GENEROS DE TERROR

MI OTRO BLOG

domingo, 30 de junio de 2019

...Y EN JULIO

En Julio les presentaremos a un grupo de amigos que hará veas con mejores ojos a la cuadrilla de tu hijo.



domingo, 9 de junio de 2019

FEAST 3 (FEAST 3, THE HAPPY FINISH, 2009) 76´



Diezmados por las bajas y agotados tras horas de huida y acoso, los supervivientes de la brutal matanza perpetrada por unas monstruosas criaturas, tratan de seguir sobreviviendo a pesar de que todo parece ir en su contra, encerrándose para ello en la comisaria del pueblo o atravesando los subterráneos de la localidad, y siempre perseguidos por unos seres con una única finalidad, matarlos y comérselos a todos, o lo que es peor, violarlos.



John Gulager y su equipo brindan con esta tercera entrega un fin de fiesta algo descafeinado, ya que en esta ocasión somos testigos de cómo todas las virtudes presentadas en Feast y llevadas al paroxismo en Feast 2, Momentos de caos, son expoliadas y masacradas sin piedad en una tercera continuación bautizada como Feast 3, El final feliz, que lo que hace es tirar de los restos para armar una cinta de hora y cuarto. Rodada prácticamente de manera simultánea que su antecesora, de hecho ambas secuelas pueden verse como una única película ya que la trama es absolutamente lineal, y a pesar de que argumental y formalmente está muy ligada a esta, supone un tropezón en la trilogía que deja al fanático de la serie con un sabor de boca agridulce, a pesar de ser un gamberro entretenimiento cuyo principal problema estriba en que antes ya habíamos disfrutado de lo lindo de un Feast y Feast 2, lo que deja a esta tercera entrega como el hermano feo de la saga.



Los pocos supervivientes de la matanza llevada a cabo por las horribles criaturas surgidas de la nada, continuaran en esta ocasión su huida hacía ninguna parte con el único propósito de seguir con vida. En esta ocasión logran alcanzar la cárcel del pueblo, objetivo marcado en la trama anterior por la seguridad que implicaban las paredes reforzadas de la prisión. Sin embargo descubrirán que este lugar no se presentará tan seguro como a priori podía parecer, provocando que continué la carrera del grupo de supervivientes por diferentes parajes del poblado tratando de salvaguardar el pellejo. En este constante juego del gato y el ratón veremos como el gore, la sangre y las escenas repulsivas continúan predominando en el metraje, salvo que en esta ocasión no están envueltas en un paquete tan bien armado, igual que sucede con los ya esperados golpes de efecto, que si bien funcionan esporádicamente, acaban por resultar repetitivos. De esta manera la película se limita a mostrar una huida a ninguna parte, en una escapatoria sin sentido que acapara todo el metraje. Y si, es lo mismo que sucedía en Feast 2, pero lo que en esta primera secuela funcionaba, en esta ocasión suena a chiste ya contado, y además, peor contado. Frente a una primera entrega muy cuidada en el aspecto técnico y argumental, y una secuela disparatada pero donde las locuras plasmadas funcionaban, en esta ocasión parece que a un rodaje frenético y precipitado se han aunado el uso de todas aquellas ocurrencias que iban plasmándose en el proceso de filmación, lo que deviene en un totum revolutum bastante caótico.



Otro de los puntos fuertes de la trilogía lo habían sido el grupo de variopintos protagonistas, algo especialmente patente en Feast 2, donde estos eran trazados con líneas de comic underground, y que en esta ocasión no consiguen lograr esa empatía por parte del espectador, lo que les resta valor. Y eso que el festival de frikis continua mostrándonos a personajes tan variopintos como un profeta que cree controlar mentalmente a los monstruos, un karateka con el apropiado nombre de Jean-Claude Segal y  abocado a perder todos sus miembros uno a uno o un cowboy duro como pocos, arquetipo del héroe del american way of life, a quien da vida John Allen Nelson, visto en Los vigilantes de la playa, y que nos obsequiará con uno de esos giros de guion a destacar. El resto de personajes lo conforman los supervivientes del título anterior.





Si al hecho de que la trama pierde todo el interés por la reiteración de situaciones añadimos que buena parte del metraje tiene lugar bajo tierra, donde la cámara se vuelve frenética y abundan las secuencias rodadas con visión nocturna, podemos añadir a los peros de la propuesta el hecho de que acaba aturdiendo visualmente al espectador, algo apreciable especialmente en la secuencia de la lucha, plasmada mediante fogonazos y fotogramas sueltos y que consigue crispar los nervios del espectador, a pesar de que visualmente puede resultar una propuesta interesante. Para tratar de paliar el hecho que Feast 3 es más de lo mismo pero peor a lo ya visto en la segunda entrega, los guionistas intentan dar un plus a la cinta presentándonos una especie de sucedáneo de zombies generados por el vomito de las criaturas, lo mismo que unos seres salidos de la mutación de los monstruos originales, ideas que nuevamente caen en saco roto por lo inconexo de las secuencias montadas. A todo esto añadimos unos robots gigantes y el resultado final es de descontrol total de la historia.



El epílogo con el mexicano dedicando una ranchera a la saga, a pesar de la simpatía que tiene el plasmar los acontecimientos narrados en las tres películas mediante una canción, termina por abocar la película al desatino más estrepitoso. Y una cosa es que la saga tenga un trasfondo pretendidamente absurdo, y otra muy distinta es que carezca de sentido. Todo ello con la falsa promesa de que en esta entrega se iban a desvelar todos los secretos y respuestas por contestar en relación a los acontecimientos acaecidos, dejando al espectador sin la consabida respuesta, algo que posiblemente no sea tan malo. Un triste fin de fiesta que hubiera podido ser remediado en una cuarta parte, cuyo guión parece ser estaba siendo redactado por los autores del resto de la saga, y cuya filmación dependería únicamente de los réditos alcanzados con el alquiler en el ámbito del DVD de la tercera entrega, objetivo aparentemente no demasiado complejo a juzgar por los presupuestos tan ajustados que se manejan en este tipo de producciones y que las hacen ser rentables más fácilmente que a las grandes superproducciones, pero que finalmente parece no llegará a producirse. A pesar de no acabar convertida en tetralogía, y que la saga Feast no desvele finalmente los misterios que rodean a los hechos narrados, no hay que negarle originalidad a una propuesta que, para bien o para mal, la aleja de los convencionalismos dentro del género de terror. Y eso es algo que hay que agradecer. Una trilogía que podemos ver del tirón y que, a pesar de los peros de este cierre, dejará en el aficionado un buen sabor de boca, lo mismo que el puñado de inocentes, y no tan inocentes, víctimas en el paladar de las infaustas criaturas protagonistas. Buen provecho.

sábado, 8 de junio de 2019

FEAST 2 (FEAST 2: SLOPPY SECONDS, 2008) 95´



Tras una noche de terror y muerte, el grupo de supervivientes de una matanza llevada a cabo por unos seres monstruosos, trata de comenzar un nuevo día con la idea de haber logrado salvarse de una muerte atroz. Nada más lejos de la realidad, ya que la luz de la mañana trae consigo la imagen de un pequeño pueblecito arrasado y tomado por hordas de voraces criaturas surgidas de nadie sabe dónde.



Tras el gran éxito que tuvo la primera entrega dentro del circuito independiente y promovido por el boca-oreja, no pasarían demasiados años en estrenarse una secuela. Una vez Gulager encontró financiación,  tal y como sucedería en toda la trilogía bajo el mecenazgo de los hermanos Weinstein, y apoyado nuevamente en un guion del tándem Melton-Dunstan, el director se lanzó a una segunda entrega donde, eliminado el efecto sorpresa, se da un giro de ciento ochenta grados a la propuesta para brindar un espectáculo donde todos los elementos sugeridos en la precuela, son llevados a la exageración más absoluta. 



La película comienza allí donde nos dejó el título anterior, trasladando la acción a un pueblo cercano a la taberna The beer trap, donde tuvieron lugar los sucesos pretéritos. Nos muestra un lugar desolado y arrasado por unas horribles criaturas, un lugar donde varios cadáveres, en algún caso desmembrados, pueblan las calles desiertas y los monstruos campan a sus anchas. Una vez más, Marcus Dunstan y Patrick Melton, como ya apuntábamos autores de los guiones de la trilogía, evitan el dar explicación a los aterradores hechos que estamos presenciando, dejando al espectador en una situación de inferioridad. No hay racionalidad ni respuesta ante lo que estamos viendo, solo la necesidad de sobrevivir. Y es con esta carta de presentación a partir de la cual Gulager se dedica a ofrecer un título donde el desenfreno, el exceso y la constante tomadura de pelo a los propios personajes y al espectador son el armazón sobre el que construir la secuela. 

 

Hasta este lugar llegarán varios protagonistas, en algún caso relacionados directamente con la película anterior, y para otros casos presentando a un nuevo grupo de personajes, donde la caricaturización de los diferentes roles presentados es la nota predominante. El hecho de rescatar para la ocasión a varios de los intérpretes del primer Feast (incluso se llega a resucitar al aparentemente fallecido barman de la taberna, interpretado como no podía ser de otra manera por el padre del director), permite entroncar linealmente las dos cintas, dando una continuidad en los hechos y acontecimientos de los que vamos a ser testigos. Al igual que sucediera en la primera entrega el protagonismo es muy coral, y como ya indicábamos, en esta ocasión la escritura de los diferentes protagonistas va a tirar de los perfiles más extravagantes. De esta forma nos encontramos con que en Feast 2 se lleva al extremo la presentación de personajes arquetípicos y con cierta tendencia al frikismo ya dibujada en la primera parte. De esta forma podemos encontrarnos con salvajes moteras tatuadas y para nada pudorosas, enanos luchadores de wrestling y en algún caso auténticos sementales (tremenda  a este respecto la presentación del personaje de Relámpago), vendedores de coches cornudos o fracasados obstinados en convertirse en héroes con funestas consecuencias. El elenco de intérpretes está compuesto nuevamente por una pluralidad de nombres desconocidos, frente a los más reconocibles actores de la primera entrega, y entre los que el director ya no trata con medias tintas y nos cuela además de a su padre, a su esposa, Diane Ayala Goldner, líder del clan de moteras y que ya apareciera en la primera entrega de la serie, o a su hermano Tom, el anteriormente citado amago de héroe fracasado. La película además muestra en paralelo a la trama central protagonizada por el grueso de personajes, lo que acontece a Honey Pie, recuperada de la primera, de nuevo interpretada por Jenny Wade, y que recordemos, acabó jugándosela al resto de supervivientes, ofreciéndonos una vendetta muy particular sobre este personaje.



Feast 2 elimina el suspense predominante en la cinta anterior, por ejemplo ahora se muestran explícitamente a las criaturas mientras que en la primera película estas aparecían durante buena parte del metraje de manera sugerida o como meros fogonazos, abre la ubicación  a múltiples ambientes en un espacio abierto y a plena luz del día frente al escenario único y ubicación de la historia en un ambiente nocturno y coronado por una tenue luz artificial. Sí que hay que indicar que el cambio en el director de fotografía pasa factura, encontrándonos con que esta segunda entrega presenta una peor iluminación y unos movimientos de cámara más abruptos frente a una dinámica en las secuencias filmadas mucho más controladas en la película de 2005, y a la postre menos mareantes para el espectador. Relativo a la ambientación obtenida, comentar como en la película se asoma a vestigios de western crepuscular. Para la ocasión y como buena continuación que se precie, se dobla la apuesta elevando al cubo las escenas sangrientas y repulsivas  con decapitaciones, cuerpos cercenados por la mitad, bebes devorados, abuelas desechas en sus propios fluidos…junto a otras más escatológicas o de tintes sexuales, entre las que destacan las sodomizaciones de gatos por los monstruos o una disección del cadáver de una de las criaturas donde la asquerosidad y la repulsión alcanzan cotas realmente elevadas al mezclar heces, semen y vómitos.





Con todo ello Feast 2 es una secuela mucho más cercana en esta ocasión al humor negro y salvaje que al terror puro y duro, y es que incluso en los momentos en los Gulager nos golpea eventualmente con momentos de mayor crudeza, esta se presenta perfectamente empacada en la más absoluta irreverencia. Una cinta perfecta para cinéfagos sin complejos, para disfrutar sin prejuicios, y a ser posible en buena compañía. El festín alcanzaba ya cotas de auténtico atracón.

domingo, 2 de junio de 2019

ATRAPADOS (FEAST, 2005) 86´



Un nutrido y variopinto grupo de parroquianos se encuentra en una tasca de mala muerte en medio de la nada entre cervezas, partidas de billar y vidas anodinas. Repentinamente, irrumpe en el local un tipo empapado en sangre y portando en la mano una escopeta, quien avisa a quienes se hallan en el bar que algo monstruoso le ha atacado afuera, en la carretera, algo que ahora dirige sus pasos hacía ese mismo lugar. 



John Gulager, hijo del actor Clu Gulager (veterano intérprete y toda una institución entre los fans del terror gracias a su participación en títulos como El regreso de los muertos vivientes, Pesadilla en Elm Street 2 o Hidden lo oculto y que aparece en lo último de Quentin Tarantino, Erase una vez en Hollywood), es el máximo artífice de una irreverente trilogía nacida gracias al llamado Proyect Greenlight, un concurso cinematográfico creado  con el objetivo de descubrir nuevos talentos dentro del circuito independiente. Allí presento su ópera prima, que entusiasmo tanto a los conocidos actores y amigos íntimos Matt Damon y Ben Affleck, que no dudaron a la hora de producir esta locura enmarcada dentro de la denominada serie B. Asimismo podemos vislumbrar entre los diferentes productores de la cinta el nombre del mítico director de terror Wes Craven, lo mismo que a los hermanos Weinstein, encargados de la producción ejecutiva a través de Dimension Films, una de las filiales de Miramax, productora y distribuidora cinematográfica fundada a finales de los setenta por estos famosos hermanos caídos en desgracia tras el escándalo de acoso sexual protagonizado por Harvey Weinstein. La película está escrita al alimón por Patrick Melton y Marcus Dunstan, quienes acostumbran trabajar juntos, dando como resultado los guiones de sagas tan conocidas como Saw, de la que son responsables de los libretos de las entregas cuarta a séptima, así como del guion de The collection o Piraña 2 3D, dirigida por el propio Gulager. Este triunvirato entre director y autores del guion se mantendría además durante las dos secuelas posteriores que tendrían lugar.





Los protagonistas de la historia, por cierto bastante coral, son presentados por el director mediante unas fichas que remarcan, con mucha ironía además, los aspectos más representativos de cada uno de ellos, como si de un juego de rol se tratara. Es una manera inteligente,  rápida y directa, de dar a conocer al nutrido grupo de personajes que pulularan a lo largo de la trama sin caer en un primer acto pausado y ralentizado precisamente por esa necesidad de ubicar a tanto personaje con peso en la historia, consiguiendo de esta manera que ya en el minuto diez la película despegue en un crescendo que ya no parará hasta los títulos de crédito finales. Y enlazando con ese estilo de baraja de cartas, he aquí los intérpretes más destacados de la cinta:

Balthazar Getty: Interpreta a Bozo, un perdedor nato, obligado a actuar a la fuerza y en contra de su voluntad como héroe a raíz de los terroríficos acontecimientos que tienen lugar en el bar en el que trata de timar a algún pardillo entre partida y partida de billar. Getty es miembro de la multimillonaria familia encabezada por Jean Paul Getty y en cine llegó a lograr cierto reconocimiento profesional a comienzos de su carrera gracias a títulos como El señor de las moscas, Intrépidos forajidos, Juez Dreed, Tormenta perfecta o Carretera perdida.

Duane Whitaker: Da vida a Boss Man, el personaje más odioso de toda la película ya desde su propia presentación, status que refrendará en actuaciones posteriores. Duane Whitaker es un veterano actor conocido especialmente por aparecer en Pulp Fiction, interpretando al dependiente de la tienda en la que el personaje de Bruce Willis está a punto de pasarlo muy mal, aunque tiene una extensa filmografía donde cabe rescatar películas de género como Hobgoblins, La matanza de Texas 3, Abierto hasta el amanecer 2 o en las cintas de Rob Zombie Los renegados del diablo y Halloween 2.

Krista Allen: Una camarera con muy mala suerte que justo cuando piensa que nada puede ir a peor se topa con el mayor de los dramas. Krista Allen es una modelo y actriz que entre montones de series para televisión encarnaría a una de las exuberantes vigilantes de la playa de la serie del mismo título.

Navi Rawat: Una de las heroínas de la película, y que ha de adoptar dicho rol para tratar de salvar la situación. Está interpretada por esta actriz californiana a la que veríamos posteriormente en la antes citada The collection.

Clu Gulager: Da vida al veterano camarero que regenta el tugurio convertido en escenario único de la película, y que acabará convertido en refugio de clientes y trabajadores. Como ya hemos apuntado, el padre del director tiene un papel con peso en la trama, lo que a su vez es un guiño a los aficionados del género por la consideración de mito de este intérprete.

Junto a este plantel central hay otro nutrido grupo de actores con nombres como los de Joshn Zuckerman, quien da vida al hermano minusválido de Bozo, y cómplice de sus trapicheos, Jason Mewes, para siempre Jay en la serie de películas dirigidas por Kevin Smith, y que se interpreta a sí mismo en una breve aparición, Henry Rollins, visto en Heat, y que encarna a un orador incapaz de arengar al grupo de supervivientes o Eric Dane, conocido por aparecer en Anatomia de Grey y que aquí interpreta al hombre que irrumpe bruscamente en el bar advirtiendo a sus clientes de la que se les viene encima. También encontramos entre el grupo de secundarios a dos actrices que aumentarían, y mucho, su protagonismo en películas posteriores de la saga, caso de Jenny Wade o Diane Ayala Goldner. 





Como apuntábamos al comienzo, la historia se inicia con un grupo dispar de clientes en una taberna en medio del más recóndito de los lugares. Sin tiempo para que el espectador se acomode, una pareja entra en tropel en el bar para prevenir a los que allí se encuentran del terrible peligro que corren. Pero el director no concede una tregua a la hora de terminar su interlocución, ya que unas terribles criaturas hacen acto de presencia con la única finalidad de matar a todos los presentes. Con este arranque, a priori tan poco original, Gulager nos presenta sin embargo una cinta que sorprende, y muy gratamente, en un anquilosado género demasiado acostumbrado a ofrecernos más de lo mismo. En esta ocasión el director utiliza elementos tan reiterativos como son un ambiente opresivo y claustrofóbico, un poco en la línea de clásicos como La noche de los muertos vivientes o Asalto a la comisaría del distrito 13, acompañado de un grupo variopinto de personajes que, dentro de su estudiada simplicidad, presentan más gamas de comportamiento que películas pretendidamente más sesudas. Si a esto añadimos golpes de efecto casi con cada secuencia y una perfecta mezcla de humor y horror, nos encontramos ante un título de esos que sorprenden para bien por las pocas expectativas que genera a priori y el buen sabor de boca que nos deja su visionado.



Cabe destacar como el director logra mantener un ritmo endiablado durante la cerca de hora y media de metraje de la cinta, situando al espectador en constante alerta, principalmente por la forma en que presenta los ataques de las criaturas, ya que estos se pueden producir en cualquier momento, muchas veces en el menos esperado, logrando eso tan difícil que es que quien está visionando la película no averigüe a cada momento lo que va a suceder, en un constante juego con el espectador. El guion es en buena parte también responsable de esta idea, ya que casi a cada minuto está ofreciendo situaciones que no son sino giros inesperados sobre los tópicos de este tipo de cintas, como la manera en que acaban muchos de los personajes que intuimos tendrán mayor peso en la trama, o en determinados momentos a los que pensamos la película no se atrevería a llegar. Esto convierte a Feast (estrenada en nuestro país como Atrapados y que tiene más sentido en su traducción literal como banquete) en una rara avis dentro del cine de horror, gracias a su frescura y a su valentía a la hora de romper buena parte de los cánones establecidos en este tipo de historias. En la forma en que está filmada la película queda patente la pericia técnica de un director novato que sin embargo ya había trabajado como director de fotografía con anterioridad, lo que le había dotado de cierta maña que queda perfectamente expuesta en que a pesar de bruscos y conscientes movimientos de cámara y al hecho de que la fotografía (como no puede ser de otra manera en una película ambientada en una única noche y en un bar de carretera) se mueve entre luz artificial y claroscuros, Feast es una película que no resulta visualmente mareante y en la que además se puede ver todo lo que acontece frente a la cámara.



Uno de los alicientes de Feast es la propia presencia de las criaturas que asolan el bar donde los protagonistas se hallan cobijados. El director, inteligentemente, pasa buena parte de la película mostrándolos de refilón, mediante bruscos y rápidos movimientos de cámara, fogonazos u ocultos entre sombras. Además, y para  ahondar en la sensación de terror que provocan unos seres de los que no se da un ápice de información sobre de donde vienen o que buscan, se cubre a estos con pieles y huesos, acrecentando el terror que provoca su sola presencia. Solo en el tramo final podemos ser testigos de la fisonomía completa de unas criaturas con un potente diseño visual donde destaca un cuerpo musculado, unas largas extremidades acabadas en tenazas y muy especialmente una cabeza alargada de aspecto xenoforme donde se atisban unos minúsculos ojos y coronada por una imponente mandíbula repleta de afilados dientes. A este respecto y como curiosidad, resaltar que entre el elenco de profesionales encargados de la tarea de efectos especiales y de maquillaje destaca la presencia de Stephen Norrington, encargado de efectos visuales y protésicos en títulos como Gremlins, Lifeforce, Aliens o La maldición de las brujas, y que fue el director de las muy estimables Maquina letal y Blade. Por último y respecto a las criaturas de Feast, a la concepción visual de unos seres que generan auténtico pavor, hay que sumar el propio desarrollo vital que se confiere a estos, entregados durante  todo su tiempo a matar, comer y copular.



Así pues y en definitiva, nos hallamos con Feast ante uno de esos placeres culpables para el cinefago de pro, una película que acierta con los momentos de tensión y terror pero que a la vez resulta gamberra e irreverente, a la que no parece preocuparle la censura y que no escatima en la profusión de sangre y fluidos corporales de todo tipo. Pero además se trata de una cinta que nos deleita por los continuos giros de guión que dentro de una historia predecible y asumible, otorga gratas y continuas sorpresas al espectador. Todo envuelto con un trasfondo de humor negro que no impide disfrutemos sufriendo con secuencias aterradoras. Eso sí, el que piense que Feast es demasiado burra y escatológica debería ausentarse del visionado de sus secuelas, donde la gamberrada es llevada al paroxismo. Avisados quedan.