potenciado principalmente por la interpretación de la actriz principal, un terror que nos lleva a un final algo más desatado y donde se hacen ya presentes todos los excesos propios de un terror más visual e impactante. Este abrupto final supone un cierre perfecto para una historia que tal como venía desarrollándose era lógico finalizará de la manera en la que este Smile lo hace.

De esta forma, si sumamos las cualidades de Smile en tanto posee una historia que te atrapa desde el minuto inicial y que se sustenta en el suspense de una situación de la que vamos descubriendo su origen y sus consecuencias junto a una protagonista muy bien definida, una propuesta visual que nos muestra a un cineasta notablemente esteta y con ganas de dar empaque en cuanto a las formas a una propuesta cuyo fondo ya nos resulta tremendamente potente, el resultado no es de extrañar haya sido encontrarnos ante una de las grandes sorpresas dentro del cine de terror estrenado en 2022 y cuyo éxito augura una segunda parte más que probable. Así que tocará seguir sonriendo.

domingo, 1 de octubre de 2023

DOCTOR SUEÑO (DOCTOR SLEEP, 2019) 152´

Cuarenta años después de los trágicos y terroríficos acontecimientos vividos en el hotel Overlook, Danny Torrance trata de reconducir una vida marcada por sus habilidades psíquicas y sensoriales y lo que ello conlleva. Y es que todavía no sabe que deberá enfrentarse a un nuevo peligro constituido por un grupo de vampiros psíquicos con querencia por alimentarse del resplandor de los más pequeños.

No descubrimos nada nuevo si hablamos del descontento de Stephen King hacía  la adaptación que de su libro El resplandor llevo a cabo todo un cineasta como Stanley Kubrick, quien ofrecería con su obra, de igual título que la novela en la que se basaba, uno de los grandes ejercicios dentro de la historia del cine de terror, lo que no consolaría a un King que siempre ha renegado de esta adaptación por considerar traicionaba la esencia su obra literaria. El escritor de Maine podría resarcirse años más tarde colaborando activamente en una nueva adaptación más fiel a la novela y dirigida  en formato de mini serie por un buen amigo del novelista además de responsable de adaptar un puñado de sus obras, Mick Garris. Es de este modo que llegamos al momento en   el que el cineasta Mike Flanagan, director y autor del guion de Doctor sueño, se encontraría delante del complicado reto de construir una secuela que bebiera de la película de Stanley Kubrick, no podía ser de otra manera, pero sin traicionar la esencia del libro publicado en 2013 como secuela de la historia previamente narrada en El resplandor. Y hemos de decir que Flanagan no solo sortea con talento este difícil reto, sino que nos ofrece un título de enorme valía dentro del género al que representa.

Flanagan, quien ya venía de adaptar a King en la estimable El juego de Gerald, y tras fraguarse como un nombre a tener en cuenta dentro del género de terror gracias a películas como Ouija, el origen del mal o series televisivas como La maldición de Hill House, logra fusionar de esta forma una más que digna secuela de uno de los títulos más elogiados dentro de la historia del cine de terror, con lo que ello conlleva de responsabilidad añadida, a la vez que, con las libertades creativas necesarias para lograr respetar el legado de Kubrick pero también el de King, y evidenciadas especialmente en un acto final que se desliga de lo narrado en la novela para mirar de soslayo al título estrenado en 1980, no traicionar en esencia lo que el escritor de relatos de terror nos narraba en ambas novelas, supeditando esta idea principalmente en volver a ceder el protagonismo a Danny Torrance pero especialmente a ese resplandor que quedaba más desdibujado en la película de Kubrick, mucho más interesado en centrar su historia en ese viaje a la locura de Jack Torrance.

 

La película resulta impecable a nivel visual, con una pátina de elegancia en cada escena que alcanza incluso a aquellos  momentos más sórdidos, siendo destacable el esfuerzo que se ha puesto por traer de vuelta la iconografía y escenarios de la película estrenada en 1980 y que antecede a esta nueva historia. Flanagan se muestra en este aspecto, ya la había hecho en títulos anteriores, como un estupendo esteta con un notable dominio de la técnica cinematográfica, cualidad con la que ayuda a elevar de categoría a una película cuyo presupuesto es más que estimable pero está lejos de producciones mucho más ambiciosas a nivel presupuestario, y es que por ejemplo, It capítulo 2, estrenada ese mismo año, tendría el doble de inversión que Doctor sueño. Jugar además con el estilo visual utilizado por Kubrick para su película y con una nueva estética que además ha de hacer patente en pantalla las décadas pasadas entre un  momento y otro podría ser de inicio peligroso, en tanto el espectador fuera consciente de esa ruptura entre ambientaciones llegando a poder sacarte este hecho de la película. Flanagan sin embargo ha logrado hilvanar  ambos universos, el creado por el director de Espartaco y el suyo propio, de manera que no haya lugar para sentir durante el visionado de la película existen costuras evidentes entre ambos estilos y confeccionando un título con un armazón visual indivisible.

En lo que respecta a la consideración de Doctor sueño como secuela directa de El resplandor de Kubrick, Flanagan ya deja claras sus intenciones con ese inicio que nos devuelve al Danny niño recorriendo en su triciclo las estancias del hotel Overlook, logrando trasladarnos totalmente en esencia e imágenes al título estrenado cuatro décadas atrás, a lo que ayuda especialmente la presencia de unos actores que recuperan con notable acierto tanto en caracterización, parecido físico e interpretación a los personajes de Dick Hallorann, Danny y Wendy Torrance, lo que permite que entremos desde el minuto uno en el juego planteado por Flanagan, quien tras una introducción relatando que fue de Danny tras vivir un infierno propiciado además de por su propio padre por el resto de fantasmas que pueblan el Overlook, pasa a continuación a centrarse en la novela de Stephen King, Doctor sueño, construida a su vez como secuela del libro publicado en 1977. Será en el acto final donde la película volverá nuevamente su mirada sobre la obra de Kubrick, comenzando por unas imágenes que entroncan con el inicio de la película estrenada 1980, mostrando un coche desde el aire que se acerca nuevamente al lugar donde todo comenzó, siendo acompañado en su recorrido por ese soniquete musical tan característico de la obra de Kubrick, y es que la película toma nuevamente la banda sonora compuesta para El resplandor para su secuela. Es en este final donde el hotel Overlook y los personajes que pueblan sus estancias cobran nuevamente relevancia, incluyendo la presencia testimonial de un Jack Torrance a quien da vida Henry Thomas, por siempre conocido por interpretar al Elliot de ET, el extraterrestre, y que  como en el resto de personajes anteriormente citados logra no resultar chirriante frente al legado de Jack Nicholson. Este final es el más efectista de la historia y rompe totalmente con lo escrito por King en su novela como forma de finalizar la trama, pero el Flanagan guionista logra fusionarlo con total naturalidad y acierto con el resto de la historia, redondeando de esta forma una película que no solo sale airosa de ese doble salto mortal consistente en entroncar con dos autores tan respetados y personales como King y Kubrick, sino que acaba ofreciéndonos un título dentro del cine terror de una calidad notable y que no desmerece, con las salvedades evidentes si hablamos de El resplandor, de la obra de Kubrick.  

Y si en el párrafo anterior hablábamos más abiertamente del legado de la obra de Kubrick en el resultado final, ahora tocaría incidir en la influencia que tiene King en la película, empezando por la importancia de ceder nuevamente el protagonismo a personajes que se mueven entre la niñez y la adolescencia, una constante en la obra del autor que lleva además a enfrentarse a estos personajes con sus mayores temores, y donde además no hay lugar para la condescendencia para con estos jóvenes protagonistas, una idea mediante la cual el autor de It, Los chicos del maiz o Cementerio de animales siempre ha tratado de exorcizar una infancia propia marcada por el abandono de su padre y el ambiente de pobreza en el que se criaría. Así, en este caso, vemos que quien se enfrentará junto a Danny a ese grupo de desalmados asesinos de niños es una joven de unos catorce años de edad, mientras que la cara más terrible se presenta ya desde una primera secuencia con final infausto para una pequeña con la mala fortuna de encontrarse con la villana de la historia, pero muy especialmente en los instantes que muestran la tortura a la que es sometido el joven Bradley por ese grupo de asesinos que viven alimentándose del resplandor de los más pequeños , quienes viven en comuna y se autoproclaman a sí mismos como miembros del Nudo verdadero, y que con sus actos de tortura sobre sus víctimas tratan de infundir el mayor de los temores sobre estas, ya que de esta forma el vapor de las mismas, que es como llaman al resplandor de estos niños, se hace más fuerte. Otra idea que es muy del gusto del escritor oriundo de Maine es jugar con villanos que no son más que la representación física de nuestros mayores pesadillas, siendo en este caso el Pennywise de It el mayor exponente de esta idea, igualmente atisbadas en la presencia de una Rose la Chistera que representa igualmente una representación en forma de mujer de muchos de nuestros mayores miedos más atávicos, como el sufrimiento de los más pequeños, el miedo al dolor o a la propia muerte.

Y toca hablar de los personajes de la historia, y siendo como son inspirados en un relato de King, su desarrollo, intrahistoria y personalidad presentada en pantalla es sumamente interesante, partiendo de un Danny que inicia la película sumido en un alcoholismo con el que trata de eludir ese potencial extrasensorial al que considera una maldición para ser testigos de un proceso de redención manifestado desde el traumático momento en que se muestra su encuentro extrasensorial con el bebe muerto que yace junto al cadáver de su madre, una de las mujeres convertida en compañera en su transitar por su particular descenso a los infiernos, iniciándose así un proceso de liberación que le llevará hasta el mayor de los sacrificios, todo por salvar a la pequeña  a la que trata de auxiliar frente al acoso de los monstruos de la función. Ewan McGregor encarna con notable solvencia a este personaje al que vemos cambiar de registro de manera coherente y natural, algo a lo que ayuda un metraje que se va a las dos horas y media pero que en ningún momento se hace tedioso, ya que el tempo de la película y la propia historia a narrar necesita de este minutaje para no acabar montando un título atropellado y forzado. Y si Danny representa la cara del bien, la del mal la encarna una Rebecca Ferguson convertida en el mejor exponente a nivel de interpretación de la película, y que logra construir con ese pérfido personaje de bruja de cuento de hadas a una mujer que resulta a partes iguales maléfica, protectora con los suyos, cruel, sexy, fuerte o carismática, esto es, va más allá de ser un personaje de trazo único que la defina como la mala de la historia. A ambos intérpretes les acompañan un grupo de actores igualmente eficientes en sus respectivos papeles y que logran sacar el enorme partido que tienen unos personajes muy bien escritos, ahí sería King quien se lo daría todo hecho a Flanagan, sabiendo el director trasladar a la pantalla la psique y personalidad de todos los personajes que desfilan por la historia, resultando especialmente interesantes, aunque no se desarrollen todo lo que de sí hubieran podido dar, las figuras de villanos como Snakebite, interpretada por Emily Alynd Lind (La babysitter), Papa Cuervo, a quien da vida Zahn McClarnon (Bone tomahawk o La purga infinita) o ese abuelo Flick a quien presta su particularísima fisonomía Carel Struycken, el mayordomo de La familia Addams o uno de los alienígenas de Men in black.

De esta manera Doctor sueño logra reconciliar una película que es uno de los grandes hitos dentro de la historia del cine de terror con un autor que ha servido como fuente de inspiración para trasladar muchas de sus historias tanto a la pequeña como a la gran pantalla. Se erige como una muy recomendable secuela de un título de hace cuarenta años que hay que ver antes de sentarse delante de Doctor sueño, y no solo porque sea título obligado para el aficionado del cine de terror, sino porque las historias de ambas películas tienen tal ligazón que obligan a que hayas visto el título de Kubrick antes de visionar el de Flanagan, siendo además una muy acertada adaptación de la novela de King, con momentos de una libertad creativa máxima de una novela que recordemos tiene seiscientas páginas, lo que no ayuda precisamente a su traslación al formato audiovisual. Tuvieron que pasar cuarenta años para que El resplandor tuviera se secuela, pero hemos de decir que la espera ha merecido la pena.