Los Critters llegan hasta un desvencijado
edificio en la ciudad ocultos en los bajos de una caravana. Se trata de un
complejo de apartamentos habitados por unas pocas familias que están siendo
tratadas de ser desalojadas por el dueño del bloque, siendo este un problema
menor cuándo los Critters se hacen con el control de la vivienda.
Tras la estupenda dupla de películas
estrenadas en la segunda mitad de la década de los ochenta, la saga se
estrenaba en los recién surgidos noventa con una película que bajaba varios
enteros lo visto hasta ese momento, y que además volvía a presupuestos ínfimos,
algo que queda patente a la hora de visualizar la película, que recurre
nuevamente a un único escenario y donde la escasez de medios vuelve a ser la
gran protagonista, aunque en este caso no se supla con talento e imaginación,
tal como sucedió en 1986.
La película está dirigida de manera monótona
por la directora Kristine Peterson, con una pobre filmografía como realizadora
pero que es en su vertiente de ayudante de dirección o directora de segunda
unidad donde podemos vislumbrar interesantes trabajos como El exterminador 2,
Robots asesinos, Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (donde coincidiría con
Stephen Herek, director de Critters), Pesadilla en Elm street 5 o Temblores. Sin
embargo es evidente, al menos en el título que nos ocupa, sus limitaciones a
nivel cinematográfico, ofreciendo un resultado mediocre, en la peor tradición
de los telefilms de segunda (eso que la cinta llegó a estrenarse en algunas
salas de cine) y sin ningún tipo de aliciente más allá de poder disfrutar una
vez más de nuestras criaturas más voraces. La historia de la película está
escrita por Rupert Harvey y Barry Opper, productores de toda la saga y que
ofrecen un resultado simplón y sin pegada, siendo David J. Schow (La matanza de
Texas 3, El cuervo, La matanza de Texas, el origen) el responsable de convertir
esta trama banal y bastante infantiloide en un guion filmable.
Critters 3 es ante todo conocida por ser la
carta de presentación en el mundo del cine de un imberbe Leonardo Di Caprio,
algo que aprovecharía la película en reediciones posteriores, quien no tardaría
en convertirse en el mejor actor joven de su generación, logrando conformar una
carrera llena de grandes títulos y en la que ha podido trabajar con los más grandes
directores del momento (Scorsese, Tarantino, Spielberg, Eastwood), pudiendo
dejar patente su enorme talento para la actuación. Di Caprio se encuentra
rodeado de un plantel de intérpretes de segunda donde una vez más aparece Don
Opper en su sempiterno rol del caza recompensas Charlie, en esta ocasión sin la
ayuda de los buenos de Ug y Lee, y en un rol que acaba por resultar cargante en
su intencionalidad de confeccionar un personaje torpe pero de nobles
intenciones, dada el escaso carisma y vis cómica del intérprete.
La película acaba resultando una huida entre
las estancias de la vivienda de un poco atrayente grupo de supervivientes de
las garras de unos Critters que acaban resultando una vez más lo más
interesante de la función, siendo el momento más disfrutable la toma de la
cocina de la señora Menges por estas insaciables criaturas, y que posibilita
integrar gags visuales como la guerra de pasteles, el Critter ingiriendo todo
el bote de lavavajillas o ver a otro de estos seres deleitándose con una
cazuela de alubias rojas, lo que traerá flatulentas consecuencias. Como podemos
ver la película aboga ya abiertamente por un estilo mucho más cómico y jovial,
reduciendo en todo lo posible los momentos más oscuros y sangrientos, reducidos
en esta ocasión a dos únicas muertes, nada explícitas por cierto, y que
curiosamente serán las de los dos personajes más negativos de la historia.
Un título que al menos a su favor acaba por
no resultar aburrido ni tedioso, eso vendría más tarde, y que se beneficia de,
una vez más, un ajustado metraje, y un uso de unas criaturas que a estas
alturas todo espectador de la película conocía a la perfección, aunque integren
como novedad la idea de que las púas aletargantes de los Critters sean además
alucinógenas. Cada vez que los alienígenas aparecen en pantalla logran captar
nuestra atención, algo de lo que los responsables de la cinta parecen ser muy
conscientes, ya que no se reprimen a la hora de dejar ver a los, no hay duda a
estas alturas, los auténticos protagonistas de la tetralogía, unos imitadores
de los Gremlins con carácter propio.
Como curiosidad final, la película presenta
un antecedente de las hoy constantes escenas post créditos, en esta ocasión implementando
entre los títulos de crédito finales una secuencia que deja la historia abierta
a una secuela que, para nuestra desgracia, no tardaría en llegar. Y es que contrariamente
a esa última entrega de la franquicia por estrenar, puede que Critters 3 no sea
delicatesen, pero será un plato que al menos les saciará.
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