GENEROS DE TERROR
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jueves, 25 de julio de 2019
...Y EN AGOSTO
Agosto es una época propicia para inmortalizar salidas y excursiones varias, pasátelo bien y disfruta, pero ante todo...nunca dejes de grabarlo.
sábado, 13 de julio de 2019
JÓVENES OCULTOS 3: SED DE SANGRE (LOST BOYS: THE THIRST, 2010) 77´
Edgard Frog vive en una caravana atenazado
por las deudas y hastiado de una vida de matar vampiros que le ha hecho
perderlo todo, incluso a su hermano, convertido en criatura de la noche durante
una de sus incursiones. Es en ese momento cuando Gwen Lieber, reconocida
escritora de best sellers románticos sobre vampiros, solicita la ayuda de este
solitario y huraño cazador de criaturas de la noche.
El incontestable éxito de la secuela de
Jóvenes ocultos, estrenada un par de años atrás y convertida en una de las
cintas más vendidas de las estrenadas directamente en formato doméstico,
posibilitaría dar luz verde a una nueva continuación que volvería a contar con
Hans Rodionoff escribiendo el guion, en esta ocasión acompañado por Evan
Charnov, quienes se olvidan de las premisas argumentales de las dos primeras
películas para imbuirse de un estilo argumental cercano al comic a la hora de
plantear la historia, algo que además se refrenda en un estilo visual muy
concreto y que ya deja de manifiesto sus intenciones desde unos títulos de
crédito iniciales que se apoyan en las propias viñetas de la serie de tebeos Lost
Boys: Reign of frogs. Dirige el italiano Dario Piana, de quien únicamente
podemos destacar Demasiado bellas para morir, un giallo ochentero secuela a su
vez de Bajo el vestido nada, y que en esta nueva continuación, esta vez de
Jóvenes ocultos, se limita a salvar los muebles presentando un par de
interesantes momentos visualmente hablando, como sucede con la secuencia en que
los vampiros protagonistas saltan de un avión en pleno vuelo para acabar
aterrizando de pie, en una secuencia adornada una vez más por una versión del maravilloso
tema musical Cry Little sister.
En esta ocasión la película otorga el papel
protagonista a un Corey Feldman en sus horas más bajas, quien vuelve una nueva
vez sobre el papel de Edgard Frog, recuperándose igualmente la figura de su
hermano Alan, con quien ya había compartido co protagonismo en la primera
Jóvenes ocultos, y a quien vuelve a dar vida el actor Jamison Newlander (El terror
no tiene form, Bone Tomahawk). Se recupera de esta forma el homenaje implícito
al escritor de novela gótica y de terror Edgard Allan Poe a través de la
conjunción de los nombres de ambos personajes. El hecho de dar un protagonismo
mayor a esta dupla, y más concretamente al personaje de Feldman, es perjudicial
para unos roles que funcionaban mejor como personajes secundarios con un puñado
de simpáticas apariciones en la primera Jóvenes ocultos. Es por ello que
otorgar tanto peso a los mismos, unido a una necesidad casi constante por parte
del personaje de Egard de regalar forzados one liners, es contraproducente en
el resultado final visto en pantalla. Junto a esta pareja de hermanos podemos
encontrar un grupo de personajes deslavazados, sin carisma, apenas de mero
relleno, algo especialmente evidente en el grupo de vampiros presentados en
esta ocasión, totalmente impostados y forzados y sin nada que ver con el
cuarteto de jóvenes vampiros vistos en la película estrenada en 1987, sensación
que se acrecienta cuándo somos testigos de un tontorrón y forzado giro final,
que nos devuelve a un villano final aún más ridículo del que estábamos siendo
testigos hasta el momento. Pero es que ninguno de los personajes secundarios
llega a funcionar como debiera, tal como ocurre con ese cruce de Lara Croft y
Stephenie Meyer, o el trasunto de presentador de realitie (lo peor de toda la película), solo esa amiga de
Edgar con un pequeño secreto a sus espaldas logra hacerse algo de hueco como
uno de nuestros favoritos de la trilogía, a pesar de lo incoherente de su
aparición.
La película funciona solo en parte, ya que
además de estirar demasiado la trama central, y eso que estamos hablando de un
metraje de hora y cuarto, lo que hace que los personajes lleguen pronto a un
acto final que se estira innecesariamente para poder llegar a una duración
estándar que posibilitara su estreno como largometraje, pierde en el camino la
esencia visual que hacía sobre todo de la primera Jóvenes ocultos una obra a
reivindicar. En esta ocasión la película mira de reojo al estreno de Blade, que
tuviera lugar más de diez años atrás, para copiar unas imágenes con una
potencia visual inherente, como son esas raves vampíricas ya vistas en la
secuencia de apertura de la cinta protagonizada por Wesley Snipes, o los propios
y descafeinados enfrentamientos a espada entre héroes y villanos. Pero incluso
en eso no acaba de destacar, ya que ni esta tercera Jóvenes ocultos es Blade ni
Dario Piana posee la fuerza visual que si tenía Stephen Norrington.
La película está salpicada de rebote por la
trágica muerte de Corey Haim el mismo año de su estreno, a quien está dedicada
la cinta, lo que posibilitó la incursión de un sentido y casi obligado homenaje
a este joven actor, con el personaje de Feldman visitando su tumba para
depositar su añorado Batman número catorce, lo que unido a un par de flashbacks
rescatados de la película de 1987, componen una nota de nostalgia en este
secuela que suma enteros al resultado final en base a su afección emocional.
Es de esta forma como tras una mitificada
primera parte y una estimable secuela se cerró la trilogía de Jóvenes ocultos
con una, si bien no desastrosa tercera parte, si por debajo de las exigencias
para una serie de películas a reivindicar como simpáticos ejercicios de cine de
vampiros enfocados para el público más joven. Y es que si algo nos había
enseñado Jóvenes ocultos es que los vampiros no tienen por qué ser aburridos y
antisociales aristócratas, sino que puede ser algo realmente divertido,
sangriento sí, pero también divertido.
lunes, 8 de julio de 2019
JÓVENES OCULTOS 2: VAMPIROS DEL SURF (LOST BOYS: THE TRIBE, 2008) 92´
Chris y Nicole son dos hermanos que tras la
trágica muerte de sus padres en accidente de tráfico se trasladan hasta Luna
Bay para tratar de iniciar una nueva vida. Allí se reencontraran con fantasmas
del pasado en forma de un grupo de surfistas liderados por el enigmático Shane
Powers, quien les invita a una fiesta de la cual Nicole volverá convertida en
medio vampira, debiendo su hermano con la ayuda de un extravagante tipo que
responde al nombre de Edgard Frog, tratar de salvar a la joven de la condenación
eterna.
Es extraño que a pesar del innegable éxito de
público y crítica cosechado por Jóvenes ocultos, hubieran de pasar más de dos
décadas hasta ver una secuela de esta película, algo debido a la negativa tanto
de director como de los actores que conformaron el casting inicial de retomar
la historia, a lo que se tiene que sumar la presentación a lo largo de este
periodo de unos guiones nada convincentes. Finalmente sería una historia de
Hans Rodionoff, guionista de comics y cine, la escogida para resucitar la saga,
en una secuela que se mueve con notable comodidad entre el remake y la continuación. El
director P.J.Pesce se encargaría de dirigir la cinta, concebida para su estreno
directo en el mercado doméstico, y hemos de alabar su trabajo, ya que pese a
las limitaciones en tiempos y medios para este tipo de películas, y
contrariamente a los prejuicios que de inicio podamos tener ante una secuela
tan tardía y de un título tan mitificado como lo es Jóvenes ocultos, el
resultado es una más que entretenida continuación, ya que contiene ciertos
elementos de interés a tener en cuenta.
La película está protagonizada por lo jóvenes
Tad Hilgenbrik (visto en comedias tan absurdas como Epic movie o Disaster movie
o en la cuarta parte de la longeva saga de American Pie) y Autumn Reeser
(actriz televisiva en series como The O.C, Valentine o El séquito) como la
pareja de hermanos protagonistas, y hay que decir que tanto él como ella
brindan unas convincentes interpretaciones. Lo mismo podemos decir de Angus
Shuterland, hijo de Donald y hermano de Kiefer, y quien precisamente hace las
veces de un trasunto del personaje de David (a quien daría vida en la cinta de
1987 su propio hermano por parte de padre), presentando a un vampiro líder que,
sin llegar a alcanzar las cotas de carisma del personaje al que diera vida
Kiefer Shuterland, sí que resulta atinado en esa conjunción de magnetismo,
sensualidad y amenaza. Lo mismo podemos decir del grupo de surfistas que dan
nombre a esta segunda entrega, y que se alejan de los postulados glam vistos en
los jóvenes ocultos de 1987 para acercarlos más a los ademanes de esta nueva
generación de los dos miles, con una cámara de video siempre grabando sus
acciones, jugando a videojuegos o gastándose pesadas y letales bromas que subir
a youtube y demás plataformas de videos. Corey Feldman es el único de los
miembros de la película de 1987 (cameos aparte) que vuelve en esta secuela, retomando
el papel de Edgard Frog, y nuevamente en un rol secundario, que es donde mejor
funciona este personaje. Por último, y para goce de los aficionados del terror,
la cinta se inicia con una secuencia donde podemos disfrutar de todos los tics
de altanería y chulería por parte del gran Tom Savini, uno de los tótems del
terror en lo que respecta a efectos especiales y de maquillaje, y reconvertido
en actor dentro del género como forma de ofrecer un guiño constante a los fans
del género en todas sus intervenciones o cameos, apareciendo ya en títulos tan
lejanos en el tiempo como Martin, Zombie, Viernes 13, Maniac o Creepshow.
La historia nos ofrece una nueva vuelta a lo
ya contado en la película de 1987, siendo en esta ocasión el hermano mayor
quien trata de liberar de la maldición de
convertirse en vampiro por la eternidad a su hermana menor. Lo mismo
sucede con ese juego de seducción entre personajes, y que si en Jóvenes ocultos
tenía lugar entre los personajes de Michael y Estrella, en esta ocasión se
traslada a los de Shane y Nicole. Sin embargo en esta ocasión desaparece ese
juego entre géneros, y, si bien hay notas de comedia en determinados momentos,
ese aire de cinta juvenil de su hermana mayor desaparece en pos de una cinta
con un contenido mucho más adulto. Esto hace que en esta secuela haya un mayor
número de escenas sangrientas, donde incluso hay lugar para decapitaciones,
evisceraciones o toques de gore que no existían en la cinta de Schumacher, así
como por el hecho que en esta ocasión se incluyan numerosas secuencias de
desnudos, también vetados en la película primigenia. Como buena secuela que se
precie, y dejando patente que hay ciertas ganas de ofrecer un trabajo
interesante, hay que destacar como se insertan en la trama notables guiños a la
película de Schumacher en forma de un trasunto gordo del personaje de Tim
Cappello, esas imágenes mostrando a las tribus urbanas de la nueva ubicación de
la historia o la broma a costa de la tía de los protagonistas, quien quiere
disfrutar de una sesión de cine en casa con Los Goonies como protagonistas.
Asimismo hay que destacar como se homenajea la secuencia de sexo entre los
mencionados Estrella y Michael, siendo en esta ocasión Nicole y Shaun los
protagonistas de la misma, emulando el estilo con el que se filmo esta escena
en la cinta original, con los protagonistas cuasi flotando entre planos muy
etéreos y elegantes, y con el temazo Cry
Little sister, convertido ya a estas
alturas en el himno de la saga, sonando de fondo. Sí que hay que evidenciar un
par de momentos en los que los personajes actúan y se comportan en base a unos
hechos que no se nos cuentan en la trama, y que versan sobre la relación de Chris
con el grupo de surfistas liderados por Shaun. Esto se debe a que, aprovechando
el estreno de la cinta, se publicaría paralelamente una serie de cuatro comics
guionizados por el propio Hans Rodionoff, y que se mueven entre la secuela de
la cinta de 1987 y una precuela de lo narrado en esta continuación, de ahí que
complemente a la película rellenado esos huecos que podemos interpretar a raíz
de ciertas conversaciones, vacios que sin embargo no afectan a la trama
central.
A pesar de parecer que esta segunda parte es
demasiado parecida a la primera película por lo que respecta a la trama central
y desarrollo, contiene un estilo diferenciador, personajes con interés propio y
esencia individual, lo que unido a un ritmo totalmente acertado y que hace no
resulte aburrida en ningún momento, hace de esta Jóvenes ocultos, una atinada
continuación que tiene su principal enemigo en el status mitificador de la
película de Joel Schumacher, que puede provocar te acerques a esta secuela con
unos prejuicios iniciales que impidan disfrutes del trabajo de Pesce, quien ya
hubiera hecho algo parecido dirigiendo la tercera entrega de Abierto hasta el
amanecer. Y al igual que le sucediera a una Jóvenes ocultos que es
innegablemente hija de su tiempo, lo misma sucede con este secuela que a nivel
visual es innegable posee todos los tics del momento de su estreno en cuanto a
diseño visual y estética, sustituyendo las características motocicletas de
finales de los ochenta por unas motos más modernas y aerodinámicas. En 2008 la
serie Buffy ya se había convertido en un tótem dentro del género y eso se nota
en el diseño de maquillaje de los vampiros, mucho más cercano al presentado en
la serie apadrinada por Joss Whedon que a las criaturas vistas en la película
de 1987.
Jóvenes ocultos 2, presentada bajo el atinado
subtitulo de La tribu, y que incluso con una traducción como la de Vampiros del
surf funciona, se enmarca como una notable secuela que logra conjugar la
idiosincrasia de la película madre con unas características propias que la
convierten en una digna secuela que además de garantizar hora y media de
entretenimiento vampírico, posee entre su metraje unos agradecidos homenajes a
la primera Jóvenes ocultos, los cuales se coronan con la escena post créditos
del encuentro entre los personajes de Corey Feldman y su buen amigo Corey Haim,
aún más significativa tras el trágico final de este último apenas dos años más
tarde.
viernes, 5 de julio de 2019
JOVENES OCULTOS (THE LOST BOYS, 1987) 97´
“Duermen todo el día. Se divierten toda la
noche. Es divertido ser un vampiro”
Tras divorciarse de su marido, Lucy y sus dos
hijos, Michael y Sam, deciden iniciar una nueva vida en Santa Carla, una ciudad
con un elevado y sospechoso índice de muertes y desapariciones. Lo que poca
gente parece saber es la causa de estos misteriosos acontecimientos, y como
están ligadas directamente a la existencia de un grupo de jóvenes vampiros que
moran en el lugar.
Convertida hoy en día en título de culto,
Jóvenes ocultos nació a rebufo de películas que, como en el caso de Noche de
miedo, mezclaban a partes iguales la comedia con el terror, en un hibrido
construido ex profeso para llenar las salas de cine de jóvenes y adolescentes, películas
que como sucedería poco después con el western en Arma joven (donde por cierto
volvería a aparecer Kiefer Shuterland), adaptaban al formato del cine juvenil,
tan boga en la década de los ochenta, géneros tan dispares como sería en este
caso el terror. Pero esto no fue del todo premeditado, ya que hasta llegar a la
película por todos conocida, el proceso de pre producción de la misma provocaría
notables cambios en la historia original, obra de los desconocidos Janice
Fischer (quien por cierto acabaría muy desilusionada del resultado final) y
James Jeremias, quienes se inspiraron de manera indisimulada en la novela de
Peter Pan para construir su historia (solo basta pensar en el título original
de la cinta para caer en la cuenta de esto). Se pasaría de esta forma de una
película de tintes más infantiloides, y que buscaba de manera consciente la
exitosa aura de Los Goonies, hasta dar con unos personajes algo mayores,
ubicados en el tránsito de la niñez a la madurez, pasando por mezclar con
habilidad y sin que chirriara en el conjunto final la comedia con el terror.
Esta idea de filmar un émulo de Los Goonies, en esta ocasión enfrentados a un
grupo de vampiros, no es casual, de hecho sería Richard Donner, director de la
mítica cinta juvenil producida a su vez por Spielberg, el escogido como primera
opción para encargarse de liderar el proyecto. Donner finalmente se
involucraría pero como productor ejecutivo de la película, ya que por aquel
entonces estaba volcado en la dirección de una buddy movie de acción que
acabaría por ser Arma letal. Tras denegar Donner las labores de dirección se
ofrecería esta opción a Mary Lambert (Cementerio viviente), quien también
acabaría por apearse del proyecto por desavenencias creativas. Es de esta forma
y de rebote cómo llegaría Joel Schumacher a dirigir Jóvenes ocultos. Pero Schumacher
no solo se limitaría a cumplir con diligencia el cometido encomendado, sino que
logró que varias de sus aportaciones sobre la forma de abordar tanto la
historia como la propia película fueran incluidas en la película, reescribiendo
el guion junto a Jeffrey Boam, reputado guionista gracias a títulos como La
zona muerta, Arma letal y varias de sus secuelas, El chip prodigioso o Indiana
Jones y la última cruzada. De esta forma Boam se encargaría de retocar el guion
inicial, obra de Fischer y Jeremias, plasmando ciertas sugerencias del
director, versadas principalmente en dotar de una mayor carga adulta a la
historia original en su afán por crear un éxito de taquilla que fuera más allá
de un público demasiado infantil. Schumacher, hoy reconocido director con
innumerables trabajos de todo tipo de géneros a sus espaldas, era por aquel
entonces prácticamente un desconocido que había logrado darse a conocer gracias
al drama juvenil St Elmo, punto de encuentro, y tendría su momento de mayor
apogeo en taquilla en la década de los noventa con títulos como Línea mortal,
Elegir un amor, Un día de furia, Batman y Robin, Batman forever, Tiempo de
matar o Asesinato en 8mm.
La película logró contar con un interesante
elenco interpretativo que habría que abordar por tramos de edad. De una parte
tenemos a la dupla Corey Haim y Corey Feldman, dos actores infantiles que
lograron gran éxito y fama en esos años. Feldman venía de trabajar en Los
Goonies (no por casualidad fue contratado para Jóvenes ocultos, reforzándose la
idea antes mencionada de estrenar una hermana bastarda de esta), Viernes 13
capítulo final, Gremlins o Cuenta conmigo, ahí es nada. Por su parte el
canadiense Corey Haim se había dado a conocer en la serie para televisión Los
gemelos Edison y para entonces ya lo habíamos podido ver en Admiradora secreta,
Miedo azul o Lucas. Ambos actores, apenas unos niños por aquel entonces, se
conocerían gracias a Jóvenes ocultos, forjando una amistad donde las drogas y
los abusos sexuales sufridos por ambos serían parte de la leyenda negra de
Hollywood hasta acabar abruptamente con la temprana muerte de Corey Haim en
2010, debida a una neumonía que su maltrecho cuerpo, consumido por los excesos
no pudo soportar. Haim había fumado su primer porro durante el rodaje de
Jóvenes ocultos. Ambos actores y amigos trabajarían juntos en cintas como Papa
cadillac, Una chica de ensueño, Engaño mortal, Last resort, Sueña un pequeño
sueño 2 o en Desmadre en la comisaria, dirigida por el propio Corey Feldman. Los
dos Corey, como se les conocería, trabajarían por última vez en la segunda y
tardía entrega de Jóvenes ocultos, estrenada en 2008. Si pasamos a hablar de
los actores juveniles hay que citar a los antagonistas Michael y David, interpretados
respectivamente por Jason Patrick y Kiefer Shuterland donde este último compone
un papel mucho más impactante y completo frente al hieratismo de su partenaire.
Ambos son hijos de actores, Jason Miller en el primer caso y Donald Shuterland
en el segundo, y si bien todo parecía indicar nos encontrábamos con dos
estrellas en ciernes, ambas carreras no acabaron de despegar, algo
especialmente evidente en el caso de Jason Patric, quien tras aparecer en
títulos tan potentes sobre el papel como fallidos en pantalla, como fueron
Sleepers o Speed 2, acabaría poco a poco viendo diluirse su carrera. Algo mejor
le iría a Kiefer Shuterland, quien si bien no se ha convertido en la estrella
que parecía, si ha logrado mantener una digna trayectoria profesional reflotada
en los primeros dos mil gracias a la serie para televisión 24. Junto a esta
pareja, y bastante desaprovechada a pesar de unas prometedoras primeras escenas
para acabar convertida en la damisela en apuros de la función, nos encontramos
con Jami Gerz, otra de esas actrices que empezó su carrera con fuerza en
películas como Dieciséis velas, Golpe al sueño americano o Escúchame (junto a
la entonces estrella Kirk Cameron), para acabar volcada en el medio televisivo.
De entre el grupo de vampiros que acompañan al personaje de Shuterland, cabe
destacar al interpretado por Alex Winter, para muchos un absoluto desconocido, para
otros, el Bill Preston de la mítica dupla de películas sobre Las alucinantes
aventuras de Bill y Ted, junto a Keanu Reeves, a la sazón Ted. Por último y en
los papeles que abarcan la etapa madura representada en la película, hemos de
hablar irremediablemente de una Dianne West vista en Footloose o Enamorarse, y unas
de las actrices fetiches del Woody Allen de los ochenta en títulos como La rosa
purpura del Cairo, Hannah y sus hermanas, Días de radio o September. Junto a
esta veterana actriz nos encontramos a Edward Herrman, rostro habitual en la
comedia de los ochenta y a quien veríamos en títulos como Rojos, Annie, nuevamente
La rosa purpura del Cairo, Un mar de líos o Ensalada de gemelas. El veterano
Barnard Hughes daría vida al abuelo de la familia tras el desistimiento de John
Carradine, curiosamente un actor mítico dentro del cine de vampiros, y
demasiado enfermo por aquel entonces (moriría apenas un año después).
Si bien Jóvenes ocultos es una de las cinta
de cabecera de los fructíferos años ochenta en lo que respecta al cine de
vampiros, a la hora de abordar un análisis de la película hay que destacar sus
puntos fuertes, que los tiene, pero también sacar a la luz sus debilidades, que
también son varias. De esta forma la historia que nos cuenta, y de cuyo proceso
creativo ya hemos hablado con anterioridad, supone uno de los principales
lastres de la cinta. Y es que partimos de una historia central banal y sin
desarrollar lo que debiera, donde no hay ningún interés por tratar de dotar de
algo de entidad a los personajes, y es que la huella que varios de estos
personajes tienen en el imaginario colectivo del aficionado del género no viene
tanto de cómo están dibujados sobre el papel, sino de su presencia en pantalla.
Además, los saltos entre secuencias se limitan a dibujar en muchas ocasiones una
serie de, visualmente interesantes escenas, sin que en ocasiones haya una
correcta transición de unas a otras, algo perfectamente ejemplificado en la
relación entre Michael y Estrella, por otra parte uno de los nudos principales
de la película, y que se limita a ser explicada en un par de escenas sin
contenido. Esta idea que habla de un pobre primer guion que pudo ser reflotado
en parte gracias a las aportaciones del propio Schumacher y Jeffrey Boam, se
apoya en el hecho que ninguno de los dos autores del borrador inicial volvieran
a vender ningún nuevo guion tras este primer y fortuito éxito. Uno de los
hechos que llama la atención en relación a la trama central es que de manera
innegable mantiene numerosos puntos en común con otro conocido título de
vampiros coetáneo, y estrenado de hecho el mismo año, Los viajeros de la noche.
Un grupo de salvajes vampiros lejos de los ademanes románticos propios del
personaje, una estética buscadamente moderna, una historia de amor entre una
vampira y un mortal, y es que incluso en detalles como el del vampiro infantil
son demasiadas las casualidades para no creer en un proyecto hermano, algo que
además podemos fundamentar en el largo periplo entre productoras del libreto
original de Jóvenes ocultos, lo que pudo inspirar a crear una historia similar.
Por el contrario, Schumacher suple esta
pobreza de contenido, rematada en una presunta sorpresa final que todo aquel
que haya visto un par de cintas sobre el género vampírico ve venir de lejos,
con un estilo visual que aunque hijo de su tiempo, confiere a la película una apariencia
que la hace diferente, y que vista hoy en día no ha envejecido como pudiera
parecer, dado el tiempo transcurrido y lo marcado y arriesgado de este look
presentado. Este particular estilo, acabaría de hecho definiendo a este
director como un realizador con unas hechuras propias en el estilismo con el
vestiría a sus películas, algo que
quedaría totalmente evidenciado en las dos secuelas de Batman que estrenaría a
mediados de la década de los noventa. Pero no todo es mérito de Schumacher, ya
que este tuvo la fortuna de contar con un director de fotografía de la
categoría de Michael Chapman, responsable de la patina visual de obras como
Taxi Driver o Toro salvaje. Ya desde la secuencia de arranque, Jóvenes ocultos
presenta una estética muy particular, entre onírica y sombría, donde destaca
por la forma en que es utilizada y su recurrencia, la manera en que se simulan
los vuelos de la pandilla de vampiros, para lo cual la cámara se desplaza en el
aire en coreografiados movimientos a golpe de grúa. Este consciente delirio
visual se traslada a los propios escenarios principales de la cinta. Tanto la
guarida vampírica como el propio hogar del abuelo de Sam y Michael son un
deleite para el espectador más avezado
por la cantidad ingente de detalles presentes en ambas estancias, lo que unido
a un diseños de las mismas a la altura acaban por potenciar esa patina visual
de la que hablábamos. Y dentro del apartado más visual de la película no
podemos obviar esa estética tan marcada e identificativa y que es una de las
marcas de la casa de la película. Peinados a lo mullet, chupas de cuero,
pendientes, largos abrigos…. Con una estética que se encuentra a caballo entre
los ochenta y noventa (el personaje de Sam es quizás quien mejor representa
esta nueva década) hay que destacar que sin embargo esta no resulta hoy en día
desfasada y ridícula, no al menos en la película, ya que encaja en ese estilo
visual marcado por Schumacher desde el minuto uno.
Como buena película de corte juvenil que se
precie, la banda sonora de Jóvenes ocultos es digna de reseñar. Con un acertado
score obra de Thomas Newman, toda nuestra atención se vuelca sin embargo en la
selección de temas musicales escogidos para enmarcar varias de las escenas más
conocidas y potentes de la película, convertidas en mini video clips al amparo
de grandes canciones y versiones, entre las que destacamos I still believe, del
musculoso saxofonista de Tina Turner Tim Cappello, quien nos brinda un enorme
cameo en la película, People are strange, utilizado en los títulos de crédito
iniciales y finales, Lost in the shadow, fondo que ilustra la carrera de
motocicletas, otro de esos elementos introducidos para captar toda la atención
del público más joven, o Cry little sister, a la sazón convertida en tema
central de la película. En resumen, una selección que conforma una de esas
bandas sonoras a tener en tu colección, y que encajan a la perfección en cada
uno de los momentos en que son insertadas.
De esta forma Jóvenes ocultos se basa en una
historia que logra conjugar, sin resultar por ello artificiosa, el humor,
fundamentado en los personajes más jóvenes, con el terror y el drama, amparado
conscientemente en esos otros personajes que se encuentran en ese paso a la
madurez, y que parece los vampiros protagonistas se resisten a cruzar. Historia
sin grandes alardes que por obra y gracia de las formas de un atinado
Schumacher logró no solo destacar en el momento de su estreno, sino dejar tal
poso que hoy en día sigue siendo fuente de consulta ineludible a la hora de
hablar del género, y todo a pesar de tratarse de una modesta producción de apenas
ocho millones de dólares de presupuesto. Lo extraño es que a pesar de su éxito
las secuelas tardaran en llegar, estrenándose la primera de ella más de veinte
años más tarde y lanzada directamente en formato de DVD. Jóvenes ocultos, o la
dicotomía entre el disfrute permanente y la asunción de responsabilidades de
adulto, ser un vampiro nocturno o un anodino diurno. Permítanme decirles que en
mi caso dudo que opción es la que elegiría, aunque tengo claro cuál sería la
más divertida. Vamos, dientes, que es lo que les jode.