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miércoles, 1 de mayo de 2019

FAUSTO, LA VENGANZA ESTÁ EN LA SANGRE (FAUST, LOVE OF THE DAMNED, 2000) 101'



Tras el brutal asesinato de su novia, John Jaspers decide quitarse la vida hastiado de una vida que no desea seguir viviendo. Antes de lanzarse al vacío desde un puente, un extraño ser apodado M, ofrece a Jaspers ver cumplida su venganza sobre los asesinos de su amada a cambio de una sangrienta y demoniaca contraprestación por su parte.



La Fantastic Factory nace a comienzos del nuevo milenio auspiciada por la productora Filmax y con Julio Fernández y Brian Yuzna, quienes se habían conocido un par de años atrás bajo el marco del festival de Sitges, como principales artífices de una idea que lo que trataba era aunar bajo un mismo sello un tipo de películas de género fantástico y de terror y de producción netamente española aunque contando con nombres internacionales dentro del equipo técnico y artístico, tratando de recuperar de esta manera un género que tan buenos resultados había dado en nuestras fronteras en un pasado no tan lejano gracias al denominado fantaterror español, que en las décadas de los sesenta y setenta había generado notables títulos enmarcados en este tipo de géneros pero con una identidad propia, netamente española, que las identificaba y separaba del resto de películas estrenadas en dicho periodo y pertenecientes al mismo género. Desgraciadamente este proyecto únicamente estuvo en vigor apenas unos años, principalmente al no lograr el respaldo del público, periodo durante el cual llegaron a producirse y estrenarse cerca de una decena de títulos.





Para su proyecto inicial se tomó como base el comic underground de Tim Vigil y David Quinn, Fausto, el amor de los condenados, publicado en 1987 y caracterizado por un estilo sórdido, grotesco y ultraviolento. La obra bebe a su vez del mito de Fausto, leyenda popular germana que sería popularizada en base al poema dramático escrito por Goethe a comienzos del siglo XIX, y que aborda  la historia de un hombre llamado precisamente Fausto que llega a un pacto con el demonio Mefistóteles por el cual el primero entregaría su alma al segundo a cambio de conocimientos infinitos. En el comic también encontramos ecos de otras obras populares dentro del denominado noveno arte como El cuervo, de James O´Barr, que también habla de la venganza de ultratumba de un hombre tras el asesinato de su novia o Spawn, por la propia estética del personaje y por tratarse de otro ser que vuelve de entre los muertos tras llegar a un acuerdo con un demonio, ambas historias trasladadas en la década de los noventa a la pantalla grande. Incluso las garras del personaje protagonista nos retrotraen indefectiblemente al icónico personaje de Lobezno creado por la poderosa Marvel. Sin embargo si tenemos en cuenta que tanto El cuervo como Spawn se publicaron con posterioridad a Fausto, no podemos hablar con certeza más que de casualidades en lo que respecta al tebeo español.



Brian Yuzna, como decíamos productor de la película a través de la propia Fantastic Factory, fue el encargado de dirigir esta película. Yuzna, nacido en Filipinas, era en esos comienzos de los dos mil toda una institución dentro del género de terror de serie B, siendo de hecho su nombre propio uno de los referentes de cabecera dentro de la fallida productora, gracias a su participación como productor en obras como Reanimator, Dolls o Warlock el brujo, o dirigiendo clásicos como Society, La novia de Reanimator, Mortal zombie o El dentista. Miguel Tejada-Flores, quien había trabajado en títulos como Noche de miedo 2, El rey león o Asesinos cibernéticos colaboraría en la elaboración del guion final. Se contó además con Jacques Haitkin, consagrado director de fotografía dentro del género gracias a películas como Pesadilla en Elm street, Hidden lo oculto, Shocker 100.000 voltios de terror, Maniac cop 3 o Wishmaster. Todo ello da idea de que aunque se trataba de un proyecto modesto cercano a los tres millones de euros de presupuesto, se había puesto cierto mimo y cuidado en las formas a la hora de su filmación.



Sin embargo la película se queda a medio camino de todo, siendo una fallida carta de presentación de Fantastic Factory, lo que se fundamenta principalmente en el hecho que contrariamente a lo que debiera ser la película, una adaptación a las formas y hechuras del cine de terror español de una obra con potencial internacional, lo que hace es trasladar todas las constantes del cine de serie B realizado en Estados Unidos a una producción de capital español, lo que hace que este Fausto pierda el alma antes de tiempo. Tampoco ayuda una historia deslavazada y que, aunque aborda numerosos elementos interesantes como la propia multipersonalidad del personaje de John Jaspers/Fausto como un antihéroe interesante sobre el papel o la existencia de esa sociedad secreta de siniestras y demoniacas intenciones, acaba conformándose en un totum revolutum perfectamente escenificado en un acto final precipitado, mal contado y montado y con una secuencia de cierre abrupta y que ofrece un final tan caótico como lo ha sido toda la historia hasta ese momento, con un ir y devenir de personajes, tramas y acontecimientos.



Otro elemento que hace la película naufrague en la mayoría de sus intenciones es un elenco de intérpretes generalmente fallidos y que en ocasiones nos brinda actuaciones excesivamente sobreactuadas y rayando en lo paródico. De una parte tenemos al actor británico Mark Frost en el doble papel de John y de Fausto, quien en ambos roles tira de excesos y tics, acompañado de Isabel Brook dando vida a la psiquiatra Jade (papel interpretado  a través de un flashback de su niñez por una debutante Michelle Jenner), y que acompañara a Frost en una particular competición por ver quién resulta más artificial, brindándonos en ese aspecto la intérprete un desatado acto final. Recalcar además lo improbable de la historia de amor entre ambos personajes, fomentada en apenas dos escenas y que se hace harto complicada de explicar dado que toda la trama se sustenta en la trágica pérdida por parte de John Jaspers de quien el mismo define como el amor de su vida. Tampoco resulta creíble el papel de Jeffrey Combs como el teniente de policía  Dan Margolies, con un, nuevamente, inexplicable cambio de rol final. En este caso esta fallida actuación es más dolorosa si cabe habida cuenta estamos hablando de un actor de culto dentro del género, a resultas de su participación como el doctor Herbert West en la saga Reanimator, y que igualmente había brindado un estupendo personaje en la muy recomendable Agárrame esos fantasmas. Al menos en lo que respecta a los villanos principales si nos encontramos con unos destacables trabajos. Mónica Van Campen, intérprete, modelo y para los nostálgicos la actriz en uno de los anuncios del mítico “busco a Jacks”, aporta toda la sensualidad, sexualidad y maldad  que el personaje de la pérfida Claire precisaba. Por su parte Andrew Divoff nos ofrece con M a un personaje misterioso, terrorífico, brutal y elegante a partes iguales, un antagonista de altura que acaba resultando mucho más atrayente para el espectador que el propio Fausto, un personaje mucho más unidimensional. Divoff es todo un referente dentro del cine de serie B gracias a un extenso bagage entre el que podemos citar La caza del Octubre Rojo, 48 horas más, Operación soldados de juguete o Wishmaster.  



Si hay un elemento que merece la pena remarcar de la película es como traslada sin remilgos buena parte de la truculencia del comic original, no escatimando en gore ni secuencias repulsivas, caso de la conversión del personaje de Claire en una amalgama de carne y fluidos en lo que es todo un homenaje a la opera prima del director, Society. De hecho los efectos visuales y de maquillaje de ambas películas son obra del mismo artista, Screaming Mad George, toda una leyenda dentro del género y gracias al cual este aspecto es uno de los más destacables dentro de la película, pudiendo encontrarnos gran profusión de descuartizamientos y muertes violentas mostradas en pantalla con todo su grafismo. No podemos decir lo mismo de unas secuencias de acción torpemente rodadas, con un montaje de planos que impide seguir la acción de manera clara y a los que además acompañan unos insertos musicales enclavados dentro del metal totalmente desacertados para el tono de la película y para las escenas bajo las que se enmarcan. 



Es por todo ello que Fausto, la venganza está en la sangre, supone una carta de presentación que aunque entretiene, queda muy por debajo de las expectativas que planteaba de inicio, tanto por los nombres propios tras el proyecto, el potencial de la propia historia o los recursos, limitados pero suficientes, con los que se contó. Es un quiero y no puedo, algo que es todo un leit motive de lo que acabaría siendo Fantastic Factory, muchas buenas intenciones pero sin los resultados esperados. Quizás, para obtener un producto final de altura en este Fausto hubiera hecho falta un pacto con el demonio.

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