GENEROS DE TERROR

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jueves, 25 de julio de 2019

...Y EN AGOSTO

Agosto es una época propicia para inmortalizar salidas y excursiones varias, pasátelo bien y disfruta, pero ante todo...nunca dejes de grabarlo.


sábado, 13 de julio de 2019

JÓVENES OCULTOS 3: SED DE SANGRE (LOST BOYS: THE THIRST, 2010) 77´


Edgard Frog vive en una caravana atenazado por las deudas y hastiado de una vida de matar vampiros que le ha hecho perderlo todo, incluso a su hermano, convertido en criatura de la noche durante una de sus incursiones. Es en ese momento cuando Gwen Lieber, reconocida escritora de best sellers románticos sobre vampiros, solicita la ayuda de este solitario y huraño cazador de criaturas de la noche.



El incontestable éxito de la secuela de Jóvenes ocultos, estrenada un par de años atrás y convertida en una de las cintas más vendidas de las estrenadas directamente en formato doméstico, posibilitaría dar luz verde a una nueva continuación que volvería a contar con Hans Rodionoff escribiendo el guion, en esta ocasión acompañado por Evan Charnov, quienes se olvidan de las premisas argumentales de las dos primeras películas para imbuirse de un estilo argumental cercano al comic a la hora de plantear la historia, algo que además se refrenda en un estilo visual muy concreto y que ya deja de manifiesto sus intenciones desde unos títulos de crédito iniciales que se apoyan en las propias viñetas de la serie de tebeos Lost Boys: Reign of frogs. Dirige el italiano Dario Piana, de quien únicamente podemos destacar Demasiado bellas para morir, un giallo ochentero secuela a su vez de Bajo el vestido nada, y que en esta nueva continuación, esta vez de Jóvenes ocultos, se limita a salvar los muebles presentando un par de interesantes momentos visualmente hablando, como sucede con la secuencia en que los vampiros protagonistas saltan de un avión en pleno vuelo para acabar aterrizando de pie, en una secuencia adornada una vez más por una versión del maravilloso tema musical Cry Little sister.



En esta ocasión la película otorga el papel protagonista a un Corey Feldman en sus horas más bajas, quien vuelve una nueva vez sobre el papel de Edgard Frog, recuperándose igualmente la figura de su hermano Alan, con quien ya había compartido co protagonismo en la primera Jóvenes ocultos, y a quien vuelve a dar vida el actor Jamison Newlander (El terror no tiene form, Bone Tomahawk). Se recupera de esta forma el homenaje implícito al escritor de novela gótica y de terror Edgard Allan Poe a través de la conjunción de los nombres de ambos personajes. El hecho de dar un protagonismo mayor a esta dupla, y más concretamente al personaje de Feldman, es perjudicial para unos roles que funcionaban mejor como personajes secundarios con un puñado de simpáticas apariciones en la primera Jóvenes ocultos. Es por ello que otorgar tanto peso a los mismos, unido a una necesidad casi constante por parte del personaje de Egard de regalar forzados one liners, es contraproducente en el resultado final visto en pantalla. Junto a esta pareja de hermanos podemos encontrar un grupo de personajes deslavazados, sin carisma, apenas de mero relleno, algo especialmente evidente en el grupo de vampiros presentados en esta ocasión, totalmente impostados y forzados y sin nada que ver con el cuarteto de jóvenes vampiros vistos en la película estrenada en 1987, sensación que se acrecienta cuándo somos testigos de un tontorrón y forzado giro final, que nos devuelve a un villano final aún más ridículo del que estábamos siendo testigos hasta el momento. Pero es que ninguno de los personajes secundarios llega a funcionar como debiera, tal como ocurre con ese cruce de Lara Croft y Stephenie Meyer, o el trasunto de presentador de realitie  (lo peor de toda la película), solo esa amiga de Edgar con un pequeño secreto a sus espaldas logra hacerse algo de hueco como uno de nuestros favoritos de la trilogía, a pesar de lo incoherente de su aparición.



La película funciona solo en parte, ya que además de estirar demasiado la trama central, y eso que estamos hablando de un metraje de hora y cuarto, lo que hace que los personajes lleguen pronto a un acto final que se estira innecesariamente para poder llegar a una duración estándar que posibilitara su estreno como largometraje, pierde en el camino la esencia visual que hacía sobre todo de la primera Jóvenes ocultos una obra a reivindicar. En esta ocasión la película mira de reojo al estreno de Blade, que tuviera lugar más de diez años atrás, para copiar unas imágenes con una potencia visual inherente, como son esas raves vampíricas ya vistas en la secuencia de apertura de la cinta protagonizada por Wesley Snipes, o los propios y descafeinados enfrentamientos a espada entre héroes y villanos. Pero incluso en eso no acaba de destacar, ya que ni esta tercera Jóvenes ocultos es Blade ni Dario Piana posee la fuerza visual que si tenía Stephen Norrington.



La película está salpicada de rebote por la trágica muerte de Corey Haim el mismo año de su estreno, a quien está dedicada la cinta, lo que posibilitó la incursión de un sentido y casi obligado homenaje a este joven actor, con el personaje de Feldman visitando su tumba para depositar su añorado Batman número catorce, lo que unido a un par de flashbacks rescatados de la película de 1987, componen una nota de nostalgia en este secuela que suma enteros al resultado final en base a su afección emocional. 



Es de esta forma como tras una mitificada primera parte y una estimable secuela se cerró la trilogía de Jóvenes ocultos con una, si bien no desastrosa tercera parte, si por debajo de las exigencias para una serie de películas a reivindicar como simpáticos ejercicios de cine de vampiros enfocados para el público más joven. Y es que si algo nos había enseñado Jóvenes ocultos es que los vampiros no tienen por qué ser aburridos y antisociales aristócratas, sino que puede ser algo realmente divertido, sangriento sí, pero también divertido. 

lunes, 8 de julio de 2019

JÓVENES OCULTOS 2: VAMPIROS DEL SURF (LOST BOYS: THE TRIBE, 2008) 92´



Chris y Nicole son dos hermanos que tras la trágica muerte de sus padres en accidente de tráfico se trasladan hasta Luna Bay para tratar de iniciar una nueva vida. Allí se reencontraran con fantasmas del pasado en forma de un grupo de surfistas liderados por el enigmático Shane Powers, quien les invita a una fiesta de la cual Nicole volverá convertida en medio vampira, debiendo su hermano con la ayuda de un extravagante tipo que responde al nombre de Edgard Frog, tratar de salvar a la joven de la condenación eterna.



Es extraño que a pesar del innegable éxito de público y crítica cosechado por Jóvenes ocultos, hubieran de pasar más de dos décadas hasta ver una secuela de esta película, algo debido a la negativa tanto de director como de los actores que conformaron el casting inicial de retomar la historia, a lo que se tiene que sumar la presentación a lo largo de este periodo de unos guiones nada convincentes. Finalmente sería una historia de Hans Rodionoff, guionista de comics y cine, la escogida para resucitar la saga, en una secuela que se mueve con notable comodidad  entre el remake y la continuación. El director P.J.Pesce se encargaría de dirigir la cinta, concebida para su estreno directo en el mercado doméstico, y hemos de alabar su trabajo, ya que pese a las limitaciones en tiempos y medios para este tipo de películas, y contrariamente a los prejuicios que de inicio podamos tener ante una secuela tan tardía y de un título tan mitificado como lo es Jóvenes ocultos, el resultado es una más que entretenida continuación, ya que contiene ciertos elementos de interés a tener en cuenta.



La película está protagonizada por lo jóvenes Tad Hilgenbrik (visto en comedias tan absurdas como Epic movie o Disaster movie o en la cuarta parte de la longeva saga de American Pie) y Autumn Reeser (actriz televisiva en series como The O.C, Valentine o El séquito) como la pareja de hermanos protagonistas, y hay que decir que tanto él como ella brindan unas convincentes interpretaciones. Lo mismo podemos decir de Angus Shuterland, hijo de Donald y hermano de Kiefer, y quien precisamente hace las veces de un trasunto del personaje de David (a quien daría vida en la cinta de 1987 su propio hermano por parte de padre), presentando a un vampiro líder que, sin llegar a alcanzar las cotas de carisma del personaje al que diera vida Kiefer Shuterland, sí que resulta atinado en esa conjunción de magnetismo, sensualidad y amenaza. Lo mismo podemos decir del grupo de surfistas que dan nombre a esta segunda entrega, y que se alejan de los postulados glam vistos en los jóvenes ocultos de 1987 para acercarlos más a los ademanes de esta nueva generación de los dos miles, con una cámara de video siempre grabando sus acciones, jugando a videojuegos o gastándose pesadas y letales bromas que subir a youtube y demás plataformas de videos. Corey Feldman es el único de los miembros de la película de 1987 (cameos aparte) que vuelve en esta secuela, retomando el papel de Edgard Frog, y nuevamente en un rol secundario, que es donde mejor funciona este personaje. Por último, y para goce de los aficionados del terror, la cinta se inicia con una secuencia donde podemos disfrutar de todos los tics de altanería y chulería por parte del gran Tom Savini, uno de los tótems del terror en lo que respecta a efectos especiales y de maquillaje, y reconvertido en actor dentro del género como forma de ofrecer un guiño constante a los fans del género en todas sus intervenciones o cameos, apareciendo ya en títulos tan lejanos en el tiempo como Martin, Zombie, Viernes 13, Maniac o Creepshow.



La historia nos ofrece una nueva vuelta a lo ya contado en la película de 1987, siendo en esta ocasión el hermano mayor quien trata de liberar de la maldición de  convertirse en vampiro por la eternidad a su hermana menor. Lo mismo sucede con ese juego de seducción entre personajes, y que si en Jóvenes ocultos tenía lugar entre los personajes de Michael y Estrella, en esta ocasión se traslada a los de Shane y Nicole. Sin embargo en esta ocasión desaparece ese juego entre géneros, y, si bien hay notas de comedia en determinados momentos, ese aire de cinta juvenil de su hermana mayor desaparece en pos de una cinta con un contenido mucho más adulto. Esto hace que en esta secuela haya un mayor número de escenas sangrientas, donde incluso hay lugar para decapitaciones, evisceraciones o toques de gore que no existían en la cinta de Schumacher, así como por el hecho que en esta ocasión se incluyan numerosas secuencias de desnudos, también vetados en la película primigenia. Como buena secuela que se precie, y dejando patente que hay ciertas ganas de ofrecer un trabajo interesante, hay que destacar como se insertan en la trama notables guiños a la película de Schumacher en forma de un trasunto gordo del personaje de Tim Cappello, esas imágenes mostrando a las tribus urbanas de la nueva ubicación de la historia o la broma a costa de la tía de los protagonistas, quien quiere disfrutar de una sesión de cine en casa con Los Goonies como protagonistas. Asimismo hay que destacar como se homenajea la secuencia de sexo entre los mencionados Estrella y Michael, siendo en esta ocasión Nicole y Shaun los protagonistas de la misma, emulando el estilo con el que se filmo esta escena en la cinta original, con los protagonistas cuasi flotando entre planos muy etéreos y elegantes, y con  el temazo Cry Little sister,  convertido ya a estas alturas en el himno de la saga, sonando de fondo. Sí que hay que evidenciar un par de momentos en los que los personajes actúan y se comportan en base a unos hechos que no se nos cuentan en la trama, y que versan sobre la relación de Chris con el grupo de surfistas liderados por Shaun. Esto se debe a que, aprovechando el estreno de la cinta, se publicaría paralelamente una serie de cuatro comics guionizados por el propio Hans Rodionoff, y que se mueven entre la secuela de la cinta de 1987 y una precuela de lo narrado en esta continuación, de ahí que complemente a la película rellenado esos huecos que podemos interpretar a raíz de ciertas conversaciones, vacios que sin embargo no afectan a la trama central.



A pesar de parecer que esta segunda parte es demasiado parecida a la primera película por lo que respecta a la trama central y desarrollo, contiene un estilo diferenciador, personajes con interés propio y esencia individual, lo que unido a un ritmo totalmente acertado y que hace no resulte aburrida en ningún momento, hace de esta Jóvenes ocultos, una atinada continuación que tiene su principal enemigo en el status mitificador de la película de Joel Schumacher, que puede provocar te acerques a esta secuela con unos prejuicios iniciales que impidan disfrutes del trabajo de Pesce, quien ya hubiera hecho algo parecido dirigiendo la tercera entrega de Abierto hasta el amanecer. Y al igual que le sucediera a una Jóvenes ocultos que es innegablemente hija de su tiempo, lo misma sucede con este secuela que a nivel visual es innegable posee todos los tics del momento de su estreno en cuanto a diseño visual y estética, sustituyendo las características motocicletas de finales de los ochenta por unas motos más modernas y aerodinámicas. En 2008 la serie Buffy ya se había convertido en un tótem dentro del género y eso se nota en el diseño de maquillaje de los vampiros, mucho más cercano al presentado en la serie apadrinada por Joss Whedon que a las criaturas vistas en la película de 1987.



Jóvenes ocultos 2, presentada bajo el atinado subtitulo de La tribu, y que incluso con una traducción como la de Vampiros del surf funciona, se enmarca como una notable secuela que logra conjugar la idiosincrasia de la película madre con unas características propias que la convierten en una digna secuela que además de garantizar hora y media de entretenimiento vampírico, posee entre su metraje unos agradecidos homenajes a la primera Jóvenes ocultos, los cuales se coronan con la escena post créditos del encuentro entre los personajes de Corey Feldman y su buen amigo Corey Haim, aún más significativa tras el trágico final de este último apenas dos años más tarde. 

viernes, 5 de julio de 2019

JOVENES OCULTOS (THE LOST BOYS, 1987) 97´



“Duermen todo el día. Se divierten toda la noche. Es divertido ser un vampiro”

Tras divorciarse de su marido, Lucy y sus dos hijos, Michael y Sam, deciden iniciar una nueva vida en Santa Carla, una ciudad con un elevado y sospechoso índice de muertes y desapariciones. Lo que poca gente parece saber es la causa de estos misteriosos acontecimientos, y como están ligadas directamente a la existencia de un grupo de jóvenes vampiros que moran en el lugar.



Convertida hoy en día en título de culto, Jóvenes ocultos nació a rebufo de películas que, como en el caso de Noche de miedo, mezclaban a partes iguales la comedia con el terror, en un hibrido construido ex profeso para llenar las salas de cine de jóvenes y adolescentes, películas que como sucedería poco después con el western en Arma joven (donde por cierto volvería a aparecer Kiefer Shuterland), adaptaban al formato del cine juvenil, tan boga en la década de los ochenta, géneros tan dispares como sería en este caso el terror. Pero esto no fue del todo premeditado, ya que hasta llegar a la película por todos conocida, el proceso de pre producción de la misma provocaría notables cambios en la historia original, obra de los desconocidos Janice Fischer (quien por cierto acabaría muy desilusionada del resultado final) y James Jeremias, quienes se inspiraron de manera indisimulada en la novela de Peter Pan para construir su historia (solo basta pensar en el título original de la cinta para caer en la cuenta de esto). Se pasaría de esta forma de una película de tintes más infantiloides, y que buscaba de manera consciente la exitosa aura de Los Goonies, hasta dar con unos personajes algo mayores, ubicados en el tránsito de la niñez a la madurez, pasando por mezclar con habilidad y sin que chirriara en el conjunto final la comedia con el terror. Esta idea de filmar un émulo de Los Goonies, en esta ocasión enfrentados a un grupo de vampiros, no es casual, de hecho sería Richard Donner, director de la mítica cinta juvenil producida a su vez por Spielberg, el escogido como primera opción para encargarse de liderar el proyecto. Donner finalmente se involucraría pero como productor ejecutivo de la película, ya que por aquel entonces estaba volcado en la dirección de una buddy movie de acción que acabaría por ser Arma letal. Tras denegar Donner las labores de dirección se ofrecería esta opción a Mary Lambert (Cementerio viviente), quien también acabaría por apearse del proyecto por desavenencias creativas. Es de esta forma y de rebote cómo llegaría Joel Schumacher a dirigir Jóvenes ocultos. Pero Schumacher no solo se limitaría a cumplir con diligencia el cometido encomendado, sino que logró que varias de sus aportaciones sobre la forma de abordar tanto la historia como la propia película fueran incluidas en la película, reescribiendo el guion junto a Jeffrey Boam, reputado guionista gracias a títulos como La zona muerta, Arma letal y varias de sus secuelas, El chip prodigioso o Indiana Jones y la última cruzada. De esta forma Boam se encargaría de retocar el guion inicial, obra de Fischer y Jeremias, plasmando ciertas sugerencias del director, versadas principalmente en dotar de una mayor carga adulta a la historia original en su afán por crear un éxito de taquilla que fuera más allá de un público demasiado infantil. Schumacher, hoy reconocido director con innumerables trabajos de todo tipo de géneros a sus espaldas, era por aquel entonces prácticamente un desconocido que había logrado darse a conocer gracias al drama juvenil St Elmo, punto de encuentro, y tendría su momento de mayor apogeo en taquilla en la década de los noventa con títulos como Línea mortal, Elegir un amor, Un día de furia, Batman y Robin, Batman forever, Tiempo de matar o Asesinato en 8mm.



La película logró contar con un interesante elenco interpretativo que habría que abordar por tramos de edad. De una parte tenemos a la dupla Corey Haim y Corey Feldman, dos actores infantiles que lograron gran éxito y fama en esos años. Feldman venía de trabajar en Los Goonies (no por casualidad fue contratado para Jóvenes ocultos, reforzándose la idea antes mencionada de estrenar una hermana bastarda de esta), Viernes 13 capítulo final, Gremlins o Cuenta conmigo, ahí es nada. Por su parte el canadiense Corey Haim se había dado a conocer en la serie para televisión Los gemelos Edison y para entonces ya lo habíamos podido ver en Admiradora secreta, Miedo azul o Lucas. Ambos actores, apenas unos niños por aquel entonces, se conocerían gracias a Jóvenes ocultos, forjando una amistad donde las drogas y los abusos sexuales sufridos por ambos serían parte de la leyenda negra de Hollywood hasta acabar abruptamente con la temprana muerte de Corey Haim en 2010, debida a una neumonía que su maltrecho cuerpo, consumido por los excesos no pudo soportar. Haim había fumado su primer porro durante el rodaje de Jóvenes ocultos. Ambos actores y amigos trabajarían juntos en cintas como Papa cadillac, Una chica de ensueño, Engaño mortal, Last resort, Sueña un pequeño sueño 2 o en Desmadre en la comisaria, dirigida por el propio Corey Feldman. Los dos Corey, como se les conocería, trabajarían por última vez en la segunda y tardía entrega de Jóvenes ocultos, estrenada en 2008. Si pasamos a hablar de los actores juveniles hay que citar a los antagonistas Michael y David, interpretados respectivamente por Jason Patrick y Kiefer Shuterland donde este último compone un papel mucho más impactante y completo frente al hieratismo de su partenaire. Ambos son hijos de actores, Jason Miller en el primer caso y Donald Shuterland en el segundo, y si bien todo parecía indicar nos encontrábamos con dos estrellas en ciernes, ambas carreras no acabaron de despegar, algo especialmente evidente en el caso de Jason Patric, quien tras aparecer en títulos tan potentes sobre el papel como fallidos en pantalla, como fueron Sleepers o Speed 2, acabaría poco a poco viendo diluirse su carrera. Algo mejor le iría a Kiefer Shuterland, quien si bien no se ha convertido en la estrella que parecía, si ha logrado mantener una digna trayectoria profesional reflotada en los primeros dos mil gracias a la serie para televisión 24. Junto a esta pareja, y bastante desaprovechada a pesar de unas prometedoras primeras escenas para acabar convertida en la damisela en apuros de la función, nos encontramos con Jami Gerz, otra de esas actrices que empezó su carrera con fuerza en películas como Dieciséis velas, Golpe al sueño americano o Escúchame (junto a la entonces estrella Kirk Cameron), para acabar volcada en el medio televisivo. De entre el grupo de vampiros que acompañan al personaje de Shuterland, cabe destacar al interpretado por Alex Winter, para muchos un absoluto desconocido, para otros, el Bill Preston de la mítica dupla de películas sobre Las alucinantes aventuras de Bill y Ted, junto a Keanu Reeves, a la sazón Ted. Por último y en los papeles que abarcan la etapa madura representada en la película, hemos de hablar irremediablemente de una Dianne West vista en Footloose o Enamorarse, y unas de las actrices fetiches del Woody Allen de los ochenta en títulos como La rosa purpura del Cairo, Hannah y sus hermanas, Días de radio o September. Junto a esta veterana actriz nos encontramos a Edward Herrman, rostro habitual en la comedia de los ochenta y a quien veríamos en títulos como Rojos, Annie, nuevamente La rosa purpura del Cairo, Un mar de líos o Ensalada de gemelas. El veterano Barnard Hughes daría vida al abuelo de la familia tras el desistimiento de John Carradine, curiosamente un actor mítico dentro del cine de vampiros, y demasiado enfermo por aquel entonces (moriría apenas un año después).



Si bien Jóvenes ocultos es una de las cinta de cabecera de los fructíferos años ochenta en lo que respecta al cine de vampiros, a la hora de abordar un análisis de la película hay que destacar sus puntos fuertes, que los tiene, pero también sacar a la luz sus debilidades, que también son varias. De esta forma la historia que nos cuenta, y de cuyo proceso creativo ya hemos hablado con anterioridad, supone uno de los principales lastres de la cinta. Y es que partimos de una historia central banal y sin desarrollar lo que debiera, donde no hay ningún interés por tratar de dotar de algo de entidad a los personajes, y es que la huella que varios de estos personajes tienen en el imaginario colectivo del aficionado del género no viene tanto de cómo están dibujados sobre el papel, sino de su presencia en pantalla. Además, los saltos entre secuencias se limitan a dibujar en muchas ocasiones una serie de, visualmente interesantes escenas, sin que en ocasiones haya una correcta transición de unas a otras, algo perfectamente ejemplificado en la relación entre Michael y Estrella, por otra parte uno de los nudos principales de la película, y que se limita a ser explicada en un par de escenas sin contenido. Esta idea que habla de un pobre primer guion que pudo ser reflotado en parte gracias a las aportaciones del propio Schumacher y Jeffrey Boam, se apoya en el hecho que ninguno de los dos autores del borrador inicial volvieran a vender ningún nuevo guion tras este primer y fortuito éxito. Uno de los hechos que llama la atención en relación a la trama central es que de manera innegable mantiene numerosos puntos en común con otro conocido título de vampiros coetáneo, y estrenado de hecho el mismo año, Los viajeros de la noche. Un grupo de salvajes vampiros lejos de los ademanes románticos propios del personaje, una estética buscadamente moderna, una historia de amor entre una vampira y un mortal, y es que incluso en detalles como el del vampiro infantil son demasiadas las casualidades para no creer en un proyecto hermano, algo que además podemos fundamentar en el largo periplo entre productoras del libreto original de Jóvenes ocultos, lo que pudo inspirar a crear una historia similar. 



Por el contrario, Schumacher suple esta pobreza de contenido, rematada en una presunta sorpresa final que todo aquel que haya visto un par de cintas sobre el género vampírico ve venir de lejos, con un estilo visual que aunque hijo de su tiempo, confiere a la película una apariencia que la hace diferente, y que vista hoy en día no ha envejecido como pudiera parecer, dado el tiempo transcurrido y lo marcado y arriesgado de este look presentado. Este particular estilo, acabaría de hecho definiendo a este director como un realizador con unas hechuras propias en el estilismo con el vestiría a  sus películas, algo que quedaría totalmente evidenciado en las dos secuelas de Batman que estrenaría a mediados de la década de los noventa. Pero no todo es mérito de Schumacher, ya que este tuvo la fortuna de contar con un director de fotografía de la categoría de Michael Chapman, responsable de la patina visual de obras como Taxi Driver o Toro salvaje. Ya desde la secuencia de arranque, Jóvenes ocultos presenta una estética muy particular, entre onírica y sombría, donde destaca por la forma en que es utilizada y su recurrencia, la manera en que se simulan los vuelos de la pandilla de vampiros, para lo cual la cámara se desplaza en el aire en coreografiados movimientos a golpe de grúa. Este consciente delirio visual se traslada a los propios escenarios principales de la cinta. Tanto la guarida vampírica como el propio hogar del abuelo de Sam y Michael son un deleite  para el espectador más avezado por la cantidad ingente de detalles presentes en ambas estancias, lo que unido a un diseños de las mismas a la altura acaban por potenciar esa patina visual de la que hablábamos. Y dentro del apartado más visual de la película no podemos obviar esa estética tan marcada e identificativa y que es una de las marcas de la casa de la película. Peinados a lo mullet, chupas de cuero, pendientes, largos abrigos…. Con una estética que se encuentra a caballo entre los ochenta y noventa (el personaje de Sam es quizás quien mejor representa esta nueva década) hay que destacar que sin embargo esta no resulta hoy en día desfasada y ridícula, no al menos en la película, ya que encaja en ese estilo visual marcado por Schumacher desde el minuto uno.





Como buena película de corte juvenil que se precie, la banda sonora de Jóvenes ocultos es digna de reseñar. Con un acertado score obra de Thomas Newman, toda nuestra atención se vuelca sin embargo en la selección de temas musicales escogidos para enmarcar varias de las escenas más conocidas y potentes de la película, convertidas en mini video clips al amparo de grandes canciones y versiones, entre las que destacamos I still believe, del musculoso saxofonista de Tina Turner Tim Cappello, quien nos brinda un enorme cameo en la película, People are strange, utilizado en los títulos de crédito iniciales y finales, Lost in the shadow, fondo que ilustra la carrera de motocicletas, otro de esos elementos introducidos para captar toda la atención del público más joven, o Cry little sister, a la sazón convertida en tema central de la película. En resumen, una selección que conforma una de esas bandas sonoras a tener en tu colección, y que encajan a la perfección en cada uno de los momentos en que son insertadas.





De esta forma Jóvenes ocultos se basa en una historia que logra conjugar, sin resultar por ello artificiosa, el humor, fundamentado en los personajes más jóvenes, con el terror y el drama, amparado conscientemente en esos otros personajes que se encuentran en ese paso a la madurez, y que parece los vampiros protagonistas se resisten a cruzar. Historia sin grandes alardes que por obra y gracia de las formas de un atinado Schumacher logró no solo destacar en el momento de su estreno, sino dejar tal poso que hoy en día sigue siendo fuente de consulta ineludible a la hora de hablar del género, y todo a pesar de tratarse de una modesta producción de apenas ocho millones de dólares de presupuesto. Lo extraño es que a pesar de su éxito las secuelas tardaran en llegar, estrenándose la primera de ella más de veinte años más tarde y lanzada directamente en formato de DVD. Jóvenes ocultos, o la dicotomía entre el disfrute permanente y la asunción de responsabilidades de adulto, ser un vampiro nocturno o un anodino diurno. Permítanme decirles que en mi caso dudo que opción es la que elegiría, aunque tengo claro cuál sería la más divertida. Vamos, dientes, que es lo que les jode.